La dedicatoria: un regalo
El viernes pasado, el poeta Luis Melgarejo me invitó a comer en La Casa con Libros de La Zubia, alojamiento rural que dispone de un elegante piano de cola en su salón de reuniones, una interesante colección de libros –prestables- en su biblioteca, cocina en la que no faltan productos ecológicos y una antología universal de tés e infusiones que invitan al placer de la conversación. En el almuerzo, tuve de compañero de mesa al, también, poeta Juan Carlos Mestre y por la noche asistí a la lectura de poemas de varios autores, recitados por Mestre, dentro del estupendo ciclo "Poesía que quise escribir" que organiza, desde hace años La Casa Con Libros. Ahora mismo, no sé si sólo soy un estómago agradecido por el delicioso salmorejo y el plato de fideuá con que nos obsequiaron nuestros huéspedes o un oyente deslumbrado de la mejor poesía. Lo que sí sé es que Mestre, Premio Nacional de Poesía en el 2009, es un hombre asequible, afable y generoso que, tras la lectura, dibujó una acuarela en cada uno de los ejemplares que le pusieron a la firma de su poemario “La Casa Roja”. Les aseguro que en ningún momento, pese a estar el salón lleno de poetas, se suscitó la menor gresca, ni nadie reclamó un premio ni hubo quien se propusiese para jurado de otro certamen ni se tiraron de los pelos compañeros sentimentales de algún club de poesía en extinción. Ni se pidieron firmas para ningún manifiesto. Inexplicable en Granada.