El héroe vulnerado
CUANDO emprendas tu viaje a Ítaca, la patria de Ulises, el griego, debes pedir a los dioses, o a la doméstica Conchita Barrecheguren, que el asiento de tu Guzzi 650 no sea tan duro como el que la marca le colocaba a este modelo en los años 90. Porque de aquí a Ítaca hay muchísimos kilómetros y el camino se te puede hacer más largo de lo que incluso preveía Cavafis en su poema Ítaca. Y habrás de entrar en muchos pueblos y hablar con mucha gente hasta que las aventuras y los conocimientos del camino te vuelvan sabio. Entonces te darás cuenta de que Ítaca sólo ha sido el señuelo que te obligó a emprender el viaje.Pero si el asiento de tu moto es duro como una piedra puede pasar que el héroe viajero advierta que dispone de cuerpo y que el cuerpo (menos, el alma) sufre por las escoceduras, las fisuras e incluso por las hemorroides. No todos los escritores le han prestado atención al cuerpo. Cervantes que tanto alabó la novela Tirant lo Blanc, porque en ella "comen los caballeros, y duermen y mueren en sus camas", en su Persiles y Segismunda casi no enseña los cuerpos de los amantes. Se contenta con decirnos que los enamorados, que viajan miles de quilómetros sin tocarse los cuerpos, son los más hermosos del mundo, sin aportar pruebas ni estadísticas. En Anna Karenina, Tosltói se ahorra la descripción de los cuerpos enzarzados en la batalla carnal, sustituyendo los fogosos detalles del primer encuentro de Anna con Vrosnky por unos helados puntos suspensivos. Todavía no había costumbre de instalar una webcam en la cabecera de la cama de los novios para retransmitir a las damitas de honor de la novia y a los amigos del facebook la tormenta de cuerpos y fluidos que se supone que estallan en la noche de bodas. En la Odisea, el cuerpo está relacionado con el vestido, con la higiene, con la muerte y con la fuerza. En una sola ocasión, con el pudor. En el episodio de Nausicaa, Ulises, a diferencia de Berluscoli, no quiere aparecer desnudo ante las doncellas de la joven. En toda la obra sólo un cuerpo suda.
Si quieres acercarte a Ítaca en moto, puede suceder que al llegar a Olimpia tengas que encamar tu cuerpo y renunciar a la visita al estadio porque una fisura anal te lo impida. Y tendrás que aplicarte hielo durante un día y conseguir al día siguiente que una penélope hábil te teja un cojín que fijado al asiento de la Guzzi con dos gomas te permita seguir el camino. Cuando de vuelta en Granada acudas a la consulta de un proctólogo, puedes encontrarte con uno que de regreso de Canarias, tras pasar unos días de vacaciones, te espete al observar la zona dañada:" ¡joder, qué culo tan feo"! Cegado todavía por el resplandor de los cuerpos gloriosos que miró en la playa, nada le parecerá hermoso, ni siquiera el culo de Ulises.