Lo mejor del sexo
no es siempre el orgasmo,
sino la cara de paz de mi amiga
tras la refriega,
como si la humanidad entera
no hubiera roto nunca un plato
ni un hombre
ni una mujer
ni un niño
ni un viejo.
Algo muy parecido a un cielo
pero con los ángeles de la guerra
de permiso.
no es siempre el orgasmo,
sino la cara de paz de mi amiga
tras la refriega,
como si la humanidad entera
no hubiera roto nunca un plato
ni un hombre
ni una mujer
ni un niño
ni un viejo.
Algo muy parecido a un cielo
pero con los ángeles de la guerra
de permiso.
(Sé benévolo, lector paciente, sólo he escrito dos poemas en toda mi vida)