miércoles, 31 de agosto de 2011

Pensamiento rumiante

Nuevo formato de tío, periféricos aparte

Trasindependiente, en su blog nos ha contado la historia de Cipriano Potes, un personaje que redacta todo un pliego de descargos para librarse de la acusación de quelos tíos pensamos con la polla[sic]. No creo que Cipriano deba de sucumbir aplastado por el sentimiento de culpa. Si el Señor, en su infinita sabiduría, hubiese querido que pensásemos con el cerebro le hubiese costado muy poco trabajo trasladar la capacidad de raciocinio del pene a la cabeza, como muestra la foto. Pero ha decidido que para la supervivencia de la especie es mejor así. Nos ha tuneado el deseo y nos ha dado una gran capacidad de fabricar esos microchips fluyentes llamados espermatozoides. Y por si esto fuera poco, ha permitido que la extracción de semen no duela casi nada. Nada que ver con la extracción de médula ósea, por ejemplo. Incluso, esto lo tengo yo hablado con algunos amigos, hay ocasiones, sobre todo cuando en la operación colabora una mujer, en las que se pueden experimentar sensaciones gratas, hasta el punto de crear dependencia y afectar al libre albedrío.

sábado, 27 de agosto de 2011

La mano que mece tu ingle

El pie desnudo, muy chic
Una amiga me informa de que en el blog “style is an acttitude…”,  que pretende observar la moda desde un punto de vista diferente, la  foto de Rhut Orkin,  American Girl in Italia (1951), que incluí en mi entrada de ayer, ha suscitado este comentario: “Me  la he topado en 31 vueltas a un bolso, a propósito del que lleva esta mujer, que parece ser un Hermés poco conocido. Sin embargo, me han llamado más la atención sus sandalias. El concepto mitad pie desnudo es muy chic; las interpreta  [sic] genial con el vestido y el chal que lleva. Y... parece que ellos piensan lo mismo. :o)”.
En el cuadro del Henry Holiday (1839-1927), titulado Dante y Beatriz (1883), se recrea el encuentro de la pareja. Una amable comentarista, al ver la reproducción de la pintura que figura en mi post de ayer, se ha fijado en que el poeta se lleva la mano al  pecho, junto al corazón,  y me lo ha comentado.
Una mano más normalizada
Un corresponsal, rijoso  y observador, me ha hecho reparar en que el hombre del paraguas se lleva la mano a la ingle, al paso de la joven americana.
¡Pie, corazón, ingles! ¡Vengan antropólogos, sexólogos y sociólogos a interpretarlo, que mi lengua tiembla y enmudece, como la del soneto de Dante , en tanto que mis ojos y mi intelecto no se atreven a analizarlo, que sólo entiende de estas cosas aquel que las ha probado!

jueves, 25 de agosto de 2011

Lorca jibarizado

HACE 800.000 años, un campamento de Homo antecessor, en Atapuerca, fue atacado por una horda de la misma especie, pero de distinto grupo, que mató y devoró al menos a 10 individuos, casi todos ellos niños y niñas, de corta edad. 
También en Atapuerca, hace unos 400.000 años, la mente simbólica del hombre, crea los ritos funerarios y la cultura de la muerte que distinguen al ser humano del resto de las especies. Miles de años después, surge el rito central de la cultura cristiana, la Eucaristía, en el que la antropofagia simbólica se mezcla con el sacrificio expiatorio. "El manjar eucarístico contiene, como todos saben -Trento dixit-, verdadera, real y substancialmente el cuerpo y la sangre, junto con el alma y la divinidad de Nuestro señor Jesucristo", víctima expiatoria de los pecados de la humanidad y, al mismo tiempo, manjar que da la vida eterna. El que comulga se está comiendo a un ser humano completo, según ese concilio. 
En las semanas anteriores a la Toma de Granada, forzados por la falta de alimentos y por la imposibilidad de avituallamiento, los defensores islámicos de la ciudad se comieron a 260 prisioneros cristianos. 
El Estado de Israel existe, en parte, gracias a las víctimas del Holocausto y al sentimiento de culpa que invadió a la humanidad por no haber podido evitarlo. Y en esto los judíos no se diferencian mucho del comportamiento que venimos observando desde hace cientos de miles de años en los miembros de nuestra especie que, real o simbólicamente, se nutren de los muertos. Las víctimas del Holocausto, en una adaptación judía de la Eucaristía, son, como Cristo, chivos expiatorios de la humillación alemana en la I Guerra Mundial y manjar que da la vida y la justificación al Estado de Israel, para siempre y para todas las atrocidades que pueda cometer. En Granada, ahora, Sebastián Pérez, presidente de la Diputación, acaba de practicar con García Lorca un acto de antropofagia simbólica, enraizado en Atapuerca y en la Última Cena. Antes de engullir al poeta universal, para hacerlo más digerible, lo ha “jibarizado”, reduciéndolo a Hijo Predilecto provincial. Pérez tiene gustos variados. Como concejal, viene defendiendo el mantenimiento en una plaza de la ciudad de la estatua dedicada al fundador de Falange, José Antonio Primo de Rivera, y la retirada de la humilde placa que colocan todos los años familiares y asociaciones cívicas en las tapias del cementerio granadino de San José para conservar viva la memoria de los fusilados en ese lugar en la Guerra. Y, éste años, como presidente de la Diputación, homenajea a Lorca,  en Alfácar, cerca del lugar donde fue asesinado por seis sicarios del capitán Nestares, jefe de la Bandera de Falange que controlaba el pueblo de Víznar y que se ocupaba de los asesinatos . No ha necesitado omeprazol para una digestión tan laboriosa, sólo votos.

lunes, 22 de agosto de 2011

Di papá dónde está el buen Dios...

En Granada, un personaje llamado El Compadre organiza todos los años la asistencia de cientos de carretas granadinas al Rocío. En declaraciones a la televisión local exigía que el arzobispo de Granada acudiera a la Raya –desconozco la ubicación de este lugar sagrado- a recibir y acompañar a los peregrinos hasta la ermita de la Blanca Paloma. El Compadre, en ese momento, proclamaba la supremacía de la religión del disfrute, la maría, y la raya –referente sagrado del placer, de ubicación evanescente- sobre la religión del sacrificio y la renuncia. Como Unamuno en Salamanca proclamaba ante el general traidor Millán-Astray, que la Universidad era el templo de la sabiduría y que en su Paraninfo, el rector, era el sumo sacerdote, El Compadre venía a decirle a monseñor Martínez, que él era la Raya, la linde, de la nueva sacralidad, él era el oficiante y el prelado un simple monaguillo que se desplaza con las vinajeras donde toque. Napoleón, en la cumbre de su poder, hizo venir al Papa Pío VII desde Roma para que lo coronara emperador en Notre Dame, en 1804. Hoy el Imperio del consumo y la fuerza de los deseos que quieren inmediata satisfacción la tienen los jóvenes, y el Papa va a dónde se sospecha que acudirán los chicos, por la bonanza del clima, la permisividad de las costumbres y las buenas comunicaciones. El Papa no ha cristianizado a los jóvenes, en todo caso, los jóvenes han paganizado al Papa que, preocupado, les acaba de pedir que no sigan a Dios por su cuenta, que a Cristo sólo se lo encuentra a través de la Iglesia y que el tiene las llaves del invento. El hombre ve en peligro su trabajo.

sábado, 20 de agosto de 2011

De las víctimas, hasta los huesos

El disponer de referencias literarias clásicas no es bueno siempre. Su prestigio te obliga a no despegarte demasiado de ellas. La familia de Federico García Lorca, sus sobrinos, parecen estar reproduciendo algún pasaje del Mercader de Venecia. Admiten que se exhumen los restos de las víctimas de la represión derechista en la Guerra Civil enterradas con su tío, en Alfacar, pero no les gusta que se remuevan los de Federico. Una exigencia tan difícil de satisfacer como la que plantea en la obra de Shakespeare, Porcia, la defensora del Mercader, al judío Shylock: le autoriza a cortar al mercader veneciano la libra de carne -ni un gramo de más ni un gramo de menos- que estipula su acuerdo con Antonio, no sin advertirle de que no puede verter ni una sola gota de su sangre. Eso es lo malo que tienen las víctimas de las guerras, que mueren en masa y no pueden ser enterradas convenientemente en sepulturas individuales. Los enterradores las hacinan en fosas comunes y allí el tiempo revuelve y confunde sus huesos. Incluso con la tecnología más avanzada, va a ser difícil distinguir los restos de Lorca, si es que están enterrados en ese lugar, de los de sus compañeros de suplicio. Quizá la familia sufra por esta mezcolanza, pero las víctimas lo aguantan todo, hasta los errores de los vivos: son muy sufridas.

jueves, 18 de agosto de 2011

La matrioska papal

La JMJ 2011 es la  muñeca más grande y vistosa del juego. Contiene otras menores que completan la serie. Sirve sobre todo para "visualizar" el poder católico. Parece que la bondad de una creencia no se mide por la capacidad de cumplir las promesas hechas a sus fieles sino por el número de los que esperan, aún, que esas promesas se cumplan. Galileo dejó en evidencia el mito fundacional del cristianismo: la muerte de Dios en un planeta insignificante y la soberbia de los que la defendían. Pero eso no ha importado mucho. Lo importante es que los católicos se vean juntos y que los demás los veamos juntos. La gran muñeca papal, brillante y teatral, encierra otras de menos tamaño en este momento: el Estado que, teóricamente, sirve a todos los ciudadanos, pero que, como no puede ofrecer concentraciones tan numerosas y unánimes, aparece envidioso y colaboracionista. Y dentro del Estado, muñecas menores: la Comunidad de Madrid, y dentro de esta entidad, las muñequitas que quieren que la visita papal borre del mapa a los indignados del 15M. Y dentro de la autonomía madrileña, las incómodas muñecas descoloridas de la disidencia que al mostrar su pequeñez proclaman su insignificancia y su excelencia rebelde frente a la masa “manipulada”. El adjetivo más perseguido cuando se producen estos acontecimientos es “todos”. El Gobierno saca pecho y le habla, altivo, al Papa en nombre de “todos” los españoles, y juega a no estar en misa pero sí repicando, para asegurarse los votos de los que entran (católicos) por los votos de los que salen (laicos militantes y no católicos). El Papa exhibe “masas”, el opio del clero, y se encara, arrogante, con el Gobierno en nombre de la mayoría católica de los españoles. Y para disipar dudas, se lleva a la reunión a 14 cofradías  para rellenar huecos con cofrades y costaleros multifunción, que hoy están aquí y, mañana, acaso, en botellones, finales de supercopas, festivales  de rock  y, al amanecer, derrotados en  alguna playa emergiendo de la resaca. En el poder taumatúrgico de la masa, creen hasta los poetas, que suelen juntar en sus recitales a una docena de  personas. Cesar Vallejo, en el poema “Masa”, concede a la humanidad entera el poder dar vida a los muertos: “Entonces, todos los hombres de la tierra /”, imagina el poeta,  “le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; / incorporóse lentamente, / abrazó al primer hombre; echóse a andar...”. La JMJ, al no estar “todos”,  no podrá resucitar el cadáver de la “fe”, sepultado en la última muñeca de la serie, por ahora le basta con reunir a muchos y que “todos” los veamos enseñando músculos.

martes, 16 de agosto de 2011

Leer para sobrevivir


Pocos defienden hoy que la Literatura -que cada vez tiene menos peso en los planes de estudios- sea útil para la educación de las actuales “almas hipotecadas” (stricto sensu), labor usurpada por el dios ‘mercado’ y sus teólogos: los publicitarios. La Literatura, ha abandonado la ‘prometeica tarea’ de ser “maestra de todas las épocas” y ha pasado, casi, a la clandestinidad. Para Harold Bloom, autor de El canon occidental, “la verdadera utilidad de Shakespeare o de Cervantes, de Homero o de Dante, de Chaucer o de Rabelais, consiste en contribuir al creci miento de nuestro yo interior. Leer a fondo el canon no nos hará mejores o peores personas, ciudadanos más útiles o dañinos. El diá logo de la mente consigo misma no es primordialmente una realidad social. Lo único que el canon occidental puede provocar es que utili­cemos adecuadamente nuestra soledad, esa soledad que, en su forma última, no es sino la confrontación con nuestra propia mortalidad”.
Parece como si Bloom condenase la Literatura a competir con otros ‘específicos’ contra el miedo a la soledad o a la muerte, como el valium, las religiones, la música chill-out, el circo televisivo o los programas-confesionario de las radios de madrugada.
Hay quienes piensan que la situación no es tan desesperada: por diversa razones, nunca ha habido tantos lectores y compradores de libros como hoy. Pese a las nuevas tecnologías, a la invasión visual y a las profecías de quienes han anunciado la “muerte del lenguaje”. Quizá se esté saliendo del coma y la Literatura sea una de las últimas formas de resistencia frente a los que siguen pretendiendo que “aquí no existen los porqués”, que no hay que preguntar y preguntarse nada. Sin olvidar que, ahora que en algunos países hay esperanzas razonables de llegar a los 90 años mejor conservados que el brazo de Santa Teresa, podemos seguir confiándole a los libros el embellecimiento de nuestras almas incorruptibles, más allá de cualquier esperanza de sabiduría e, incluso, de felicidad. Hoy en día no se lee para saber más que otros o para ingresar en una elite fuera de la cual no hay salvación. Muchos leen simplemente para sobrevivir.

jueves, 11 de agosto de 2011

Los habitantes de las bibliotecas

EN la Biblioteca todo tenía aquella tarde del pasado diciembre un apacible aire de normalidad. La gente era la misma de otros días: alrededor de un 43% de jóvenes estudiantes, no menos de un 13% de emigrantes de varia procedencia, sobre todo en los puestos de internet, en torno a un 9 % de lectores sin clasificar y el resto, hasta 100%, de jubilados en estado de revista, repasando los periódicos, y un número oscilante de indigentes, que pasaban la tarde durmiendo la siesta, envueltos en la prudentísima calefacción del local o leyendo libros de autoayuda (piden sobre todo: Cómo fracasar en la vida, en las mejores condiciones). Pero el noble anciano que se sentó a mi lado, con apariencia de haber conocido tiempos mejores, toma notas de un libro sobre el II Congreso de Escritores para la Defensa de la Cultura, celebrado en Madrid el año 1937. Se encuentra tan enfrascado en el estudio de sus documentos que no se da cuenta de que estoy echándole un ojo pirata a lo que escribe. No tengo ni idea de por qué le choca la propuesta de María Teresa León, en la sesión de apertura, de que se nombre presidente de honor a un militar, el "glorioso General Miaja, defensor de Madrid". El caso es que la anota. Quizá teme que si los gobiernos se aficionan a resolver problemas civiles con leyes de excepción, como sucede con los controladores, las bibliotecas pasen a Defensa y se nombre directores a sargentos rigoristas opuestos al dormitar de los vagabundos en sede bibliotecaria. Sea como sea, mi compañero de mesa ha reflejado la propuesta de la escritora y el "clamoroso sí escuchado en toda las sala". En la frase que transcribe a continuación, también de María Teresa, ha subrayado la palabra 'coser': "camaradas, vosotros venís de países donde aún se puede coser a la luz de la paz". Antes de dejar el libro en su estantería y sus notas en el carrito-caracol en el que transporta todas sus cosas, apunta esto de un escritor ruso: "Uno de nuestros escritores, Soblef, ha dicho que la Unión Soviética da al escritor todo lo que pueda desear, menos una cosa: el derecho a escribir mal". Me hace gracia cómo apostilla este último texto: "por desgracia, éste es hoy un derecho de uso común, hasta Vargas Llosa se ha acogido a él en su última novela". Cuando salió, me levanté para coger el libro que había dejado en la estantería y contextualizar alguna de sus notas, pero los funcionarios, todavía civiles, comenzaron en ese momento a apagar las luces. Lo dejé para otro día. Ayer volví para terminar mi tarea, no pude, la biblioteca ya no estaba allí.

miércoles, 10 de agosto de 2011

La dignidad de la mamola



La Virgen y el Niño de Lucas Cambiaso
Pánfilo, se ayuda para olvidarse de la mega-crisis, de libros de todo tipo. Algunos raros. Lo sé porque me ha llegado este mensaje suyo: “Querido amigo, estoy con el libro "La sexualidad de Cristo", de Leo Steinberg. Un verdadero placer "intelectual" leerlo. Eso de tener que explicar toda la Biblia como si hubiera sido escrita línea por línea por el mismo Dios, buscando coherencias imposibles y sentidos rectos, ha dado mucho trabajo a lo largo de la historia y ha creado esas figuras impagables del humor escatológico que son teólogos y exégetas. Con el “Cantar de los Cantares” lo han tenido crudo, porque la Esposa –desde Orígenes, Padre de la iglesia, + en 254- es la Iglesia, cosa que el autor del “Cantar” desconocía, y el Esposo es Cristo, que nacería, al menos 700 años después de escribirse el “Cantar”... El libro, en su origen fue una conferencia. El autor le ha añadido un apartado que titula "Excursos", extenso y delicioso, y lo corona con un epílogo de un jesuita, el Padre O'Malley, teólogo especializado en el Renacimiento, que fue el que le puso sobre la pista de los penes de Cristo. En fin, amigo, esto nos dará para mucha conversación. El excurso III, "Sobre la dignidad de la mamola", no tiene desperdicio. Antes de leer este libro, la Mamola para mí, era un pueblo de Granada, junto al mar. Gracias a Steinberg, ahora sé que ha de entenderse por “mamola” todo lo que sea tocar, rozar con los dedos, pellizcar, acariciar, tomar el hueco de la mano sujetar, pero siempre que se trate de la barbilla. Se trata de un gesto muy importante en la iconografía. Hasta el siglo XVIII fue un gesto tierno, incluso erótico. Hoy es una burla. En muchas pinturas de la Edad Media y del Renacimiento, Madre e Hijo se entretienen en este juego y, basándose en unos versos del “Cantar”, el autor ve connotaciones sexuales en la caricia, que en este caso serían incestuosas. ¡Qué divertido! Hasta me he olvidado de las primas de riesgo, que no son, amigo mío, esas niñas de la familia con las que hacíamos las bellaquerías –también la mamola- detrás de la puerta, aún a riesgo de que nos cogiese algún familiar y nos diese unas "llamarás” (‘hostias’ en ciertas hablas andaluzas)”. Termina Pánfilo, este exegeta disruptivo, deseándome unas tranquilas y provechosas vacaciones.

domingo, 7 de agosto de 2011

Hiroshima, teología de la destrucción

A los nazis les sobró protocolo e impedimenta a la hora de exterminar a judíos, polacos, comunistas y disidentes políticos. Hubo reuniones para elaborar la solución final, se discutió acaloradamente, quedaron documentos con los argumentos de unos y otros. Y siempre se encontraron con la pequeña dificultad de eliminar a tanta gente en tan poco tiempo. La tecnología del exterminio, aunque muy avanzada, dejaba huellas. Dentaduras de oro, joyas, monturas de gafas, esqueletos, botones de metal....A los americanos les sobró tecnología y teología de la aniquilación: todo se hacía en nombre de la democracia y para acortar la guerra. Los americanos acabaron en muy poco tiempo con cientos de miles de personas en Hiroshima y Nagasaki, pero la bomba atómica convirtió en pavesas hasta el último empaste. Ni fosas, ni trajes de rayas, ni barracones, ni organización ni ordenanzas. Las bombas atómicas calcinaron todo, hasta la mala conciencia de los ejecutores materiales que habían sido preparados  por expertos psicólogos tan minuciosamente para no sentir remordimientos que, hace unos días, el navegante del avión que tiró  la bomba sobre Hiroshima, ha declarado que volvería a tirarla si fuera necesario y que no tiene conflictos con su conciencia por los cientos de miles de muertes que produjo la explosión. La escolástica  blindó la conciencia de los verdugos de la Inquisición y del fascismo beato de Franco del sentimiento de culpa con sus justificaciones y la psicología de la exculpación, el cine bélico de los Estados Unidos y la armadura democrática han inmunizado al último superviviente del bombardeo de cualquier disturbio ético. También es verdad que el avión que trasportó la bomba, el Enola Gay, tomó su nombre del de la madre del piloto del aparato. Ni los exterminadores más eficaces están libres de algún sentimiento percudidamente noble.

jueves, 4 de agosto de 2011

Sexos opuestos


EL pudor me aconseja, a veces, pedirle al casquivano de Pánfilo que me lleve ciertos asuntos escabrosos. Les recuerdo que este jubilado disruptivo, al que de vez en cuando le hago sitio en mi blog, no es uno de mis apócrifos ni mi álter ego; que yo no tengo ni obra ni posición para poder usar esas máscaras. Como me debe algún favor, temas delicados que podrían dañar mi reputación, me los hace él. Por eso le he pasado esta pregunta que el bloguero Hibridación planteaba hace unos días en su bitácora: "¿A qué huelen y a qué saben los seres humanos del sexo opuesto?". Pánfilo, como maestro que fue, sufre de deformación profesional y cuando le preguntas algo, su primer movimiento táctico es hacer que te sientas como un tonto de capirote. Inmediatamente te explica lo que le has preguntado con un tono de voz cavernario, de bajo. Como si la sabiduría fuera sólo cosa de hombres y no se pudiera expresar también con un tono más agudo, menos varonil. No le ha gustado nada la expresión "sexo opuesto". 

Le pido que no me eche la bulla a mí y le recuerdo que la pregunta la hace Hibridación, y no yo. Me dice Pánfilo que hay que ir desactivando el lenguaje de la confrontación entre hombres y mujeres. Que los sexos no son opuestos, sino complementarios. Que recuerde la creencia popular en la "media naranja" o, si hay que aportar un referente culto, que Platón nos prestará su "andrógino", suma de un hombre y una mujer; ser tan autosuficiente en su unidad, que dio lugar a que Zeus, temeroso, acabara por separar al varón de la hembra con una crin de caballo como si de un huevo duro se tratara. Desde entonces cada ser busca su otra mitad. Sólo puedo interpretar como una más de las consecuencias negativas de la calamitosa época política que atravesamos, el que Pánfilo se empeñe en que la pacificación de la guerra de los sexos pasa por el uso de un lenguaje políticamente correcto. Le pienso decir que la corrección en el lenguaje no arregla nada y sólo sirve para enmascarar los problemas. Al final, sí nos hemos puesto de acuerdo en que la expresión "sexo opuesto" habría que reservarla (en plural) para la logística de ciertas posturas amatorias. Al rato de hablar con él por el móvil, me envía este mensaje: "Se me olvidaba: padezco una enfermedad que no me deja oler los sexos y menos los lejanos u opuestos. Saborearlos sí que puedo: saben a ese sexto sabor, aún no descubierto, que no es ni dulce ni amargo ni salado ni ácido ni unami; ese sabor sin nombre todavía, pero que es a lo que saben los sueños". Le he contestado que esta última boutade suya la he leído en alguna parte.