El hombre es, por naturaleza, un
animal cívico (Aristóteles, Política)
A
la animala política,
¡qué
cara se le quedaba,
cuando
ha poco, en las primarias,
las
primarias no ganara!
Se
le mudó la color,
un
rictus veló su cara
y
quedó triste y mohína,
cabizbaja
y trasudada,
vamos,
lo que viene siendo
quedarse
muy cabreada.
No
sólo no gritó: ¡Pedro!,
vivaz
y ‘almodovariana’,
sino
que ni tan siquiera
a
su rival saludaba
y
lo llamó ‘secretario’
sin
apellidos ni gaitas,
ni
don, ni algún titulillo
que
algo lo identificara,
sólo
‘secretario’ a secas:
¡lo
menos que se despacha!
La
historia viene de lejos,
–la
historia de la animala–
y
fue su principio cierto
cuando
en tierras de La Mancha
el
ilustre Pepe Bono,
hombre
de gran perspicacia,
dijo
que Susana Díaz
era
‘toda una animala . . .
.
. . política’, por más señas,
que
eso nadie lo dudara,
–imitando
en la expresión,
la
aristotélica fabla–.
Y
añadió aún algo más:
Que
cuando alguien deseaba
definir
con claridad
de
un elefante las trazas,
hallaba
dificultad
en
dar las señas exactas.
Pero
al ver al paquidermo
con
su trompa y su prestancia
ya
nadie ponía en duda
de
qué animal se trataba.
“Pues
lo mismo con Susana
pasa
–dijo Pepe Bono–:
Que
es una grande animala,
que
en cuanto uno la ve,
la
cosa le queda clara”.
Dicen
algunos que aquello
del
elefante, a Susana
no
le pareció muy bien,
vamos,
que no le hizo gracia,
pero
lo había dicho Bono
y
no hubo quien replicara.
Y
desde entonces la cosa
ha
quedado bien fijada.
Y
Susana la andaluza,
aunque
perdió las primarias,
aunque
se quedó mohína,
cabizbaja
y cabreada,
sigue
siendo, igual que antes,
–es más, por antonomasia–
la
única, la indiscutible,
«la política animala».
«la política animala».
Debo este romance a la generosidad del autor, Francisco Ruiz Girela, profesor y arabista granadino que me ha autorizado a publicarlo en mi blog. ¡Gracias, amigo!
Interesante definición ...
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