sábado, 26 de marzo de 2016

PODEMOS, la maternidad conmutada

Viejo conmutador de corriente

Consciente de que los grandes engaños o las grandes manipulaciones necesitan de una buena imagen,  de una buena metáfora, que los haga visibles a la inspección y mirada del “vulgo” (ahora más conocido como “gente”), me he encontrado en una enciclopedia digital con la palabra “conmutador”. Creo que el uso que PODEMOS hace del *constructo “madre” se acerca mucho a lo que viene siendo un conmutador de la luz. Porque las madres de esta formación no sólo sirven de interruptor sino que, al mismo tiempo que cortan la corriente, la dirigen en la dirección que a este grupo le interesa: de “madres conmutadoras", se puede hablar”, más que de “madres interruptoras”. La madre Bescansa, con su niño en brazos en el Congreso, hace visibles los problemas domésticos de las madres trabajadoras. El niño, por obra y gracia de esta madre conmutadora, ha dejado de estar enchufado al pesebre de la privacidad y ha pasado a suministrar corriente a la causa pública de la visibilidad de las madres trabajadoras.



El alcalde de Cádiz, El Kichi, ha utilizado a mamá, para desconectarse  de sus obligaciones como representante público de los gaditanos, y por tanto institucionalmente aconfesional, y enchufarse a la turbia y provechosa corriente -electoralmente hablando-  de la piedad popular, de la mano de una madre conmutadora, la suya, que lo ha acompañado en una procesión de Semana Santa y ha conmutado al Kichi de alcalde en piadoso hijo amantísimo. Vino viejo en odres nuevos. La Virgen, en las bodas de Caná, pide a sus hijo que transforme el agua en vino: desenchufa a Jesús de la privacidad familiar y lo visibiliza como mesías milagroso. Nadie podrá acusar a PODEMOS de comecuras.

*constructo: aquí, un invento que pese a no tener una realidad tangible funciona para mucha gente como si la tuviera. Una cosa es la madre que nos pare -lo más real del mundo- y otra la que nos inventamos para que funcione en la vida en común, según nuestros deseos y necesidades.

viernes, 25 de marzo de 2016

Pollo primaveral

Receta del pollo primaveral

Los moteros solemos consultar más a nuestros mecánicos que a nuestros abogados. Si fuéramos princesas o infantas o miembros de alguna trama de extracción de dinero público para comprar yates y colonias, pues sí, necesitaríamos de un buen despacho de abogados, con buenos profesionales. Pero a los moteros nos basta con disponer de mecánicos de confianza que nos tengan las máquinas a punto. Los míos tienen nombres, como quería Cervantes, “músicos y peregrinos y significativos”. “El Zurbi”, me está resolviendo los problemas eléctricos de mi Virago 250 y “El pollo moto”, los problemas de circulación de líquidos y fluidos de la máquina. No conozco nombre de taller motero  más eufónico que el de “Pollo moto”. En su honor, y en agradecimiento a cómo me dejó de  limpio y transitable, en lo tocante a los fluidos,  mi carburador, traigo hoy aquí, a mi blog, el poema más irónico y disruptivo del Romanticismo, obra de una poeta inteligente y descreída -¡cómo me gustan las poetas cuando ironizan!-, que acoge en su título la palabra “pollo”. Y como pórtico del homenaje a mis mecánicos y a una de mis poetas favoritas, os ofrezco la receta del “Pollo primaveral”, sacada del libro “Recetas de la Cocina Granadina (2004).  Disfrutadlos.

A UN POLLO MUY ROMÁNTICO
(Patrocinio de Biedma, Bejígar –Jaén-, 1848 - Cádiz, 1927)


¡Cesa ya, por favor! ¡estoy cansada
del lúgubre clamor de tus lamentos!
no me hables más de amor, te lo suplico,
deja ya en paz al pobre niño ciego.

Cálmese tu romántica manía;
no sueñes con suicidios ni venenos;
mira que yo soy débil y nerviosa
y oyendo esos horrores tengo miedo.

No me hables de los bosques y las auras,
de un edén en el fondo del desierto;
no me gustan los bosques... son muy fríos
y tengo yo muy delicado el pecho.

Vuelve ya a la. razón: ¿no es preferible
en las glaciales noches del invierno
el templado calor de mis alfombras
al campo tapizado con el hielo?

¿No es más bella mi alegre chimenea
do brilla siempre un abundante fuego
que la cabaña tétrica y mezquina
que transforma en edén tu pensamiento? 

¿No tienen más cadencia y armonía
de mi piano los acordes ecos
que no el silbido con que ronco brama
en la montaña el huracán violento?

¿No valen más mis plácidas veladas
do entre amigos fugaz resbala el tiempo
que no la triste soledad contigo
en que siglos se hicieran los momentos?

No me digas qué versos te diría;
¡calla, por Dios, o cesaré de hacerlos!
¡si hasta las musas huyen asustadas
oyendo tus románticos excesos!

Cese tu empeño ya: no hay esperanza;
yo no quiero un amor de caramelo;
yo quiero un alma que se exhale en llamas;
yo quiero un corazón todo de fuego.

No me gustan idilios pastoriles;
no me gustan cabañas ni desiertos;
no me gustan los bosques; son muy fríos
 y tengo yo muy delicado el pecho.

jueves, 17 de marzo de 2016

La España descuartizada

Cada uno tira para su lado
POR fin los jueces parece que están ejerciendo su poder de forma eficaz e independiente. Atendiendo a la separación de poderes. ¡Como nunca hubiéramos imaginado! Pero el ejecutivo es reacio a responder ante el legislativo, va a su aire. Impúdicamente. Aunque un Gobierno en funciones pudiera escaquearse del control parlamentario, si aquí hubiera la más mínima educación democrática, lo disimularía astutamente, pero no: tira de informes. La batalla política no está ahora en el Congreso, sino en los despachos de los técnicos, de los especialistas, de los funcionarios de parte: abogados del Estado contra letrados del Congreso. A ver quién es capaz de retorcer más la ley con sus interpretaciones de la Constitución. Soy hijo de un probo funcionario de la Administración Local. De un secretario, estudioso y trabajador. Los alcaldes temían como una vara verde a los secretarios de Ayuntamiento. A ellos les correspondía redactar las actas de los plenos y emitir informes sobre la legalidad de los proyectos municipales, podían, con sus dictámenes, paralizar las actuaciones políticas hasta que resolvía una instancia superior. Temblaban los políticos ante estos altos funcionarios de corte napoleónico. Luego, los políticos se dieron cuenta de que era mejor tener abogados y técnicos que emitieran informes complacientes y colocaron a los suyos. Así se ha recalificado, se han modificado planes urbanísticos, se ha prevaricado, se ha acumulado dinero negro venido de las cloacas del interés y de la avaricia que luego ha habido que blanquear con procedimientos tomados de esos fulleros que esperan a los viajeros de provincias en las estaciones de ferrocarril para timarlos. También en el Congreso, los poderes han privatizado a los funcionarios. Abogados del Estado para mí, letrados de las Cortes, para ti. Enfrentados e insolidarios, ejecutivo y legislativo, recuerdan las ejecuciones por descuartizamiento que se aplicaban hace siglos a los reos de ciertos delitos. Los verdugos ataban las extremidades de los condenados a cuatro caballos salvajes a los que instigaban a latigazos para que salieran espantados, arrastrando trozos del ajusticiado. España se desmiembra gracias a la labor disgregadora de los que deberían cuidarla y mantenerla entera. Estamos acostumbrados a ver cómo jueces, diputados, ministros y periodistas, como posesos, vienen tirando sin misericordia del enteco y desmejorado cuerpo de lo que ellos suelen llamar campanudamente 'patria'. Hasta el punto de asustar a la gente y de que se añore la ya a un salvador de la Patria. Ayer me quedé de piedra cuando oí en la SER a José María Izquierdo, antiguo director adjunto de El País, preguntarse: "¿Habrá alguien ahí fuera capaz de frenar tanto disparate?".¿Ahí fuera? ¿Dónde? ¿Tan mal funcionan los poderes del Estado que hemos olvidado ya a Franco y sus terapias de choque?

jueves, 10 de marzo de 2016

Tristes batallas, si no son de flores

Hinojos y flores
LAS poetas del siglo XIX escribían mucho de flores y de pájaros. Según María Victoria Prieto Grandal (La voz escrita de las poetas, p. 124), son temas que por estar unidos en el imaginario colectivo a la sensibilidad tradicional femenina, son obligados para las mujeres que quieren dedicarse a la poesía, porque no implican riesgos ni desafíos para el establishment. Se podía escribir de azucenas y de vencejos y no despertar la envidia de los varones o la susceptibilidad de censores y moralistas. "No nos gusta que las mujeres escriban, mejor en casa y con el pie quebrado", pensarían ellos, "pero ya que han roto a escribir, que lo hagan de sus cosas, de sus macetas y de sus canarios". La poeta catalana Josepa Massanés Dalmau (1811-1887) manifiesta en su poema La Resolución el miedo que invadía a una mujer de su tiempo a la que le diera por escribir: "¿Qué yo escriba? No por cierto, / no me dé Dios tal manía, / antes una pulmonía; / primero irme a un desierto". Pero de flores y pájaros sí se atrevían a escribir. Y lo hacían tan abundantemente que Rosalía de Castro (1837-1885), harta de tanta flora y de tanta fauna, suelta: "De aquellas que cantan a las palomas y a las flores / todos dicen que tienen alma de mujer. / Pues yo que no las canto, Virgen de la paloma / ¡ay!, ¿de qué la tendré?". Pero no debe ser sólo cosa de las escritoras románticas: ¡la que siguen teniendo hoy en día las mujeres con las flores! El ramo de flores en manos de un hombre lo deben de interpretar como un emblema de paz. Como una bandera blanca de tregua en la eterna lucha de los sexos. Es un salvoconducto / salvaconductas de género. Con qué afecto y consideración me miraron ayer algunas mujeres al verme con un ramo de rosas. Ninguna de ellas había reparado en el hermoso manojo de hinojos que llevaba yo en la otra mano para combatir los efectos colaterales de los potajes de garbanzos cuaresmales que tanto dañan la convivencia pacífica e ilusionada de los sexos. ¡Ah!, pero en las rosas sí habían reparado casi todas. No me habían mirado tantas mujeres desde que me confundieron con Alí Babá, a causa de mi barba y mi porte agareno, en la Plaza de la Yamaa el Fna de Marrakech. Claro que entonces estaba yo en la plenitud de mi vigor corporal y tenía una barriguilla cervecera que hablaba de un hombre confortable y acogedor. Esta mañana, una mujer de unos 40 años, en una calle solitaria en la que la aparición de un extraño podría haberla asustado, se ha dirigido a mí amablemente, sin miedo, y me ha dicho: "¡Qué rosas más bonitas, lo que le van a gustar a su mujer!". Para mí que las flores también significan para ellas que el atacante, por lo general poco comedido, deja elegir campo a la atacada, que la lucha se va resolver por etapas y por consenso. Que sólo flores y palabras serán la munición y que, incluso, se aceptará aplazar el combate.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Cortisona sentimental

Objeto de salvación o de justificación
De entre los buenos sentimientos, siempre preferí la filantropía a la caridad. Me pasaba lo mismo con los guardias urbanos, que los prefería a los civiles porque me parecían menos intensos en su función de aparatos represivos de Estado. Incluso, serviciales y confortables. Luego se gustaron, se vieron bien pertrechados, con pistolas, espráis, porras en cruz, telefonillos, rodilleras, botas y horas de gimnasio y ya dejé de quererlos y me aficioné a los civiles, sobre todo desde que vi a una guardia civil embarazada. Pensé que un Cuerpo con números capaces de dar a luz, no sería tan severo como lo eran los antiguos guardias con bigote y cara de mala leche. Filantropía y caridad deberían de ser la expresión del mismo sentimiento de egoísmo inteligente. Es decir, hago el bien porque como no me queda más remedio que vivir con otros, si estos otros son aceptablemente felices, contribuirán más eficazmente a que yo me sienta bien. Pero a la caridad cristiana la veía yo un poco lastrada por su carácter de inversión para la salvación eterna y me temía que terminara por utilizar a los receptores de sus cuidados como simples monedas para comprar el cielo. La filantropía, en cambio, no era tan interesada a largo plazo ni tan “resultadista”.
...o de escenificación
Al sentimiento de respeto le tengo un poquito de rabia porque lo utilizan mucho las religiones cuando no disponen de fuerza suficiente –de la que sí dispusieron en el pasado-  y de hogueras para imponer sus ensoñaciones y leyendas. Piden respeto los fieles de esas religiones para unas creencias en cuyo nombre se asesino, se troceó, se decapitó, se empaló a los duros de mollera, a los incómodos y a gente que no había hecho nada en absoluto. Un poco de repelús me da la palabra respeto. Luego hay sentimientos a los que no se le puede poner la más mínima objeción: tolerancia, amor, conmiseración, comprensión, compasión… Suenan bien. De hecho, en la explicación que da la Academia Sueca,  cuando concede el Nobel de Literatura, suele aparecer la palabra compasión. ¿Recuerdan?: “Concedemos el premio a la obra de este escritor porque en ella anida la compasión y una visión profunda y comprensiva de la condición humana…”. También me gusta, aunque menos, tolerancia, porque es un sentimiento noble pero que es como una concesión del que está en la verdad al equivocado: “Te dejo vivir tranquilo, aunque equivocado, porque soy muy tolerante”.  Conmiseración, también esconde una actitud altanera, como de rebajarte al miserable para alzarlo de su postración. Pero tú te consideras arriba y a él, abajo. En fin, todos estos nobilísimos sentimientos son como la cortisona, que rebajan la inflamación de las heridas pero no las curan.