jueves, 28 de noviembre de 2013

Grey a lo divino

El lenguaje religioso se contamina con frecuencia del lenguaje amoroso.  El libro patrocinado por Javier Martínez  Cásate y sé sumisa es, en parte, un Grey a lo divino. En Las 50 sombras de Grey, el best seller sadomasoquista de moda, la sumisión de la mujer a un macho formidable, aunque enfermo, es parte fundamental del  argumento.  La experiencia amorosa, sobre todo cuando alcanza el clímax, es un prodigio gozoso de raíz cósmica que nos excede y que nos transportan a otra dimensión. Los místicos no han dudado en robar a los poetas las palabras del amor para explicar sus devaneos con la divinidad.  Y los poetas han tomado sin dudarlo el lenguaje de lo sagrado para hablar de cosas de este mundo.  Arriesgándose incluso a la blasfemia. Un poeta de la corte de los Reyes Católicos se atrevió, por agradar a la reina, a decir de ella que, de haber nacido antes que la Virgen, Isabel hubiera sido la elegida para madre de Jesús. Las  autoras de Grey de Cásate están de acuerdo en que no hay amor sin dolor.  Y en la biografía de San Juan de la Cruz, escrita por padre carmelita Crisógono de Jesús, se recoge un hecho que también confirma la relación entre amor y penas.  Al poco de escapar de la cárcel  toledana donde lo tuvieron recluido sus propios hermanos de religión, encontramos al Santo en el convento de las monjas descalzas de Beas de Segura, en Jaén; su aspecto es lasti­moso: viene desfallecido, pálido, sin carnes y renegrido, con la piel pegada a los huesos. Casi no tiene fuerzas para hablar. La priora, para consolarlo, manda a dos novicias que le canten unas coplillas "espirituales”. Y en la penumbra del locutorio suena este cantar: "Quien no sabe de penas / en este valle de  dolores / no sabe de cosas buenas, / ni ha gustado de amores / pues penas es el traje de amadores”. Juan se estremece hasta no poder soportar la emoción y,  mientras que con una mano se coge a la reja del locutorio, hace con la otra señal de que cese el canto, que tanto le impresiona. Colgado de la reja, inmóvil, permanece una hora silencioso. Días más tarde de este curioso episodio de sadomasoquismo conventual, finalizaría, posiblemente en Granada, la redacción de  La noche oscura del alma,  donde da cuenta de las sensaciones de gozo, de abandono voluntario y de fusión con el otro que se producen  tras el encuentro amoroso.  Primero, el frailecico aguantó dolores.  Después de las penas, el placer de la unión con Dios.  Como en el libro arzobispal.

martes, 26 de noviembre de 2013

Si Don Quijote volviera...

Don Quijote en una rueda de prensa en Moncloa
Si la sanidad pública, no cura. Morirá mucha gente. Si a los que protestan, se les ponen multas imposibles de pagar, morirá gente de inanición. Pronto pocos tendrán trabajo y, por tanto, morirán de hambre ellos y sus hijos. Los que queden vivos se morirán de rabia al ver como el dinero que podría arreglar algunos problemas hay que gastárselo en policías, cárceles y burócratas del exterminio. Y al final, en acondicionar campos de concentración para tanto inocente 'delicuenciado'. Habrá que ir pensando en cómo deshacerse de tanto cadáver. Porque morirse normalmente ya no se puede, que vale el entierro como mínimo 3000 euros. Al final el problema que tienen los regímenes que eliminan a tanta gente es el crematorio. El holocausto.

jueves, 21 de noviembre de 2013

No me cuentes tu vida

Trapos sucios
Estoy a punto de romper a escribir mis memorias. Cuando escribió el cantante Justin Bieber su “autografía” con 17 años, pensé que se me había pasado el arroz. El que González y Aznar hayan escrito libros intentando convencernos de que triunfaron allá donde fracasaron, me ha hecho reanudar la redacción de mis hechos hazañosos: “para que inventen ellos solos”, he pensado, “mejor que inventemos todos”, pese a que este tipo de libros resulta, de ordinario, tedioso. Es como el humorista que se obstina en explicarle al público, una y otra vez, el chascarrillo  que no ha hecho gracia a nadie. Además, los poderosos que no se deciden a abandonar el escenario del todo me resultan indecentes: Franco, Castro, Gadafi… González, Aznar, convencidos de que si ellos se van, si ellos callan, calla la vida. Pero es que la gente corriente que no hemos engañado a un pueblo entero –por falta de ocasión, posiblemente- como hizo González con lo de la OTAN, ¿de qué podemos hablar? ¿De qué hablaremos los que no pudimos dar las muestras de servilismos que daba Aznar cuando se acercaba a aquella fábrica de mentiras infames en que se convirtió el rancho tejano de Bush? Por agradar, este recio patriota cambiaba hasta el tono de su voz y se ponía ‘manito’ total. Es comprensible que estos seres desnortados quieran recontarnos su vidas, porque uno puede fracasar en la vida real, pero no tiene por qué hacerlo cuando se la cuenta a lo demás. Cuando redactan sus memorias actúan como los técnicos de montaje de una película: cortando lo infame, retocando lo deslucido,  haciendo desparecer del film los fotogramas inconvenientes, reinventándose la historia y filmando pasajes que nunca tuvieron lugar para pegárselos a la cinta como si hubieran ocurrido. Pero los que no tenemos nada más que dos o tres canalladas irrelevantes,  ¿qué vamos a contar? Podemos  limpiar perfectamente en un pispás esos rincones oscuros de nuestra memoria de trapos sucios y llenarlos de hechos heroicos y beneficiosos, si no para la humanidad, si para la nacionalidad histórica andaluza.  Y sobre todo, podremos completar los olvidos de los poderosos o desactivar alguna de sus mentiras. Todavía me estoy preguntando por qué Julio Anguita en el libro de memorias que acaba de publicar, se ha olvidado de contar cómo y cuándo me entregó el carnet del PCE en una callejuela cordobesa.  El dato es baladí para esa organización, pero no para mí que, desde entonces, he sido el compañero de un viaje que ha terminado por ir a ninguna parte.

martes, 19 de noviembre de 2013

No se me pasó el arroz

Duele que Espasa-Calpe le haya publicado a Belén Esteba un libro de memorias. Si no hubieran ido tantos políticos e intelectuales a Salsa Rosa, jamás Belén se hubiera atrevido a invadir con sus recuerdos este alto templo del saber enciclopédico y de la Literatura 'buena'. Yo rompí a a leer a los clásicos en la Colección Austral, de Espasa. Ni Valle-Inclán ni yo saldremos indemnes de este atropello. Las editoriales con tal de ganar dinero... La esfera de los libros acaba de sacar las memorias de Anguita, Planeta, las de Aznar y Debate, las de Felipe González. Yo me estoy animando, porque suspendí la redacción de mis memorias cuando el cantante Justin Bieber publicó, con 17 años, su autografía. Pensé que se me había pasado el arroz. Pero ahora que todo el mundo quiere contarnos su vida, como el que trata de explicar un mal chiste a un auditorio al que no le ha hecho ninguna gracia, pues voy a ver qué me invento.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Las posturas del arzobispo

De arriba abajo
BARRIO Sésamo, el programa infantil de TVE de los 80, instruía, sin vencedores ni vencidos. A los niños se les enseñaban de forma neutra conceptos básicos para orientarse en la vida: 'arriba', 'abajo', 'dentro', 'fuera'… Sólo se les apuntaba, mientras aprendían cantando y bailando, que, tras subir una escalera, varias veces, podía aparecer el cansancio. En la Biblia los términos 'arriba' y 'abajo' sí aparecen contaminados por la lucha entre religiones. Los templos de los ídolos -los malos- suelen estar en las colinas, arriba, como si intentaran tocarle las eternidades a Jehová -el bueno- o situarse en primera línea de divinidad. Galileo pagó caro el desterrar con un telescopio a Dios de arriba y situarlo sólo dentro del corazón humano. Para nada, porque hoy se le considera un cobarde por retractarse de sus teorías para salvar la vida; y ni siquiera ha conseguido que los futbolistas cuando meten un gol dejen de mirar hacia arriba y de señalar con las manos al cielo. Pero las religiones, a veces, han propuesto leyes benéficas: frente a la animalidad de ingresar en una mujer desde atrás sin una caricia o un algo, como solían hacer los hombres primitivos, imitando a otros animales, la Iglesia propuso en América la postura del misionero, donde la mujer, aunque abajo -sometida como un gladiador vencido- ofrecía al hombre su cara para que él viera en ella, desde arriba y estando dentro, la paz y el contento, la suspensión de hostilidades que se refleja en el rostro de una mujer abducida por las buenas artes de la guerra del amor. No siempre los clérigos, en trance de pasar desde fuera de una mujer a su interior, a sus adentros, se han colocado arriba; en el Decamerón, el abad de un monasterio, si hemos de creer a Boccaccio, prefirió situar a la chica encima de él, con extrema delicadeza, para no herirla con el peso de su mucha solemnidad en el momento del ingreso. La autora del libro de moda Cásate y sé sumisa parece que, de las posturas neutras que Barrio Sésamo proponía a los niños, se inclina de nuevo por la de abajo, tiñéndola de cosmología: "Y, entre nosotras", escribe Costanza Miriano, "podemos decirlo: debajo siempre se coloca el que es más sólido y resistente, porque quien está debajo sostiene el mundo". Arriba se ha colocado también, gracias a este best seller, el responsable de la publicación, el prelado Martínez, un solterón que anima a la gente a casarse y un soberbio practicante que prescribe la sumisión. "Haz lo que digo, no lo que hago", se lee en la Biblia.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Sadomasoquismo arzobispal

Va de copia: Al pintor granadino Juan Vida lo plagia la Universidad de Málaga y le birla un fotomontaje, sin ni siquiera citarlo, y  el libro editado por el arzobispado de Granada (16 € el ejemplar) sobre las características de una buena esposa está inspirado, en parte, en "Las 50 sombras de Grey", un best-seller sado-masoquista de gama alta, muy leído por mujeres de entre 30 y 40 años, que salvó las ventas de las librerías la Navidad pasada, donde hay una pila de "sumisas" dejándose zurrar, por amor humano. Mientras que los maltratos que han de soportar las esposas católicas, los soportarán por amor divino, claro. También ha bebido Constanza Muriano, la autora del "Cásate y sé sumisa" -ahora en el catálogo de una colección patrocinada por  el arzobispo Javier Martínez-, en la opereta bíblica "La Corte del faraón" donde el coro de viudas aconseja a las futuras esposas que sean obediente y sumisas: 
"al marido después de la boda, 
nada, nada se debe negar, 

pues con él en la casa entra toda, 

pero toda su autoridad."

Se ve que Martínez, siempre que se trate de cuestiones editoriales, no cuenta con la ayuda del Espíritu Santo, que se podía haber estirado un poquito y sugerirle una obra más original. Por ejemplo "La perfecta Casada", obra de un fraile antiguo que seguramente, al ser de la casa, no cobraría derechos de autor.

jueves, 7 de noviembre de 2013

El avecrem de los poetas"

A los poetas les ha dado ahora por publicar colecciones de aforismos filosóficos, esas grageas de sabiduría, entre la conseja y el abracadabra. Quizá como respuesta a la crisis del lenguaje. El siglo XX comprobó que el lenguaje no sólo no sirve para evitar las barbaridades, sino que se pone al servicio de las mentiras más infames. Stalin mandó asesinar a 22.000 polacos en el bosque de Katyn, entre abril y mayo de 1940. Y dijo que habían sido los alemanes. Mintió. Los nazis asesinaron a millones de personas y muchos alemanes declararon que no lo sabían. Mintieron. Alemania también había dado filósofos extraordinarios que dedicaron su vida a completar complejos sistemas de pensamiento: ética, estética, metafísica… A elaborarlos a lo largo de toda una vida. Como la campesina polaca que ponía la cacerola con agua y sal en el fuego al amanecer y a lo largo del día iba echando en ella los ingredientes que encontraba, hasta que, al atardecer, cuando volvían los hombres del trabajo, las partes habían llegado a un acuerdo entre ellas y podía ofrecer un manjar soportable a los hambrientos. El filósofo era un ser enclaustrado. Se pone a Kant como ejemplo, jamás salió de Königsberg, su pueblo, y sin embargo ofreció a sus colegas alimento suficiente durante siglos. Pero llegaron las guerras mundiales, el holocausto, los gulags, y la gente comenzó a desconfiar de las grandes construcciones intelectuales que no servían para desactivar la violencia y que, incluso, la potenciaban. No había por qué esperar que el lenguaje sirviera para arreglar nada. La filosofía, avergonzada, se refugió en el aforismo. Se convirtió en gragea, en píldora, en concentrado, en el avecrem del pensamiento que sazona todos los guisos y enmascara todas las carencias. Los sistemas filosóficos necesitaban años, paciencia y trabajo para ser completados. El aforismo, inspiración súbita y osadía. Pero es muy difícil ser estupendo permanentemente y las colecciones de aforismos también contienen estentóreos "peos de lumbre": resplandores fétidos que se desvanecen súbitamente. Hasta un pensador del prestigio de Wiggestain (1889-1951) puede asombrar cuando dice: "Revolucionario será aquel que pueda revolucionarse a sí mismo" y enojarnos al momento con esta banalidad: "La solución a los problemas que ves en tu vida es vivir de tal forma que desaparezca lo problemático". A muchos aforismos les sucede lo que a algunos platos del Bulli que, una vez que los consumes, no recuerdas muy bien a qué saben.