Piropos en la fuente
Uno no puede quitarse de encima en unos años el peso de una mala educación y menos, las exigencias genéticas. Normalmente, me controlo. He dado muchos años clases a chicas y chicos adolescentes, hermosísimos y elásticos, y estoy seguro de que ninguno de ellos tiene pruebas de que haya mirado su cuerpo con interés. Digo que no tiene pruebas, es decir, que aprendí a mirarlos sin que se dieran cuenta. O al menos eso creía yo. A las mujeres de más edad, también he aprendido a mirarlas sin que lo aprecien, demasiado. Sólo tengo problemas en la cola de los cajeros, porque no sé dónde mirar, si miras al frente, malo, se puede pensar que te estás quedando con el pin, y esto es grave penalmente, y si, prudentemente, bajas la vista, se puede pensar que te dejas llevar por los “bajos instintos”, y aquí se te puede aplicar la legislación de género. Pero no me gusta que una mujer me coja mirándola y, menos piropearla. Ahora me cuesta menos trabajo, la entropía desactiva, no el deseo, sino sus sobreactuaciones. El caso es que el piropo, o cualquier otra manifestación del deseo, te hacen aparecer como dependiente o encadenado. Yo sé que lo soy, que hay un resorte en los hombres (de los de las mujeres no sé nada), que se activa automáticamente cuando aparece una mujer, y que te convierte en un ser desnortado o, por el contrario, en un ser cuyo imán siempre se orienta hacia el mismo Norte. Las mujeres, incluso en el patriarcado, han aprendido a vivir con este poder y a usarlo cuando han podido. Repasando mi currículo, nadie podría pensar que iba a terminar piropeando a una policía nacional. La chica me estaba ayudando en una comisaría a renovar el certificado digital de mi DNIe, le di las gracias cuando terminó y le dije que tenía una queja que presentar. Me rogó muy amablemente que se la planteara. Le dije que en la foto en blanco y negro del DNIe salíamos cadavéricos. Ella defendió con pasión la fotografía en blanco y negro o en tonos sepia. Y ahí fue donde eché a perder una trayectoria impecable de respeto a la mujer y a mi mismo: “Usted”, le contesté espontáneamente, “con lo joven y lo guapa que es, se puede permitir todos los efectos del photoshop que quiera, pero los que vamos teniendo una edad, no”. No me puso las esposas. Creo recordar que me sonrió con agrado.
El galán bigotudo y tocado con un fez granate, le lanza una petición oscuramente malicioso a la moza :
ResponderEliminar" morena, me da usted agua que estoy sediento"
[ Reinterpretación de un chascarrillo familiar, a la vista de la imagen que ilustraba este texto ]
Adriana, soberbia tu depuradísima versión del original:"¿Quiere usted agua, rubia?". Quizá la frase terminó convirtiéndose en un chascarrillo familiar, pero está tomada de un sucedido auténtico.
ResponderEliminarY tienes suerte, querido Pablo, de haber ido a la oficina del DNI y no a la Plaza de los Lobos. Encontrábame yo en aquellas dependencias, como gustan de decir este tipo de funcionarios, desfaciendo un entuerto menor, cuando entró en mi campo visual, por una esquinilla de ná del rabillo del ojo, algo que llamó poderosamente mi atención. Voltée la testuz y encontreme allí mismo con la encarnación, nunca mejor dicho, del deseo puro y salvaje. Allí estaba ella, alta como yo, con el pelo hasta la cintura, chupa de cuero negra y, bajo ella, los botones superiores de la camisa de seda inexplicablemente en su sitio a pesar de la visible presión por desencajarlos, ejercida de adentro hacia fuera, los pantalones vaqueros igualmente con las costuras vueltas del revés y ni medio atisbo de pliegue en parte alguna y, por último, unas botas de caña hasta casi la rodilla. Fue sólo entonces que la miré a los ojos, verdes como esmeraldas bajo la luz del trópico. En ese momento, ella reparó en mi presencia. En realidad, igual le hubiera dado que fuera yo una silla, porque lo único que hizo fue ordenarme que me apartara de su camino, sin por supuesto articular sonido alguno ni efectuar el más ligero movimiento ni señal con la cabeza u otra parte alguna de su afrodisíaca percha. Una vez sorteada la silla -o sea, yo- abrió un armarito de metal y colocose su pipa 9mm en la sobaquera (quién fuera arma por un día), las esposas en el culo (quién fuera, etc...) y la placa en la pechera. En fin, Pablo, me quedé balbuceando -y creo que babeando también un poco- y no pude decirle nada, ni a ella ni a nadie más en el resto del día. Con razón están cayendo las mafias rusas, italianas y rumanas...contra este CNP no se puede luchar, sólo cabe rendirse, aún sin dignidad, y darse la vuelta por doquiera que haya uno venido.
ResponderEliminarYo, querido Corleone, me defiendo mucho mejor con el cuerpo de la Guardia Civil. También es verdad que dentro de mis limitadísinas posibilidades, en tiempos, colaboré a su formación, como en su día explicaré en una entrada de este blog. Era cuando en la zona de Montilla, la Benemérita me culpaba de todo lo que se mataba por allí.
ResponderEliminarMi última 'relación' con los agentes de la autoridad fue, cuanto menos, algo estrambótica. Estábamos celebrando el 50 cumpleaños de una amiga en el sótano de su casa. Eran las 12 am pasadas y cantábamos con un juego de esos karaoke de la playstation. Cuando nos entregábamos al 'Dancing Queen'de ABBA (ante coplas así no cabe más que entregarse o huir, nosotras, nos entregamos). De pronto, y por la escalera, comenzó a bajar un hermoso agente uniformado de la policía local, bronceado, de musculado cuerpo...iba bajando la escalera, casi se podría decir que al ritmo de la música. De pronto se paró en seco y oteó el panorama. Una amiga, que estaba sentada a mi derecha, comenzó a gritar: ¡un striper, un striper! Y el resto de féminas, comenzó a corear lo mismo al unísono...Yo noté la confusión (e incluso el miedo) en los ojos de aquel pobre agente. Porque eso era lo que era, un pobre agente al que había llamado un vecino, porque estábamos haciendo demasiado ruido y quería dormir... (Desestructurando a Full Monty)
ResponderEliminarEl policía actuó de agente del desorden hormonal de las danzantes, tontas del ABBA.
ResponderEliminarQuerido Corleone, podrás seguir cultivando tus dependencias. Parece como si el el Ángel de la Guarda, patrono de la Policía, te hubiera oído, porque Interior acaba de ordenar el refuerzo del personal que expide el DNIe y el Pasaporte.Además, en aquellas oficinas de documentación de españoles en las que las circunstancias extraordinarias lo aconsejen, se podrán habilitar horarios especiales de apertura u otras medidas que mejoren la prestación del servicio. Y creo que tu dependencia de esas oficinas es una de esas circunstancias extraordinarias.
ResponderEliminarYo, iluso de mí, en tal situación, protesté, me lamenté, en la renovación de antiguo DNI, que en la foto del nuevo estaba pero que muy desmejorado :
ResponderEliminar-Mire usted qué bien estoy en el antiguo
-También tenía diez u once años menos, me dijo la funcionaria, no se si la misma.
No pensé en ningún piropo..., palabrita del niño de Jesús, que para mis adentros me cabreó la cosa.
Pues eso de los refuerzos de personal en el DNI me parece de lo más oportuno, se conoce* que con el furor mundial por "la roja", miles de ciudadanos de países con menos pundonor* que el nuestro están deseandico de ser súbditos del Reyno de España. Eso si, como trasladen a la agente anticrimen organizado a lo de los DNI, me imagino a la gente olvidando un día una poliza, al otro la afoto, el dinero, la dignidad, cualquier cosa con tal de tener que volver y volver a las dependencias y caer rendido, una vez tras otra, a los encantos de la agenta. (*...qué palabras más bonitas, nunca deberían caer en desuso).
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