Leo en un diccionario que contexto es el entorno
físico o de situación, ya sea político, histórico, cultural o de cualquier otra
índole, en el cual se considera –y se explica- un hecho.
Penélope acosada por los pretendiente
Si se pierde de vista
el contexto en que se producen los hechos, se están descontextualizando y, para
entenderlos, habrá que proceder a contextualizarlos, es decir, a situarlos de
nuevo en su contexto. Contextualizar y descontextualizar son dos operaciones
muy corrientes desde que se inventó la escritura y, autores anónimos, dispersos
en el espacio y en el tiempo, trasladaron a los Grandes Libros las leyendas y
saberes que se habían forjado durante miles de años de oralidad, sin escritura.
No todo el mundo está seguro de que existiera Homero, el supuesto redactor de
la Odisea y la Ilíada, ni de que la Biblia la escribiese Yahveh de una sentada. El Corán
fue escrito utilizando las notas que los discípulos de Mahoma recogieron de sus
predicaciones en hojas de palma y huesos de animales. La operación de pasar
todo el material de transmisión oral, desde que se inventó el lenguaje hasta
que se inventó la escritura, supone una descontextualización notable. Sobre
todo cuando se quiere que aparezca escrito por una sola mano o inspirado por
una sola mente. Si asistes a una boda, alguien te lee una epístola de San Pablo,
en la que se habla del amor, como si hubiera sido escrita por el apóstol cinco
minutos antes para los contrayentes. Un hombre encorbatado, con una fea sortija
en su mano derecha, explica en la televisión un versículo de la Biblia como si
hubiera sido escrito media hora antes especialmente para los que le escuchan en
ese momento. “Dice Mahoma, dice Yahveh, dice Homero”… Autores desconocidos, que
escribieron en contextos lejanos, recogiendo leyendas dispersas, inventadas
durante miles de años, son a diario contextualizados y descontextualizados para
ofrecerlos como muñidores de las verdades eternas que dan sentido al deambular
de este rebaño desnortado, de origen incierto, que es la humanidad. De
contextualizar y descontextualizar esas supuestas verdades, esos hechos
ocurridos supuestamente hace miles de años, han vivido los santos padres, los misioneros,
los ulemas, los profesores, los exégetas, los predicadores, los vendedores de
biblias, los vendedores de libros. También los políticos. Cuando alguno mete la
pata y por su boca salen barbaridades que en un momento dado le echan en cara
sus adversarios, su primera línea de defensa consiste en afirmar que sus
palabras, o sus hechos, han sido sacados de su contexto e, inmediatamente,
procede a ordenarlas, según su interés, en un discurso tan coherente, tan
verdadero, tan lineal, tan verificable como el del Corán, el de la Biblia o el
de la Ilíada. Nada nuevo. Todavía vivimos en tiempo de leyendas.
Contextualizando y descontextualizando constantemente.
Muy bien dicho...
ResponderEliminar¡En su contexto!
Saludos
Gracias, amigo Mark de Zabaleta, por la atención que presta a este blog. Un saludo cordial
ResponderEliminarAsí es y así será. La leyenda sigue viva. La ahora premiada Wikipedia no es más que la leyenda del conocimiento sin autor identificable, como toda buena leyenda que se precie.
ResponderEliminarGracias y saludos.
Bien argumentado.
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