"Tiranos, ¿por cuál razón (siendo las
mujeres de las dos partes del género humano la una, que constituye mitad)
habéis hecho vosotros solos las leyes contra ellas, sin su consentimiento, a
vuestro albedrío? Vosotros nos priváis de los estudios, por invidia de que os
excederemos; de las armas, por temor de que seréis vencimiento de nuestro enojo
los que lo sois de nuestra risa. Habéisos constituído por árbitros de la paz y
de la guerra, y nosotras padecemos vuestros delirios. El adulterio en nosotras
es delito de muerte, y en vosotros, entretenimiento de la vida. Queréisnos buenas para ser malos,
honestas para ser distraídos. No hay sentido nuestro que por vosotros no esté
encarcelado; tenéis con grillos nuestros pasos con llave nuestros ojos; si
miramos, decís que somos desenvueltas; si somos miradas, peligrosas, y, al fin
con achaque de honestidad, nos condenáis a privación de potencias y sentidos.
Barbonazos, vuestra desconfianza, no nuestra flaqueza, las más veces nos
persuade contra vosotros lo propio que cauteláis en nosotras. Más son las que
hacéis malas que las que lo son. Menguados, si todos sois contra nosotras
privaciones, fuerza es que nos hagáis todas apetitos contra vosotros. Infinitas
entran en vuestro poder buenas, a quien forzáis a ser malas, y ninguna entra
tan mala a quien los más de vosotros no hagan peor. Toda vuestra severidad se
funda en lo frondoso y opaco de vuestras caras, y el que peina por barba más
lomo de jabalí, presume más suficiencia como si el solar del seso fuera la
pelambre prolongada de quien antes se prueba de cola que de juicio. Hoy es día
en que se ha de enmendar esto, o con darnos parte en los estudios y puestos de
gobierno, o con oírnos y desagraviarnos de las leyes establecidas, instituyendo
algunas en nuestro favor y derogando otras que nos son perjudiciales".
Don Francisco de Quevedo: "LA FORTUNA CON SESO Y LA HORA DE TODOS"