miércoles, 26 de marzo de 2014

Ni más ni menos, igual


En la web aprendiendomates.com, los niños comprenden, jugando, que el número 528 es igual que el 528. Ni mayor ni menor. Está bien empezar por lo más elemental. Para, ya de mayor, discernir si en una manifestación hay 36.000 participantes o 2.000.000. Éstas son las cifras que se barajaron el día de la Marcha por la Dignidad. La policía, la menor; los  organizadores, la mayor.  Hay que mirar con esperanza la proliferación de páginas de matemáticas para niños en la nube.  Gracias a ellas, quizá, en el futuro, manifestantes y policías, puedan ofrecernos una cifra de participantes igual, como sucede, por ejemplo, en países lejanos y brumosos, como Noruega, donde suelen coincidir los datos de la policía con los de la gente. Pero es que como allí hace tanto frío, los niños y jóvenes se pasan los días metidos en las casas haciendo cuentas, en lugar de andar  perdidos por botellones y saraos al aire libre. Día gozoso aquel en el que disfrutemos de una democracia ‘normal’. Para entonces los españoles adultos habremos salido de la cola de la OCDE en comprensión lectora y en matemáticas. El alcalde de Granada será de los primeros.  Él suele ser bastante preciso,  cuando, por ejemplo,  hace un recuento de los granadinos que están de acuerdo con que se conceda la medalla de la ciudad  a la Patrona: “todos” es la cifra. Porque como explicó en el acto de la imposición el día 1 de diciembre de 2013: “En este tema ni hay colores ni clases sociales ni hay nada, la Virgen es nuestra Virgen, es la virgen de todos y es la Virgen a la que todos tenemos una enorme devoción”. Estoy seguro que él habrá contado a los granadinos uno a uno, que para eso dispone de la desocupada policía municipal. Cuando todos hayamos aprendido matemáticas básicas,  quizá el Estado se comprometa a utilizar en la búsqueda de los cuerpos de las víctimas de la Guerra Civil, que vergonzosamente están todavía en cunetas y descampados, los mismos medios que pone a disposición de la Justicia para encontrar el cuerpo  de Marta del Castillo, víctima del salvajismo y la vesania de un asesino. Porque las razones que tienen los familiares de las víctimas de la Guerra son las mismas que las que declara el abuelo de Marta: cerrar con un duelo decoroso la terrible herida que le produjo el asesinato de su nieta. Es cuestión de matemáticas. Y es una operación tan sencilla como ésta: todos los españoles debemos de ser iguales. Ni menos ni más.

lunes, 24 de marzo de 2014

Los muertos son todos unos tíos cojonudos.

Dante, compañero de viaje
La muerte de Suárez le ha dado un poco de vidilla a la clase política y a SM. Ayer se pasaron toda la tarde, periodistas simbióticos y políticos desprestigiados, sacando pecho. Exhibiedo a "un político bueno". Es como cuando vemos que Dante entra en el cielo de la mano de Beatriz. Dante un poeta tan grandey  una persona tan mala. Al ver a Suárez, como Dante, traspasar los umbrales del Empíreo, de la mano de Juan Carlos, todos, hasta los políticos corruptos y devastados por el mal uso que han hecho del poder, podemos pensar perfectamente, "si Suárez -un hombre tan bueno, un político tan combatido- ha entrado incorrupto en el Cielo,yo también puedo hacerlo". Alguno de los panegiristas de hoy, incluido el propio Rey, fueron los que lo defenestraron en su día. Pero como canta Brassens: "Los muertos son todos unos tíos cojonudos:

"Il est toujours joli, le temps passé
Un' fois qu'ils ont cassé leur pipe
On pardonne à tous ceux qui nous ont offensés
Les morts sont tous des braves types."

(Agradezco a mi amigo Alain Rausch la referencia a Brassens)

miércoles, 19 de marzo de 2014

Caras monumentales

La chaqueta mao
Sigo buscando desesperadamente la manera de vivir muchos años más. En los 80, creí haber dado con el secreto de la inmortalidad, leyendo la vida de Santa Margarita María Alacoque a la que prometió el Señor que el que comulgara nueve primeros viernes de mes seguidos no moriría en pecado mortal. Hice los primeros viernes y pequé de inmediato mortalmente y sin propósito alguno de la enmienda. Pero se murió el papa reinante y el sucesor proclamó una amnistía y ya no tuve fuerzas, no para repetir lo de los primeros viernes de mes, sino para volver a pecar. En un programa de Punset, una bióloga norteamericana muy preparada contó que con los años baja mucho la testosterona y van quedando menos ganas de pensar en marranadas. Tras el fracaso, intenté hacer un pacto con el diablo, pero Mefistófeles lo rechazó por considerar de poco interés estratégico hacerse con mi alma. Creí haber encontrado una solución menos ambiciosa, pero suficiente, para asegurarme la supervivencia en los próximos 30 años, cuando, tras perder mi chaqueta cuello Mao, en un restaurante de Málaga, me topé con una de camarero muy parecida en el escaparate de una tienda de la Redonda. Entré y pedí que me confeccionaran una igual a la extraviada. Les enseñé fotos de la original que yo había copiado de las chaquetas que solía lucir Paco Rabanne en las revistas de modas.
Paco Rabanne y su chaqueta
Pero la casa fabricaba prendas de trabajo al por mayor (como mínimo seis), y yo sólo necesitaba una. Desde luego con el diseño no había problema, bastaba con cambiar el color blanco de la tela y los botones negros de la chaquetilla del escaparate. El sastre que me tomaba medidas insistió en que tenía que encargar por lo menos seis unidades. Vi el cielo abierto. Ésta era mi ocasión de vivir, sin miedo a la muerte, durante los próximos 30 años e inmediatamente encargué seis prendas iguales. Sólo pedí que la empresa me asegurara ante notario que cada una de las chaquetas me iba a durar 5 años, los mismos que me había durado la perdida, y que yo iba a disponer de tiempo para romperlas todas. El sastre, finalmente, consintió en hacerme sólo una en tergal color marengo y no se comprometió a nada. Ahora estoy ilusionado con un producto descubierto por la Universidad y que fabrica una empresa de El Padul, pueblo cercano a Granada. Es un líquido que evita que la piedra de los monumentos se deteriore con el tiempo. Bastará con transmutarse en estatua para durar mucho. Está en fase experimental. Los voluntarios son todos políticos.Hasta ahora sólo se les ha puesto dura la cara.

miércoles, 12 de marzo de 2014

Pipas literarias

Pipas de porcelana en la Tate Gallery de Londres
Un buen columnista literario de provincias que se precie, si va a Madrid, no puede dejar de asistir a alguna función de teatro. Si le sobra tiempo, se acercará a El Reina Sofía a leer los carteles informativos sobre las exposiciones que el museo cuelga en su fachada para luego quedar en la tertulia como si hubiera visitado el Centro. Las tres Gracias del Prado no tiene por qué verlas: se las sabe de memoria desde que se las explicó su dulcero. El hombre tiene una tienda híbrida, en la Carrera de la Virgen, donde vende helado en verano y turrón de Jijona en Navidad. Un buen día asombró al columnista literario diciéndole que le gustaba Rubens. El escritor pensó alborozado que lo habíamos ganado para el arte. Pero de Rubens sólo le gustaban Las tres Gracias porque las señoras estaban gruesas. “No”, le dijo, “como esas niñacas anoréxicas que acompañan a sus madres en verano a tomar un helado y terminan pidiendo sólo un vaso de agua para no engordar”. El columnista, que en su juventud fue compañero de viaje del PCE, recordó una frase de Marx que había leído en El diccionario Soviético de Filosofía en la que hablaba de que si eres dulcero, al final piensas como dulcero y terminas por analizar toda la historia del arte desde el punto de vista nutricional. En el autobús, de regreso, saca su iPad y comienza a leer una novela que ha pirateado en la nube. De pronto, el tío del asiento de al lado, se pone a comer pipas a un ritmo sostenido de 13 pipas por minuto, Pero no unas pipas cualquiera: unas pipas coruscantes que explotan entre sus dientes con sonido de trueno gordo. Le resultó imposible concentrarse en la novela. Le preguntó al dinamitero, si no vendían pipas con silenciador. Y el chico, con muy malas formas, le dijo que los ancianos no comían pipas para no estropearse las dentaduras postizas. El columnista, enfadado, escribió en su tablet: “Las pipas, como los melones y las sandías, como el huevo de la gallina, son objetos de estructura perfecta y, además, como ciertas habitaciones de los cuentos infantiles, detrás de cuyas puertas se esconden los secretos medulares de la vida, herméticas e irresistibles. Las pipas y el huevo duro permiten a cualquiera rozar lo arcano. Por eso los viejos comprometemos los implantes con tal de penetrar en los misterios de la existencia”. Pero, cuando intentó pasarle el texto al comepipas, el chico dormía plácidamente tras haber liquidado todo el paquete.

domingo, 9 de marzo de 2014

Tengo hambre, mucha hambre

El llorica (foto de J.García Latorre)
EL Ayuntamiento de Alicante ha encontrado la manera de evitar que los pobres, salvo los enanos, se arrellanen muellemente en los bancos públicos de la ciudad, afeando el paisaje urbano con su impertinente presencia. Inteligentemente, ha modificado los antiguos bancos de varias plazas colocándoles una barra de hierro en medio. Pero los pobres son tan acomodaticios que muy pronto comenzarán a nacer partidos para disfrutar de los bancos públicos o sin piernas o cortos de estatura. No sé si fue Diderot el que propuso hace tiempo que se fabricaran pobres sin estómago. Darían menos la lata. Y sin mugre. Y lo ideal, se me ocurre, sería sembrar las ciudades de ectoplasmas de pobre. Aunque no creo que debamos fabricar el pobre perfecto, porque las damas de beneficencia tendrían que volver en masa al bingo. O a los rastrillos de caridad. Mejor una solución intermedia: bancos con ruedas y que se los lleve la grúa cuando en ellos haya aparcado malamente, algún mendigo. Aunque lo mejor quizá lo tengamos aquí, en nuestra ciudad: el pobre cuántico. No duerme en los bancos públicos y se mueve con tanta rapidez que es imposible saber, a un tiempo, su velocidad y su ubicación. El Llorica, que es como se le conoce, es inaprensible. Cerró el Rey Chico. Cayeron o murieron alcaldes. Pero El Llorica permanece y dura como lo atestigua este vídeo grabado por Miguel Ángel Barrera Maturana a finales de febrero. Cerraron comercios característicos de Granada, como Brieva o Costales, pero El Pobre del cartapacio, como fue llamado El Llorica en los años en que le dio por pedir con una carpeta azul de gomas debajo del brazo, siguió pisando las calles de Granada, sin reposo. La Bizcocha, la reina de los prostíbulos granadinos, dejó de prestar sus imprescindibles servicios a agricultores con posibles, políticos y clérigos disfrazados de jornaleros, pero El Llorica no cesó de canturrear, mientras se acercaba a su presa: "tengo hambre, mucha hambre". Cerraron cines, prostíbulos, conventillos, alacenas, chinos; el purgatorio mismo cerró, el limbo pasó a mejor vida. Cerrará, al paso que vamos, hasta la señora que vende cestillas de frambuesas y gladiolos en la Pescadería, pero ahí siguen El Llorica y la tienda de especias que impregna de olor a canela y a clavo la calle Puentezuelas. Porque, como afirmó Quevedo de la antigua Roma, sólo el huidizo Tíber quedó y de "la Granada de siempre" huyó lo que parecía firme y sólo lo fugitivo, los aromas y la pobreza, permanecen y duran.

martes, 4 de marzo de 2014

Bancos de pobres

Banco inteligente
El ayuntamiento de Alicante ha encontrado la manera de que los pobres, salvo los enanos, no se arrellanen muellemente en los bancos públicos de la ciudad, afeando el paisaje urbano con su impertinente presencia. Inteligentemente, han instalado en los parques el modelo de banco de la foto de arriba.
Pero los pobres son tan acomodaticios que muy pronto comenzarán a nacer partidos para disfrutar de los bancos públicos o sin piernas o cortos de estatura. No sé si fue Diderot el que propuso hace tiempo que se fabricaran pobres sin estómago. Darían menos la lata. Y sin mugre. Y, los perfectos: pobres afantasmados.


Modelo de banco para la grúa
Aunque no creo que debamos fabricar el pobre perfecto, porque entonces las damas de beneficencia tendrían que volver en masa al bingo. O a los rastrillos de caridad. Mejor una solución intermedia: bancos con ruedas y que se los lleve la grúa cuando en ellos haya aparcado, malamente, algún mendigo.