miércoles, 28 de noviembre de 2012

50,21,20,19,13 y 3


Las urnas le ganaron la partida al “todos” en la noche del día 25N. “Todos” es una palabra muy usada por misioneros, políticos nacionalistas –sean de la nación catalana o de la española-, politicastros locales, poetas sin público y blogueros sin lectores. Suelen usarla sin encuestas o votaciones previas. “Todos” esperan, según ellos, la buena nueva contenida en sus palabras. Cuando vino el Papa a España en 1982, lo hizo bajo el paraguas que le había preparado una organización religiosa, que sabe hasta latín: “Totus tuus”, se podía leer en enormes carteles colgados en calles y edificios de las ciudades que iba a visitar Juan Pablo II. También en Granada. De pronto,  nos vimos incluidos, sin ser preguntados, en ese “totus” imaginario. Menos mal que el espíritu carnavalesco transformó, al menos en Granada, el “Totus tuus”, en “Mi toto es tuyo” y la excelencia mirífica de la lengua de Virgilio se desinfló. Algunos políticos granadinos  gustan también de esgrimir un “todos” actualizado y darwinista: Sebastián Pérez acaba de escribir en una publicación dedicada a conmemorar los 80 años de vida del diario IDEAL que ese medio “está en el ADN” de los granadinos que por impositivo natural, deduzco, tenderían a leer este diario. ¡La libertad de prensa derrotada por el determinismo biológico del Jefe Provincial de “todos” los Ayuntamientos! Pero el 25N  las urnas demostraron que el “todos los catalanes” nunca existió. Que era sólo retórica electoral. Las humildes y clarificadoras cifras de diputados obtenidas por los partidos lo dejaron en ridículo: 50 de CIU, 21 de ERC, 20 del PSOE, 19 del PP, 13 de ICV y 3 de CUP. Disponiendo de un procedimiento tan preciso como es una votación, no entiendo por qué los políticos no se van planteando organizar un referéndum para que los votantes catalanes decidan si quieren seguir en España o no. Los partidarios de la independencia tendrían así ocasión y tiempo para explicarle a “todos” los catalanes que los quieran oír, por qué plantean la secesión, que debe muy cara, en un momento en el que no tienen dinero ni para aspirinas. Y los contrarios a la independencia podrían explicarles también a “todos” los catalanes que quieran oírlos por qué remiten a los independentistas a la Constitución de 1978 para canalizar sus aspiraciones plebiscitarias, cuando saben muy bien que dicha Constitución fue pensada y redactada para hacer imposible las consultas secesionistas. También, estos últimos podrían pormenorizar ante “todos” los catalanes que puedan oírlos las ventajas de pertenecer ahora mismo a esta España tan arisca y triste.  Y luego, que decidan los votos. 

jueves, 22 de noviembre de 2012

Hacer los deberes

Mientras escribo, he oído usar a un tertuliano, hasta cuatro veces, el tópico de que Europa no “ha hecho los deberes”, comentando el fracaso de los ministros de Finanzas de la zona euro en su intento de arreglar lo de Grecia. Si los 450 millones de europeos hubieran disfrutado de un espacio amplio, como el Valle de Josafat o el cielo o el infierno, donde sentarse para completar sus deberes escolares, posiblemente Europa hubiera tirado para adelante. Sólo las religiones o las instituciones que disfrutan de espacios reales o virtuales amplios en los que reunir a tanta gente, han logrado sobrevivir miles de años. Por ahora, en Granada, no peligra la Diputación Provincial porque la dejan usar un espacio público como el Auditorio Manuel de Falla, para reunir “al todo Granada” y repartir premios a personas e instituciones que han hecho sus deberes. La emisora local TG7 retransmitió el acto en el que se nombraba a Tico Medina cronista oficial de la Provincia y se le concedía a la Virgen de las Angustias, entre otros galardonados, la medalla de oro de la Diputación. ¡Granada es Provincia!, no se cansaba de recordarle al anfitrión, el Ayuntamiento local, el presidente provincial, sacando pecho político. La Patrona, generadora natural de medallas y medallicas, no pudo recoger personalmente la distinción y mandó un propio; Tico sí estuvo y leyó un poema. Es admirable el blindaje plúmbeo de nuestro Tico, que pese a haber andado por todo el mundo y conversado con revolucionarios como el Che y con Papas, no se ha desprendido de su virginidad aborigen. Impenetrable, como las sólidas piedras de Píñar, su patria grande, a cualquier adherencia cosmopolita, distrajo a la concurrencia con unos escrúpulos del terruño. Sólo el collar del presidente –émulo vano del Toisón de Oro- oscureció algo la brillantez del periodista.
Anteriormente habían utilizado el Auditorio otras corporaciones para coronar a los primeros de la clase. Las personas que se vienen sentando en las butacas, aunque pertenezcan a partidos diferentes –el otro día los miembros del PP eran más-, son de extracción social muy parecida: miembros de las clases emergentes que pacíficamente se han ido haciendo con los ayuntamientos, las cajas, las diputaciones y las cofradías. El ciclo que ahora termina será recordado como una época espléndida de abundancia en la que se erradicó la pobreza, el analfabetismo, el señoritismo y el cacicazgo. Los hijos de trabajadores pudieron estudiar. Multitud de mujeres se han liberado gracias su tensión ascensional. Los caciques tradicionales, los señoritos, han encontrado sucesores en personajes corruptos que, amparados en los votos, se han copiado en todos los exámenes mientras los demás les hacían los deberes.

jueves, 15 de noviembre de 2012

Bufones de corte

Tiirón de orejas, de Juan Vida
ES fama que los bufones de la corte tenían "carte blanche" y podían decir a sus señores, sin que su vida peligrara, "las verdades: las bárbaras, terribles, amorosas crueldades" de las que habló el poeta Gabriel Celaya. Hoy parecen empeñados en castigarnos con las mentiras más bárbaras y terribles. Si mueren cuatro chicas en la fiesta de Halloween, en el recinto municipal del Madrid Arena, Ana Botella, cuando todavía no está descartada su responsabilidad como alcaldesa en la catástrofe, en una misa en la Almudena delante de Rouco, sin importarle herir a los padres, se atreve a lanzar esta homilía como si no estuviera bajo sospecha: "Señora-, conocisteis el dolor más profundo que puede sentir el corazón humano, el de la pérdida de un hijo […]. Por eso, hoy os pido que extendáis el manto de vuestra infinita misericordia sobre los padres de Cristina, Katia, Rocío y Belén, y sobre sus familiares y amigos para que les ayudéis a sobrellevar el dolor de su ausencia". El local donde las chicas fueron aplastadas albergó esa noche 23.000 espectadores, cuando su aforo es sólo de 10.000. Crueldad gratuita, en presencia de un cardenal que seguía atentamente la plática de la dama, dispuesto, quizá, a recomendarla a Benedicto XVI, como la primera mujer sacerdote de la Iglesia. Por su parte, Montoro ha dicho que los matrimonios gays van a hacer subir el paro. Entran ganas, al oír esta bárbara mentira, de presentarse a las próximas elecciones para perder todo pudor y todo respeto hacia los demás y hacia uno mismo y poder decir en cada momento lo que se nos ocurra, confiando en que los compis, cuando te vean por los pasillos del Congreso, te digan, golpeándote en la espalda: "Cristóbal, muy bueno lo tuyo sobre el paro y los maricones". 

El día 7 del presente mes, Trinidad Jiménez, encapsulada en esa burbuja impenetrable y odiosa en la que se han sumergido los políticos, ha declarado que el PSOE podría estar de acuerdo con el PP en iniciativas que reduzcan burocracia y que supriman gastos ineficientes. "Y si hay que reducir coches oficiales, pues que se haga", ha añadido. Ahora bien, ha advertido de que este tipo de medidas tiene "nula relevancia en el gasto público: anunciar esto en el Consejo de Ministros no tiene sentido porque no tiene ninguna consecuencia desde el punto de vista económico -para ella 10 millones de euros son una minucia- y no me parece relevante". Sensibilidad extrema la de Jiménez que no advierte lo feo que queda que te vean entrar en tu lujoso coche blindado, cuando muchas criaturas se ve obligada a salir de a la fuerza de sus casas.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Presuntos implicados

Lo mejor respecto a la homosexualidad es ser daltónico. No conozco bien la legislación fiscal,  pero me parece que ser homosexual no desgrava. Ni ser negro ni amarillo ni hombre ni mujer. Hacienda no percibe las diferencias, es daltónica; para el fisco todos los españoles somos del mismo color, el color del contribuyente, salvo la Iglesia, claro, que no paga el IBI. En las sociedades que se proclaman igualitarias, siempre quedan restos de desigualdad. Hay puestos oficiales muy bien retribuidos, como el de monarca, que no se ganan en una oposición, ni en un concurso de méritos. Basta con ser familiar del rey, para obtener este empleo. Otra bolsa de desigualdades es la de los llamados derechos históricos, cuyo titular es un pueblo, sin que sepamos muy bien qué significa hoy la palabra “pueblo”. Cuanto más antiguos sean estos derechos mejor, porque así nadie sabe de dónde vienen y se pueden reclamar siempre y, sobre todo, en momentos de turbulencias extremas. El mal ejemplo, en este punto, lo da la Biblia, con su prodigioso relato del difuso –de ribetes penales vaporosos- pecado original que, cometido por unos padres inciertos, nunca se deja de pagar.  Esta culpa prístina mantiene su gravedad original por los siglos de los siglos, aunque los cobradores  de sus réditos–los sacerdotes- se renueven de generación en generación. La sentencia del Tribunal Constitucional que avala los matrimonios homosexuales, viene a clausurar una de esas bolsas de desigualdad de las sociedades modernas. Lo que no significa que nos hayamos vuelto daltónicos, éticamente, para la homosexualidad. El martes pasado, el periódico digital  eldiario.es, tras dar la noticia de la sentencia, recibía tres comentarios positivos. El primero proclamaba que “a las mujeres no nos importa tener un hijo homosexual"; el segundo, felicitaba a Rouco, que ya no tendría por qué mantener oculta una supuesta relación gay y, en el tercero, se felicitaba  a todos "los implicados, gays y lesbianas". O sea, que las madres, conocedoras de los problemas que tendrá su hijo, si es homosexual, se apresuran-¡madres al fin!- a declarar que no les inquieta el hecho. Lo que significa que detectan razones para inquietarse, luego el asunto no está resuelto.  En el caso de Rouco, se mezcla el anticlericalismo grosero con la evidencia de que llamar homosexual a alguien, todavía, es ofensivo. Y el último, al calificar de 'implicados', como en los juicios, a los homosexuales, no necesita comentario. La sentencia es un gran paso para las parejas homosexuales, pero sólo un paso humilde para la normalización de la homosexualidad.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Depredación


La depredación, la guerra de ahora, es simplemente la continuación de la guerra de antes –con muertos y holocaustos- por otros medios, con armas fabricadas con la tecnología electrónica más avanzada. El arco que usaban los guerreros de las sociedades sin estado, las de los cazadores- recolectores,  era muy eficaz en las distancias medias, pero había que accionarlo y luego siempre se presentaba el problema de qué hacer con los muertos. A los depredadores actuales (mercados, especuladores, banqueros, los políticos corruptos que sabían desde hace años lo que se avecinaba y ni nos advirtieron ni nos protegieron, etc., etc...), no se les presenta por ahora ninguno de los dos problemas que hemos apuntado. No se cansan de disparar, porque usan sólo el ordenador, y a los muertos,  los entierran los familiares. Lo que les viene mejor a los depredadores es el suicidio del expoliado. En la guerra presente, las primeras víctimas son los suicidas que, incapaces de disparar contra el causante de sus males, se agreden a sí mismos. Los depredadores,  no se mueven, según el sicólogo Steven Pinker, como el mongol Gengis Kan, por motivos destructivos como el odio o la ira, simplemente toman el camino más corto hacia algo que quieren –el dinero- y no obtienen placer de causar daño, eso sí, una vez que han removido el obstáculo, no les preocupa lo que le suceda al ser humano que han puesto en la calle. Kan se tomó la molestia de explicarnos por qué guerreaba: “La mayor alegría que un hombre puede conocer”, decía este caudillo, “es conquistar a sus enemigos y llevarlos ante él. Cabalgar sus caballos y apoderarse de sus bienes. Ver húmedas de lágrimas las caras de sus seres queridos y estrechar entre sus brazos a sus esposas e hijos”.  Me imagino que los depredadores lo hacen para sentirse superiores a los expoliados. El placer que experimentan cuando utilizan las armas de empobrecimiento masivo ha de ser extraordinario. Me los imagino saltando de gozo, mientras  engullen un sándwich de verduras, en sus asépticas salas repletas de ordenadores, cada vez que cae un país en el abismo de la pobreza. Sin pensar en el dolor que causan, como el agricultor que proponía castrar a los caballos con dos ladrillos para aumentar la eficiencia de su trabajo. Cuando le preguntaron si le dolía, contestó: “si escondes los pulgares, no”.  Ahora bien, por el cariz que está tomando la cosa, parece imposible que los depredadores, los castradores de pueblos, de países de naciones enteras, al final, no acaben machacándose  también sus propios pulgares de tanto golpear. ¿Será entonces el comienzo de la Gran Extinción?