martes, 30 de noviembre de 2010

Tenemos a Dios muy cansado de cambiar a los muertos de sitio

Voy de acá para allá
El Papa ha abierto la mano en lo de los preservativos, posiblemente para desviar la atención de los casos de pederastia, pero ¿y  los pobres que se hayan ido al infierno por haber usado el condón, sin permiso papal, a esos quién los indemniza? Tampoco es justo que a cualquier anciano obcecado en fijar permanentemente la mirada en las estrategias sub-umbilicales de los seres humanos se le tilde de viejo verde, mientras que al provecto Benedicto XVI se le consienten todas estas lubricidades. Lo que no vale para el jefe del Estado Italiano, el procaz Berlusconi,  tampoco debe valer para su colega fronterizo. Esto sin contar con que estamos mareando a Dios con nuestros cambios de actitud. Primero lo obligamos a ponernos campos provisionales  de hacinamiento y dolor para que la gente  buena, pero un poco mala, pase algún tiempo fastidiada antes de entrar en el cielo o bien lo convencemos para que nos junte a todos los que mueren sin bautizar en un sitio cómodo pero poco estimulante o lo forzamos a confinar eternamente  a los que han usado condón en un lugar inhóspito y muy caldeado para poco después exigirle que cierre el purgatorio, que clausure el limbo y que a los que nos metió en el infierno, por protegerse contra las enfermedades o los embarazos no deseados, que nos los saque del infierno en espera de destino. Cómo se canse de nosotros y de mover de acá para allá a los 100.000.000.000 muertos de la especie que ya tenía más o menos almacenados, nos vamos a enterar. Nos va a devolver a los muertos, incluso a los que tiene junto a sí en el Paraíso, sobre todo a estos,  que está de su ñoñeces hasta el  gorro. Lo que nos faltaba, ahora que tenemos colocado a lo peor de cada casa en la política, que se nos llenara esto de santurrones engreídos.

viernes, 26 de noviembre de 2010

La "y griega" resiste

A veces se confunden las cosas. Incluso las personas con más datos pueden equivocarse. O exagerar. Hace 2500 años Sócrates abominaba de la escritura porque, según el filósofo,  iba a crear  una casta de personas “que habiendo oído hablar de muchas cosas sin instrucción, darán la impresión de conocer muchas cosas, a pesar de ser en su mayoría unos perfectos ignorantes”. La misma impresión que podemos dar hoy todos los diletantes que debemos nuestra sabiduría a la Wikipedia. Pero Sócrates, cuando hace esta afirmación tan exagerada en el Fedro, el diálogo de Platón donde se teoriza sobre la escritura y su origen,  está defendiendo su modo de vida que la escritura amenazaba: él vivía de dar clases, sin ayuda de la escritura, a muchos hijos de la aristocracia ateniense.  No escribió nada, si bien tuvo un “negro” de lujo, su discípulo Platón, que recogió cuidadosamente su pensamiento. En un artículo publicado en ABC,  a propósito de la posible eliminación de la “y griega” del acervo ortográfico del español, el académico Rodríguez Adrados, deduce que este es un signo más del abandono de la cultura clásica y de las humanidades de raíz griega y latina en una Europa “que lleva camino de negarse a sí misma”. En este dictamen apocalíptico tendrá algo que ver, como en el caso de Sócrates,  el hecho de que Adrados se ha ganado la vida enseñando griego.  Ciertos escritores, contratados por las diputaciones para que animen a “los lugareños” a leer y, en menor medida, a escribir, se vanaglorian delante de “los indígenas” de no haber leído el Quijote. Es posible,  pero si ellos escriben en español, es porque antes lo hizo Cervantes. Y Europa, difícilmente podrá abandonar la cultura griega y romana.  Está por todas partes. Todavía hay tiendas de lencería que se llaman “Tiendas de interiores”. Y fue Platón el que contribuyó como nadie a la invención del “alma” y del “interior” de las personas. Y la “y griega”, si la elimina la Academia,  la conserva el vulgo. Todavía circulan por las calles miles de adolescentes, miembros de la “generación Y”, que exhiben orgullosos esta letra que la naturaleza les ha grabado en la comisura de sus culos. Ni la Real Academia podrá borrar este delicioso estigma.

jueves, 25 de noviembre de 2010

El clon y el matriarcado

Odalisca de Matisse (museo de Baltimore)
La telenovela El Clon, de TV1,  transcurre entre Miami, mi amol, y  un harén de la ciudad de Fez.  Los que, pese a mirar mal al mundo árabe, siempre han mirado con envidia la higiénica promiscuidad de los baños turcos y la plétora de mujeres revoloteando alrededor de jefe de la familia,estarán algo decepcionados. El harén no es ni mucho menos la sede del placer sostenible. Eso sería en la corte de Solimán al que la contabilidad y la disciplina doméstica se la llevaban otros.  Los harenes son unos habitáculos muy poblados, con muchos problemas de infraestructura, obligados a declarar a hacienda, en los que el patriarca tiene que estar todo el día recitando el Corán e intentando controlar el carácter extrovertido de sus mujeres que, en cuanto se descuida, se van a la Medina o a Miami a pasear,  y aguantando a algún familiar integrista, muy anciano, que se pasa todo el día diciéndote  lo que está bien y lo que está mal. Por desgracia, el patriarcado no asegura la felicidad ni el buen carácter. Los patriarcas de El Clon aparecen siempre muy cabreados.  Intentando aplicar, sobre el tumulto de la vida, la rejilla inservible de lo que nos gustaría que la vida fuese. La gente está muy confundida con lo que es un harén. Se han creído que un harén es lo que les contaron los poetas modernistas. Pero los poetas nunca han tenido mucho dinero y a lo más que alcanzaban, en sus desplazamientos, era a darse una vuelta por el París de finales del XIX. Allí, giraban visita al Moulin Rouge y a alguna casa de placer sostenido  y luego, en Sevilla o en Madrid, los poetas en sus versos maquillaban a las proletarias del amor como odaliscas turcas. Pero un harén, lo que es un harén de verdad, resulta un coñazo. En este blog se apuesta por el matriarcado. Dónde va a parar.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Don Felipe cuando besa, no la besa de verdad

Estudiado simulacro
Los diarios han publicado la foto de los Príncipes de Asturias besándose en el concierto de Shakira, el viernes pasado. A muchos radiofonistas se les ha hecho el micro pepsicola comentando el prodigio. “Han actuado con total naturalidad, como cualquier pareja de su edad. Una buena noticia para España,entre tanta noticia preocupante, este beso abre una puerta a la esperanza...”.Este beso se ajusta perfectamente al espíritu del Capítulo Segundo de nuestra Carta Magna —el que tutela los derechos y libertades de los ciudadanos— que prescribe, en su artículo 14, que "los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social". Por eso, los miembros de la Casa Real española, siempre que la ocasión lo permite, gustan de aparecer ocupados en quehaceres no muy diferentes de los que llenan los días de los demás ciudadanos. Una de las infantas es maestra y ejerció en su juventud en un colegio privado. Otra, estudió también una carrera universitaria,regateó y pescó a un jugador olímpico de balonmano. El Príncipe de Asturias recibió la educación que la alta burguesía paga a sus hijos y convivió en sus años mozoscon jóvenes militares en varias academias.
La construcción de un héroe, la formación de un príncipe, exigía en el Renacimiento —y así lo recetó Maquiavelo— un punto de crueldad, un escrúpulo de fiereza, sin llegar a ser odiado. En los tiempos presentes, "igualitarios y democráticos", el lanzamiento y promoción de un líder necesita de un tratamiento adecuado en los medios de comunicación, que, desde luego, no puede ser el mismo si el personaje que hay que vender parte de la nada o si procede de estirpe regia. El cineasta Abel Gance, en su notable película "Napoleón", pone el acento desde el principio en los elementos diferenciadores, en los estigmas y signos excepcionales que desde la infancia acompañan al héroe plebeyo que tiene que diseñar:un águila real que no lo abandona desde los 10 años, un círculo luminoso que abraza la figura de Napoleón, un gesto arrogante y un comportamiento limpio de cobardía y de mezquindad. Napoleón, en el film de Gance, es decorosamente fiel, desde la infancia, a la excelencia de un destino que parece conocer. Pero, cuando se es heredero de un reino, la retórica de la excepción exige que el héroe recorra meticulosamente la escala de lo cotidiano, de lo vulgar. Que agote todas las estaciones de lo acostumbrado. Como si debiera hacerse perdonar la potestad heredada, en un Reino que destierra en su Ley Suprema los privilegios por razón del nacimiento.
A veces, son los periodistas los que ponen una pizca de exageración ridícula en esta retórica de la insignificancia: un periódico titulaba el 16 de setiembre de 1987, "El Príncipe volará sin privilegios", al dar la noticia del primer vuelo de instrucción que realizó don Felipe a bordo de un avión T-34 mentor, en la Academia General del Aire de San Javier, en Murcia. Las leyes de la física de entonces no encontraron inconveniente en que, para volar, el heredero prescindiese de sus privilegios. Y todo el mundo estuvo de acuerdo en que el Príncipe de Asturias podría volar, como cualquier ser humano: con dificultades, con miedo, en vuelo rasante, en vuelo picado, acrobáticamente, henchido de felicidad e, incluso, sin privilegios. Lo que no hubiera podido hacer de ninguna manera, ni él ni nadie, es volar sin alas. De la misma manera que los príncipes de Asturias, hoy en día, se pueden besar de muchas maneras, como cualquier pareja de enamorados, pero si lo hacen en público, jamás lo harán “con total naturalidad”. Seguirán un protocolo publicitario del que estarán excluidos la pasión y el arrebato, porque los herederos cuando besan en los conciertos, nunca besan de verdad, y a todos interesa besar con teatralidad. Les va en ello el interesante puesto de trabajo que la fortuna les ha regalado de por vida.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Los estigmas

Bañista de Bouguereau
También suele llorar Pánfilo ante ciertos estigmas. Porque este hombre llora mucho, y no se avergüenza si llora cuando está en la playa y ve pasar un cuerpo adolescente desnudo, mojado todavía por la última zambullida, que ridiculiza sin esfuerzo la ley de la gravedad y desafía orgulloso las leyes universales que imponen la decadencia y la muerte a todo lo vivo. Y lo mira y, en lugar de crecerle el deseo o la admiración o el culto a lo perfecto, imagina ese cuerpo como blanco de la aguja de la jeringa o como campo de operaciones quirúrgicas.
También llora el hombre sensible ante el cogote recién afeitado de un anciano donde las arrugas llaman a concilio. Y le afecta la verruga que comienza a afear el pecho de la mujer madura, y ante los dedos de los pies de la mujer de 60 años que comienzan a torcerse y a llenarse de bultos y recovecos. Se conmueve, igualmente, con las lágrimas que brotan de los ojos de un pequeño asustado ante la presencia, que él siente amenazadora, del anciano con barba.

Como el Cid, al salir hacia el destierro, lloró fuertemente por sus ojos, al ver el estado en que quedaba la vivienda familiar, Pánfilo lloró también cuando vio en un diario la foto de Martínez, arzobispo de Granada, llegando a su casa, sin palafrenero ni aguacil que se adelantaran a abrirle la puerta, interrogando a unos muchachos irreverentes que con enorme naturalidad, empapados de igualitarismo ciego, ni siquiera se levantan del umbral de la puerta, mirando al representante de Dios en la Plaza de las Pasiegas, sin rastro de miedo o esperanza.
Aunque acabe de derramarse en llanto al ver en un canal autonómico a una pareja de ancianos campesinos, ajenos a al ridículo, tirándose torpemente los tejos para rellenar la programación de la cadena, el hombre sensible aún tiene fortaleza y seriedad para llorar con el que recibe un no, con el que ama y es rechazado sin obtener, ni siquiera, una disculpa aceptable que le ayude a sobrellevar el desamor, con el que muere sin haber tenido un sólo día de luz o de caricias. Llora por los demás y llora, seguramente, por él. De sensible que es, apaga la televisión ante la cara de pavor de un político obligado por una reportera audaz a hablar en broma, a utilizar la ironía. Porque los políticos saben muy bien ocultarse detrás del lenguaje solemne de las mentiras pero aparecen desnudos cuando se ven obligados a utilizar el discurso resbaladizo de la ironía. Temen que la gente interprete que están pensando lo contrario de lo que irónicamente declaran en ese momento y acierten y los descubran. Y, al tiempo que cierra el aparato, una lágrima le moja la mejilla, porque los hombres formales, como Pánfilo, se ponen muy nerviosos cuando ven que alguien queda en evidencia. Y lloran.

martes, 16 de noviembre de 2010

¿Y si los inmigrantes se piden trajes de balde?

Los catalanes andan un poco asustados desde que Alicia Sánchez Camacho, candidata del PP a la presidencia de la Generalitat ha pedido a los emigrantes que respeten los “valores y costumbres de España”. También les ha exigido que aprendan los idiomas oficiales de Cataluña. ¿Para qué? En cuanto chapurreen catalán, se van a enterar de los valores españoles por los que se rigen muchos políticos valencianos y van a querer que les regalen trajes, coches, yates, que se les invite a varios platos de gambas, viajes pagados,  relojes de oro, casas,  jacuzzis, velas, bodas fastuosas, diademas, bolsas de basura llenas de euros negros, poder, bendiciones de obispos, aquiescencia de jueces, protección de la cúpula del partido... ¿Y si adquieren cierta destreza en el uso del castellano y leen la entrevista del ex presidente González en la que declara su vocación contenida de artificiero en tierra extranjera? Podrían pensar que volar casas con gente dentro, en el país que los recibe, es un valor y una costumbre españoles. Hasta que las recetas de "Educación para la ciudadanía"  comiencen a obrar en los responsables políticos, mejor que los inmigrantes sigan rigiéndose por sus leyes y valores y que tarden en aprender las lenguas oficiales. Bastante Camp y González hay por aquí como para que los emigrantes sigan su ejemplo.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Monjas pulcras

En la iglesia de la Sagrada Familia de Barcelona, unas monjas de la orden de las Hermanas Auxiliares parroquiales de Cristo Sacerdote limpian el aceite que el papa ha extendido sobre el altar y algunas gotas que han caído en el suelo.  En la Noria  (el programa de Telecinco en el que Hegel, de vivir hoy,  le habría explicado a Jordi González su idea de la Historia), periodistas católicas defienden que en una ceremonia llena de hombres vestidos con ropas mujeriles poco actuales y muy ostentosas, aunque poco maquillados, el papel menos prestigioso  haya sido desempeñado por mujeres.  Argumentan que su actitud no era servil, sino litúrgica. Cuando un abuso se protocoliza se convierte en litúrgico. Hablan de óleo, de ritos,  unción, crisma: palabras todas de nivel A.  La liturgia como pretexto. Las religiones, al ser obras humanas, no pueden ser totalmente malas. La liturgia es, también, un reglamento,  una serie de protocolos, una colección de normas de conducta que sirven  para organizar y jerarquizar la vida de la gente para que no ande por ahí dando tumbos.  En sí, la liturgia no es mala.  Un ejemplo: en los conventos la comunidad se reúne varias veces al día para rezar. Antes de acostarse,  todos entonan las Completas, la última oración de la liturgia de las horas. Los frailes se retiran a sus celdas  cantando: “Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz”,  y el prior impone sus manos sobre la cabeza de cada uno de los monjes para quitarles el insomnio y el miedo a morir mientras duermen.  Con lo que la congregación  se ahorra una caja de lexatin.  En mi mesilla de noche (y digo esto para mostrar mis contradicciones, no para ponerme como ejemplo de nada),  tengo un libro de liturgia de la BAC, una biblia de Jerusalén, de letra tan pequeña que ya no leo lo que pone sino que me lo invento, más o menos como hicieron los autores de las entretenidas historias del Libro Sagrado.  También tengo un playboy que me regaló un amigo hace 37 años y un libro de máximas del pensador francés Chamfort.  Con eso y un loramet paso las noches. Mi trato nocturno con el libro de la Biblioteca de Autores Cristianos,  me permite afirmar que si la liturgia prescribe que el altar lo limpien mujeres no es porque las mujeres sean más pulcras que los hombres, sino porque se quiere significar que su papel está subordinado al de los sacerdotes. Todas no están tan felices con este rol como han declarado estarlo las religiosas de la congregación de las Hermanas Auxiliares parroquiales de Cristo Sacerdote. He tenido ocasión de conocer a monjas menos contentas con su papel en una residencia romana gestionada por religiosas. Después del desayuno,  salían hacia sus ocupaciones en el Vaticano sacerdotes muy limpios, vestidos con clergymans  muy bien planchados y portando carteras relucientes.  Las monjas les habían lavado la ropa, higienizado los servicios de sus habitaciones, servido el desayuno y  dado brillo a las carteras. Si hablabas con ellas, se las veía poco felices con sus ocupaciones ancilares. Las había muy cabreadas.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Caligrafías

Rellenando la plana
La lectura ha sido una actividad, al menos desde la invención de la imprenta, más practicada por las mujeres que por los hombres. Los misiones culturales promovidas en los últimos años desde diputaciones y ayuntamientos siguen viendo a la mujer más como lectora que como escritora. Buena tierra la mujer para la semilla de los escritores. Como los "agentes culturales", los misioneros,  suelen ser, a la vez, escritores, resulta explicable que deseen que las lectoras proliferen como las setas. Pero la escritura, la cifra, lo prohibido, ejerció desde su origen una atracción natural sobre las mujeres, excluidas del acceso directo a los textos sagrados y recluidas en una oralidad andrógina, tremendamente rica y productiva, pero aplastada por el prestigio de las verdades patriarcales del libro. Despacito y con buena letra, las mujeres han ido colándose en el paraíso cerrado de lo escrito, amenazadas siempre, si se salían de la línea o echaban un borrón, con la vuelta al tabaque de la calceta. Muchas han sabido escribir torcido sobre los derechos renglones de las inevitables caligrafías masculinas, consideradas como las únicas maneras posibles de la escritura: porque hasta ahora no se ha escrito como hombre o como mujer, sólo se ha podido hacer como escritor. Pese al anunciado fin de la escritura sobre papel, durante mucho tiempo aún, mujeres como la de la foto seguirán ensayando otras maneras de rellenar la plana, sin importarles los borrones, los renglones torcidos, y conservando, las que así lo deseen, el tabaque de costura.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Bush y González se dejan la puerta abierta

Cecilia, la dueña de la heladería granadina que alivió el verano pasado las sofocaciones de Michelle Obama y sus niñas, es una mujer sabia. Cuando me contó, hace muchos años, lo de la puerta abierta, no entendí muy bien a qué se refería. Las últimas declaraciones de Bush y González, me han hecho comprender lo que Cecilia me quiso decir aquella tarde de setiembre de 1985, delante de una copa de Cuore amaro. “Algunos hombres al hacerse viejos”, me explicaba Cecilia, “suelen dejar abierta la puerta del retrete cuando hacen sus necesidades sin importarles que la gente los vea, los oiga, o los huela". Muy mal huele lo que han dicho González y Bush. Insoportable, también, que después de haber contribuido a que la historia de la Humanidad sea un poquito más tenebrosa de lo que ya era, estos sujetos nos expliquen cómo debemos de entenderla. Pero lo que resulta más ordinario es lo poco originales que aparecen ambos ex presidentes, uno copiándose de la serie televisiva “El ala oeste de la casa Blanca” y el otro, de las misérrimas novelas del oeste de Marcial Lafuente Estefanía. Bush ha declarado que fue su equipo de asesores –como el poderosísimo que revolotea en torno al presidente en la serie de televisión- el que lo metió en la guerra de Irak, que él no quería. Mientras que González, según ha dejado caer en una entrevista reciente, estuvo a punto de “liquidar” [sic] a la cúpula de ETA, como cualquier cowboy borracho de las novelas de Marcial Lafuente. A estos individuos ya no les importa que los veamos hacer sus necesidades. Nos abren las puertas. Están caucando.

lunes, 8 de noviembre de 2010

El burka de la fealdad

Pánfilo está empeñado en que le publique unas reflexiones nada correctas sobre las mujeres feas que me hizo en el Café Central de Málaga, hace unos días. Sabe que soy un forofo de la libertad de expresión y por ahí me tiene cogido. Le he recomendado que se abra un blog y que diga en él lo que se le ocurra. “¡Lo que me faltaba!”, me ha contestado,”lo tendría percudido de los ácidos comentarios de Pánfila, mi expareja virtual, que está incómoda conmigo desde que no contesté a su pregunta de si lo nuestro podría tener futuro”. Le he pedido copia del DNIe, y le he amenazado con exhibirla si alguna lectora duda de la autoría de lo que sigue. Transcribo  lo que yo entendí de aquello. Pánfilo ha encontrado ciertas semejanzas entre las razones que le han dado mujeres musulmanas para ir cubiertas y la nivelación por la fealdad que se imponen en ciertos colectivos feministas.  Las musulmanas le han contado que las veladuras igualan a las guapas con las feas que así disimulan sus defectos y compiten en situación de igualdad con las hermosas para obtener un hombre. Yo creo que Pánfilo anda cabreado con el feminismo de la exclusión desde que no lo dejaron entrar en las últimas jornadas feministas celebradas en Granada. Pero, según cuenta, él andaba por la puerta y observó que había muchas chicas guapas en las jornadas que se habían dejado crecer el pelo de las piernas, que aparecían poco aseadas y muy mal peinadas y que vestían de tal manera que no se apreciaba la perfección de sus cuerpos. Como las musulmanas, las mujeres de estos movimientos se cubren todas con un burka de fealdad, porque como defensoras que son de la primacía del alma sobre el cuerpo, de lo interior sobre lo exterior, aspiran a que sólo se las valore por su espíritu. De cuando Pánfilo coqueteaba con su exnovia virtual por las redes, recuerda que las chicas que cuelgan fotos en sus muros obtienen de sus amigas comentarios y halagos sobre lo guapas que están y lo atractivas que aparecen. Me dice (éste que no es mi alter ego ni mi apócrifo ni nada que se le parezca) este Pánfilo incómodo que las chicas raramente intercambian  halagos sobre la inteligencia, el espíritu o el alma. Y Pánfilo termina confesándome que no sabe a qué carta quedarse.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Agrupémonos todos en la misa papal, que el género humano se puede salvar

La visita papal es como una gran matrioska aritmética que  encierra otras de menor tamaño. Sirve sobre todo para "visualizar" el poder católico. Parece que la bondad de una creencia no se mide por la capacidad de cumplir las sagradas promesas hechas a sus fieles sino por el número de los que creen aún en esas promesas. Galileo dejó en evidencia el mito fundacional del cristianismo: la muerte de Dios en un planeta insignificante y la soberbia de los que la defendían.  Pero eso no ha importado mucho. Debe de ser muy importante que los católicos se vean juntos y  que los demás los veamos juntos. La gran muñeca papal, brillante y teatral, encierra otras de menos tamaño en ese momento: el Estado que, teóricamente,  sirve a todos los ciudadanos de la Nación, pero que no puede ofrecer concentraciones tan numerosas y unánimes. Y que en estas ocasiones  se muestra envidioso y cómplice. Y dentro del Estado, muñecas menores, las autonomías afectadas por la visita, y dentro de estas entidades, los que quieren  fundar  un Estado, que aprovechan la visita para que el Papa rece en su lengua, y proclame la excelencia de una cultura. Y dentro de esas entidades autonómicas, las incómodas muñecas descoloridas de la disidencia que al mostrar su pequeñez proclaman su insignificancia y su excelencia  rebelde frente a la masa “manipulada”.  El adjetivo más perseguido cuando se producen estos acontecimientos es “todos”. El Estado saca pecho y le habla, machito, al Papa en nombre de “todos”  los españoles, y juega a no estar en misa pero sí repicando, para asegurarse los votos de los que entran (católicos) por los votos de los que salen (laicos militantes y no católicos). El Papa saca “masas” y se encara, machito”,  con el Estado, en nombre de la mayoría católica de los españoles. En el poder taumatúrgico  de la masa, del “todos”, creen hasta los poetas, esos seres febles y alucinados que sólo congregan en sus recitales a 6 o 7 personas. Cesar Vallejo, en el poema “Masa”, concede  a la humanidad entera y congregada el poder divino de devolver la vida a los muertos. Pero, una vez reunidos y resucitado el muerto, ¿quién disuelve a “todos”?  

lunes, 1 de noviembre de 2010

ETA, el burka del terror

Últimamente mucha gente me dice que no entiendo nada.   Ayer, sin ir más lejos, en mi entrada  “El diario El Mundo pilla a dos políticos haciendo política”, un desconocido Plinio escuetamente comentaba “Nos has entendido nada”. Hace unos años el autor de un libro que yo había reseñado me acusó de lo mismo y me mandó a estudiar a la Universidad que por lo visto es el lugar a donde a uno le enseñan a enterarse de todo.  Familiares y amigos me hacen ver a diario que no estoy fino, que no comprendo nada. Debo de haber bajado la guardia. Quizá me he olvidado de que hay que ser feroz con la estupidez ajena, pero que  de la que verdaderamente debo de preocuparme es de la mía.  Me hubiera gustado que Plinio concretara de qué no me había enterado. Esto me hubiera ayudado a enmendar el rumbo. En mi post afirmaba que Pedro J. Ramírez corregía a dos políticos que se reunieron para hablar de ETA y de la paz. Entendí que Pedro J. prefiere que los políticos discutan de  si expresiones como “putitas de 13 años” son literatura o no, cuando las usa un escritor,  o  de los morritos de una ministra o del, por lo visto, indisimulable plumero del líder de la oposición. Yo no estoy en contra de que hablen de lo que quieran, pero en sus casas o con la cuadrilla, pero no en público, no cobrando de los presupuestos. Yo no soy muy despierto, lo confieso, pero no toda la gente es tan pánfila como yo, y ella sí se da cuenta de cosas obvias. Que cuando ETA aparece embutida en su burka del terror, no lo hace ya para aterrorizar a la población. Lo hace para decirle a los partidos vascos que se han aprovechado de su “trabajo”  que no piensen que va a desaparecer, como en las sesiones del mago Migue, por arte de magia. Que no llevan tantos años movilizados matando y muriendo,  haciendo sufrir y sufriendo, mientras que ellos cobraban su sueldo de concejales o de alcaldes o diputados, para esfumarse, sin  más.  La gente, que no es boba, también sabe que uno de los impedimentos fundamentales para la paz en el país vasco, no son las víctimas, precisamente, sino el rédito que unos y otros quieren obtener de esas víctimas. Los que están en el Gobierno quieren ganar las elecciones,  trayendo la paz y no repartiendo con nadie. Y los que están en la oposición no hacen nada más que poner inconvenientes para que eso no suceda antes de las próximas elecciones generales.   Los tontos, los estúpidos, los  pánfilos, los bobos queremos que  se dejen de guarrerías – de la fundamental, de la que hará estallar esto: la corrupción- y que  trabajen para conseguir cuanto antes una  paz justa y permanente.  Lo que les pedimos, los gilipollas, los ignorantes, la gente de la calle, los blandos, los permisivos , los que no nos enteramos nunca de nada es que ellos –enarbolando obscenamente la defensa de las víctimas- no sean el obstáculo fundamental para la paz.