Objeto de salvación o de justificación
De entre los buenos sentimientos, siempre preferí la
filantropía a la caridad. Me pasaba lo mismo con los guardias urbanos, que los
prefería a los civiles porque me parecían menos intensos en su función de
aparatos represivos de Estado. Incluso, serviciales y confortables. Luego se
gustaron, se vieron bien pertrechados, con pistolas, espráis, porras en cruz,
telefonillos, rodilleras, botas y horas de gimnasio y ya dejé de quererlos y me
aficioné a los civiles, sobre todo desde que vi a una guardia civil embarazada.
Pensé que un Cuerpo con números capaces de dar a luz, no sería tan severo como lo
eran los antiguos guardias con bigote y cara de mala leche. Filantropía y
caridad deberían de ser la expresión del mismo sentimiento de egoísmo
inteligente. Es decir, hago el bien porque como no me queda más remedio que
vivir con otros, si estos otros son aceptablemente felices, contribuirán más
eficazmente a que yo me sienta bien. Pero a la caridad cristiana la veía yo un
poco lastrada por su carácter de inversión para la salvación eterna y me temía
que terminara por utilizar a los receptores de sus cuidados como simples monedas
para comprar el cielo. La filantropía, en cambio, no era tan interesada a largo
plazo ni tan “resultadista”.
...o de escenificación
Al sentimiento de respeto le tengo un poquito de
rabia porque lo utilizan mucho las religiones cuando no disponen de fuerza
suficiente –de la que sí dispusieron en el pasado- y de hogueras para imponer sus ensoñaciones y
leyendas. Piden respeto los fieles de esas religiones para unas creencias en
cuyo nombre se asesino, se troceó, se decapitó, se empaló a los duros de
mollera, a los incómodos y a gente que no había hecho nada en absoluto. Un poco
de repelús me da la palabra respeto. Luego hay sentimientos a los que no se le
puede poner la más mínima objeción: tolerancia, amor, conmiseración, comprensión,
compasión… Suenan bien. De hecho, en la explicación que da la Academia Sueca, cuando concede el Nobel de Literatura, suele
aparecer la palabra compasión. ¿Recuerdan?: “Concedemos el premio a la obra de este
escritor porque en ella anida la compasión y una visión profunda y comprensiva
de la condición humana…”. También me gusta, aunque menos, tolerancia, porque es
un sentimiento noble pero que es como una concesión del que está en la verdad
al equivocado: “Te dejo vivir tranquilo, aunque equivocado, porque soy muy
tolerante”. Conmiseración, también
esconde una actitud altanera, como de rebajarte al miserable para alzarlo de su
postración. Pero tú te consideras arriba y a él, abajo. En fin, todos estos nobilísimos
sentimientos son como la cortisona, que rebajan la inflamación de las heridas
pero no las curan.
A mi hay muchas cosas que me ponen de los nervios...eso de la bondad de la gente ¿cómo se sabe si la gente es altruista y hace las cosas por tu bien? ¡todos, seamos conscientes o no, hacemos las cosas por nuestros intereses! Y eso de la tolerancia...¿Pero quién soy yo para tolerar a nadie? Lo dicho, la gente que presume de buena me da cierto rechazo.
ResponderEliminarBuenas noches, amigo.
Buenas tardes, Marián. Prefiero a la gente que hace el bien, sabiendo que lo hace para sentirse bien. Egoísmo altruista. Gracias, un saludo cordial.
EliminarYo he experimentado la misma evolución que tú con los guardias urbanos y con los guardias civiles (me da que somos muchos más). En cuanto a la palabra "respeto" no le tengo yo especial manía, tal vez porque no había reparado en que la usan tanto las religiones o porque no la tengo asociada a chantaje alguno. En cambio la palabra "tolerante" sí que se me atraganta por los mismos motivos que a ti. También pienso, como Marián, que la filantropía pura no existe, sino que todos buscamos algo en nuestro beneficio (aunque sea sentirnos bien) al hacer el ídem, aunque eso no es óbice para no practicarla, sino todo lo contrario. En fin, Pablo, buen repaso el tuyo a esos que llamas nobilísimos sentimientos. Un abrazo, amigo.
ResponderEliminarQurido amigo Miguel ángel, los recovecos de la vida en común.Gracias por tu comentario. Un abrazo.
EliminarUn tema interesante...que tenemos que saber llevar...
ResponderEliminarSaludos
Mark, gracias por tus comentarios y por tu atención. Un saludo cordial.
EliminarSi vendieran en la farmacia los buenos sentimientos como la cortisona se podría hacer un cóctel de pastillas, medidas y pensadas de tal manera, que resultara el producto adecuado para la buena marcha de nuestras conciencias y para bien de los demás.
ResponderEliminarMagnífica idea, Coco. Hablaremos con las grandes Corporaciones farmaceúticas. Seguramente que les interesa. Ellas con tal de ganar dinero a espuertas... Un abrazo, amiga mía.
EliminarMe inclino ante estas palabras, ante su orden, ante la gramática incrustada en tu mente (o mente ella misma) que nos las ofrece y ante tus sentimientos compartidos.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Independiente, me gusta muchísimo que compartas sentimientos conmigo. Sería estupendo que pudiésemos escribir al alimón un opúsculo sobre el melodrama como herramienta de dominio. Un abrazo cordial.
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