Matrioska
Una madre ha agredido y lesionado a la directora de un
colegio de Santafé. La razón que ha dado es que habían regañado a su hija.
Aunque sepamos las causas de por qué una madre pega a la persona encargada de
enseñarle a su hija las instrucciones elementales para vivir junto a otros sin
colisionar con ellos más de los preciso, no vamos a evitar estas agresiones.
Porque las causas son múltiples y difíciles de eliminar de golpe. Para empezar,
hay gente más violenta y gente menos violenta. Gente airada y gente flemática.
Gente que pega y gente que sólo usa las palabras para las confrontaciones. Como
en las matrioskas, dentro de la muñeca grande habitan otras muñecas más
pequeñas, pero igualmente necesitadas de reconocimiento, atención y respeto. Algunas
exigen más espacio del que les corresponde y tienden a reventar la matrioska,
el sistema. ¿Cómo distinguirlas? Basta observar cómo tratan a los camareros o a
los mayordomos; a los maestros o a los
médicos. Si alguien reclama, en un bar, para su gin-tonic, cardamomo y anís
estrellado y abronca a la camarera, si no hay existencias, pensad que estáis
ante un aspirante a señorito. Los caciques cordobeses, ricos de varias
generaciones, eran más prácticos y, a veces, tenían el acierto de buscar
esposas preparadas para tratar bien al servicio. “Rinden más y sisan menos”,
les explicaban sus mentores, con cinismo, a las aspirantes a señoronas. Cuando
una madre pega a una maestra es porque tribu y escuela chocan violentamente. Recuerdo
haberle dicho, ejerciendo de tutor, a una madre alternativa que venía a quejarse
de que los profesores la teníamos tomada con su hijo: “Señora, su tiempo de
maleducar a su hijo, en la tribu familiar, está acabando, ahora déjenos
maleducarlo a los especialistas, aquí en la escuela”. Las tribus modernas están muy descompensadas.
Son muy asimétricas. En las tribus de toda la vida, el número de personas
mayores era menor que el de niños. Educar consistía en adiestrar a los jóvenes,
entre otras habilidades y directrices, en la idea de que, si querían algo,
había que ganárselo en competencia con los otros individuos de la tribu. Ahora,
hay por cada tribu familiar, un niño y 30 personas mayores que lo miman y que
no le niegan nada. Estos niños, en China lo saben muy bien tras décadas de
política de hijo único, son difíciles de aguantar, incluso por los mismos
padres que, incapaces de educarlos para la vida en común, la toman con los
maestros a los que traspasan toda la responsabilidad de un fracaso que no se
puede achacar sólo a la escuela. También se les pega a los médicos, como si
fueran responsables de la fecha de caducidad que todos traemos escrita en
alguna parte. Se martiriza a los funcionarios más débiles, porque no se puede o
no se quiere atizarle a la cúpula del Estado. Es más fácil romper un lápiz o un
fonendo que inutilizar una pistola o partir una porra.
Muy bueno.
ResponderEliminarGracias, Coco Vida, generosa y hospitalaria. En un ratico, desayunamos juntos. Un beso
EliminarSiempre interesante...
ResponderEliminarGracias Mark Zabaleta, el eterno problema de cómo educar a los miembros más jóvenes de la tribu. Un saludo cordial.
ResponderEliminar