martes, 15 de junio de 2010

La apostasía, una carta marcada

El tahúr
Parece que el Gobierno prepara una nueva ley de Libertad Religiosa, en la que, según el diario EL PAÍS (13/06/2010), se reconoce  el derecho a la apostasía [sic]: cualquier ciudadano, según la ley,  podrá tener y mantener la religión de su elección, no tener ninguna o cambiar y abandonar la que tenía. A estos efectos, toda persona tiene derecho a requerir de la entidad la acreditación formal de su abandono, previa solicitud individualizada donde conste su identidad y su voluntad de abandono. El término 'apostasía' pertenece a la constelación conceptual de la Iglesia Católica,  la “entidad” religiosa, por antonomasia, en España,  y tiene un significado negativo –según la Academia: “negar la fe de Jesucristo recibida en el bautismo”- que recae sobre el que lo acepta. Hay otras soluciones , por ejemplo, que el Estado, antes de seguir dándole dinero (si es que hay que dárselo) requiera de la Iglesia Católica que demuestre documentalmente, y en un plazo razonable, cuántos ciudadanos militan en sus filas. A partir de ese momento sólo estaría inscrito en este grupo religioso el que voluntariamente hubiera solicitado su inclusión. Apostatar, y más en masa, supone seguir concediendo importancia a esta asociación y a sus liturgias. Mostrar que nos ha hecho tanto daño que la queremos abofetear, pero con sus propias armas, lo que supone ponerse un poco en sus manos.  Huele un poco a aquello de romper el carnet del partido en la plaza del pueblo y con asistencia de los medios. Es como si aceptáramos jugar una partida de póquer con la baraja que el tahúr que va a limpiarnos saca del bolsillo. La apostasía es una carta marcada.

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