martes, 1 de junio de 2010

Las víctimas del Holocausto como pretexto



Si se mira desde la óptica de la supervivencia y de la lucha por la vida se puede entender el dicho: “el muerto al hoyo y el vivo al bollo”. En tiempos, la realidad era todavía más sombría, cuando la escasez convertía al muerto, y no sólo simbólicamente, en el bollo que alimentaría a los vivos. Parece que en Atapuerca, hace 800.000 años, un campamento de "Homo antecessor" fue atacado por una horda de la misma especie, pero de distinto grupo, que mató al menos a 10 individuos, casi todos ellos niños y niñas, de corta edad y se los comieron.
También en Atapuerca, hace unos 400.000 años, la mente simbólica, la del hombre, crea los ritos funerarios y la cultura de la muerte que distinguen al ser humano del resto de las especies. La presencia, en una cueva de la sierra burgalesa, de Excalibur, un hacha de cuarcita, primorosamente tallada junto a gran cantidad de restos humanos y de oso, sin vestigio alguno que indique que los hombres prehistóricos vivieran allí o comieran o prepararan sus herramientas, induce a pensar a los paleoantropólogos que es una pieza de ajuar funerario.
Miles de años después, surge el rito inaugural de la cultura religiosa de Occidente, La Eucaristía, en el que la antropofagia simbólica se mezcla con el sacrificio expiatorio. "El manjar eucarístico contiene, como todos saben-Trento dixit-, verdadera, real y substancialmente el cuerpo y la sangre, junto con el alma y la divinidad de Nuestro señor Jesucristo", víctima expiatoria de los pecados de la humanidad y, al mismo tiempo, manjar que da la vida eterna. El que comulga se está comiendo a un ser humano completo, el cuerpo de Cristo, si nos atenemos a lo que dijo Trento.
En las semanas anteriores a la Toma de Granada, forzados por la falta de alimentos y la imposibilidad de avituallamiento, los defensores islámicos de la ciudad, regresando a Atapuerca, se comieron sus caballos, perros y gatos, así como a 260 cristianos que tenían en prisión.
Pero nadie le niega al ser humano la capacidad de progresar, de ir siempre más lejos. El Estado de Israel existe, en parte, gracias a las víctimas del Holocausto y al sentimiento de culpa que invadió a la humanidad por no haber podido evitarlo. Y en esto los judíos no se diferencian mucho del comportamiento que venimos observando desde hace cientos de miles de años en los miembros de nuestra especie y que se resume en el refrán: “El muerto al hoyo, o a la fosa común, y el vivo al bollo ”. Las víctimas del Holocausto, en una adaptación judia de la Eucaristía,  son, como Cristo, chivos expiatorios de la humillación alemana en la 1ª guerra mundial y manjar que da  la vida y la justificación al Estado de Israel, para siempre.  Pero las Administración israelí cada vez se parece más a los verdugos nazis. Y esto sí es un avance, un inesperado progreso en el camino del embrutecimiento de la especie. El episodio del asalto al convoy que llevaba ayuda humanitaria a la franja de Gaza, lo prueba.

2 comentarios:

  1. Relacionada:
    http://www.elpais.com/videos/internacional/imagenes/grabadas/Ejercito/Israel/durante/asalto/elpvidint/20100531elpepuint_6/Ves/

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  2. Querido Pablo:

    Te copio la carta que he mandado a EL PAIS y a PUBLICO. Aunque suelen tratarme muy bien, no creo que la publiquen, el tema es espinoso y mis letras, como verás, duras. Pero ¿qué más podemos hacer desde aquí ante la salvajada si no es, al menos, lanzarles palabras a los militarotes de cualquier signo, en este caso del racismo sionista? Ahí va:

    ¿Cuántos jóvenes de Israel han experimentado ya en sus vidas qué significa matar a un ser humano? Por las masacres periódicas que dicho Estado perpetra y la profusión de tropas que utiliza en las mismas, deben ser miles los muchachos y muchachas israelíes que conocen en carne propia qué se siente al matar y de formas cada vez más extremadamente violentas y crueles, a hombres, mujeres y niños (muchos son los testimonios, fotografías y vídeos que prueban tiroteos y bombardeos indiscriminados, uso de fósforo blanco o bombas racimo, por poner sólo unos ejemplos de la barbarie). No podemos saber qué sintieron esos jóvenes en el momento de ejecutar los ataques y, mucho más importante, qué pensaron de vuelta en sus casas, pero lo que está claro es que la presión social y política mayoritaria en aquel país les empujará a eliminar completamente una de las opciones más humanas: la culpa.
    En cualquiera de nuestros países, a un individuo que mata con premeditación a otras personas, desarmadas e indefensas, se le llama asesino. Si, además, lo hace con crueldad y violencia extremas y sin sentimiento de culpa ni empatía alguna con sus víctimas, entonces hablamos de psicópata asesino. ¿Qué tipo de futuro esperaría a un hipotético país poblado por miles de psicópatas asesinos? A mi no me gustaría vivir en él. Y tampoco me gustaría que mi propio país tuviera buenas relaciones y hasta comerciara en armas con él.

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