domingo, 18 de julio de 2010

Sin velas no hay Paraíso

A Pánfilo, nuestro jubilado disruptivo,  le ha comentado  uno de sus contactos que no entiende  la respuesta desabrida de Pánfila a su bonito discurso erótico-teológico,  de la entrada anterior.  Cualquier mujer, en opinión de su corresponsal, se hubiese sentido muy complacida, e incluso, excitada, con un homenaje tan encendido. Pánfilo le ha confesado a su amigo que cree que Pánfila, con la que ha conectado satisfactoriamente en más de una ocasión,  es de ese tipo de mujeres que a la mañana siguiente, tras una noche eróticamente positiva, daría su vida antes de reconocer que su partenaire es un amante competente. Y se hace la huidiza y la díscola antes de entregarse ya de vero, bajo ciertas condiciones irrenunciables, claro, como puede ser  una boda por la iglesia; si Pánfilo acepta, ¡a sus años!, hacer la primera comunión, precedida, claro, de la primera confesión y, seguida, de la imprescindible confirmación.  Ni a él mismo le debe de parecer solvente este razonamiento porque ha abierto otra línea de ataque. Para halagarla, que los hombres cuando quieren ingresar en una mujer –u obtener su voto, cuando se trata de políticos- se ponen empachosamente feministas, como sabe que ella está leyendo libros de teología escritos por mujeres, le ha regalado una cita de la Biblia en la que una mujer  aparece muy crítica con los hombres que viven de interpretar la voluntad de Yahvé. La encontró hace tiempo en el Libro de Judit. Se la ha enviado sin comentario alguno. En ella Judit recrimina así a las autoridades de su pueblo: “Escuchadme, jefes de los vecinos de Betulia. No están bien las palabras que habéis pronunciado hoy ante el pueblo, cuando habéis interpuesto entre Dios y vosotros un juramento, asegurando que entregaríais la ciudad a nuestros enemigos si en el plazo convenido no os enviaba socorro el Señor.  ¿Quiénes sois vosotros para permitiros hoy poner a Dios a prueba y suplantar a Dios entre los hombres?” [el subrayado sí es de Pánfilo]”. Pánfila, que todavía anda algo cabreada consigo misma porque no quiere aceptar que el discursito erótico-teológico de su pretendiente la ha puesto a cien, ha vuelto  a contestarle de mala manera: “Amigo mío, ¿de qué les ha servido a las mujeres la clarividencia de Judit y su alegato contra la mediación y los mediadores, si ahora que las mujeres pueden en internet expresarse sin intermediarios  y progresar en la erradicación total del patriarcado, usan la red para contarse cómo transcurre su noche de bodas?”.  Pánfilo no sabía que en la red funcionasen foros de recién casadas que prestan tanta atención a su pareja como a su Mac  y detallan, entre escaramuza y escaramuza, para todas las conectadas, hasta el último chisporroteo de las velas  colocadas alrededor del jacuzzi.  “También hay  webs como la de Les Penelopes , muy serias y de un feminismo combativo e inteligente”, pensó comentarle para calmarla, pero al final, contrariado, se inclinó por el sarcasmo  y solamente le dijo: “Pánfila, creía que lo sabías, hoy las novias no ponen en sus camas colchas de seda, prefieren la parafina para los polvos, porque sin velas no hay paraíso”. 

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