viernes, 30 de abril de 2010

La máscara machista de Machado

Ensor con máscaras
         Como en 1687 lo políticamente correcto era anclar a la mujer a la casa y dentro de ella, a ciertas habitaciones como la cocina, el dormitorio o la sala de estar, y menos a la biblioteca, Fénelon, escritor, clérigo y teólogo liberal francés, en su obra La educación de las niñas, pudo decir sin ambages  que “ las mujeres no deben gobernar el estado, ni hacer la guerra, ni entrar en el ministerio de las cosas sagradas;  pueden, por consiguiente,  excusarse  de ciertos conocimientos extensos que se relacionan con la política, el arte militar, la jurisprudencia, la filosofía y la teología”.
Dos siglos y medio después, había que ser un poco más comedido y, si se querían decir cosas de este estilo, había que recurrir a algún ardid. Antonio Machado, que escribió mucho en la prensa madrileña en los años anteriores a la guerra civil, tuvo que recurrir a los poetas apócrifos Juan de Mairena y Abel Martín para permitirse -según Ángel González- desplantes, parodias, juicios heterodoxos, e incluso boutades y bromas que, en páginas menos distantes de su verdadera personalidad, acaso no se hubiese tolerado.
Pero el invento de Machado es algo más que la máscara de la  extravagancia, es el reconocimiento de que el personaje público que situamos en el escenario, y que es la imagen que nos gustaría que los demás tuviesen de nosotros,  es, sobre todo,  un disfraz. Debajo de él están los sentimientos violentos, miserables, torpes que complementan a los solidarios, desprendidos y heroicos, que también nos habitan,  y que son los que nos importa publicar. Cuando vemos en el televisor a unos individuos salvajes que golpean y meten en un automóvil militar, en cualquier guerra,  a un niño de diez años medio desnudo, nos turbamos no sólo por la fea cara de la crueldad sino - y esto no lo decimos-, porque no sabemos si en circunstancias parecidas  no incurriríamos en las mismas brutalidades. Machado, gracias a sus apócrifos, encontró la forma de hablar en público de todo aquello que le pasaba por dentro y que no estaba dispuesto a colgar a su maquillada imagen pública.
A propósito de la concesión del voto a las mujeres, se atrevió a escribir, atribuyéndoselo a su álter ego Juan de Mairena: “Si unos cuantos viragos del sufragismo, que no faltan en ningún país, consiguiesen en España de la frivolidad masculina la concesión del voto a la mujer, las mujeres propiamente dichas votarían contra el voto; quiero decir que enterrarían en las urnas el régimen político que, imprudentemente, les concedió un derecho a que ellas no aspiraban. Esto sería lo inmediato. Si, más tarde, observásemos que la mujer deseaba, en efecto, intervenir en la vida política, y que pedía el voto, sabiendo lo que pedía, entonces podríamos asegurar que el matriarcado español comenzaba a perder su fuerza y que el varón tiraba de la mujer más que la mujer del varón. Esto sería entre nosotros profundamente revolucionario. Pero es peligro demasiado remoto para que pueda todavía preocuparnos”.
Hoy, para escribir algo parecido, Machado habría tenido que refugiarse en algún seudónimo hermético, si quería seguir siendo el santo de la izquierda española. Protegido por él, a Antonio Machado (o a su doble deslenguado Juan de Mairena) no le hubiese importado afirmar que la paridad electoral entre hombres y mujeres a que aspiran los grupos políticos es una argucia de los funcionarios varones de los partidos para salvar, al menos, un 50% de escaños, antes de que las mujeres los arrollen.
Ahora que los hombres huyen del ejército profesional, de las carreras y oposiciones que exigen un esfuerzo y dedicación mayores,  y  que la política es la actividad menos apreciada por los jóvenes, se permite a las mujeres acceder libremente a esos trabajos. Fénelon se quedaría de piedra si, tras resucitar, viera que - vacíos los seminarios de varones por la pederastia clerical y por la religión del disfrute-, las mujeres comienzan a entrar también en “el ministerio de las cosas sagradas”, hasta el punto de que el sucesor de Benedicto XVI, encontrará la forma de que sean curas.
Porque los machos más avispados de la especie han percibido que el poder lo tiene ahora el Gran Hermano globalizador, o sea, el Consejo de Administración del planeta, ese gran consejo que nadie elije y al que nadie pertenece, un metapoder cada vez más abstracto que mueve el mundo según conviene a sus inversiones. Ahí es donde quieren estar. Mientras que los menos competitivos o laboriosos, frecuentan los gimnasios y recalan en bomberos.
Por eso,  los funcionarios  de los partidos han urdido la  treta del  50%, para que las mujeres no ocupen todos los escaños.

jueves, 29 de abril de 2010

Espárragos imperiales




"Compre usted mis espárragos que son los primeros"

No todo el dinero del contribuyente se dilapida, es interesante lo que se ha conseguido con las afables estatuas de la Avenida de la Constitución de Granada. Para que la implicación de estos personajes históricos en aportar soluciones a los problemas de la ciudad no se quede en un mero gesto, un colectivo cívico ha constituido una Comisión - cuyos integrantes han jurado no cobrar- encargada de hacer propuestas para optimizar el aprovechamiento de los recursos públicos. Lo primero que ha insinuado es que se estudie si el cámara de la emisora municipal TG7, que va siempre con el alcalde podría, también, cubrir a Griñán cuando se pase por Granada. Como las noticias de hoy nos anuncian que estamos al borde de la catástrofe económica, la comisión está debatiendo a puerta cerrada si sería bueno sugerir que estos dos políticos compartieran también el tarro de botox que seguramente se ponen cada seis meses para eliminar las arrugas de la cara. Este gasto es necesario porque, al salir todos los días en TV, no pueden aparecer con mala cara. Pero los botox son caros y,  un restaurador de caras blandas de políticos que ha sido convocado como experto, ha dictaminado que con un bote hay para dos. La Comisión ve posible que se lo repartan y endurezcan sus rostros al alimón.
La canastera, en clase pobre, tampoco lo hace mal

El experimento que se ha puesto en marcha con las estatuas, demuestra que todos podemos arrimar el hombro para ayudar a las arcas municipales. Hasta la emperatriz se ha aplicado a la venta ambulante de espárragos, a un euro el manojo. El alcalde habría hablado del asunto, una por una, con todas las imágenes Las visitó días atrás, lo sé porque lo dio TG7 en hora punta.

miércoles, 28 de abril de 2010

Duelo en la calle Niños Luchando


A finales de diciembre de 2008,  Granada estuvo al borde de un enfrentamiento armado entre la policía local y la de la Junta de Andalucía.  El día 27 de ese mes, el alcalde Torres Hurtado, en la portada de un diario granadino, no descartaba esta posibilidad bélica si los coches de la policía autonómica seguían aparcando en la calle peatonal de la Alhóndiga, frente a su comisaría. El alcalde no hacía alusión a los posibles daños colaterales y a los inconvenientes del fuego amigo. Han pasado dos años y los enfrentamientos entre Junta y Ayuntamiento se producen a diario. Doy sólo dos ejemplos cercanos: el día de la inauguración de la Exposición que el Centro Andaluz de las Letras, dependiente de la Junta, dedica este año al poeta granadino Luis Rosales, TG7, la emisora municipal, en su programa de noticias de las 21:30 no mencionó el acontecimiento. Sí dedicó casi 10 minutos al reparto por el concejal de Cultura de diversos premios de excitación a la lectura en la Biblioteca Municipal del Salón. Hoy mismo, informan los periódicos de que la Junta no acudió ayer a la primera reunión para financiar el AVE granadino. Antes de que haya algún herido, habría que encontrar una manera razonable de resolver estos incidentes. Un referéndum, podría ser la solución. Hay precedentes de lo que se le podría preguntar a los granadinos.



Calle en la que tendrían que luchar los dos niños
Si se hace el Camino de Santiago, desde Roncesvalles o Canfranc, el peregrino encuentra, en la provincia de León, la localidad de  Hospital de Órbigo, sobre cuyo magnífico Puente, un caballero leonés, Suero de Quiñones, protagonizó en el siglo XV uno de los últimos Torneos Medievales. Se le había puesto en la cabeza al hombre pelearse con todo el que pasara por el puente hacia la ciudad del Apóstol. El caballero que se negara a participar debía depositar un guante en señal de cobardía y atravesar el río vadeándolo.  La pregunta impresa en la papeleta de referéndum podría ser esta: “¿Aprueba usted que cada vez que haya un conflicto entre Ayuntamiento y Junta se resuelva en lucha de campeones, a las primeras heridas?”. El lugar de la pelea: la calle “Niños luchando” de Granada, desde los balcones del edificio del Registro Mercantil, las damas podrían anudar sus enseñas en las lanzas de Griñán y Hurtado. Lo grabarían al alimón Canal Sur y TG7 y se daría a la misma hora. Estoy seguro de que la sangre no llegaría al río.

lunes, 26 de abril de 2010

Protocolizar el deseo, acompasar la seducción

(Para Luisa que ha comentado mi post anterior)
Luisa, tú porque eres mujer y puedes hablar de cosas de mujeres, pero yo estoy asustado porque en Occidente, no en el Islam, aquí mismo, a muchas  mujeres no les gusta nada que algunos hombres les lancen miradas que no sean las de un deseo reconocible y reconducible. Por eso se avanza tan poco en la mejora de las relaciones entre hombres y mujeres. Estamos en la época de saldar la "deuda histórica" que el macho salvaje e irresponsable ha contraído con la mujer desde el episodio "Costilla de Adan". En algún momento se clausurará esa época y habrá que sentarse a hablar. ¿Estamos en la época del rapto? Si para casarte tienes que conseguir que un tío del pueblo de al lado venga y te rapte y se parta la cara con tu padre y con tus hermanos, pues es natural que te pongas tacones de aguja y agua de rochas que aleje kilómetros para potenciar el efecto llamada, pero si el niño que te gusta lo tienes dos filas más atrás, en la clase, no es necesario que te pongas un pantalón ceñido, un tanga fosforescente y tres flechas tatuadas en la espalda que señalen el proceloso camino. Protocolicemos la violencia posesiva de los machos, acompasemos las armas de seducción de las mujeres. Luisa, ahora mismo paso a la clandestinidad.

domingo, 25 de abril de 2010

Velos públicos, tutús sagrados

Mujeres iraníes
A clase no se debe de ir desnudo, lo impiden Auschwitz y la higiene, tampoco se debe de ir enfundado en un burka , que ampara el delito e impide identificar al delincuente. Desde los tiempos de Carlos III y de su ministro Esquilache, en España ha estado mal visto acudir a los espacios públicos embozado y con sombrero de ala ancha.  Todo lo demás, si hablamos del vestido, es discutible, hasta los tutús de estos danzantes:
Fiestas de San Antonio, en Herrín de Campos (Valladolid)

 Saray acude a clase, y su madre lo ve bien, con un pantalón blanco muy estrecho y con un tanga verde fosforito debajo. El profesor la saca a la pizarra para que analice la frase del día. Saray corretea  por  entre las partes de la oración con agilidad y cadencia. El profesor le llama la atención: “Saray, le he pedido que me analice la frase, no que me la baile”.  Saray valsea con el núcleo del sintagma nominal y se abandona en los brazos del complemento directo, ya en la loseta del sintagma verbal. Termina y se sienta.  Todavía no ha acabado de analizar Garnica su frase del día, cuando Saray da un grito: “profe, los niños de atrás me están tirando besos”.  Le pide los nombres de los compañeros que le tiran besos. Los castiga. Después llama a la madre de Saray y le ruega que la niña venga vestida a clase sin estridencias y que sea más lineal en sus desplazamientos en el encerado. La madre, que no tiene más de 28 años, le espeta: “maestro, esto es un centro público y mi niña tiene derecho a venir a clase vestida como a mí me salga del […]”. Natalia es una alumna musulmana, bondadosa y tranquila.  Ha escrito en la pizarra su frase del día: “Las mujeres musulmanas deben de ponerse en la mezquita detrás de los hombres para que al inclinarse en la oración, no distraigan a los varones en sus rezos“.  Viene vestida con sencillez extrema, un pantalón vaquero una camisa blanca y el velo.  El tutor de la chica llama a su madre y le pide que la niña venga a clase como las demás alumnas, sin velo. La madre le espeta al tutor: “Esto es un centro público y mi niña viene a clase como a mí me da la gana”.  El tutor piensa que las madres –y detrás de ellas, los padres, los hermanos, las abuelas, los abuelos- como suele suceder, utilizan a los hijos para resarcirse de sus “deudas históricas”. Parece inevitable.

viernes, 23 de abril de 2010

¿Me equivoqué de paloma?

Juanx2, durante la interpretación de "A galopar"
Pasar la tarde en la Feria del Libro no es actividad sin riesgos.  Llegas a la Fuente de las Batallas de Granada y oyes hablar de una paloma vacilante e insegura.  Piensas que te has equivocado de paloma,  porque los que cantan el poema de Alberti, el dúo Juanx2,  tienen unas voces  muy firmes  y poco temblorosas. Nada que ver con la melismática  voz de Serrat.  También piensas que se ha equivocado el librero que te ha querido vender  el libro de José Antonio Fortes, el conocido filólogo de la liberación que se esfuerza por  enterrar todos los aparatos  del  Estado burgués,  galopando a lomos del caballo cuatralbo de la Universidad, uno de los aparatos  ideológicos más poderosos de perpetuación del poder capitalista. 17 euros te han pedido por  su obra “Intelectuales de consumo”. Si hay un libro que el autor tendría que regalar sería éste.  A no ser que quiera ser prostituido por el mercado, como los intelectuales que critica. Como no quiero perjudicarlo  ni colaborar a que se agudicen sus contradicciones –y las mías- he decidido  pedírselo a mi “Seño”, la directora de la Biblioteca, que me tiene muy consentido y me lo compra casi todo,  hasta libros malos como el escandaloso “El Tutú” de una tal Princesa Safo.  De ninguna manera quiero colaborar con mi dinero a que Fortes se sienta intelectual integrado, si el mercado, arrebatado por la calidad del texto, lo recibiese con generoso júbilo. Resuelto este dilema,   y para no llevarme más sofocaciones, me paro en la caseta que el Centro de Estudios Andaluces  tiene abierta en la Feria. Convencido de que la Consejería de la Presidencia, de la que depende el Centro,  me daría la seguridad institucional que me habían negado la Música y la Universidad. Pues  no. Repasando el catálogo de publicaciones del Centro me encuentro con este título “La transformación de los hogares andaluces y sevillanos”, de Bericat Alastuey y Martín Lagos López.  Un vértigo molestísimo  me aturdió. “¿Ha dejado Sevilla de ser andaluza? “, me pregunté con los primero síntomas de un ataque de ansiedad, ”y los hogares andaluces,  ¿dónde acudirán con sus cuitas autonómicas, tras la dolorosa secesión de esta provincia sede del Gobierno de Andalucía? ¿Por ir al Sur, irán al Norte? ¿Se equivocarán?“. La educada señorita que atendía al stand remitió mis dudas a las FAQS de una página web de la Junta.  Sólo después de sumergirme en una de las tres certezas granadinas inamovibles, el helado de gianduia de "Los Italianos", comencé a tranquilizarme un poco. Después,  de vuelta a casa,toqué con mis manos  los muros sagrados de las otras dos, la Catedral y la Alhambra. Siguen ahí,  se lo aseguro a ustedes. Los sevillanos no se las han llevado como emblema y galardón de su futuro Estado independiente.  Esta comprobación me ha permitido dormir bastante relajado. 

jueves, 22 de abril de 2010

Cervantes, gran reserva

Vinos y licores con amor
A Cervantes no le molestaría que sus libros se abriesen un hueco entre un  "Un buka por amor" y la "Rosa escondida" , los dos melodramas ginecológicos de Reyes Monforte, en los anaqueles de una tienda de aereopuerto. Estaría encantado de que se vendiesen tan bien como estos dos bestsellers. Don Miguel aspiraba a vivir de su trabajo de escritor y quería gustarle a todo el mundo. Es el primer escritor metrotextual del que tengo noticia. Lo deduzco del Prólogo de su novela más conocida. Alli se lee que sería de provecho que con la historia del Caballero de la Triste Figura "el melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie, ni el prudente deje de alabarla". Hoy se puede decir que lo ha conseguido. Don Quijote figura, junto con el Kempis, en la biblioteca de una maestra falangista y ultracatólica de los años cuarenta (Mari Sol, maestra rural) y en la mochila explosiva del Che Guevara. Otra cosa es Juan Goytisolo, uno de los escritores más dolidos con la reconversión de poetas y novelistas, en la época de la desacralización global. Al autor de "Señas de identidad", le horroriza que sus libros figuren junto a los manuales de autoayuda en los supermercados. Considera un sacrilegio que su "Reivindicación del Conde don Julian", se apile junto a unas botellas de vino tinto. Por ahora la denominación de origen "Vino de Rioja" no ha dicho nada de que los libros de Goytisolo le disputen espacio, en la estanterías irreverentes de los cambalaches, a las botellas de Marqués de Cáceres. Y podría hacerlo.

miércoles, 21 de abril de 2010

A Melayana, que confundió mi cara

El perfil de Melayana
Melayana y  yo nos conocimos gracias al blog del deconstructivo gastrófobo (¿se dice así?) granadino Amate. Luego nos visitamos en nuestros pisitos virtuales con vistas a la red social.  Ella tiene uno lujosísimo  donde regala  recetas de cocina explicadas con rigor y minuciosidad.  Tras pasar por casa, comentó  la foto de mi perfil  y me confundió con otra persona: “Por la foto me parece conocerte”, me escribió, “Pablo Alcázar no es tu nombre, ¿no?, ¿es  A.M.? Mi ego no  lo pudo soportar y me dirigí a ella contrariado.  Creo que ya hemos hecho las paces.  Aquí dejo huella del desencuentro:
“Melayana, mi cara es bastante corriente. Mucha gente me dice que no soy yo, sino otro señor que tiene una moto parecida a la mía, o la misma barba. En fin, yo, como todo el mundo, quisiera producir en la gente que me conoce el mismo impacto que los ojos reales, o apócrifos, de tu perfil (o más bien de tu foto enmascarada, pero de frente) producen en aquel que los mira. Pero no, yo no impresiono. Tenía yo una buena explicación para las que me confundían aquí en Granada con su ginecólogo, Ivan Ratinov. "No lo miráis a la cara, porque os da vergüenza mirar a la cara a un señor que fija, necesariamente, sus ojos en zonas reacias a la pesquisa aséptica. Y como no lo miráis a la cara", decía yo a cualquier señora de la provincia que me paraba en la calle para preguntarme por qué no le bajaba la regla, "pues lo confundís con cualquiera”. Y es que yo no me resignaba a la vulgaridad de ser el clon de un tocólogo. Pero ahora, Melayana, ¿qué explicación le doy yo a que una mujer con unos ojos  como los tuyos, tan fácilmente identificables entre cien mil personas, me confunda con un tal A. M.? La herida narcisista que acabas de infligirme no se la saltan ni las no-albondigas del potaje de bacalao del inefable Amate. Lo dejo antes de que se me pasen los efectos del Lambrusco de 8,5 grados, comprado en el Mercachunda por 1'5 euros y me arrepienta de estas florituras sazonadas con un poco de pimienta. Vale”.

viernes, 16 de abril de 2010

Curas transgénicos

Los Arnolfini
Era de esperar: una nueva tarea para el matrimonio: apagar los fuegos eróticos del sacerdocio célibe. Lo de siempre, cuando no se sabe cómo resolver un problema o se le encarga a la escuela o se le echa encima a la familia, en este caso al matrimonio. Crece la exigencia de que los curas se casen para acabar con los casos de pederastia que se dan dentro de la Institución eclesial. Cómo si el matrimonio hubiese demostrado su eficacia a la hora de apagar el impulso venéreo, de puertas afuera. Los curas pederastas se casarán y, esto sí, disfrutarán de los amargos placeres del matrimonio. La inquina social irá a menos al verlos golpeados por las ventajas propias de la vida en pareja, pero no se puede asegurar que no sigan, algunos, molestando a la infancia con solicitudes indecorosas. La línea Diógenes no debe ser abandonada a priori. La anécdota se la atribuye Diderot a Lucrecio: Diógenes se masturbaba en la vía pública, replicando a quienes se escandalizaban de ello: “Ojalá fuese igual de fácil quitarse el hambre con sólo frotarse el vientre”. En el caso de que la propuesta clásica fallase, habría que recurrir a una línea de investigación que alumbrase curas transgénicos, sin deseo. Podrían seguir célibes y les evitaríamos el martirio de un noviazgo largo.

sábado, 10 de abril de 2010

El aula sin muros

Hemos encontrado en la publicación granadina EL SEMANERO un precedente claro de la manía actual de meter todo en las aulas.  El sucedido es de finales de los años 80:

El aula sin muros
El semen es de los pocos humores del cuerpo humano cuya extracción casi no duele. Sí, el líquido cefalorraquídeo. También duelen -y no poco- las lágrimas. Pero el semen no duele nada. Se conocen casos de personas normales que, incluso, disfrutan cuando les sacan semen.
La controversia puede suscitarse a la hora de poner de acuerdo a la gente sobre cuál es el procedimiento más conveniente para obtener semen.  Porque para conseguir sangre se puede recurrir a la jeringuilla, a la navaja barbera, al pinchazo. Mana sangre también en caso de golpes, accidentes o ejecución. Pero el semen sólo aflora cuando se pone en marcha un delicado e incruento mecanismo. No sale al exterior como la materia que albergan ciertas protuberancias del cuerpo humano, cuando se las aprieta.
Hay ocasiones en las que el licor sagrado de la vida se expande sin aviso, precipitadamente. Pero en otras, se esconde, avaro. Se hace esperar, llega cuando quiere. Sorprende, maravilla.
Varios alumnos de COU del instituto de bachillerato Alto Conquero de Huelva encontraron hace unos meses la forma de llevar puntualmente a su profesora de ciencias semen del día en cantidad suficiente como para ayudar a toda una clase a ampliar sus conocimientos citológicos.
El instinto de confesionario que anida aún en buena parte de la sociedad española y el aburrimiento democrático han llevado a un diario andaluz a preocuparse por el procedimiento de extracción del semen que luego se utilizaba en inocentes y provechosos experimentos escolares.
La noticia en el ABC de Sevilla

Cuando se tiene 17 años, el portento, la epifanía, puede ocurrir todos los días y en varias ocasiones, ABC debería saberlo. Lo que sucede es que el dulce néctar, hijo del milagro, unas veces se somete a la probeta y a la curiosidad de los microscopios en las aulas. Otras veces -las más- se pierde para la ciencia y se gana, únicamente, para el gozo. Y también -y no raramente- produce el asombro de la vida, cuando halla el recipiente adecuado.
El caso de Huelva debe producir docena y media de preguntas retóricas en la sección Cartas al Director de media docena de diarios: "¿Hasta dónde vamos a llegar?", "¿es posible que nuestros cándidos hijos...?". Pero también debe llenarnos de satisfacción el avance pedagógico que el semen en el aula supone.
A Estados Unidos, colocar una maestra en el Cosmos le costó un dineral, y, además, en vano. Nadie ha olvidado la dolorosa explosión de la profesora Christa McAuliffe y de Challenger en el espacio.
Nosotros, por unas pocas pesetas, gracias a la imaginación de nuestros maestros, a las incitaciones de los inspiradores de la Reforma Educativa y, en último término, al ministro Maravall, hemos colocado debajo de las curiosas lentes de los microscopios de nuestros escolares el mismo germen de la vida.
Es el aula sin fronteras. Todo lo hemos metido en el aula al ver que los alumnos salían de ella conociendo, engatusados por los gadgets de la galaxia electrónica: el ordenador en el aula, el cine en el aula, la prensa en el aula, el macramé en el aula, el esparto en el aula, la vida en el aula. Y una vez que un material tan abundante se encuentra amontonado en ella, sólo nos queda esperar que los alumnos (su atención, su interés) quieran volver al aula. Si es que caben.

viernes, 9 de abril de 2010

Puestos de trabajo, no remunerados, en Ikea


Un buen empleo

"Los trabajadores de un centro de la cadena Ikea en Milán se han puesto en huelga durante la jornada de hoy para protestar por la "inaceptable" práctica de la dirección del centro de controlar el tiempo que van al baño.Además de cronometrar las visitas al baño, añaden, también han prohibido comer chicle mientras se trabaja y se han llegado a dar casos de acoso laboral por parte de los jefes. No obstante, la protesta está siendo más simbólica que de presión, ya que no se ha alterado el normal funcionamiento de la tienda".( De la prensa)

Muertes de pobre

Cuando los crímenes los cometen personas muy jóvenes,  como la presunta asesina de la niña Cristina Martín, en Seseña,  se produce una enorme conmoción. Inmediatamente se piensa en el fracaso educativo de las generaciones adultas. Se buscan explicaciones, se habla de la aparición de una “cultura del cuchillo” y de una progresiva gansterización de niños y adolescentes y se piensa inmediatamente en meter otra asignatura en la ESO, que es el signo definitivo de la impotencia.  Los crímenes de los mayores parecen más comprensibles. Hay homicidas empeñados en demostrar, cuando asesinan, que España no es una unidad de destino en lo criminal. Hay gente acomodada que mata limpiamente, en privado, a distancia, por encargo, con tanto primor como si el crimen fuera una escaramuza familiar sustituible por cualquier otro movimiento de piezas. Pero las muertes de pobre son coléricas, artesanales y diurnas. Hay ocasiones en las que tienen todo el aire de una ejecución pública. Las causas, como en el caso del anciano granadino  que mató en la puerta de su casa a un joven que retiraba una moto ruidosa, pueden ser en apariencia insignificantes. Luego, ante el juez, el asesino se disculpa diciendo que hacía calor. Como si quisiera dar la razón al ilustrado sevillano José Blanco White (1775-1841) que advertía entre los nacidos en esta tierra «una cierta irritabilidad natural, especialmente en las regiones del Sur, que lleva al frecuente derramamiento de sangre. Unos vasos de vino de más o ni aun eso, el simple hecho de que sople el levante o viento solano, es festejado infaliblemente en Andalucía con peleas mortales».
Nada profesional y de corte antiguo, aunque no desprovisto de causas, fue el crimen perpetrado por una mujer en el barrio de Cartuja, condenada en su día por la Audiencia Provincial de Granada a 28 años de cárcel por la muerte de su esposo. Esta asesina también se atuvo al guión que Blanco White escribió sobre la mujer española de finales del siglo XVIII. La prevención que el escritor burgués sentía por las mujeres -y por los hombres‑ de las «clases bajas» le llevó a alentar los aspectos más desagradables del tópico de la hembra española. Y así, muchos años antes de que Bizet y Rossini pusieran en circulación la imagen feroz de una Carmen navajera e irascible ‑que no tiene nada que ver con la que creara Merimé, mucho más respetuoso de lo que se piensa con la España real del siglo XIX‑ , Blanco se inventó (ensombreciendo con este hallazgo su imagen de hombre de las «luces») un estereotipo que daría la vuelta al mundo:  "En Madrid, donde barrios enteros, como el de Lavapiés y Maravillas, están habitados por el pueblo bajo... también abundan mujeres dispuestas a tomar no pequeña parte en cualquier alboroto, pues estas amables criaturas suelen llevar una navaja enfundada en la parte superior de la media izquierda, sujeta con la liga".
Una hacha‑picota utilizó la homicida de Cartuja para rematar a su esposo, después de haberle disparado con una escopeta en el abdomen y de haber mandado a sus hijos a la calle para que tirasen petardos, no se sabe si para ocultar el crimen o para pregonarlo.
Cuando el crimen fue conocido en la ciudad, hasta los mejor casados durmieron varias noches abrazados a la duda y paladearon el agrio sabor del miedo. Hicieron examen de conciencia. Se vieron libres de pecado; pero, recelosos, mojaron la pólvora de los cartuchos, requisaron las armas ofensivas y defensivas, aun las peor afiladas, cerraron un ojo y el otro lo clavaron en la compañera de cama. Los que mantenían con sus esposas relaciones poco cordiales anduvieron escapados de sus casas algún tiempo. Y todos, prudentemente, dulcificaron su trato durante algunos días.

martes, 6 de abril de 2010

Pasión, a ser posible penal, para los pederastas


Cabina de fumadores en Barajas
Esta Semana Santa ha mostrado un respeto samaritano por los peatones y ciclistas. En años anteriores, si cruzabas por mitad de una procesión, interrumpiendo el flujo de lo sagrado, te llevabas alguna voz. Y sobre todo miradas poco amistosas. También entiendo que una bici, que era con lo que yo cruzaba, es una máquina teológicamente irrelevante y tecnológicamente muy avanzada para estas evoluciones. Este año, se me ha respetado, y he podido atravesar el domingo pasado una procesión, por la plaza del Carmen de Granada, entre rejas, esto sí, protegido por los municipales, sin excomuniones ni anatemas. De buena se han librado, estaba dispuesto a devolver el bonobús. He notado, además, sin que por ahora pueda decir que esto me llevará de nuevo al seno de nuestra Madre, ligeros indicios de piedad y compasión en mi torrente sentimental, tras el contacto tangencial con el río de los penitentes y camareras. Al salir de los chiqueros procesionales, he recordado con pena a los pobres fumadores encerrados y expuestos a la vergüenza pública en las cabinas “ad hoc” de los aeropuertos. Conectados compulsivamente a sus cigarros y soportando el desprecio de la procesión de viajeros con maletas que sorteábamos la urna transparente. Un niño les tiró un plátano. Me sentí tan superior y complaciente con mis soportables adicciones que hasta creí encontrar en su caras las huellas del crimen. Hoy me arrepiento. Se lo debo a la procesión del Domingo de Pascua.

El adulto de la imagen, al ser griego, sí era efebófilo
Y si no vuelvo al seno de la Iglesia de inmediato es porque voy a esperar a ver en qué queda lo de la efebofilia, que es como le llaman ellos -que son los que ponen nombres a las cosas desde la Creación- a abusar de niños. En cuanto enchiqueren en celdas transparentes a los pederastas, me lo pienso

domingo, 4 de abril de 2010

¿Lecturas religiosas o macguffins?

¿Éxtasis?
No sé si la joven del cuadro se quejó al pintor Eybl (1806-1880) por haberla retratado en este momento de éxtasis lector.  Santa Teresa de Jesús si se lo hizo ver a  Dios,y así lo ha contado en su Vida: “Supliqué mucho al Señor que no quisiese ya darme más mercedes que tuviesen muestras exteriores [se refiere a los éxtasis místicos que la arrebataban en público]; porque yo estaba cansada ya de andar en tanta cuenta y que aquella merced podía Su Majestad hacérmela sin que se entendiese. Parece ha sido por su bondad servido de oírme, que nunca más hasta ahora lo he tenido; verdad es que ha poco”.
Stefann Bollman en su libro Las mujeres que leen son peligrosas, cuando comenta este cuadro  dice que “El libro parece cortarle la respiración” a la chica. Y para que nadie al leer sus palabras caiga, torpemente, en la tentación de evocar el delicioso desvarío de la actriz Meg Ryan en “Cuando Harry encontró a Sally”, Bollmann se ve obligado, como en su día Santa Teresa de Jesús y, quizá, la misma Lectora de Eybl, a dar una explicación: “Sus pensamientos”, aclara, “parecen tan cándidos como su rostro ingenuo y encantador”.  
Puede haber cientos de motivos para justificar esta iconografía, sin recurrir al portento. Por ejemplo, ¿las maneras  de leer de muchas chicas retratadas desde el Renacimiento no serán un simple macguffin, una excusa parecida a la que usan hoy los directores de series de adolescentes en sus historias?  Los guionistas sitúan a los chicos en una hamburguesería, delante de una Coca y de un bollo con carne picada y rodajas de cebolla dentro. En algún sitio hay que colocarlos para que puedan ser filmados mientras recitan sus papeles. ¿Por qué ponernos estupendos cuando hablamos de la lectura y, sobre todo,  si las que leen son mujeres? Los éxtasis no son frecuentes. Montaigne era más humilde. “En los libros”, discurre en uno de sus Ensayos, “sólo busco entretenimiento agradable con una honrada distracción; o si estudio, no busco más ciencia que la que trata del conocimiento de mí mismo, y la que me instruya para bien morir y bien vivir. […] Nada hago sin alegría, la continuación de una misma tarea y el recogimiento demasiado firme, deslumbran mi entendimiento, lo entristecen y lo cansan”. A muchas de estas lectoras se les pone un libro en la mano porque todavía no había abierto el Macdonald.

viernes, 2 de abril de 2010

Sin cuidados paliativos en el Calvario

House al frente de su eficaz equipo de cuidados lenitivos

En la Semana Santa de 2008, el obispo emérito de Pamplona Fernando Sebastián se opuso a la "muerte digna" con el argumento de que Cristo no tuvo cuidados paliativos en el Calvario. El que Cristo no disfrutara de cuidados paliativos no obliga al resto de los mortales a prescindir de ellos. El Mesías tampoco tenía un duro y la Iglesia Católica, que se dice cristiana,  parece que si lo tiene si  nos  guiamos por  las vestiduras y los zapatos tan buenos que está usando Benedicto XVI en las ceremonias de estos días. Si no se le aplicó algún lenitivo, salvo el vinagre de la esponja de un centurión compasivo, fue porque había que conservarlo en mal estado para inspiración de todos los figurinistas que viven de fabricar las imágenes detestables -y sus complementos- de una persona destrozada y sangrante. Los ritos de primavera funcionan mejor así y la gente que los practica disfruta más. Tampoco pudo tener el consuelo de la religión. Es cierto, sin que nos lo tenga que decir ningún experto, que los creyentes mueren más tranquilos y relajados que los no creyentes. Pero como el Cristianismo se lo inventó San Pablo bastantes años después de la muerte de Jesús, éste  tampoco pudo recibir los consuelos de su propia religión y tuvo que aguantarse con una muerte muy poco digna, como casi todas las muertes.