jueves, 28 de diciembre de 2017

La ortografía de un credo

Carmen Laforet
Me suelo apostar con mi hija 10 euros a que no voy a abrir la boca en los actos a los que acudo. Y pierdo. Cuando era profesor de instituto, iba a las reuniones de Coordinación de COU y siempre me empeñaba en enmendarle la plana al profe de universidad que dirigía la reunión. Sobre todo, si el programa que había redactado tenía alguna falta de ortografía. La ortografía era un test implacable. Un acento mal puesto o una 'v' en lugar de una 'b', y le caía parda. A mí me suspendieron el ingreso, en el Padre Suárez, porque cometí más de tres faltas de ortografía. Aunque me gusta ponerme volteriano y achacarlo a que no me supe el Credo. El profe de la Universidad le echaba la culpa a la mecanógrafa y yo insistía en que el error era suyo. Me gustaba parecer más listo que él. Así de simples somos los humanos. Queremos ser más que nadie; si no podemos, nos conformamos con ser iguales y, muy a regañadientes, admitimos ser los últimos de la fila. Tengo la osadía, también, de asistir a tertulias organizadas por mujeres, y no me puedo callar. Mira que mi hija me lo dice: "¡Papá no abras la boca!". Ni caso. La otra noche, en la Casa con Libros de la Zubia, tras la intervención de la escritora argentina Noni Benegas en la sesión Poesía que quise escribir, pedí la palabra para decir que estaba de acuerdo con ella en que las escritoras reciben menos atención y premios que los escritores. Es más, dije que la mejor novela de la posguerra, a mi entender, es Nada (1944) de Carmen Laforet, mucho mejor que La Colmena. Fue entonces cuando comencé a pisar aguas pantanosas. Lo noté por la cara de asombro que pusieron tres chicas jóvenes cuando hablé de que los best sellers más vendidos actualmente estaban escritos por mujeres. El gesto de las tres, fue de asco cuando confesé que había leído el primer volumen de uno de ellos, Las 50 sombras de Grey. Remonté vuelo cuando hablé del libro de Svetlana Aleksiévich, La guerra no tiene rostro de mujer. Aunque no vi al auditorio muy convencido, cuando sostuve que, aparte de las sustanciales diferencias biológicas, la mayor parte de las diferencias entre hombres y mujeres eran una cuestión de especialización y que el libro de la Premio Nobel rusa lo demostraba claramente. Al llegar a casa le di a mi hija los 10 euros de la apuesta. Y le prometí no volver a pecar.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Magdalenas vs. muffins

Modo mince pie on
No sé si  acertaré a describir lo que es un mojador. Me atrevo porque estoy leyendo, por una apuesta, Los pilares de la tierra de Ken Follet y he comprendido lo que era pasar hambre en la Alta  Edad Media y el valor de un mendrugo de pan. Después de la guerra, en las casas no se tiraba nada de comida y, menos, el pan que se iba almacenando en la alacena en diversos estratos de dureza y antigüedad.  En un estrato inferior, solo por encima del pan fósil, mi madre colocaba lo que ella llamaba mojadores; un pan todavía susceptible de reblandecerse con la leche. Después llamó mojador a todo lo que se dejaba meter en una taza, absorbiendo el café, la leche o el chocolate. Cuando alguno de mis nueve hermanos leyó En busca del tiempo perdido, supimos que también en la dulce Francia las magdalenas eran muy apreciadas, hasta el punto de estar en el origen de la novela de Proust. Los mojadores, como la buena poesía popular, vivían en sus variantes, y mi hermano Juan llamó también mojador a un polvorón sumergido en manzanilla, mezcla que muy bien hubiera podido sustituir al mortero en la fabricación de las catedrales. Solía comprarle a mi madre, por Navidad, una docena de excelentes magdalenas de las Comendadoras, a las que ella siempre llamó mojadores.  Los conventos de monjas, y la mujer de Pepe Castilla, el practicante de La Rambla, han conservado hasta ahora la receta de las magdalenas de toda la vida. Pero el turismo, nuestra industria nacional, y la plétora de monjas foráneas están  acabando con este último vestigio de un pasado muelle y autóctono, en lo que a los dulces se refiere. Las magdalenas de algún convento de monjas no son lo que eran. Sí, dulce y melodiosa la voz de la madre que, agazapada detrás del torno, me saluda: “Ave maría Purísima”, y me hace llegar luego, a través de este artilugio, una bolsa de magdalenas sin personalidad ni coherencia. Las ciudad se ha llenado de tiendas que ofrecen bombas calóricas de nombres extraños: Cup caques Red Velvet, muffins de arándanos, cheescake de Oreo. Las monjas han sido vencidas por franquicias como Starbucks o Costa Cofee que venden un mojador industrial que es la leche, con caramelo salado. He oído quejarse a un cristiano de base de que esta Navidad llegará con el Niño Jesús excluido y con los mantecados en modo  mince pie on. 

jueves, 14 de diciembre de 2017

¿Fascistas?


Por este cartel, Obiol (PP) llamó fascistas a los de la CUP
¿Ha muerto el fascismo? Estuvo operativo entre las dos guerras mundiales. Sin embargo, hoy todo el mundo llama fascista a todo el mundo. En la Transición no había dudas, el término fascista lo empleaban los vencidos en la Guerra Civil para insultar y definir a los vencedores y beneficiarios de la contienda. Pero hoy la cosa no está tan clara; los del Partido Popular pueden llamar fascistas a los de la CUP y viceversa. Pasa lo mismo con la expresión golpe de Estado, que lo mismo la usan los constitucionalistas, para referirse a los independentistas, que estos para referirse a aquellos. Insultos transversales que aclaran poco. Las ideologías y movimientos políticos que ensombrecieron el siglo XX parecen haberse diluido. Tan nítidos entonces; tan imprecisos ahora. Porque el poder ya no está -si es que lo ha estado alguna vez- en manos de los políticos o de los militares, sino de entes deletéreos y desubicados que trabajan sorda y eficazmente para el capitalismo financiero, de la mano de la tecnología más avanzada. Al caer las ideologías, lo único que se juega en el terreno de lo público es la obtención del poder para, una vez conseguido, ponerse al servicio del gran señor: el dinero y sus intermediarios. El capital deja que las masas transversales se entretengan con elecciones y otras actuaciones, siempre que no pongan en peligro sus ganancias. El caso catalán es sintomático. Han podido jugar unos y otros, siempre con el propósito de enmascarar el latrocinio, el robo sistemático de los dineros públicos, a enfrentar nacionalismos. El capital sabe que a los capataces hay que pagarles comisión, eres o mordidas, y le da igual el color o las propuestas políticas que defiendan. A los manijeros insensatos no les preocupa sacar a la calle a millones de personas para respaldar sus operaciones de enmascaramiento del saqueo, para dejarlas luego desesperadas, humilladas, sin soluciones ni salidas. "Lo que hacíamos era un experimento", declaran. "Todos sabíamos que la vía unilateral no era posible", afirman los cínicos. A los del 155, les ha venido de perlas para disimular sus líos penales. ¿Fascismo? Quizá, si nos atenemos a la definición que de fascismo dio, en 1961, el XXII Congreso del P.C.U.S: "El fascismo es la dictadura terrorista abierta de los elementos reaccionarios, chovinistas e imperialistas del capital financiero". Sí, a lo peor, la serpiente incuba de nuevo sus huevos.

jueves, 7 de diciembre de 2017

Taller de piropos

Mártir vulnerado
No estaría nada mal abrir un taller de piropos en la red. Para acabar con los
exabruptos de andamio, como el famélico “te comía hasta la gomilla de las
bragas”. Echaríamos mano de los escritores que han dedicado, con unas u otras
intenciones, halagos a la mujer. De la época en la que los hombres escribían
como los dioses, o los dioses escribían como los hombres, tomaríamos ejemplos
que pasarían hoy sin dificultad, pese a su incorrección, las pesquisas de género y
facilitarían nuestra tarea: En el Cantar de los cantares se puede leer “una yegua
de los carros del faraón / me pareces amiga”. Y, también, este otro que relaciona
a la amada con el agua, uno de los cuatro elementos de la Tierra: “Oh fontana
del oasis oh pozo de aguas vivas / Oh Líbano de cascadas”. Los halagos que
Homero dedica a la mujer, tampoco son grano de sésamo. De Helena, afirma,
ni más ni menos, que “su figura crea erección en los hombres”. Las alabanzas
que en la letanía se dedican a la Virgen, pueden ser calificadas de piropos a lo
divino y algunas, de exageraciones que rozan la blasfemia. No, Torre de marfil o
Casa se oro, pero sí, Puerta del Cielo, como si el propio Cristo no fuera el acceso
más cualificado. Blasfemo, también, Calixto, cuando en La Celestina remeda el
Credo, al confesarse adorador de Melibea: “¿Yo? Melibeo soy y a Melibea adoro,
y en Melibea creo y a Melibea amo”. ¿Lo más de lo más?: el poeta de cancionero
que se atreve a decir que, de haber nacido Isabel la Católica antes que la Virgen,
la reina hubiera sido la madre de Jesucristo. Vemos como bajo la capa del Arte,
el gran alcahuete de todos los pecados, se escolde el exceso y la brutalidad:
Sebastianitos en cueros, atravesados por venablos de Cupido, magdalenas
desmayadas, teresas de Ávila abducidas por el gozo, faunos violadores, dioses
raptores, degüellos y masacres. Todas estas imágenes de perdición son
permitidas y disfrutadas por reyes, confesores y teólogos. De ahí, mi idea de
crear un taller. En él enseñaré a modular artísticamente las expresiones brutales
del deseo de los hombres, de tal manera que pasen todas las inspecciones y
obtengan todos los permisos. Corro el peligro de que se me tilde de viejo verde
por esta iniciativa, pero les aseguro que este olmo seco, casi centenario, no
espera ya un milagro de la primavera. Aunque tampoco hay que ponerse en lo
peor. 

jueves, 30 de noviembre de 2017

Manada de lobos



Caperucita en Pamplona
A partir del siglo XVI, el cuerpo del niño se va desgajando simbólicamente del gran cuerpo de la estirpe, el cuerpo del niño gana autonomía, se individualiza.  Nace la idea de que “mi cuerpo es mío”. Una falacia. Se presenta como real algo que no deja de ser un anhelo. Para que el cuerpo nos pertenezca, tendremos que arrebatárselo antes a la pobreza, a las manadas de lobos, a lo explotadores del neoliberalismo feroz.  A los nacionalismos alucinados, a los fanatismos religiosos, a los totalitarismos  que nos roban los cuerpos para utilizarlos como  herramientas, cosas o algoritmos. A los que usan sus posverdades, es decir,  las mentiras de toda la vida, para enrolarnos interesadamente en todas las utopías de salvación y de mejoras radicales, en las que nos sentimos arropados, en nuestra inmensa soledad, por otros creyentes que curan su miedo y su dolor con las mismas cataplasmas y placebos que nosotros. La verdad es que nuestros cuerpos no son algo nuestros hasta que nos jubilamos. Entonces te encuentras todos los días con un cuerpo tuyo, algo averiado, que has de sacar a pasear, que tendrás que cuidar y no exponer a corrientes ni nubosidades variables. El Metro granadino nos ha permitido a muchos jubilados, incluso a los jubilados disruptivos, viajar a nuevas Ítacas. En Albolote, recalé ayer en una de ellas: la Biblioteca Municipal. En una de sus salas, me perdí por un frondoso bosque, pensado para que los niños se adentren en el mundo de los cuentos tradicionales y de las modernizaciones de esos cuentos. La ambientación es magnífica: vuelan aves, crecen arbustos y una vegetación encubridora de manadas de feroces lobos. El viaje en metro a esta Ítaca de los libros ha merecido la pena, y, también, conocer a una Penélope culta, entusiasta y entregada que todos los días espera la llegada de Ulises descarriados para ofrecerles el calor y el consuelo de la escritura. Comentamos como los cuentos tradicionales han servido para enseñarle a los niños que hay que tener cuidado ahí fuera, donde acechan las fieras. Hoy le he mandado una actualización de Caperucita Roja, realizada por el escritor pamplonica Patxi Irurzun. “Mi abuela, que es una pelma”, escribe Patxi, “siempre me lo dice antes de salir de casa: —Ten mucho cuidado ahí fuera, hija, que la calle es una jungla”. Por desgracia.

lunes, 27 de noviembre de 2017

Puigdemont y los davidianos

Un gurú nihilista
En marzo de 1997, en USA, se suicidó toda una comunidad de Davidianos porque el gurú les había enseñado una foto del cometa Hale-Bopp con una mancha en la cola. Se suicidaron coincidiendo con el paso del cometa cerca de la Tierra, porque se convencieron de que la mancha de su cola era una nave extraterrestre que los iba a llevar a "otros mundos" antes de que la Tierra saltara por los aires. La mancha resultó ser la cagada de una mosca en el negativo. Esto se supo después del suicidio colectivo. Las promesas de las religiones o de las utopías de salvación o de los nacionalismos terminan siendo cagadas de mosca. La infelicidad y la muerte las ha venido haciendo creíbles a lo largo de la Historia. Necesitamos ser eternos, necesitamos la justicia, la paz, la igualdad, tener cubiertas nuestras necesidades... Como necesitamos gurús y mesías, nos olvidamos una y otra vez de los desastres que en su nombre se han perpetrado

jueves, 23 de noviembre de 2017

Mear contra el viento

El carmen blanco


Hesíodo (poeta griego del siglo VII a.C.) recomienda: “No orines de pie vuelto hacia el sol, sino cuando se ponga, recuérdalo, y hacia oriente sin desnudarte; pues las noches son de los Bienaventurados; tampoco en el camino ni fuera de camino te orines sobre la marcha; muy sensato el hombre piadoso que lo hace agachado o que se arrima al muro de un corral bien cercado”. Esto, mucho antes de que los etólogos descubrieran la costumbre que tienen los machos de ciertos mamíferos de marcar el territorio con su orina. Con ella les dicen a otros individuos de su grupo: “este espacio es mío o esta hembra me pertenece”. Pero el hombre no utiliza la orina para marcar territorio. Antes de que se inventasen los currículos, las ejecutorias, las condecoraciones, los gallardetes, el estatus y los muros el hombre solía usar diferentes maneras de marcar el territorio. Una mquy habitual fue el construir una iglesia sobre una mezquita o una mezquita sobre una iglesia, después de arrebatarle una ciudad al enemigo. En cuanto ganabas una batalla, tirabas los templos de los dioses falsos y sobre ellos edificabas una basílica dedicada a los verdaderos. Los griegos, conciliadores, para evitar conflictos y no desatar la avaricia de los constructores de capillitas, dedicaron una estatua en Atenas al dios desconocido, a la que se podían encomendar todos los que llegaban a la ciudad desde lejanos países con ganas de rezar. Si expulsaron a San Pablo de Atenas, no fue por sermonear a los nativos y tratar de engancharlos al cuerpo místico de Cristo (la primera red virtual de la historia), sino por intentar convencerlos de la existencia de un solo dios verdadero, recurriendo a las ideas de algunos pensadores helenos. Ni Carlos V ni el pintor José María Rodríguez-Acosta utilizaron orina para marcar territorio. Carlos, en todo el esplendor de su imperio,  se hizo construir un palacio en mitad de la Alhambra para pasar su luna de miel y el pintor,  en el momento de más poderío económico de su familia, se hizo construir un carmen blanco, un pastiche infame, con una petulancia fiera, en todo lo alto, compitiendo con las torres rojas de la Alhambra. En Cataluña, ahora, hay una pugna a ver quién aleja más meando. Pero unos y otros mean contra el viento. El peligro: que el vendaval les obligue a tragarse su propia orina.

viernes, 10 de noviembre de 2017

La toma de Forcadell

La toma de Forcadell
Esta mañana en la COPE y en ONDA CERO: "En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército independentista, han alcanzado las fuerzas constitucionalistas sus últimos objetivos judiciales.El procés ha terminado. Madrid, 10 de Noviembre de 2017. Año de la Victoria".

jueves, 9 de noviembre de 2017

Un harén propio

Harén propio
Mientras que el guía nos recita en el harén de la Alhambra un poema de Villaespesa, el autor de La casa del pecado, en el que canta a una cautiva griega del harén del sultán “de manos a los juegos de amor jamás esquiva”, recuerdo lo que dice de los harenes la escritora marroquí Fátima Mernissi: que no son la sede del placer del hombre sino la residencia de una familia, bastante más compleja que la monogámica, donde conviven las cuatro mujeres del dueño de la casa, sus familias y sus criados. La cautiva del poema, escrito por Villaespesa en 1907, parece feliz de agradar a su señor, “loca de pasión”. Para los modernistas el modelo de harén no es el del turco Bayaceto, sino los prostíbulos franceses de principio del siglo pasado. Porque un modernista que se precie, y tenga cuartos, ha de visitar París, al menos una vez en su vida. Y eso es lo que traslada a sus poemas. Placer sin interrupción, venal y sin secuelas. Mernissi ha dejado claro en su libro Sueños en el umbral que en los harenes también hay que hacer la declaración de la renta y la harira. Lo de los harenes se puso de moda en la literatura europea del siglo XIX. Pedro Antonio de Alarcón, en su libro La Alpujarra, compara las naranjas del Valle de Lecrín con las cautivas sojuzgadas en un harén extranjero: “Estudiad, si no”, escribe el accitano, “el ulterior destino de estas princesas del reino vegetal, de estas rústicas diosas de nuestra tierra, de estas hijas de nuestro sol... Encontrámoslas aquí apiladas de cualquier modo en plazas y calles: cómpranlas luego mercaderes de otros países; enciérranlas en lujosos estuches, envuelta cada cual en una finísima bata de papel de seda; condúcenlas por camino de hierro o en barco de vapor a Berlín, a Londres o a San Petersburgo, y allí véselas (¡qué horror!) empingorotadas, como en un trono, en áureos fruteros, entre caloríferos y perfumadas bujías, ostentar su hermosura en los triclinios de los bárbaros del Norte y regalar el gusto de tal o cual Sardanápalo aforrado en inultas pieles... de otros animales por su estilo”. Mi harén, no es ni el de Bayaceto ni el del Modernismo. Mi harén es el árbol de mi huerto que me da, cada año, más de 150 naranjas cautivas a las que voy liberando cada mañana de sus ataduras, para disfrutar del color de su piel, de su olor, de su néctar, sin moverme de casa.

viernes, 27 de octubre de 2017

Candel, el coprófilo de Urgencias

Candel, una eminencia de la mierdología

En este vídeo de 15:15 minutos: Vídeo coprófilo de Candel

30 veces dice la palabra "mierda".
En 5 frases utiliza la palabra "culo"
4 veces usa palabras de la familia "cagar",
1 "Me suda la polla"
1 "Mojón"

jueves, 26 de octubre de 2017

¡Qué bien discrepan los clásicos!

Misterios del confesonario
Como me aburren las tertulias monotemáticas de las últimas semanas y los debates entre políticos sonados que repiten machaconamente sus estúpidas jaculatorias con caras de boxeador groggy, me divierto enfrentando inteligencias preclaras de la historia del pensamiento y de la literatura sobre algún tema enjundioso. Hay autores como Balmes que inventaron un tipo de debate bastante cómodo. De él se copian muchos columnistas, comentaristas de las redes y opinantes fanatizados. Balmes, en su libro Cartas a un escéptico en materia de religión, rebate los argumentos del incrédulo con una brillantez y suficiencia extraordinarias. Admirables, si no fuera porque el escéptico no existe y sus argumentos han sido inventados y escritos por el propio Balmes para poder machacarlos mejor. ¡Así cualquiera! Pero esto es muy habitual hoy que las redes permiten comentar rápidamente los post de los demás. Hasta hace unos años, se leía más que se escribía, hoy se escribe más que se lee. Te pueden contestar sin ni siquiera haberse leído lo que has escrito. Y poniendo en tu boca, como hace Balmes, cosas que no has dicho, para rebatirlas a placer y hacerte morder el polvo. Nos vemos aplastados por los diversos argumentarios cerrados y sagrados que circulan y repudiados por lectores que te ponen como a bayeta de cocina de microfibra, sin haberse leído lo que escribes, suponiéndolo, más bien. Por eso, aburrido, me deleito con los brillantes argumentos de los clásicos, aunque no esté de acuerdo con ellos. Da gusto leer lo que Montaigne tiene que decir sobre el placer sexual dentro del matrimonio y de la exigida pasividad de la mujer en el "acto". El coito ha de ser, según el ensayista, "contenido, serio y mezclado de algo de severidad; ha de ser una voluptuosidad algo prudente y concienzuda". Y lo cotejo con los consejos que René D. Louvel (1802-1887) "les da a las mujeres que no cumplen con el débito marital". En su Traité de Chasteté exhorta a las esposas, bajo pena de pecado grave, a que "abran los brazos y den satisfacción plena a los deseos de sus maridos". ¿Qué pensarán las mujeres de las opiniones de estas dos eminencias?, reducidas a la condición de simples objetos de placer. En la tribu 'kung', del desierto de Kalahari, no lo tienen tan claro. "Un hombre no tiene suficientes pensamientos para una mujer", reza uno de sus dichos. O sea, que es poca cosa. ¡Qué palo!

jueves, 19 de octubre de 2017

Paz, paciencia y memoria

Es posible que hasta el propio Montaigne (1533-1592)de vivir ahorafuera acusado de tibio o de templado; de equidistancia, pecado capital en la España presente. En tiempos de militancia, no incurrir en equidistanciavociferan muchos. También lo fue para el apóstol san Juanque nos dice en Apocalipsis (3:15-16): “Conozco tus obras y no eres ni frío ni caliente. Ojalá fueras frío o caliente, pero como estás tibio y no eres ni frío ni caliente, voy a escupirte de mi boca”. Por seguir aportando ejemplos que respalden mis reflexiones sobre la equidistancia, recomiendo la lectura de la novela Patriadel último Premio Nacional de Narrativa Fernando Aramburuen ella queda claro lo difícil que les ha resultado a los vascos equidistantes, convivir, en las últimas décadas, con sus vecinos en los pueblos de EuskadiPero vuelvo aMontaigne, con el que comencé esta columna: he disfrutado repasando unos de los capítulos de sus Ensayos, el que dedica a la moderación: “Gusto de las naturalezas templadas, medias y equilibradas; la falta de moderación”, escribe este pensador, “si no me ofende, hasta cuando va encaminada al bien mismo, me extraña al menos, me pone en duro aprieto para calificarla. No hago un spoiler del capítulo citado (el XXX) por no mostrar cómo el moderado Montaigne, hace una crítica del sexo locodentro del matrimonio que hoy resultaría poco moderada. Pero sí subrayo su llamamiento a la templanza en un momento, como el presente, en el que facciones enfrentadas reclaman gresca, leña, condenasEs el mismo llamamiento que, sin mucha esperanza, hago desde aquí. Siempre he recelado de los motivos que animan a todos aquellos que piden, feroces, guerra o la aplicación de las leyes más extremas para resolver problemas enquistados que se han dejado crecer, a posta, hasta el paroxismo. Los que no sufrimos el dolor del asesinato de un familiar en la Guerra Civil, los que no hemos padecido directamente el terrorismo, los que nos contentamos con una patria y una bandera no mayores que nuestra mejor maceta de geranios, pedimos paz, paciencia y memoria. Somos muchos, pero no gritamos a las puertas de los juzgados ni nos arremolinaríamos en torno a una hoguera par ver arder a una bruja ni haríamos calceta mientras se ahorca a un reo. Servimos de airbag.

jueves, 12 de octubre de 2017

Los ojos en pasmo

La desnudez de las masas

Todavía ser intelectual está bien visto. Aunque contra los intelectuales solemos rebelarnos las medianías y rajamos de ellos, señalamos sus contradicciones, denunciamos sus carencias y vicios. Pero la función del intelectual sigue siendo excelsa. Me he visto obligado a repasar La rebelión de las masas (1929), la obra más conocida del filósofo Ortega y Gasset, para intentar entender las aglomeraciones de gente que se están produciendo estos días en nuestras calles; y me he encontrado con esta autocomplaciente caracterización del intelectual: "Sorprenderse", afirma Ortega, "extrañarse, es comenzar a entender. Es el deporte y el lujo específico del intelectual (…). Todo en el mundo es extraño y es maravilloso para unas pupilas bien abiertas. Esto, maravillarse, es la delicia vedada al futbolista, y que, en cambio, lleva al intelectual por el mundo en perpetua embriaguez de visionario. Su atributo son los ojos en pasmo". Pasmado se quedaría don José Ortega y Gasset de la consideración que hoy merece un futbolista, muy por encima del gremio de los intelectuales o de los profesores. Y quizá no tendría más remedio que repasar alguno de sus conceptos sobre la sociedad y sus ídolos. Ayer los argentinos, después del triunfo de su selección sobre la de Ecuador, en Quito, (1-3) gracias a un hat-trick de Messi, no se cansaron de llamar "Dios" al delantero del Barcelona. Y el líder del grupo U2, en un concierto masivo en La Plata, gritó: "Gracias Messi, Dios existe". Pero volvamos a las masas, a las muchedumbres "en rebelión", se produzca ésta en Madrid, en Barcelona o en Valencia. Hasta en el Diccionario de filosofía, publicado en la extinta URSS por Iudin y Rosental y  (manejo una edición de 1975), se reconoce que Ortega -el único filósofo español estudiado en sus páginas- fue el primero que expuso, en la filosofía burguesa, los principios fundamentales de la teoría de la sociedad de masas. No es que yo aspire a intelectual, pero sin serlo, se me pusieron los ojos en pasmo cuando, esperando que el filósofo me hiciera comprender por qué desaparecieron en un tris, el día 10 por la noche, las masas de delante del Parlament de Cataluña, tras la declaración de Puigdemont, lo que me encontré fue esta caracterización  aproximada -en un meritorio ejercicio de anticipación sociológica- de lo que viene siendo el turismo basura que nos invade: "Las ciudades están llenas de gente. Las casas, llenas de inquilinos. Los hoteles, llenos de huéspedes. Los trenes, llenos de viajeros. Los cafés, llenos de consumidores. Los paseos, llenos de transeúntes. Las salas de los médicos famosos, llenas de enfermos. Los espectáculos, como no sean muy extemporáneos, llenos de espectadores. Las playas, llenas de bañistas. Lo que antes no solía ser problema empieza a serlo casi de continuo: encontrar sitio". Proféticas, sus palabras. Desde Granada a Santiago de Compostela, eso es lo que ha sucedido este verano.

miércoles, 4 de octubre de 2017

Los modelos del Juez Calatayud

Alicia en el país de las maravillas
Resulta difícil para los que venimos de una educación en la que los cuerpos estaban encerrados bajo siete llaves en hábitos, fajas, corsés, sotanas, miriñaques, corpiños y otras ortopedias, asistir, sin alterarnos, al espectáculo de los cuerpos desnudos o casi desnudos o escasamente cubiertos de ropa. El juez de Menores Calatayud ha levantado un gran revuelo cuando ha dicho en TVE1 que las niñas visten como putas. "Y los niños como putos", rectificó, después. Estoy con Calatayud en que falta una disciplina social que señale a los jóvenes cómo vestirse o cómo comportarse para socializar sin riesgos. El juzgado de Menores es una buena atalaya desde la que observar a la sociedad y esto es lo que viene haciendo este magistrado desde hace 30 años. Sus sentencias "alternativas" suelen ser muy comentadas. También son rompeolas de la sociedad los colegios, los hospitales, los campos de fútbol, las primeras comuniones, las bodas, los cumpleaños, las procesiones, las fiestas, los homenajes a las víctimas del terrorismo... Todas aquellas manifestaciones de la vida en común en las que aprendemos a comportarnos socialmente, en las que nos sentimos arropados en este valle de nieblas por otras personas que hacen lo que uno hace, que piensan lo que uno piensan y que sienten lo que uno siente. Todo, menos que nuestra vida sea un "andar solitario entre la gente". Y sí, Calatayud señala la caída de unos comportamientos y unos modelos sociales que estuvieron vigentes hace décadas. Después de la guerra civil, aceptamos los pololos de la Sección Femenina y entregamos las llaves de nuestros armarios al confesor. Luego llegó la minifalda. Pero ahora, los patrones son otros. Ni la monja ni el soldado ni la chica yeyé, los modelos de los jóvenes son los de la puta y el matón. Sospecho que las voluntariosas herramientas correctoras del juez ya no sirven. Se pensaron para tiempos de escasez, de sumisión y de ilusión en un cambio "reglado". Los arquetipos han cambiado, y no sólo en España. Para la escritora Nancy Huston es común a todo Occidente, donde "la chica intentará brillar por su belleza y sex-appeal, corriendo el riesgo de que la muelan a palos, la violen y la asesinen. El chico procurará brillar por su audacia y su dureza, corriendo el riesgo de que lo metan en chirona o lo maten. Las prostitutas suelen fardar, y es normal. Los matones también fardan, y es normal. Ambos han tenido que endurecerse para sobrevivir y no pueden permitirse mostrarse vulnerables. Eso no impide que si rascamos la superficie, el niño esté ahí. Debajo de la puta está la niña, y debajo del matón está el niño lleno de necesidades y con una salvaje carencia de amor". En León, los universitarios han ido un poco más allá del modelo descrito: como novatada, han dado en rifarse en cueros en una subasta de tintes esclavistas. Pronto, serán "putas" y "matones" los que habrán de copiar de nuestros estudiantes si no quieren quedar fuera de juego.

lunes, 25 de septiembre de 2017

Oración para recuperar Cataluña



San Antonio y Santa Rita
Para el 30 de setiembre, Santa Rita, patrona de los imposibles. Y para el día 2 de octubre, San Antonio, el Google sacro para encontrar objetos perdidos.Transcribo la oración de este piadoso motor de búsqueda por si... " San Antonio, perfecto imitador de Jesús , que recibiste de Dios el poder especial de restaurar las cosas perdidas, concédeme que pueda encontrar ( el nombre del objeto perdido ) , que se me ha perdido . Por lo menos restaurarme la paz y la tranquilidad de mente; pérdida que me ha afectado mucho más que la pérdida material. Además de este favor te pido otro: que siempre quede yo en posesión de este bien que es Dios . Permíteme perder cualquier cosa menos a Dios , mi bien supremo. No me dejes sufrir nunca la pérdida de mi mayor tesoro, la vida eterna con Dios". Rezada la oración le dais a la tecla "AMEN".

viernes, 22 de septiembre de 2017

La Guardia Civil trabaja para el "Sí"

J'acusse
Nunca, como ahora, este columnista percibe su impotencia, sobre todo si recuerda cómo el artículo de Émile Zola, J'accuse (1898), influyó en el proceso del capitán del ejército francés Alfred Dreyfus, acusado de alta traición. Nada de lo que diga este articulista servirá para parar el desastre catalán. No sé, ni siquiera, por qué escribo. Bueno, sí lo sé, porque he oído que este tipo de actividad retrasa la aparición del Alzheimer. Y entonces escribo por las mismas razones por las que me hago todos los días 10 kilómetros en bici o me tomo una hamburguesa (asquerosa) de brócoli, la berza que todo lo cura. Porque puedes avisar, con Bertolt Brecht, que "La guerra que vendrá / no es la primera. / Hubo otras guerras. / Al final de la última / hubo vencedores y vencidos. /Entre los vencidos, /el pueblo llano pasaba hambre. / Entre los vencedores / el pueblo llano la pasaba también". Que nadie se inquietará, al leerte. Y pasarán de la anotación con que acompañas el poema. En la que sugieres que, en la tesitura en que nos encontramos, antes de que alguien eche mano a la pistola, convendría recordar estos versos. Lo haces a la desesperada, convencido como estás, de que en España, lo que vienen siendo las derechas, creen que el Estado es suyo y toman de él las partes que quieren, cuando quieren, sin remordimientos. Y que, lo que vienen siendo las izquierdas, piensa que, contribuir al fortalecimiento del Estado opresor, es ampliar el hondón de la injusticia. Y se emplean en deconstruirlo, pieza a pieza, ahora con las técnicas suicidas de patio de colegio de la CUP o de Rufián. Lo que más me molesta de todo este asunto son los componentes mágicos y azarosos del proceso. Rufián decía no saber qué iba a pasar con el ejercito, si gana el referéndum; Puigdemont afirma que las pensiones de los catalanes, las pagará el Estado español. Anna Gabriel quiere, no sólo la independencia, también una república y que, además, sea feminista. Pero no ha calculado cuánto cuesta independizarse, cuánto fabricar una república y, si es barato o caro que sea feminista. Y Rajoy le hace la campaña al "sí" a la desconexión mandando a la Guardia Civil. Y todo esto en el mismo escenario donde, en 1992, las naciones del mundo, tras las olimpiadas, empezaron a considera que España no era una rareza. Termino. Como en la película "Mejor imposible" (1997), me entran ganas de vociferar algo parecido a lo que grita la novia del personaje trastornado que protagoniza Jack Nicholson: "Quiero un novio normal, que no esté loco", dice ella. Mi grito sería éste: "Quiero un referéndum pactado y con garantías, ¡normal!, y no este simulacro farragoso y trastabillado que nos está volviendo locos".

lunes, 18 de septiembre de 2017

La cagada de una mosca


La senda del orgasmo sideral
En marzo de 1997, en USA, se suicidó toda una comunidad de Davidianos porque el gurú les había enseñado una foto del cometa Hale-Bopp con una mancha en la cola. Se suicidaron coincidiendo con el paso del cometa cerca de la Tierra, porque se convencieron de que la mancha de su cola era una nave extraterrestre que los iba a llevar a "otros mundos" antes de que la Tierra saltara por los aires. La mancha resultó ser la cagada de una mosca en el negativo. Esto se supo después del suicidio colectivo. Las promesas de las religiones, de las utopías de salvación, de los nacionalismos místicos, terminan siendo cagadas de mosca. La infelicidad y la muerte las ha venido haciendo creíbles a lo largo de la Historia. Necesitamos ser eternos, necesitamos la justicia, la paz, la igualdad, tener cubiertas nuestras necesidades... Como necesitamos gurús y mesías, nos olvidamos una y otra vez de los desastres que en su nombre se han perpetrado.

jueves, 14 de septiembre de 2017

El Estado, mal que te pese, eres tú

Eliszka
Si quisiera echarme novia, nunca iría a Canal Sur. Hay formas más recatadas de socializar. Y no iría, sobre todo, para no hacerle el avío a la Junta que utiliza la televisión autonómica para hacerse propaganda y para dar a conocer una sedicente cultura local -los responsables del bodrio hablan de folclore- en la que los protagonistas (niños chistosos y cargantes, niñas vestidas -para disfrute de pedófilos emboscados- de actrices de revista cutre de los 40 o de sicalípticas bailarinas de bachata y jubilados en busca del amor de su vida) rellenan la parrilla de una televisión pública deficitaria, por un bocadillo y un refresco. Se le atribuye al rey Luis XIV la frase: "El Estado soy yo", ahora en España, con las autonomías a la greña, nos dicen todos los días que el Estado somos nosotros: "¡Sírvanse!". España es una gasolinera de noche, donde todo lo pone el cliente/contribuyente. Primero pagar, luego se encienden los números de precio y cantidad de litros; has de mancharte las manos de combustible, hacértelo todo. En las más consideradas, hay unos guantes y papel de celulosa para los que prefieren cogérsela con kleenex. Los impuestos sí se cobran; los organismos buitre tributarios son inclementes y, plausiblemente eficaces, cuando aciertan a hincarte el diente. Los servicios mínimos funcionan gracias a unos pocos expendedores. Y, sobre todo, a las familias (microestados, dentro del Macroestado español, paralizado y herrumbroso, empeñado, él y sus secuaces autonómicos, en emprender acciones catastróficas de despiste que desvíen la atención de su ineficacia y de sus corruptelas). Las familias, y la parte más sensata de la población, la que no se escaquea sistemáticamente de sus obligaciones, mantienen una cierta disciplina social que es la que pone cada mañana a funcionar a un país renqueante. No, para buscarme pareja -si es que todavía me atrevo a embarcarme en un proyecto de vida tan azaroso-, no iré a hacer el ridículo al programa de Juan y Medio, explicándole a mi novia, para cuando lo sea, cómo me gusta que me hagan el encebollado de higadillos de pollo. No quiero saber nada de Canal Sur. Si Susana Díaz quiere sedar a la población, que se estire y pague a los extras que le hacen los programas de su cadena con algo más que un bocadillo y un refresco. En lo que a mí respecta, me iré a Churriana de la Vega (Granada), a una discoteca transversal, la Lady Pepa, un parque temático del amor, que reúne los fines de semana a más de mil personas de distintas edades, credos, razas y condición social; donde, según me dicen, liga el niño, liga la niña, liga la viuda, el adolescente, la joven, el joven, la cuarentona separada y el sesentón solitario, en un ambiente distendido y selecto, sin riñas ni altercados, y sin darle un cuarto a ese pregonero de banalidades que es Juan y Medio. El Estado son ellos, que paguen.

jueves, 7 de septiembre de 2017

La insumisión de la militancia

Ondas
La militancia está alicaída. Incluso rebelde. A punto de declararse insumisa y de pedir la supresión del servicio obligatorio de militar a las órdenes de condestables, sargentos primeros -¡de los de "Sí, Señor!-, secretarios locales de los partidos, secretarios provinciales o nacionales o papas de Roma. En mi familia se daba mucho la insumisión de los fieles militantes cristianos. Y llegados a un punto de hartazgo, muchos de ellos se declaraban independientes de las autoridades religiosas locales o romanas y sólo admitían órdenes directas de la autoridad suprema, que, prudente y ocupada en otros rincones del Cosmos, no apareció nunca por mi casa para dar órdenes o tomarle la lección a nadie. En las corporaciones, sean una mutua de seguros o cualquier iglesia, te lo ponen muy fácil a la hora de entrar. Te atiborran de promesas y de bonus para que compres la entrada de acceso a un paraíso en sus diferentes formatos o un seguro a todo riesgo que cubrirá cualquier contingencia. Pero cuando estás dentro de un partido o acogido a un seguro, ya las cosas no son tan de color de rosa como te las plantearon al principio. El sistema más organizado de militancia y de los que mejor se conoce el funcionamiento, porque lleva 2000 años enrolando gente, el cristianismo, inventado por San Pablo, ofrecía a los militantes, a los cristianos que estén en gracia de dios, unos servicios extraordinarios que van de meter goles a disfrutar de un asiento en primera línea de la playa celestial. San Pablo, un genio de las comunicaciones y del marketing, lo llamó CMC (Cuerpo místico de Cristo). Luego cuando la cosa no funcionaba y se te moría reventado el mulo en el bancal o ganaba el equipo contrario, te daban unas explicaciones muy complicadas de por qué Dios permite el mal en el mundo. Los partidos también han prometido el oro y el moro a sus militantes. La igualdad, la libertad, la fraternidad, la desaparición de las clases sociales, el estado del bienestar, sanidad para todos; escuela, vivienda y justicia cabal. Pero como las ondas que provoca una piedra arrojada en un estanque que, primero, son altas y poderosas y, conforme se alejan del centro, se hacen débiles e imperceptibles, los bienes de que han disfrutado los dirigentes de los partidos y sus familiares y amigos, conforme se alejaban del centro del poder, iban debilitándose o desapareciendo. Y la militancia se está hartando y denunciando públicamente el incumplimiento de las grandes promesas. Despolitizándose y echándose en brazos de los instintos básicos, amar y descabezar langostinos de Sanlúcar antes de engullirlos.

jueves, 31 de agosto de 2017

Patria de proximidad

Como los pasteles de los López, ningunos
Para mí, el 12 de Octubre, día de la Fiesta Nacional, es un día triste porque es el día en que cierran Los Italianos. Soy muy básico. Ayer me llevé un mal rato al pasar por la Calle Reyes Católicos y ver que Los López-Mezquita estaban en obras. En abril, mi abuela, recogía los primeros dineros contantes y sonantes de la temporada gracias a la venta de las cerezas tempranas de Cenes. Se vendían estupendamente en la corrida del bar de Paco. Para entonces nos habíamos quedado, en los años 60, sin cash-flow: habíamos consumido la matanza, nos habíamos comido los melones colgados del techo del granero y los caquis. Pero las cerezas salvadoras del Zargal, la finca de mi abuela, nos sacaban de la crisis, a nivel microeconómico. Y allí iba doña Dolores, vestida  de luto, desde que perdió a su marido, con 22 años y dos hijos, en el tranvía de la Sierra y compraba chacinas en Brieva, una tienda de  ultramarinos que había junto a la barbería donde se pelaban mi padre y Lorca, en la Acera del Darro. Luego se pasaba por los López-Mezquita, donde adquiría los deliciosos bizcochos de soletilla de la casa y una caja de pasteles surtidos. Y, cuando nos los estábamos comiendo, exclamaba ritualmente: “¡Cómo los pasteles de los López, ningunos!”. Me gustaría que la patria me hiciera sentir mariposas en el estómago, pero nunca me han entusiasmado las grandes posverdades, como las llaman ahora. Soy un patriota de proximidad, sólo aprecio y valoro lo que puedo tocar, lo que puedo ver, lo que me roza la piel. Ha muerto demasiada gente a cuenta de las patrias y de las religiones y de las grandes promesas y de las grandes máscaras y tapaderas de la suciedad y la vileza. Ahora sólo creo en los tomates y los pepinos y las ciruelas y el pimiento rojo y la berenjena tersa que me vende Salvador, un vendedor ambulante, tierno y curioso, que hizo la primera comunión conmigo en la escuelas del Avemaría de la Avenida de Cervantes y que todavía recuerda con emoción la onza de chocolate y el bollo de leche que nos regalaron ese día a los primeros comulgantes. Insensibles para el tremendo misterios que nos acababa de pasar (nada más y nada menos que comernos todo un dios), pero muy sensibles a una onza de chocolate, tan harinosa que nos producía dentera morderla, pero nada habitual en la dieta de un niño del año 1953. También recuerda Salvador que le tocó una lata de sardinas con el número 17 y cómo suele meter en los ciegos a ese número, sin suerte. En el patio del colegio había un mapa de España de obra, con sus mares y sus montañas. En un pispás estábamos en Madrid, sin necesidad de tren, y en Barcelona, en tres zancadas. No creo que a Salvador le importe un pito el esperpento catalán. Sí le gustaría, como a mí, volver al patio del colegio para recorrer aquella patria abarcable y eterna del mapa de nuestra infancia.

martes, 29 de agosto de 2017

Los mártires no se compran por eBay


El patronazgo de Sant Jordi, en peligro
“Un muerto salvaría a Cataluña”, afirma en un artículo que le ha costado ser despedido de La Vanguardia, el periodista Gregorio Morán. Un muerto, un mártir, de los suyos. Resulta engorroso que los mártires no los vendan por Amazón sin gastos de envío y que haya que currárselos ocupando edificios o levantando barricadas. Insto a que los independentistas cambien, en el documento de últimas voluntades, la inhumación o la cremación por la degustación antropofágica. Y así se ahorran sus familias el gasto del entierro o la cremación. La falta absoluta de humanidad con la que han consumido a las 16 víctimas del atentado terrorista de Barcelona, que no les tocaban nada, augura un banquete épico, si cae alguno de los suyos en la batalla cruenta que, según Morán, no descartan sectores independentistas. De los mártires, ya lo sabemos, se aprovechan hasta los huesos. Huesos de santo. La futura República de Catalunya tendrá así patrón y valedor. He visto a devotos granadinos pasar su declaración de la renta, defraudatoria acaso, por la lápida de la tumba de Fray Leopoldo. Los ladrones del 3 % conseguirán la amnistía de sus delitos con sólo encenderle una vela a su patrono.

sábado, 26 de agosto de 2017

Matar de cerca


GOOGLE-PLUS
Combate singular
Los terroristas suicidas dejan en ridículo a la propia industria armamentística, a las armas más sofisticadas, a los drones y a cualquier otro sistema de destrucción masiva controlada desde lejos. E, incluso, a la misma infantería que no se atreve a bajarse del avión o del portaaviones. Es decir, el EI ISIS, los malos, disponen hoy de una herramienta de combate muy sofisticada que ha llevado millones de años poner a punto, los suicidas. A veces, el ser humano, este producto precioso y raro, ha sido bien utilizado y ha descubierto vacunas, remedios contra el dolor y la enfermedad. La piedad, la compasión, la caridad, el respeto a la vida ajena, los derechos humanos, el cuidado a los desvalidos, los medios de transporte, las comunicaciones, la Wikipedia, los guantes de látex, la higiene, el bien mirar, el buen amar, la tortilla de patatas, el arroz caldoso, la amabilidad, la cortesía, el derecho de asilo. Los besos. Las caricias. Pero esta sorprendente máquina que es el homo sapiens, también tiene miedo y hambre y un impulso ciego para reproducirse y pervivir en esa carrera de relevos genéticos que es la vida de la especie sobre este extraño pedrusco cósmico, florecido y redondo, que nos alberga. La historia de la humanidad no es nada edificante. Nos informa de los millones de hombre y mujeres que han muerto luchando por alimentos y por poder reproducirse en las mejores condiciones posibles. También sabemos cómo se han ido fabricando armas cada vez más eficaces para acabar con el enemigo desde lejos y sin sufrir daño. El fuego que permitía quemar aldeas completas, sólo con lanzar una tea sobre los techos de paja de las viviendas del enemigo. Lanzas larguísimas, venenos para las aguas potables, las catapultas y por fin el arma más eficaz que imaginarse pueda: el arco y sus variantes. Que permitieron a los contendientes matarse masivamente, si se era hábil, sin verse las caras. Luego la pólvora, los arcabuces, las espingardas, las escopetas, los fusiles, los cañones, los morteros, los aviones, los misiles que permiten a un presidente coreano amenazar a un presidente norteamericano, ambos seres llegados de otro planeta, el de los locos de poder, con asolar su país apretando sólo un botón de la casaca del jefe de estado mayor. El combate singular se inventó para que dos campeones, incluso los mismos reyes, lucharan sin implicar a la población. Las armas de destrucción masiva, para que dos líderes incompetentes y enfermos de ambición, pudieran acabar con poblaciones enteras sin sufrir rasguño alguno. Y en esto, llegan los suicidas e instauran de nuevo el combate cuerpo a cuerpo. De nuevo, los contendientes mirándose a la cara antes de asestarse el golpe definitivo. En estos enfrentamientos, el que sale con ganas de morir, tiene toda la ventaja.

jueves, 17 de agosto de 2017

Un casio musulmán

Casio CPA-100
Por imperativo filial he comenzado a ver la serie de televisión Juego de Tronos. No he visto nada más que el primer capítulo de la primera temporada y me está afectando. No se crean todo lo que ven en las películas y en las series. Ahora todo el tiempo padres e hijos se están diciendo "te quiero". "Te quiero papá", "te quiero mamá", "te quiero hijo". No recuerdo que mi padre me dijera jamás que me quería. Ni mi hijo me ha dicho nunca que me quiere ni yo tampoco se lo he dicho a él. Eso no quiere decir que no tengamos un amplio repertorio de señales para decirnos lo mucho que nos apreciamos. Nos amamos a través de metáforas: la informática, las motos, el regulador de corriente de la Virago, el casco, la receta de la cazuela de alubias, la empanada gallega… El reloj Casio también ha contribuido a que nos demos muestras de profundo amor y consideración. Somos fanáticos de esta marca. Conservamos todos los Casios que nos hemos ido regalando. El último que me ha traído es un Casio gigantesco, más grande que mi muñeca. Me lo ha comprado musulmán. Tiene una ventanita en la que te va marcando las horas del rezo islámico. Y una alarma que pita al inicio de cada rezo y media hora después para recordártelo, si lo olvidaste. Yo no soy musulmán y él lo sabe, pero me dijo que era una manera de protegerme de un atentado. Que le han llegado noticias de que en alguno de los atentados perpetrados por yihadistas hay personas que se han librado por llevar encima el Corán o un reloj como el que me acababa de regalar. Aunque le he dicho que una cosa es ser musulmán y otra muy distinta ser yihadista, él ha insistido en que me lo ponga. Esta es su forma de decirme que me quiere. El caso es que, tras los comentarios que provocó el reloj, nos hemos quedado un poco sin temas de conversación. Y mi chico ha decidido que vea su serie favorita para retomar nuestros amores. Me ha aconsejado que no hable de ella hasta que vea, al menos, la primera temporada completa. Que me gusta opinar, me dijo, de las cosas sólo con mirarlas al soslayo. Acaba de examinarme del primer capítulo. Hasta me ha preguntado por la frase que le dice el cuñado enano del Rey de los Siete Reinos del Poniente al hijo bastardo de Eddard 'Ned' Stark, Señor de Invernalia. La recordaba perfectamente: "Los padres miran a sus hijos enanos como si fueran bastardos". He obtenido su placet. Puedo adelantarles que la serie, como la Thermomix, ha triturado múltiples ingredientes y referencias (Arturo, Tito Livio y la fundación de Roma, brumosas leyenda Vikingas...), creando un salmorejo épico de textura catártica que dispara nuestra fantasía y disipa nuestro miedo y preocupaciones. Ya les digo. Este primer capítulo me está afectando. Y me ha dado por relacionar, para no ser menos, el matrimonio contra natura de la CUP y Puigdemont con la leyenda de Melusina, que terminó tan mal. Consulten la Wiki y verán cómo la comparación no es tan disparatada.

jueves, 10 de agosto de 2017

Vocación de servirse... de los contribuyentes

Nos dan la espalda
La frase "voluntad de servicio" ha terminado por resultarme antipática. La relaciono con el servicio militar, con la Falange y con los procuradores en Cortes franquistas. Los capitostes del Movimiento Nacional estaban en política movidos -decían ellos- por una voluntad firme de servir a los ciudadanos (afines al régimen, claro). Ni el régimen andaluz (sí, el régimen clientelar andaluz), salido de las urnas, y por tanto democrático y legítimo, ni el gobierno del Estado, el del PP, salido también de las urnas y al que la corrupción le resta pocos votantes, ya no tienen valor suficiente para decir que están en política para servir a los ciudadanos. Los méritos del PP es que -según ellos- estamos saliendo de la crisis. No nos hablan nada más que de dineros. Y si sales por la ciudad, te das cuenta de que algo de dinero, blanco o negro, circula. Las terrazas de los bares aparecen llenas de familias. Gracias a que nos hemos convertido en un imperio implosivo, en lugar de expansivo y dominador. En nuestras tapas no se pone el sol, pero en lugar de llegar a Filipinas, como Felipe II, de hacernos con el mundo, el mundo entero se ha venido a tomar boquerones al limón en nuestras playas. Y estamos a reventar de turistas. Sí, es cierto, los camareros y los dueños de bares, hoteles y restaurantes, tiene una auténtica voluntad de servicio o, mejor, de servir copas y entretenimiento, porque no hay otra cosa. La prisa con la que Susana Díaz ha colocado a los consejeros cesantes en la última remodelación en puestos en los que van a ganar más que antes, certifica que al régimen andaluz, y a su presidenta, lo que les interesa no es servir a los andaluces -ahí está el ERE encubierto que suponía la fusión hospitalaria granadina- sino servirse de nosotros y seguir fortaleciendo la férrea jaula clientelar que lo sostiene. Nada de voluntad de servicio, voluntad de servirse. Y, como en tiempos de Zapatero, las virtudes cívicas se enseñan ahora en las series de televisión. Los socialistas, sin valor para resolver el enorme dolor de las víctimas del Franquismo cuando gobernaron, se dedicaron a ajustarles las cuentas a los vencedores en la serie, entonces en la TVE 1, Amar en tiempos revueltos, en la que todos los malos eran franquistas y casi todos los buenos Socialistas. La televisión pública, viendo que ni la escuela ni las instituciones son capaces de inculcar valores a los ciudadanos, ha decidido inculcarlos en Servir y proteger, su melodrama de la tarde. Tan buena es la policía en esta serie que dan ganas de delinquir para que te detenga y disfrutar de sus servicios profesionales. Serie feminista, asistencial, misionera, catecumenal, educativa, 'ilusionante', en suma. Todo no está perdido. Entre la UCO y la Policía Nacional nos van a sacar del atolladero. ¡¡¡Viva el melodrama policial, abajo la mugre que ensucia a diario los juzgados!!!