El dolor, 74 años después (Foto de G. Molero)
En la mañana del 20 de Julio de 2010, el diario IDEAL de Granada informaba de que Lorca, según Luis Rosales, “fue partidario de una dictadura militar”. Por la tarde, ante las tapias del cementerio de San José, donde fueron fusilados 3,900 granadinos, una mujer leyó la carta que uno de los asesinados escribió a su familia poco antes de morir. En ella, un ferviente cristiano, rogaba a su gente que perdonasen a los que lo iban a matar y que vivieran sin odio, que apagaran los deseos de venganza. Expresaba también su esperanza de reunirse con ellos en el Cielo. Ambos podrían haber sido abatidos por fuego amigo. ¿Los mataron sus propios correligionarios? ¿Qué guerra fue aquella? ¿Es que había ganas de matar? ¿Es que cada cierto tiempo no hay más remedio que matar por matar? ¿Cualquier excusa sirve para matar? ¿Cómo han asimilado este horror los ejecutores directos, los que no sacaron beneficio mayor de las muertes que produjeron, los que se mancharon las manos con la sangre de los cadáveres? ¿Cómo han podido vivir durante estos años? Porque el olvido barrió, en primer lugar, los perfiles de los motivos que les llevaron a apretar el gatillo y cada vez les fueron pareciendo más insignificantes. A los que ocuparon los sitios que arrebataron a los asesinado, en los ayuntamientos, en la Universidad, en las escuelas, en el tajo, en la consideración y el aprecio de sus vecinos, la dulce regalía les anestesió el remordimiento, pero, ¿y los que mataron por nada?, ¿y los que no obtuvieron nada por matar? , ¿y los que siguieron en su miseria, sin el más mínimo reconocimiento, apechugando con el crimen del que, en la mayoría de los casos, sólo fueron meros instrumentos?, ¿esos que se encontraban diariamente con las madres, los hermanos de los asesinados por la calle, esos que olvidaron todo menos las caras de incomprensión y horror de los que recibían sus balas? Esos son los que han impregnado a la ciudad de un cierto tono de desesperanza impenetrable. No hay tópico más deleznable que el de la malafollá granadina, como algo que los naturales de la ciudad llevaran en sus genes. Esa tristeza suspicaz y altanera, ese resentimiento del que se sabe mal pagado, la sospecha y la reserva que algunos granadinos practican con todo y con todos, no tiene nada que ver con los genes, es uno de los efectos indeseables de aquel fuego amigo/enemigo que acabó con lo mejor de la ciudad para que emergiesen las medianías que ni siquiera eran fascistas, simplemente eran uno criminales aprovechados. Por eso cuesta tanto quitar una estatua de José Antonio de una plaza de Granada o mantener las humildes placas conmemorativas del horror en las tapias del cementerio.
Sobrecogedor
ResponderEliminarBellísimo
ResponderEliminarEs el Ayuntamiento de Granada el que impide que se retire el monumento a José Antonio y el que lleva dos años años retirando las placas conmemorativas que fijan en las tapias del Cementerio Asociaciones y familiares. Eso es lo terrible. En el acto, se informó de que el Ayuntamiento de Málaga, con Alcalde del PP, ha resuelto el mismo caso con inteligencia y pulcritud democrática, ¿por qué el de Granada no hace lo mismo?
ResponderEliminar¡Qué vergüenza! ¡Qué vergüenza e indignación producen los gobernantes de nuestra ciudad! Recuerdo lo que me contó Mª Luz Escribano Pueo sobre el asesinato de su padre en septiembre de 1936 y el desamparo de su madre, Luisa Pueo Costa con una niña de meses, la propia Mª Luz, que se fueron a vivir con otra viuda de republicano. Cuando un día de celebración de los golpistas en unión con la Iglesia en Plaza Nueva, alguien se dio cuenta de que en uno de los balcones no aparecía ninguna bandera, subió a la casa una pareja de guardias municipales y al preguntar a las dos mujeres por qué no habían colgado nada del balcón, Luisa los mandó pasar hasta una habitación donde estaban tendidas secándose las ropas que las dos viudas acababan de teñir de negro: -Estas son nuestras banderas, explicó con valentía y rabia Luisa Pueo. Afortunadamente, los dos hombres se quedaron mudos y salieron.
ResponderEliminar¿Porqué hay que quitar la estatua de Jose Antonio? Fué fusilado el 20 de Noviembre del 36.
ResponderEliminarEu
Hasta cuando vamos a seguir? porque no cerramos capitulo y miramos hacia adelante? porque quieren otra vez abrir las heridas? quien tiene interes en volver a enfrentar a las dos ESPAÑAS? EN LOS DOS BANDOS SE COMETIERON ASESINATOS Y ATROCIDADES, porque hay que recordar solo a los de un bando? Memoria historica si, pero si contamos la historia, contemos la verdadera HISTORIA, para que no la olvidemos, y para que NUNCA MAS, se vuelvan a repetir tanto revanchismo y tanto odio.
ResponderEliminarLa política no es magia. Los del PNV de vez en cuando, proponen que desaparezca ETA, como si fuese cosa del Mago Migue. Para que se produzca lo que propone Anónimo, hay, aparte de desearlo intensamente, poner las mimbres necesarias para cerra los restos de aquel horror.
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