jueves, 30 de junio de 2011

Moro bueno, moro malo



¿Moro bueno, moro malo? Eso depende de las circunstancias. Para Aznar, los moros son el enemigo desde el 711, año en el que Tariq, con la ayuda del conde traidor don Julián, conquistó la Península y acabó con el reino visigodo de España. Y además, por lo que tiene declarado el ex presidente, está todavía a la espera de que "algún musulmán le pida perdón por ocupar España durante ocho  siglos". Su resquemor es parecido al que se desprende de  este  romance medieval: “Madre España, ¡ay de ti!, / [...] por un perverso traidor -- toda eres abrasada, / todas tus ricas ciudades -- con su gente tan galana / las domeñan hoy los moros --por nuestra culpa malvada, / si no fueran las Asturias, -- por ser la tierra tan brava”.  Quizá el abuelo y el padre de Aznar, altos funcionarios ambos del régimen de Franco, no informaron  al chico de que no pocos moros  hicieron algo más que pedir perdón: ayudaron al general rebelde a reconquistar no sólo Al-Ándalus, sino hasta la tierra tan brava de Asturias.
En 1938, para los sediciosos, los moros eran buenos.  El diplomático falangista Agustín de Foxá publica en el diario “Patria” de Granada, el 17-VII-1938, un “Romance de Abdelazís”, en el que aparecen las primeras muestras de lo que años después se llamaría la “Alianza de Civilizaciones”. En el poema, Foxá, consciente de que muchos de los mercenarios marroquíes –“la flor morena de África”, les llama- que atraviesan el Estrecho se preguntarían qué se les había perdido a ellos en la contienda española, los engatusa con la visión poética, desde los aviones que los transportan a una muerte más que probable, del “jardín del profeta”, de Al-Ándalus: de las huertas regaladas de Granada, de Córdoba, entre naranjas, de Sevilla, “jazmín y remo, en el agua”. El poema rezuma “maurofilia”, amor al moro, ahora, aliado imprescindible en la sangrienta aventura del general traidor, del moderno don Julián. Llegados a este punto, el lector tiene derecho a conocer el final del romance: “Si mueres, Abdelazís, / sobre los surcos de España, / no el Zoco Chico de Tánger / celebrará tus hazañas, ni el domador de serpientes / cantará sólo tu fama. / Los poetas de Castilla / te dirán en lengua brava: / "También tienes tu lucero, / español de piel tostada.” Como diplomático, acostumbrado a tramitar  expedientes de nacionalidad, Foxá  no duda en concedérsela a Abdelazís y, habituado como falangista a triscar por las galaxias,  le regala además uno de los luceros del Cara al sol. No alianza de Civilizaciones se llama esto. Mejor, fusión de razas, de pueblos, de culturas, de compinches.

domingo, 26 de junio de 2011

Protocolizar el deseo, actualizar la seducción


(Esta entrada se la dedico a mi amiga Luisa, que lee este blog)

Luisa, tú porque eres mujer y puedes hablar de cosas de mujeres, pero yo estoy asustado, en Occidente, no en el Islam, aquí mismo, a muchas mujeres no les gusta nada que algunos hombres les lancen miradas que no sean las de un deseo reconocible y reconducible. Por eso se avanza tan poco en la mejora de las relaciones entre hombres y mujeres. Estamos en la época de saldar la "deuda histórica" que el macho salvaje e irresponsable ha contraído con la mujer desde el episodio "Costilla de Adan". En algún momento se clausurará esa época y habrá que sentarse a hablar. ¿Estamos en la época del rapto? Si para casarte tienes que conseguir que un tío del pueblo de al lado venga y te rapte y se parta la cara con tu padre y con tus hermanos, pues es natural que te pongas tacones de aguja y agua de rochas que aleje kilómetros para potenciar el efecto llamada, pero si el niño que te gusta lo tienes dos filas más atrás, en la clase, no es necesario que te pongas un pantalón ceñido, un tanga fosforescente y tres flechas tatuadas en la espalda que señalen el proceloso camino. Protocolicemos la violencia posesiva de los machos, acompasemos las armas de seducción de las mujeres. Luisa, ahora mismo paso a la clandestinidad.

jueves, 23 de junio de 2011

La vida mancha

POR ahora, nada de independencia, voy a seguir siendo español, si me dejan los españolistas, y no pienso dedicar ni un segundo a averiguar si soy más, menos o igual que nadie. No me hace falta. Ya sé que soy -como todos- un ser único (aunque de poca calidad y en el que no se puede confiar demasiado) y con bastante suerte porque hasta ahora he podido comer todos los días, lavarme, hablar con amigos y disputar con enemigos, sin recibir más heridas que las del amor y las de la vida. Yo soy de Cenes de la Vega, que no es mi pueblo, pero sí donde tuve mi primera vespa, y del castellano, mi lengua. Por otra parte, de siempre he simpatizado con algunos vascos, sin importarme que fueran independentistas, al fin y al cabo comparten conmigo, y con los balineses, más genes que con la mosca del vinagre. Incluso me llevo bien con algunos ceneros. Y desde luego si me preguntan, votaré en contra de que la Real, si se independiza Euskadi, juegue en la misma liga que el Cenes C.F. o el Madrid. 

De ahí que no le vea nada más que ventajas a que la alcaldía de San Sebastián sea de Bildu. Tener a alguien fuera del sistema, aparte de lo llorón que se pone y de lo irresponsable que se vuelve, concede a las ideas del excluido un aura de pureza no testada. Semejante a la de los zapatos que luce en el catafalco un papa difunto que, como no han sido usados nunca, mantienen las suelas con la orgullosa y agresiva limpieza del cuero nuevo. Hace años, un concejal de IU entró en el gobierno municipal granadino de mayoría socialista y le encargaron la gestión de la limpieza de las calles. El hombre, agnóstico confeso, terminó sabiendo lo que costaba limpiar de cera cada metro cuadrado de calle, tras las procesiones. Concienzudo como era, limpió completamente las aceras y le ahorró al Ayuntamiento las querellas de los ciudadanos que resbalaban, y se partían una pierna, después del paso de la Patrona. A partir de ahora, los concejales de Bildu van a tener que limpiar las calles, desatascar las alcantarillas y mandar a los municipales a desalojar a porrazos a los del 15M. Porrazos socialistas e independentistas, pero porrazos, al fin. Así debe ser, porque los españolistas todavía no nos han explicado cómo pensaban mantener 4 años más, encerrados en la explosiva olla del silencio, a los 300.000 simpatizantes de Bildu. El sistema -más inteligente- ha sumergido a Bildu en las aguas turbias de la vida para que le caiga alguna mancha en la camisa. Ojalá que la retirada de las medidas de seguridad en los ayuntamientos de Bildu no propicie que esa primera mancha sea de color rojo.

domingo, 19 de junio de 2011

Las pequeñas diferencias


Se insiste mucho en las diferencias con las que el sexo marca a hombres y mujeres, pero clausurada la época histórica de la dilación sexual -gracias a los métodos anticonceptivos-, impuesta a las mujeres por embarazos y partos copiosos, que las tenía siempre poco dispuestas a recibir al hombre en su interior, más que nada por las posibles consecuencias paralizantes de los encuentros, afloran otras diferencias, no necesariamente sexuales, que enfrentan a los seres humanos. Una muy significativa, y poco estudiada por psicólogos y trabajadores sociales, incluidos los confesores, es la que enfrenta a los que nos encantan las sobras de la comida del mediodía con los que las tiran a la basura, incluso en época de vacas flacas. 

jueves, 16 de junio de 2011

Lugar ameno

Las carretas, los yates de las clases emergentes
El pasado abril, muchos romeros se habrán bajado de la página "Rocio.com", y habrán reproducido miles de veces en sus iphones, el himno orgiástico de esa romería: el “Acompáñame”, la sevillana rociera de  Manuel Diego Pareja-Obregón,  en la versión que grabó en 1989  María del Monte.  En ella se dibuja para las clases sociales emer­gentes el tópi­co auroral y edénico del «locus amoenus» (el lugar más placentero, ameno: un pa­raíso en la tierra) que acerca a mu­chos andaluces a sus muy próximas raíces campesinas. Siguiendo a Lenin –o no- que aconsejaba copiar lo bueno de la burguesía, la emergencia, andando, a caballo o a bordo de sus yates entoldados, imita a sus enemigos de antaño, los señoritos y caciques andaluces, en los estiradísimos vaivenes del baile de las sevillanas y en las rituales y hermosas posturas de la monta y doma del caballo.



 No faltan en este ameno lugar que pinta María del Monte, ninguno de los elementos del tópico medie­val: ni el río y la marisma ni aves, algunas canoras -«Anoche vi volar una paloma», «Sentí el vuelo de los pa­tos reales», «la mañana llegó con el cante de alondras y jilgueros»- ni otros animales como las cigarras, la cierva que amamanta al cervatillo o los bueyes que tiran de muchas de las carretas que hacen el camino. También hay árboles –una encina- y arbustos olorosos y mágicos -el romero- e, incluso, flores tan emblemáticas como los lirios y tan folclóricas como las de la jara, que adornan los caminos y los senderos.
Pero el contento del hombre ha de ser cósmico, ha de impregnar al orbe. Y María del Monte, como Garcilaso, como Aleixandre, obliga a vibrar al Universo entero al com­pás del escondido orgasmo de una pareja de rocieros que retoza en este paraíso: «Anoche nos cubrimos con las sombras, / tu cuerpo junto al mío. / La luna alumbró la amapola/ dormida entre los trigos». Símbolos («amapola» = desfloración o, simplemente, vulva, «nos cubrimos con las sombras» = des­nudez) que elevan notablemente la temperatura erótica de la canción.
Al alba, los amantes, ahítos de placer y sedientos de trascendencia, consuman el rito final y telúrico bebiéndose los luceros. Un inevitable empacho de estrellas y una reproba­ble soberbia luciferina —el «seré como Dios»— se agazapan en este fragmento de la copla.
Posiblemente, todos los que han viajado este año al Rocío ya habrán abandonado el «son peregrino de guitarra y pandereta» para volver al paro, a la economía sumergida del estío festivo, en la que se ganan el pan,  a los partidos de la Roja y al facebook,  pero no será fácil de apagar en ellos el rescol­do de los días que echaron en el camino y tampoco el recuerdo de ese lugar ameno que no está en nin­guna parte, si lo buscas fuera de tiempo y lugar, pero que el Rocío, fugazmente, deja entrever cada año.

miércoles, 15 de junio de 2011

Arguiñano y sus boys

No quiero generalizar. Las mujeres preguntadas han sido: tres cajeras de Mercadona, dos quiosqueras, una que echa la primitiva y otra, mayor, que recarga las tarjetas del autobús. Una empleada municipal, una mercedaria, una joven de 30 años que echaba una quiniela. Ninguna de ellas ha sabido decirme con seguridad la forma de cocer la pescada en rodajas para que no esté ni blanda ni sequerona. Una de ellas explicó que había dejado de comprar pescado fresco por miedo a no sé que enfermedad. Una señora que no estaba en ninguno de los lugares citados pero que encontré en mi casa, aportó una explicación plausible: en Andalucía se fríe mucho más que se cuece el pescado. Las chicas de Mercadona, directamente, afirmaron que ellas no guisan en casa. Por otra parte, y apartándome de cualquier generalización sin fundamento, ayer por la mañana, seis jubilados con los que me crucé en el barrio del Zaidín,  detallaban la receta que iban a cocinar para sus respectivas esposas que esa mañana asistían a un taller de escritura de microrelatos. Lentejas, salmón a la plancha, puré de puerros y patatas,  crema de calabaza, fumet de pescado y caldereta de conejo y caracoles, eran los deliciosos platos que, bajo la batuta de Arguiñano, iban salir de sus fogones. Cambio climático pensé. Las mujeres, como en la Biblia, como en Homero, como en todos los libros sagrado y épicos que se escribieron en torno al siglo VII, antes de Cristo, imitando a los hombre, se inclinan por las barbacoas, por la carne asada. Algunos hombres tampoco pueden dedicar demasiado tiempo a guisar y se contentan, como Obama y Cameron, con poner unas salchichas sobre la parrilla, como los sacerdotes israelitas del Levítico.  El patriarcado se sustentó sobre la carne asada, fácil de hacer en la misma parrilla en que quemaste al enemigo en el campo de batalla, si llega el matriarcado –y ojalá lo haga pronto para poner un poco de orden en la casa-  el perfumado reino de las cocinas pasará a manos de Arguiñano y de sus boys.

viernes, 10 de junio de 2011

Entre el libro y la pomada


¿Libro?, ¿pomada?
Libro notable: “Las mujeres, que leen, son peligrosas”. En él me he topado con esta Magdalena lectora. Parece que lo hace de soslayo, pero no, ella, se atiene al papel que le concedió San Lucas en el "Episodio Jesús": servir de lenitivo al cansancio del Mesías, en casa del fariseo (dejamos las posibles interpretaciones erótico-sentimentales para Saramago). Por eso no aparta la vista, del todo, del tarro con el bálsamo con el que “masajeará” los pies del Hijo de Dios. Pero, y eso es lo peligroso, ya no está concentrada, totalmente, en su labor asistencial, reparte su atención entre la pomada y la lectura. El cuadro es del siglo XVI, pertenece al Maestro de Segovia, Abrosius Benson, que como su propio nombre indica, no nació en Segovia, donde sí hay muchos cuadros suyos, sino en el norte de Italia, en 1495. Antes, en el Retablo Portinari, Benson había pintado a Magdalena, sin libro y con el frasco en la mano. En las cortes renacentistas europeas, y en los ambientes burgueses del siglo XV, aparecen cada vez más mujeres leyendo u oyendo leer, y eso es a lo que atendió posiblemente Beson.El autor del libro al que nos referimos, Stefan Bolmann, piensa que "a los ojos de de sus espectadores contemporáneos esta bonita y joven mujer, que contempla con recogimiento las páginas de su libro encuadernado en terciopelo rojo, era el equivalente alegórico de una promesa de matrimonio". Posiblemente, pero, también, una metáfora del enfrentamiento renacentista entre la tradición bíblica, por eso el frasco de ungüento, y el nuevo horizonte laico, de ahí el libro.

jueves, 9 de junio de 2011

El Rey en standby

En la Isla de Chios, los perros están a medio activar
EL Rey, tras su operación de rodilla, según una colaboradora de Ana Rosa Quintana, va a estar desactivado [sic] hasta agosto. Vamos, en standby, habrá querido decir la mujer, como si fuera un sintonizador de TDT. Con razón don Juan Carlos le echa la bulla a la prensa, que le clava en el pecho este tipo de aceradas palabras y no debe de extrañarnos que añore los tiempos de su abuelo Alfonso XIII, en los que los diarios daban cuenta de la salud del monarca, respetuosamente, con la frase: "Su Majestad se encuentra bien, en su importante salud". 

El fenómeno de la desactivación no se da sólo en España ni sólo entre humanos. Puede ser transitorio o permanente. Los perros que sestean en la cuesta de la Acrópolis de Atenas, permanecen desactivados desde hace milenios. Con frecuencia alguna adolescente norteamericana, en viaje de estudios, que quizá, minutos antes, ha llamado "bruja" a 
su madre por el móvil, se derrite en mimos y caricias con uno de ellos sin conseguir que el perro abandone su secular standby. Porque la indolencia de los canes atenienses quizá se deba a la poca atención que los pensadores griegos les prestaron, preocupados tan sólo del ser humano y sus conflictos. La abuela de Sartre, según ha contado su ilustre nieto enLas palabras, también decidió, un buen día, desactivarse y no bajó a comer. Demasiado orgullosa para solicitar el primer lugar en la familia y demasiado vanidosa para conformarse con el segundo, se echó en la cama de manera permanente dejando los espacios de excelencia para la disputa de los más ambiciosos y humildes. 

En el Salar de Loja se documentan casos de desactivados, allí los llaman "echados", que no dejan la cama nada más que para asistir al refresco en las fiestas de la Patrona, Santa Ana, cómodamente reclinados en el todoterreno familiar. Alegan, cuando se les pregunta por la causa de su desidia, que ya han trabajado bastante. Veo peligroso que se empiece a desactivar al monarca, creyendo que podremos ponerlo en funcionamiento cuando nos interese con sólo apretar el botón paragolpes-de-estado o la clavija catástrofes inespecíficas. Los desactivados terminan por tomarle gusto al bajo consumo de energía y muchas veces no hay quien los ponga otra vez en funcionamiento. La idea que circula por el imaginario colectivo de que todos los políticos son corruptos, ha desactivado la honestidad de muchos que no lo eran y ahora reposan echados en la yacija de la indecencia. Y a ver quién es capaz de activarles de nuevo la honradez. Me temo que ni siquiera lo van a conseguir los bienintencionados activistas del 15M.

martes, 7 de junio de 2011

Yo quiero un dictador normal

Pánfilo está muy desilusionado. Estaba convencido el hombre de que había vivido parte de su vida bajo una dictadura,pero Goebbels y Luis Suárez lo han sacado de su error. Sobre todo la siguiente anotación hecha por Goebbels en su diario el año 1941:«Franco y Súñer están totalmente entregados al clericalismo, carecen de apoyo popular, ni siquiera han comenzado a ocuparse de cuestiones sociales. Hay un caos tremendo. La Falange no tiene ninguna influencia. Mucha grandeza pero nada detrás. Se admira a Alemania como país de las maravillas. Muchos desean que vayamos allí a poner orden. Esta es la imagen de un país después de una revolución que ha causado casi dos millones de muertos. Y encima es aliado nuestro. ¡Espantoso! Menos mal que no hemos apostado por esa carta». Parece que un especialista en dictaduras nazifascistas de prestigio mundial, como Goebbels, consideraba a Franco más un  meapilas mandón que un führer en toda regla.
Desconsolado,  y descolocado por la novedad que altera toda una vida, Pánfilo me ha mandado este lamento: “Yo quiero un dictador normal,  no un meapilas, prefiero un horrible dictador nazi o fascista que me saque los hígados invocando a dioses de los brumosos bosques centroeuropeos, que me fusile sin confesión. Delgado, fuerte, musculado, como un bombero cachas de nueva generación, que me estirpe el corazón con sus propias manos. ¿Pero qué hemos hecho nosotros, los españoles, para tener, en lugar de un dictador indiscutible, un monaguillo genocida y suavón?
Le he contestado que tendrá que acostumbrase a la nueva situación y que a las víctimas de Franco,  exterminadas por el monaguillo o por el dictador, quizá les importe poco el matiz historiográfico. Si es que les llega la noticia al Hades.

jueves, 2 de junio de 2011

Airbag

EL sábado pasado, a nuestro Pánfilo no le funcionó, con la chica que lo abrazó de repente en Reyes Católicos, ninguna de las armas de interposición que activó para librase de la presión del globo hinchado que ella había colocado entre los dos. Pese a que la joven apretaba con fuerza, el globo no estallaba. Las otras ménades que formaban parte del cortejo mixto de despedida de soltera, los rodeaban impacientes en espera de la explosión. Pero o el pecho de Pánfilo ya no es el muro pétreo de antaño o la anatomía de la ménade permitía al globo camuflarse entre las dunas y resistir intacto la presión de los dos cuerpos. Porque Pánfilo, a estas alturas del juego, también presionaba, convencido de que sólo podría librase de aquel abrazo prenupcial, si ayudaba a que el globo saltara por los aires hecho trizas. 

Recordó que las ménades, en las fiestas de Dionisio vagaban borrachas por parajes agrestes, cazaban animales, los despedazaban y se los comían crudos. Enfadadas con Orfeo porque, desde que perdió a Eurídice, no prestaba atención a ninguna otra mujer, estas ninfas enloquecidas le dieron caza un buen día, lo despedazaron y se lo comieron. Pánfilo no se veía como manjar de aquellas furias de todo a cien, pero sí estaba seguro de que, de seguir la presión sobre su pecho, tendría un impertinente ataque de ansiedad o de lujuria. Primero, le susurró a la fiera que lo constreñía: "Señorita, me temo que no hemos sido presentados", pero la advertencia no fue percibida por la chica que intensificó la presión sobre sus martirizadas costillas. Entonces, echó mano de un segundo dardo para librase de aquellos brazos de hierro: "Supongo, joven", le gritó, "que tendrá usted una buena razón para intentar hacerme suyo en público". 

La ironía tampoco disuadió a la joven que seguía apretando. Estaba a punto de decirle a aquella medusa que la denunciaría por acoso, cuando la explosión del globo dejó los dos cuerpos, sin airbag, fuertemente apretujados el uno contra el otro. Las compañeras de la asaltante, le gritaron entonces, con gran regocijo: "¡Baboso, viejo verde, suéltala!". Y echaron a correr de inmediato y Pánfilo, corrido, pudo ver como la del abrazo se alejaba con sus legguins blancos, un tanga verde luminiscente y un tutú de gasa blanca. Los hombres que participaban en la despedida, uniformados con un polo malva, avergonzados, seguían a las mujeres a cierta distancia, apoyándose los unos en los otros, como niños cogidos en una travesura embarazosa. Una de las amigas de la novia había mandado imprimir en las camisetas de todos la misma palabra: "Gilipollas".

miércoles, 1 de junio de 2011

No me mires, no me mires

No hay que perder de vista los procesos de agrupamiento de la gente. Se hagan en torno a una imagen, en torno a una idea o en torno a una tienda de campaña en una plaza tomada por el 15M. Se confía mucho en que cuanto más público se congregue, más eficaz se puede llegar a ser. Las ideas más peregrinas, si tienen muchos seguidores, adquieren inmediatamente rango de “verdades”, se convierten en relatos que hay que tener en cuenta, se transforman -si hay apoyo académico, mejor- en historia. Y si están respaldadas por tanques y paredones, hogueras y guillotinas, hornos crematorios y cadalsos, se pueden convertir en la Historia, la única, la indiscutida. Pero si faltan estos apoyos tan convincentes, y sólo se cuenta con una emisora de radio o de televisión o con homilías o manifiestos, las “verdades” inamovibles, no admiten la más mínima inspección: una mirada poco complaciente. Entonces, los que, cuando tuvieron la fuerza, no dudaron en imponer las “verdades” con crueldad y saña, piden respeto. Si al predicador que desde una radio misionera, cuando afirma que la Virgen es la Luna y Dios el Sol, le haces ver que la comparación, después del observatorio Hubble, queda ridícula y que habría que buscar para la comparación algo más grande que el Sol, inmediatamente te pedirá respeto, y te amenazará con romper las reglas del juego. Pero lo que te pide no es respeto, lo que te exige, simplemente, es que no lo mires. Son ideologías en “standby”, a la espera de que vuelvan los nuestros. Otros, como los pacíficos miembros del 15M, lo tienen más difícil. Primero, porque al ser tan nuevo el fenómeno, no pueden esperar que vuelvan los suyos a restablecerlo. Y en segundo lugar porque, para resucitar el cadáver de la postrada democracia española, necesitarían, como en el poema “Masa” de César Vallejo, que la humanidad entera rodeara al difunto, y le gritara “no nos dejes, vuelve a la vida”. Entonces, quizá, la Democracia, se levantaría y volvería a andar, pero no hay plaza ni ciudad, que yo conozca, que pueda contener a todos los hombres.