lunes, 31 de diciembre de 2012

Las tomas de postura con la "TOMA"

"Si José Miguel Castillo, concejal encargado del protocolo del Ayuntamiento de Granada, no pierde la esperanza, quizás se le aparezca la Virgen. Lo que no se le puede asegurar a Castillo Higueras es el momento de la visita, pero que se producirá hay que darlo por descontado.
El lleva ya servicios suficientes como para merecer el advenimiento.La Gloriosa tendrá en cuenta que en su camino de Damasco, José Miguel se levantara apresuradamente del suelo -tras dejarse caer del negro corcel comunista- para subirse al triunfante carro socialista. Pero es que después se le ha visto diligente en la organización de procesiones cívicas (aunque éstas recordasen hechos más bien incívicos de nuestra historia), tremolaciones, ostentaciones de espadas reales y otras fiestas de guardar.
De Castillo podrían decirse, sin desdoro, las palabras -se lee en la escritura de Berceo- que la Virgen dedicó al santo obispo toledano Ildefonso: "Amigo -díjole- sepas que soy de ti pagada,/ me has buscado honra, no simple, sino doblada".
El único inconveniente es que Castillo ya no es un niño, ni ha sido nunca pobre, y es cosa sabida que Santa María -ahí está Fátima- prefiere presentarse a infantes de zonas deprimidas en las que se conserva viva e incontaminada la fe dé nuestros mayores. Pero que no desespere: la perfecta. organización que el concejal ha hecho del Voto del Ayuntamiento a la Virgen con motivó de los terremotos de 1884 será tenida en cuenta, Y si se retrasa el milagro, no dude Castillo en exhumar otras efemérides."

Este texto apareció el 8 de Enero de 1985 en DIARIO DE GRANADA, bajo el título de "El Concejal y la Virgen". El autor firmaba también con el nombre de Pablo Alcázar

jueves, 27 de diciembre de 2012

Churros en el Salón


Si pasas por la plaza de Bibataubín, puedes sentir ganas de tirar el monumento a José Antonio,  aunque resultaría más barato, y estéticamente menos arriesgado, borrar la inscripción de la pilastra que lo soporta  y sustituirla por otra que hable del horror que en Granada provocaron los inspiradores del símbolo  y que quedase ésta para la posteridad como una más de las minusválidas estatuas granadinas; que ya lo dijo el poeta: que no hay en la vida nada como la pena de ser estatua en Granada.  Porque si quitamos la efigie de las alitas de águila hay la posibilidad de que caiga sobre esa plaza otro adefesio de mil pares de kilotones, obra de un amigo de un concejal al que se le da muy bien rellenar espacios urbanos con lo que sea, por un precio imposible de pagar, y de afear todavía más, si cabe, nuestra maltrecha ciudad.  La última intervención que conozco  es la del Paseo del Salón en donde se han servido varias raciones de churros como de acero inoxidable sobre pilastras metálicas, obra del restaurador Aitor Urdangarín, que según Juan García Montero, en declaraciones a TG7, encajan perfectamente en ese lugar. No hay que olvidar que muy  cerca está el café Fútbol donde se esculpen unos churros deliciosos. También se podría,  por ahorrar, cerrar mientras que escampa, la sede, en la misma plaza, del  Consejo Consultivo de Andalucía, y que sus miembros se reúnan en un bar próximo. ¡La de calefacción y guardias civiles que nos ahorraríamos! Hay un bar cerca que pone unas tapas excelentes –en el que  si te trabajas a los camareros hasta puedes conseguir la segunda sin pagar nada-, que podría convertirse provisionalmente en sede de la Institución. Entiendo que tan alto Consejo, en la línea de lo que defiende el presidente del Poder judicial, para ejercer dignamente sus funciones, necesite de cierto boato que haga saber a las gentes que su trabajo es muy  importante y necesario para la comunidad y que los funcionarios que lo ejercen deben de disfrutar de palafrenero y alguacilillos que los precedan y anuncien a la multitud pasmadas la presencia de sus señorías.  Y que dada la transcendencia de sus dictámenes para el futuro de la Nacionalidad Histórica Andaluza, al Consejo ha de acogerlo un edificio noble. Pero también es verdad que la Junta de Andalucía, según vemos todos los días, sabe equivocarse sola perfectamente sin necesidad de que la aconseje nadie. 

miércoles, 26 de diciembre de 2012

El segundo poema de mi vida


Esta mañana me he despertado poeta, a lo Pedro Salinas, y he escrito el segundo poema de mi vida. El primero fue un cuarteto dedicado a la Virgen, en su mes, que terminaba con estas palabras:"...mil floridos mayos". Tenía yo 13 años. Vi entonces que no debía seguir por ese camino porque el cielo no me había dado gracia alguna para la poesía. Pero, de pronto, me ha venido la inspiración al amanecer, que no es poco. Como a Fernando de Rojas, como a San juan de la Cruz, como a Cervantes, han sido las dificultades y el dolor los que me han convertido en invitado de las musas. En el poema que transcribo a continuación, el yo poético, angustiado por "la que está cayendo" y abrumado "por lo que se nos viene encima" hace un recuento de las cosas sin las que su vida resultaría inviable. Al tribunal severo del vulgo se lo entrego, pido a los dioses, que me sea benévolo:
Ahora que sé que volveré a ser pobre,
miro de otra manera las cosas triviales
de la vida, las que me ayudarán a vivir:
la manta, el pan, y la palabra;
la compasión, la humildad y las nubes,
el sol, el techo de mi casa, y tu amor,
que, todavía, parece milagrosamente intacto.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Que el Milenio no es nada...


Me ha emocionado la diligencia con que Paca Pleguezuelos, Directora del Legado Andalusí y Gerente de la Fundación para la Conmemoración del Milenio del Reino de Granada, se ha retirado de este ‘evento’, pocos días antes del 21 de este mes, en el que estamos todos convocados para un acto muy vistoso y multitudinario: el del fin del mundo. Con valentía política, Pleguezuelos ha cerrado la aplicación milenaria granadina antes de que se apague todo el sistema. La han colocado, agradecidos, sus compañeros del PSOE, de Delegada del Gobierno Andaluz en Bruselas como premio a su disciplinada aceptación de un proyecto inviable, que no quería nadie, y por intentar convertirlo en "una tarea ilusionante". Volverá Pleguezuelos, como en el tango de Gardel,  a Bruselas, en clase preferente, separada de la gente de mal vivir –o simplemente, que vive mal- que viaja en clase turista, junto con jóvenes, cuya formación ha costado un dineral al Estado español, y con parados de larga duración, que ahora han de emigrar para encontrar trabajo en el extranjero (palabra que empieza a usarse de nuevo, ahora que volvemos a ser  exportadores de mano de obra, y no receptores, como hasta hace poco).  Y mientras  adivina el parpadeo de las luces que a lo lejos, van marcando su retorno a sus altas e imprescindibles responsabilidades europeas, bajo el burlón mirar de las estrellas que, con indiferencia, hoy la ven volver,  quizá agradezca ir separada de toda esa gente de clase baja que, de tenerla al lado, la miraría mal. A ella que, según se puede leer todavía en su blog, “El blog de Paca”, se hizo cargo del hoy marchito ‘evento’  con una ilusión desbordante. Y al que pensaba dedicar todo su tiempo, para llevar a buen puerto un proyecto tan maravilloso. Quizá - todo no es negativo en esta historia- nuestra amparadora en Bruselas sienta cierta felicidad por haber contribuido, junto con una pastelería de Valdepeñas, en Ciudad Real, a consolidar en el español actual (aparte de la palabra ‘ilusionante’, tan utilizada en el pasado inmediato por políticos que han mirado ilusionados a los presupuesto del Estado)  el uso del término ‘evento’ con el sentido de “acto o cuchipanda organizada”, en lugar del significado más corriente en español coloquial de “cosas que suceden eventualmente en la calle, sin que las organice nadie” y que, por tanto, son de balde.  En las que no hay que gastar los siete millones y pico de euros que la Junta de Andalucía  ha dedicado, en dos años, a este ‘evento’.  Volver a Bruselas, a vender Andalucía, tras abandonar el milenio, eso es lo que hace ahora Pleguezuelos, que mil años no son nada.

jueves, 6 de diciembre de 2012

El cazador

CUANDO todavía no se había inventado el lenguaje oral los seres humanos mataban. La invención del lenguaje disparó la natalidad, permitió la transmisión de las técnicas agrícolas y cazadoras, la propagación del fuego, de los asados y el perfeccionamiento en la fabricación de armas de guerra. Los hombres siguieron matando. El descubrimiento de la escritura aparece relacionado con la necesidad de llevar la contabilidad en los almacenes de grano de Mesopotamia. Pronto, la escritura se convirtió en una herramienta de pago y emitió en cerrado hasta el descubrimiento de la imprenta, que bajó el precio de las suscripciones, liberalizó algunos canales y se comenzó a emitir en abierto. Pero los hombres, escritores y lectores, no dejaron de matar. En Alemania, a finales del XIX, el analfabetismo casi no existía. Ni en Rusia, después de la revolución, ni en EEUU, pero a lo largo del siglo XX, se siguió matando, cada vez de manera menos selectiva, más indiscriminada. Con la misma eficacia salvaje con que el Dios de la Biblia borraba del mapa a los enemigos de Israel. En Segovia, un hombre que leía mucho, adoraba a Platón y oía música clásica, asesinó hace dos años a su mujer y a su hijo. El leer, en el imaginario de la gente, es actividad pacífica, contraria a toda violencia, pero esto es sólo un espejismo. Si estadísticamente se mata mucho menos mientras se lee o se escribe es porque no resulta fácil disparar y leer al mismo tiempo. El escribir produce placeres muy parecidos a los de la caza o de la guerra. Y es menos lesivo. Compites con otros cazadores a ver quién lo hace mejor, quien cobra la pieza más distante o esquiva. Un soneto, una novela, un aforismo. Un post. Entre cazadores el prestigio se alcanza cuando uno ha puesto sobre la mesa la pieza más preciada. Ese es también el juego de los poetas. Antes del verso perfecto o del elefante botsuano ni el cazador ni el escritor son nada. Y si luego aparecen con un ripio infame o con una gallineta esmirriada, de nada servirán los éxitos precedentes. Aunque hay escritores que solicitan el premio antes de haber aportado la pieza y que no nos dejan rendirnos ante lo que escriben porque lo primero que nos dicen, desde las solapas de sus libros, es que ellos, aunque no escribieran ni una letra, ya serían excelentes. Enumeran sus virtudes, sus premios, sus publicaciones. Aluden al reconocimiento del público… Como el Amado del poema de San Juan de la Cruz, están seguros de dejar a todo el mundo prendado de su hermosura, con sola su figura. Su mundo es anterior al de la escritura. Son seres preglóticos. Desubicados.

martes, 4 de diciembre de 2012

El milagro de los príncipes, los peces y los libros

Pánfilo, como ha sido maestro de lengua y de literatura, cree con Jefferson, uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, que la ilustración opera a través de los escritores y de los lectores, de los libros y de las bibliotecas. Cada vez que ve a alguien leyendo, le vuelve la confianza en la naturaleza humana, porque está convencido del valor liberador de la lectura. Lleva con él su cámara de fotos y, sin pedir permiso, retrata a todo el que coge leyendo y lo cuelga en su muro.  A las pocas horas de poner la foto del niño que lee  sentado en un banco,  Pánfila, su amiga, le ha enviado una instantánea de dos  niños con libro, una glosa y esta pregunta: 
"¿Quién sacará más provecho de la lectura, el niño que lee muy concentrado junto a un Lorca indiferente y a una madre ajena o los chicos de los Windsord, amablemente inspeccionados por la reina y el príncipe de Edimburgo? La leyenda que acompaña a la foto de Ana y Carlos, orienta sobre el caso pero no aporta del todo la solución. Dice así: “LOS WINDSOR, LECTORES POR ACCIDENTE. La reina de Inglaterra y su marido observan cómo sus hijos Ana y Carlos, leen. La foto se había planificado con los niños pescando. Pero la asistenta de Lord Snowdon [marido de la hermana de la reina y fotógrafo profesional] cocinó los peces que había comprado para la sesión”. Al final el asunto puede derivar en pura ergonomía. El niño plebeyo, más cómodo y menos presionado, se enterará mejor de lo que pone el libro que los príncipes, a los que la dureza de la piedra y la atención paterna les estropeó el disfrute. Un beso", concluye Pánfila.