domingo, 27 de junio de 2010

El mesías o la cagada de una mosca

En marzo de 1997, en USA, se suicidó toda una comunidad de Davidianos porque el gurú les había enseñado una foto del cometa Hale-Bopp con una mancha en la cola. Se suicidaron coincidiendo con el paso del cometa cerca de la Tierra, porque se convencieron de que la mancha de su cola era una nave extraterrestre que los iba a llevar a "otros mundos" antes de que la Tierra saltara por los aires. La mancha resultó ser la cagada de una mosca en el negativo. Esto se supo después del suicidio colectivo. Las promesas de las religiones o de las utopías de salvación terminan siendo cagadas de mosca. La infelicidad y la muerte las ha venido haciendo creíbles a lo largo de la Historia. Necesitamos ser eternos, necesitamos la justicia, la paz, la igualdad, tener cubiertas nuestras necesidades... Como necesitamos gurús y mesías, nos olvidamos una y otra vez de los desastres que en su nombre se han perpetrado.

sábado, 26 de junio de 2010

¿Ministra y top model a la vez y no estar loca?

Políticas en igualdad
Venturosamente,  ya hay mujeres en el ejército, en la Guardia Civil y en el CNP, todas ellas uniformadas, con lo que se las juzgará más por lo que hagan que por cómo se vistan o cómo se peinen. En cambio, hay algunas ministras que se las conoce más por cómo visten o por cómo se peinan que por lo que hacen. Las ministras tienen un referente, como diría Francino, en las pasarelas de moda, en ellas,  las chicas no pueden sonreír, todas desfilan muy serias, porque a los diseñadores no les gusta que sus hermosísimas caras distraigan la atención de los posibles compradores de sus creaciones: de los trajes y complementos  con que las grandes casas de modas han cubierto sus  cuerpos. En esto, y en muy poco más, los políticos, los hombres somos un ejemplo. Traje oscuro y corbata rosa. Sólo Duran i Lleida se atreve con unas gafas de montura fucsia. Lo más funcional es que  las ministras desfilen por las pasarelas de la política, uniformadas, como las mujeres soldado, y  que pongan toda la carne, todo el esfuerzo,  en el asador de una buena gestión administrativa.  Porque, al contrario que las top models, sus caras, espejos de sus almas según la fisiognomía, deben reflejar  toda la inteligencia y agudeza del mundo para tranquilidad de los administrados.

jueves, 24 de junio de 2010

Enseñando al cuerpo, de la Guardia Civil

Lo que dijo Pánfilo,  según la Guardia Civil
Pánfilo, nuestro jubilado disruptivo, fue un referente cultural, por los años 70, para la Guardia Civil y para sus alumnos del Instituto de Bachillerato de un pueblo de la campiña cordobesa. Le consta que tanto la Benemérita como los estudiantes de COU siguieron con atención sus enseñanzas y tomaron apuntes de sus lecciones. Los de la Guardia Civil, mucho más fiables que los de los jóvenes estudiantes que perdieron pronto sus notas de clase y las sustituyeron por episodios y sucedidos imaginarios coloreados por la nostalgia. Cuando a Pánfilo lo amnistiaron en el 77 de una multa de 25000 pesetas  que le habían puesto los civiles por intervenir en unas jornadas pre-electorales a las que no había sido invitado ni él ni su partido, el secretario del Gobernador Civil, que lo llamó a su despacho para devolverle los dineros y regañarle por lo malo que había sido, le mostró una carpeta azul llena de informes y seguimientos de la Guardia Civil. El funcionario le permitió ojearla en una saleta aneja. Allí aparecieron los apuntes que había tomado la pareja de civiles que asistió a su conferencia en el teleclub sobre la “Doble alienación de la mujer”. Pánfilo detectó enseguida que el informe era del responsable de las tareas de inteligencia en el puesto del pueblo, el cabo primero Antonio Azaleas,  por la precisión militar de su estilo. No faltaba en el escrito ni la referencia al libro de Castilla del Pino sobre el asunto. Que los estudiantes  no eran tan cuidadosos como los números del Instituto Armado, lo supo Pánfilo una noche de julio de 2003 en la que recibió una llamada de un ex-alumno, visiblemente  inspirado por el amontillado, que le dio las gracias en su nombre y en el de sus compañeros de COU del año 73  por haberles dado a conocer a Borges. Pánfilo está seguro de que en aquella época él todavía no sabía quién era Borges. Y, también,  de que al cabo primero, que asistió a su charla sobre la doble alienación de la mujer correctamente uniformado, le han servido de mucho los conocimientos que fue acopiando en los numerosos actos culturales que se organizaban en los teleclubs de la zona y a los que tuvo que asistir en razón de su cargo.

martes, 22 de junio de 2010

En busca del referente perdido

Referentes en formación
Carles Francino, en el programa “de referencia” de la SER  Hoy por hoy,  sale todas las mañanas en busca del referente perdido. Para el periodista radiofónico todo es una referencia. Un periódico, la selección de fútbol, una Universidad, un escritor... Pero casi nunca dice de qué son referentes ni para quién ni por qué. En un tiempo en el que los antiguos referentes se desvanecen y los nuevos, diseminados por las redes digitales, son inabarcables, a Francino le crecen los referentes. Tiene un problema como lo tuvieron antes, en tiempos de cambios profundos,  Montaigne y Cervantes.  Montaigne abandonó los referentes tradicionales de la cultura medieval y sustituyó a Jesucristo, al que cita sólo 9 veces, por Sócrates, al que menciona 100 en sus Ensayos. Y Cervantes, en el prólogo del Quijote, se dedica, simplemente, a reírse del juego, ya caduco, de referencias habituales de los libros de la época. Hasta el punto de que, de no ser por un amigo que oportunamente le suministra una lista de referencias, la prefación de la obra hubiera aparecido sin ellas. Signos de una crisis: ahora que podemos disponer de millones de referencias, aparece más evidentes nuestra incapacidad para abarcarlas y sacarles todo el provecho que se les podría sacar. Dolorosa herida narcisista. Y Francino se resiente.

domingo, 20 de junio de 2010

He piropeado a una agente del Cuerpo Nacional de Policía

 
Piropos en la fuente
Uno no puede quitarse de encima en unos años el peso de una mala educación y menos, las exigencias genéticas. Normalmente, me controlo. He dado muchos años clases a chicas y chicos adolescentes, hermosísimos y elásticos, y estoy seguro de que ninguno de ellos tiene pruebas de que haya mirado su cuerpo con interés.  Digo que no tiene pruebas, es decir, que aprendí a mirarlos sin que se dieran cuenta.  O al menos eso creía yo. A las mujeres de más edad,  también he aprendido a mirarlas sin que lo aprecien, demasiado. Sólo tengo problemas en la cola de los cajeros, porque no sé dónde mirar, si miras al frente, malo,  se puede pensar que te estás quedando con el pin, y esto es grave penalmente,  y si, prudentemente, bajas la vista, se puede pensar que te dejas llevar por los “bajos instintos”, y aquí se te puede aplicar la legislación de género. Pero no me gusta que una mujer me coja mirándola y, menos piropearla. Ahora me cuesta menos trabajo, la entropía  desactiva, no el deseo, sino sus sobreactuaciones.  El caso es que el piropo, o cualquier otra manifestación del deseo, te hacen aparecer como dependiente o encadenado. Yo sé que lo soy, que hay un resorte en los hombres (de los de las mujeres no sé nada), que se activa automáticamente cuando aparece una mujer, y que te convierte en un ser desnortado o, por el contrario, en un ser cuyo imán siempre se orienta hacia el mismo Norte. Las mujeres, incluso en el patriarcado, han aprendido a vivir con este poder y a usarlo cuando han podido.  Repasando mi currículo, nadie podría pensar que iba a terminar piropeando a una policía nacional. La chica me estaba ayudando en una comisaría a renovar el certificado digital de mi DNIe, le di las gracias cuando terminó y le dije que tenía una queja que presentar. Me rogó muy amablemente que se la planteara. Le dije que en la foto en blanco y negro del DNIe salíamos cadavéricos.  Ella defendió con pasión la fotografía en blanco y negro o en tonos sepia. Y ahí fue donde eché a perder una trayectoria impecable de respeto a la mujer y a mi mismo: “Usted”, le contesté espontáneamente, “con lo joven y lo guapa que es, se puede permitir todos los efectos del photoshop que quiera, pero los que vamos  teniendo una edad, no”.  No me puso las esposas. Creo recordar que me sonrió con agrado.

viernes, 18 de junio de 2010

Adormideras en el chupe

Plantación de adormideras
En la Rambla de Córdoba,  en la primera mitad del siglo XX, las casas ricas estaban dirigidas por mujeres notables educadas en colegios especializados en formar a las jóvenes para esa alta misión rectora. No sólo eran buenas madres y esposas condescendientes sino magníficas administradoras y eficaces directoras de la empresa familiar.  Eran severas y justas con la servidumbre,  conscientes de que para que el sistema funcionase sin sobresaltos había que dar  a los criados un trato alejado del populismo y de la tiranía. Aunque resulte exótico, en sus palacios rurales aclimataron prácticas y costumbres de la Inglaterra provinciana: los niños eran atendidos por criadas y ubérrimas amas de cría campesinas en una habitación especialmente diseñada para ello, la nursery.  Allí se confinaba y atendía a los hijos de los terratenientes cordobeses.  Los niños crecían sanos y razonablemente alejados de la mala influencia de sus familiares. 
Se agotó en las farmacias
El pueblo llano, el que alrededor de aquellas mansiones provincianas,  falto de comodidades y de servicio, tenía que recurrir a otras soluciones para mantener a los niños tranquilos y sedados hasta que las madres regresaban de la campiña de coger aceitunas o ajos,  bautizó la habitación de los bebés  -creando una hermosa etimología popular, mezcla de nursery y de ‘lucero’- con el nombre de luserín:   el cuarto donde se criaba el lucero de la casa.
Las jornaleras rambleñas, no menos inteligentes y preparadas que las señoras ricas para gestionar su escasez, al regresar de sus labores en el campo recogían las adormideras que espontáneamente crecían por todas partes. A la mañana siguiente, antes de salir para ganarse el jornal, les daban de mamar  a sus hijos e introducían una cápsula de adormidera en una muñequilla de trapo y se la metían en la boca, a modo de chupe. Luego los llevaban a la ‘miga’ (o ‘amiga’), precursora  de la guardería y deudora de los fumaderos de opio, donde una mujer vigilaba los dulces sueños inapetentes de los bebés, hasta que regresaban las madres.  
Hoy, las adormideras se cultivan en la campiña cordobesa y sevillana en fincas muy vigiladas por la Guardia Civil. Toda la cosecha va a parar a una empresa monopolista que fabrica morfina y codeína.
Los periódicos publicaban ayer el resumen de un estudio  de la Confederación de Organizaciones de Mayores que demuestra que España es el país occidental que más seda o/y ata a los ancianos en las residencias, para que se estén quietos, mientras que los hijos salen a ganarse el  jornal o simplemente a darse una vuelta por la vida. Parece que el uso de la muñequilla de trapo de las campesinas cordobesas ha sido sustituido por  el de los opiáceos que elaboran algunas empresas  farmacéuticas.  Hay que modernizarse o hay que joderse.

miércoles, 16 de junio de 2010

La joven guardia roja: Rajoy, Aguirre y Gallardón

La Nomenklatura
La derecha desde que cayó el muro de Berlín ha andado un poco desorientada. Es como si a la Iglesia Católica le quitamos el diablo. El dualismo se queda sin referente y se pone a dar palos de ciego en Irak, en Afganistán...  Esta situación -lo ha dicho esta mañana la vicepresidenta del Gobierno en el Congreso- se acabó: el PP ha iniciado una deriva que le llevará "a abrazar el marxismo leninismo". Aunque nos turbe, debemos acostúmbranos a la imagen de los dirigentes populares cantando el himno de las juventudes marxistas leninistas, “Joven Guardia". No sé cómo reaccionará la izquierda tradicional cuando oiga a Esperanza Aguirre y a Rajoy entonar aquello de "Somos los hijos de Lenin,/y a vuestro régimen feroz/el comunismo ha de abatir /con el martillo y con la hoz".
Conceptualmente los líderes populares están muy bien cubiertos si finalmente se deciden a apuntarse a este movimiento revolucionario, le estarían devolviendo a Lenin el favor que el dirigente soviético le hizo a la burguesía en su artículo "La cultura Proletaria", publicado en 1926 en el número 3 de la revista "Krásnaya Nov". Allí Lenin afirma que: "El marxismo ha conquistado su significación histórica universal como ideología del proletariado revolucionario porque no ha rechazado en modo alguno las más valiosas conquistas de la época burguesa, sino, por el contrario, ha asimilado y reelaborado todo lo que hubo de valioso en más de dos mil años de desarrollo del pensamiento y la cultura humanos". No creo yo que a la FAES de Aznar le cueste trabajo adaptar el texto a la nueva situación, bastaría con reconocer la valía de las contribuciones que el marxismo leninismo ha hecho a la humanidad.

martes, 15 de junio de 2010

La apostasía, una carta marcada

El tahúr
Parece que el Gobierno prepara una nueva ley de Libertad Religiosa, en la que, según el diario EL PAÍS (13/06/2010), se reconoce  el derecho a la apostasía [sic]: cualquier ciudadano, según la ley,  podrá tener y mantener la religión de su elección, no tener ninguna o cambiar y abandonar la que tenía. A estos efectos, toda persona tiene derecho a requerir de la entidad la acreditación formal de su abandono, previa solicitud individualizada donde conste su identidad y su voluntad de abandono. El término 'apostasía' pertenece a la constelación conceptual de la Iglesia Católica,  la “entidad” religiosa, por antonomasia, en España,  y tiene un significado negativo –según la Academia: “negar la fe de Jesucristo recibida en el bautismo”- que recae sobre el que lo acepta. Hay otras soluciones , por ejemplo, que el Estado, antes de seguir dándole dinero (si es que hay que dárselo) requiera de la Iglesia Católica que demuestre documentalmente, y en un plazo razonable, cuántos ciudadanos militan en sus filas. A partir de ese momento sólo estaría inscrito en este grupo religioso el que voluntariamente hubiera solicitado su inclusión. Apostatar, y más en masa, supone seguir concediendo importancia a esta asociación y a sus liturgias. Mostrar que nos ha hecho tanto daño que la queremos abofetear, pero con sus propias armas, lo que supone ponerse un poco en sus manos.  Huele un poco a aquello de romper el carnet del partido en la plaza del pueblo y con asistencia de los medios. Es como si aceptáramos jugar una partida de póquer con la baraja que el tahúr que va a limpiarnos saca del bolsillo. La apostasía es una carta marcada.

lunes, 14 de junio de 2010

El bono de Venus


“A mí Rubalcaba me pone”, decía ayer por la mañana, Pepa Fernández”, la inteligente presentadora de un programa de la radio dominical. Por lo visto hay más chicas a las que Rubalcaba las pone. Parece ser que Maribel Verdú ha confesado algo parecido. Precisamente, cuando Rubalcaba era ministro de Educación comenzó a difundirse el "constructo pedagógico" conocido cacofónicamente como “educar en valores”, germen de la actual asignatura “Educación para la Ciudadanía”. Pero muchas mujeres, sin ir a la escuela, han sido insistentemente “educadas en un valor” que no sé si ha servido al patriarcado o/y a la propagación de la especie. Consiste en que, de vez en cuando, alguna hembra “de buenas partes”, ha de sacrificarse y aceptar apareamientos con machos poco atractivos para no desactivarlos permanentemente para la procreación, hundiéndolos en un onanismo solipsista, y con el fin de tenerlos en la reserva por si la parada con los más vistosos fracasara, al ser ellos como son.  Es el llamado bono de Venus. Yo sí entiendo de hombres, al contrario que Josto Maffeo, colaborador de Pepa en “Hoy no es un día cualquiera”, el programa de la mañana de los domingos de RNE, que pese a ser un hombre culto y haber estudiado arte, ha sido educado para contestar que no entiende de hombres, cuando la locutora le ha preguntado por el atractivo del ministro. 


Paul Belmondo
Rubalcaba no es guapo,y esto salta a la vista aunque uno no sea perito en hombres. Pero posee dos valores preciosos, el primero que es listo, y esto siempre es una garantía para la "inversión paterna", o sea, para la cría de la prole, y luego, que, por feo, es elegido por mujeres hermosas como posible beneficiario del bono de Venus. Si además es proclive a los apareamientos frecuentes con "fembras plaçenteras", puedo coincidir con la locutora del programa citado en que este hombre es tan irresistible como otro feo notable: Paul Belmondo.

domingo, 13 de junio de 2010

Literatura, valium y chill-out

Suave, refrescante...
Pocos defienden hoy que la Literatura -que cada vez tiene menos peso en los planes de estudios- sea útil para la educación de las actuales “almas hipotecadas” (stricto sensu), labor usurpada por el dios ‘mercado’ y sus teólogos: los publicitarios. La Literatura, ha abandonado la ‘prometeica tarea’ de ser “maestra de todas las épocas” y ha pasado, casi, a la clandestinidad. Para  Harold Bloom,  autor de El canon occidental,  “la verdadera utilidad de Shakespeare o de Cervantes, de Homero o de Dante, de Chaucer o de Rabelais, consiste en contribuir al creci­miento de nuestro yo interior. Leer a fondo el canon no nos hará mejores o peores personas, ciudadanos más útiles o dañinos. El diá­logo de la mente consigo misma no es primordialmente una realidad social. Lo único que el canon occidental puede provocar es que utili­cemos adecuadamente nuestra soledad, esa soledad que, en su forma última, no es sino la confrontación con nuestra propia mortalidad”.
Parece como si Bloom condenase la Literatura a competir con otros ‘específicos’ contra el miedo a la soledad o a la muerte, como el valium, las religiones, la música chill-out,  el circo televisivo o los programas-confesionario de las radios de madrugada.
Hay quienes piensan que la situación no es tan desesperada: por diversa razones,  nunca ha habido tantos lectores y compradores de libros como hoy. Pese a las nuevas tecnologías, a la invasión visual y a las profecías de quienes han anunciado la “muerte del lenguaje”. Quizá se esté saliendo del coma y la Literatura sea una  de las últimas formas de resistencia frente a los que siguen pretendiendo que “aquí no existen los porqués”, que no hay que preguntar y preguntarse nada. Sin olvidar que, ahora que en algunos países hay esperanzas razonables de llegar a los 90 años mejor conservados que el brazo de Santa Teresa,  podemos seguir confiándole a los libros el embellecimiento de nuestras almas incorruptibles, más allá de cualquier esperanza de sabiduría e, incluso, de felicidad. Hoy en día no se lee para saber más que otros o para ingresar en una elite fuera de la cual no hay salvación. Muchos leen simplemente para sobrevivir.

jueves, 10 de junio de 2010

Fray Leopoldo, ¿una alternativa para la declaración de la Renta?

Caballero fichado por Hacienda tras la consulta a Fray Leopoldo


Vengo de rezarle a Fray Leopoldo de Alpandeire y he visto como a un señor vestido impecablemente (traje, corbata, los dos calcetines del mismo color…), después de pasar la declaración de la renta por la tumba del futuro santo, le inundaba una gran beatitud y paz. Espero, por el bien del proceso de beatificación, que no estemos rozando el fraude fiscal. 

lunes, 7 de junio de 2010

¡Coño!, ¡el negro!

El matrimonio Weber
Uno de los fines de lo que llamamos cultura es crear almas bellas.  Porque si no tienes un alma noble te puede pasar como a Pedro, el viejo campesino putañero y borracho de Amanece que no es poco (1988), que no puedas responder  a las preguntas que te hacen unos estudiantes de  Eaton que se encuentran en tu pueblo, en viaje de estudios, embelleciendo sus almas. “Qué lástima”, se disculpa el anciano, “yo no puedo contestarles, soy un hombre muy primario, no pienso casi, cualquier cosa que les dijera sería una tontería…”. De vuelta en casa, al cruzarse con su sobrino Ngé Ndomo en el rellano de la escalera, da un respingo y exclama: “Coño, el negro”, despreciando las pautas del lenguaje políticamente correcto, y dejando al descubierto la incompetencia social de un alma poco cultivada.
Da gusto, por el contrario, ver a un alma bella moviéndose y actuando en la biografía del sociólogo alemán Max Weber (1864-1920), escrita por su mujer, Marianne, después de su muerte. Allí se recoge una carta del joven Weber, en la que a sus 15 años se pregunta: ¿qué puedo hacer sino leer? Y se lee los 40 volúmenes de la edición de Cotta de Goethe. En 1910, tras unas conversaciones con el poeta Stefan George, la única persona que podía hacerle sombra en el panorama cultural de la Alemania de principios del XX, el sociólogo es capaz, según su biógrafa, "de apropiarse los frutos de la experiencia poética del mundo y de alimentar su alma con ella". Cuenta Marianne que en el festival de música de Bayreuth, los esposos fueron conducidos al éxtasis y sintieron, en la interpretación del  Tristán, como una transfiguración suprema de lo terrenal. Un viaje por Italia, permitió a los Weber entregarse por completo a la profunda devoción de los cuadros con fondo de oro. Poesía, música, teatro, pintura, este era el menú de la excelencia. Nunca mancharían sus bocas con la expresión que le hemos oído al ignorante de Pedro.
Sabemos, lo ha contado Marianne, que en el viaje de estudios que hicieron los esposos, en 1904, por los Estados Unidos, conocieron de primera mano el problema negro. En absoluto, gritaron al ver a los negros en las plantaciones de algodón: “Coño, los negros”. Simplemente mostraron una cierta inquietud al hablar de la educación de los negros: “¡Qué tarea más titánica”, escribe Marianne Weber, ”se trata nada menos que de enseñar civilización a una raza que en su estado puro no parece encontrarse más que a las puertas del reino animal...es terrible encontrarse con los mediosimios que ves en las plantaciones y cabañas para negros de Cotton Belt...". Menos mal que los Weber eran almas bellas, si no hubieran soltado, superando a Pedro, el campesino ignorante de la película de José Luis Cuerda: “Coño, unos monos”. Para algo tiene que servir la cultura.

martes, 1 de junio de 2010

Las víctimas del Holocausto como pretexto



Si se mira desde la óptica de la supervivencia y de la lucha por la vida se puede entender el dicho: “el muerto al hoyo y el vivo al bollo”. En tiempos, la realidad era todavía más sombría, cuando la escasez convertía al muerto, y no sólo simbólicamente, en el bollo que alimentaría a los vivos. Parece que en Atapuerca, hace 800.000 años, un campamento de "Homo antecessor" fue atacado por una horda de la misma especie, pero de distinto grupo, que mató al menos a 10 individuos, casi todos ellos niños y niñas, de corta edad y se los comieron.
También en Atapuerca, hace unos 400.000 años, la mente simbólica, la del hombre, crea los ritos funerarios y la cultura de la muerte que distinguen al ser humano del resto de las especies. La presencia, en una cueva de la sierra burgalesa, de Excalibur, un hacha de cuarcita, primorosamente tallada junto a gran cantidad de restos humanos y de oso, sin vestigio alguno que indique que los hombres prehistóricos vivieran allí o comieran o prepararan sus herramientas, induce a pensar a los paleoantropólogos que es una pieza de ajuar funerario.
Miles de años después, surge el rito inaugural de la cultura religiosa de Occidente, La Eucaristía, en el que la antropofagia simbólica se mezcla con el sacrificio expiatorio. "El manjar eucarístico contiene, como todos saben-Trento dixit-, verdadera, real y substancialmente el cuerpo y la sangre, junto con el alma y la divinidad de Nuestro señor Jesucristo", víctima expiatoria de los pecados de la humanidad y, al mismo tiempo, manjar que da la vida eterna. El que comulga se está comiendo a un ser humano completo, el cuerpo de Cristo, si nos atenemos a lo que dijo Trento.
En las semanas anteriores a la Toma de Granada, forzados por la falta de alimentos y la imposibilidad de avituallamiento, los defensores islámicos de la ciudad, regresando a Atapuerca, se comieron sus caballos, perros y gatos, así como a 260 cristianos que tenían en prisión.
Pero nadie le niega al ser humano la capacidad de progresar, de ir siempre más lejos. El Estado de Israel existe, en parte, gracias a las víctimas del Holocausto y al sentimiento de culpa que invadió a la humanidad por no haber podido evitarlo. Y en esto los judíos no se diferencian mucho del comportamiento que venimos observando desde hace cientos de miles de años en los miembros de nuestra especie y que se resume en el refrán: “El muerto al hoyo, o a la fosa común, y el vivo al bollo ”. Las víctimas del Holocausto, en una adaptación judia de la Eucaristía,  son, como Cristo, chivos expiatorios de la humillación alemana en la 1ª guerra mundial y manjar que da  la vida y la justificación al Estado de Israel, para siempre.  Pero las Administración israelí cada vez se parece más a los verdugos nazis. Y esto sí es un avance, un inesperado progreso en el camino del embrutecimiento de la especie. El episodio del asalto al convoy que llevaba ayuda humanitaria a la franja de Gaza, lo prueba.