jueves, 27 de mayo de 2010

Chochos y garbanzos para la merienda

El chupa chups, un invento español
Repaso el romancillo de don Luis de Góngora Hermana Mari­ca, y compruebo que en el Siglo de Oro los chicos de las clases populares ensuciaban poco las calles con bolsas de plástico —y sí con cáscaras de altramuces o con el papel de los cucuruchos de los garbanzos tostados— y se veían bastante menos mordidos por la duda a la hora de elegir las golosinas que podían comprar un día de fiesta del 1580 con el "cuarto" que recibían de "su tía la ollera".
"Compraremos de él / (que nadie lo sepa) / chochos y gar­banzos / para la merienda", de­clara el hermano de la joven Ma­rica poco antes de confesar que también podían disfrutar de las "tortas con manteca" que les daba Bárbola, "la hija de la pana­dera / porque algunas veces / ha­cemos yo y ella / las bellaque­rías / detrás de la puerta".
El menú de los muchachos de la burguesía o de la aristocracia era —sin llegar a la plétora pre­sente— más variado. A los popu­lares chochos y garbanzos se añadirían natas y mazapán, pica­tostes calientes, costradas de li­moncillo y huevos mejidos, bu­ñuelos de viento, tortas de orejo­nes, de cidra verde y de dátiles.
No es fácil prever los cambios que el consumo abundante e igualitario de golosinas ha provocado en las mentalidades del siglo XXI ni lo que sucederá si se cierra el grifo. Posiblemente la lucha de clases se ha visto dulcificada por el trato parejo que los quiosqueros y los dueños de los puesteci­llos de bollería industrial han concedido a los chicos de barrios carenciales y a los de las urbanizaciones de lujo.
Ya hoy se da una apariencia de socialismo cuando se cruza el autobús de un colegio privado de elite con el de un colegio público de los suburbios y los alumnos de éste ven cómo los de enfrente sacan el jugo a la mis­ma marca de chupa-chups que ellos.
Es muy difícil tomar el Palacio de Invierno con un índice tan alto de azúcar en la sangre de la clase obrera. Algunos piensan seguir otro régimen.

3 comentarios:

  1. Querido Pablo:

    Lo de los autobuses cruzándose y los niños pobres y ricos lamiendo los mismos chupa-chups me trae a la memoria a Marcuse “Y es aquí donde la llamada nivelación de las distinciones de clase revela su función ideológica. Si el trabajador y su jefe se divierten con el mismo programa de televisión y visitan los mismos lugares de recreo, si la mecanógrafa se viste tan elegantemente como la hija de su jefe, si el negro tiene un Cadillac, si todos leen el mismo periódico, esta asimilación indica, no la desaparición de las clases, sino la medida en que las necesidades y satisfacciones que sirven para la preservación del «sistema establecido» son compartidas por la población subyacente.”

    No obstante, si de chupa-chups se trata, prefiero mil veces escuchar a Fance Gall que leer a los viejos marxistas http://www.youtube.com/watch?v=H0OW2dHHsTE

    Qué desviación, no? menos mal que no están vivos los camaradas Stalin ni Tse Tung :-))

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  2. Hay que ver lo bien que tenemos analizado eso de las clases sociales (como cantaba Lola Flores) y el poco partido que le sacamos anuestros conocimientos, amigo Raúl.

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  3. Asín é,amigo Pablo, asín é. Por cierto, justo ahora, bajo la ventana de mi despacho se manifiestan un grupo de trabajadores de mi hospital (entremezclados médicos, algún enfermero/a y los liberados de los sindicatos convocantes) con un manifiesto conjunto de varias centrales (afortunadamente, no CCOO, aunque si UGT, CSIF...) en el que hablan de "despilfarros en el sector público", protestan por los recortes de los empleados públicos y ni una palabra sobre banqueros, especuladores, empresarios, etc.

    En fin...lo dicho, me quedo con Annie aime les sucettes...

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