Muchas mujeres se quejan de lo agresiva que puede ser la mirada
del hombre. Leí en el blog de una chica una relación detallada de quién te mira
y de cómo te mira, desde el taxista que te deja a las puertas del aeropuerto
con tu maleta, hasta los pilotos que clavan sus miradas en tu cuerpo cuando
subes las escalerillas del avión. También hay sexólogos que, pese a ser
conscientes de lo desagradable que resulta que te mire quien tú no quieres que
lo haga, valoran extraordinariamente la mirada que el hombre dirige al cuerpo
de la mujer. Estamos hablando de la mirada, no de otro tipo de actitudes
claramente violentas o de acoso, sólo de la mirada, que no siempre resulta
molesta o insoportable. A los hombres les gusta el cuerpo de las mujeres y, en
ocasiones, a las mujeres esa mirada de admiración y las caricias que suscita,
si hay acuerdo, les provocan efectos extraordinarios. “Lo específico de la
mirada del hombre sobre el cuerpo de la mujer”, según la ensayista Nancy
Huston, “es que es involuntaria, innata, que está programada en el «disco duro»
genético del macho humano para favorecer la reproducción de la especie, y por
lo tanto es difícilmente controlable. Sus repercusiones son incalculables y en
buena medida se subestiman”. Por ejemplo, las adolescentes -¡con lo que rajamos de ellas!- acaban de
descubrir un procedimiento de fomento de la lectura de una eficacia innegable.
Conscientes ellas de la repercusión que sus cuerpos iridiscentes provocan en
los varones, han decidido, primero, utilizar unos pantalones tan cortos que
dejan sus cachetes al aire y, segundo, tatuarse en torno a esta zona de su
cuerpo todo tipo de lemas e inscripciones que, a buen seguro, van a ser más
leídas este verano que los sonetos de Garcilaso. Si lográsemos introducir el
cachete tatuado dentro de las campañas de incitación a la lectura, podríamos
obtener unos resultados sorprendentes. Ya se intentó que la gente leyera poesía,
pegando poemas de escritores célebres en los cristales de los autobuses urbanos,
y aquella iniciativa acercó a muchos granadinos a los grandes poetas, pero si tatuamos
el cuerpo de las adolescentes con poemas completos de Campoamor o de Nicasio
Álvarez de Cienfuegos, el éxito puede ser espectacular. Para empezar, y siempre
desde la humildad del aficionado, he comenzado a adaptar algún soneto de
Garcilaso para que pueda aparecer escrito en las piernas de las chicas. Estoy
puliendo el Soneto XXIII de este poeta renacentista para adecuarlo a la levedad
de un cachete. Tengo los dos primeros versos: “En tanto que de frases y apotegmas, / adornas tus cachetes,
niña mía...”. Si no me abandona la inspiración, burla, burlando, completaré los
14 versos que dicen que es un soneto.
Mark de Zabaleta, gracias. Veo que me lee con sólo escribir mis reflexiones en mi blog y que no necesita métodos de animación a la lectura mas drásticos. Un saludo lleno de reconocimiento.
ResponderEliminarAsí que la has montado... Y creo que no lo pretendías. Bueno, la vida sigue, siempre apasionada, siempre censurada.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Independiente, gracias. Un saludo cordial
ResponderEliminarLe doy vueltas y más vueltas al texto, y aunque discrepo de la idea de tatuar poemas en las cachas de nadie, no me gustan los tatuajes absolutamente nada, y dudo de que las adolescentes se dejen, no hay nada más lejos de sus intereses que fomentar la lectura, actividad que tanto ellas como sus amigos no piensan llevar a cabo, salvo en honrosas excepciones, y por más vueltas que le doy no encuentro la intencionalidad machista que se le ha atribuido.
ResponderEliminarPero sí está latente el anciano desilusionado. El mismo que escribe en los muros de una ciudad Caldea, hace 4000 años, esta frase:"La juventud de hoy en día es decadente e indisciplinada. Los jóvenes no respetan a los mayores y desoyen sus consejos; el fin de los tiempos está próximo". Tantos años pidiéndole a los adolescentes que leyeran y escribieran, sin conseguir resultados interesantes, y ahora, coincidiendo con que algunas marcas comerciales han decidido hacerse superricas vendiendo short que dejan al aire los cachetes,les da a las chicas por tatuarse versos y frases en el culo. Desde luego, y de esto habrá que pedirle cuentas al Dios Alfarero o a la Evolución, no a mí,los varones van a leer ahora mucho más que durante todo el curso. Abomino de los tatuajes y si el humor no me ha servido para que quede claro es que me he equivocado, querida Coco.
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