Chavela
Carles Puyol, el defensa de la Selección nacional de fútbol, cumplió en abril 32 años y, como Sabina o Chavela Vargas, ha echado el freno. Desde que Sabina se ha hecho mayor se ha apuntado a la prosodia del ocaso. De las 14 canciones de su último disco más de la mitad son muy lentas. En la que da título al CD,” Vinagre y rosas”, Joaquín coge un paso cansino de anciano y arrastra las palabras. En la número 12, “Crisis”, remonta vuelo y coge un poco de marcheta, pero en la siguiente vuelve a quitar el pie del acelerador. Puyol ha declarado que cada vez piensa más y corre menos. Normal. Cosas de la edad. A Chavela Vargas le viene sucediendo desde hace muchos años. Su “Noche de bodas” contiene verdades, sin complejos, tan definitivas que no son para corridos, sino para andados a o arrastrados. Cuando el episodio impúdico de la Guerra de Irak, los políticos profesionales que tenían que defender la intervención, sabiendo que no tenía ni pies ni cabeza el argumentario que se habían apuntado en la palma de la mano, lo recitaban a velocidad del vértigo. Prosodia de escape, como la que practican los anuncios de medicamentos de la tv cuando, en los dos últimos segundos, meten todo eso “de consulte a su farmacéutico y no sé que de los niños”, como si no tuviera la más mínima importancia envenenarse con productos no muy testados. Un nacionalista tan cerril como Aznar, en los años que ejerció de bufón del imperio dejando el prestigio de España por los suelos, conforme se acercaba a Tejas se contaminaba de una prosodia ranchera que recordaba a la de Cantinflas. Ha sido una suerte que un defensa catalán haya decidido echar el freno no antes de recorrerse todo el campo, el día del partido contra Alemania, y meter un gol de cabeza que ha conseguido que el orbe entero olvide las crueles cacofonías de Aznar.
Muy interesante blog. Ha sido un honor para mi haberte descubierto. Me encanta como escribes. Esta entrada es brillante. Me ha gustado sobremanera. ¡Felicitaciones! Un abrazo.
ResponderEliminarAlma, muchísimas gracias por sus generosas palabras, especialmente valiosas por venir de una persona que conoce tan bien esta herramienta de escritura en la que yo soy un recién llegado. Un saludo afectuoso.
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