jueves, 31 de diciembre de 2015

Las croquetillas de Pánfilo

La Toma
LO que menos aguanto de mi amigo Pánfilo es que se pase todo el día publicando en la red los horrores de lo que él llama 'la derechona'. Él cree que a esa Gorgona depredadora se la va a quitar de encima acumulando denuncias de sus errores y que, gracias a sus acusaciones, va a caer la venda de los ojos de los que la votan. Luego, Pánfilo, tiene una cosa muy fea, y es que de los comentarios de política que se escriben en la red sólo le pone "me gusta" a los que atacan al PP. Será de los pocos que creen que, de haber triunfado la otra pata del podrido banco del bipartidismo, el PSOE, los arroyos manarían leche y miel, la igualdad se instauraría automáticamente y la explotación entraría, de pronto, en standby. Mi Pánfilo, mi jubilado disruptivo y faccioso, en el nuevo escenario político, se ve obligado a disparar también en otras direcciones. La semana pasada se obsesionó con la CUP catalana y les lanzó esta andanada: "Esquema bíblico: La Independencia se convierte así en la Tierra Prometida, que nos ha sido dada por una entidad superior al principio de los tiempos y de la que fuimos expulsados por nuestro pecados y por la avaricia insana de nuestros vecinos. Cuando la reconquistemos, con la ayuda de nuestros aliados, naturales o antinaturales, los arroyos manarán leche y miel, la igualdad se instaurará por sí sola, cesará la explotación y el Barça seguirá ganando todos los torneos. El día de los inocentes se trasladará del 28 al 27 de diciembre para celebrar el prodigio de la votación del empate. Y eso sin pagar a las farmacias y sin haber vencido a los responsables del robo y la extorsión que, ahora, serán nuestros socios y nos llevarán a las puertas de la Tierra Prometida, donde se retirarán prudentemente y nos dejarán disfrutar de ella a nosotros, los trabajadores, sus dueños". Cuando soltó esta presa, mordió, ayer mismo, a Vamos Granada, molesto con las explicaciones que este partido dio en un pleno municipal sobre su abstención en el asunto de la Toma. Vamos Granada había argumentado "que era una decisión del conjunto de la gente. En este caso no se trata de mayorías y bandos. Se trata de una cuestión cultural, de 'soluciones inclusivas' fundamentadas en la cultura, que contribuye a mejorar la convivencia". Pánfilo escribió en su muro: "Yo, inclusive, me pregunto, ¿por qué los "listos" resultan tan limitados cuando intentan explicar, inclusivamente, lo que nunca debieron de incluir en su discurso político?". Me dice por WhatsApp que cuando tuvo escrito este comentario en su muro de Facebook, le dio al botón "Publicar" y se puso a liar unas croquetas.

jueves, 24 de diciembre de 2015

Dolor de Estado

Purrusalda transcendental
El barracón de madera, cargado de humanidad doliente, está lleno de palabras, de recuerdos y de otro dolor. Heimweh se llama en alemán este dolor, es una bella palabra y quiere decir «dolor de hogar».  Este sufrimiento, así lo ha contado Primo Leví en su libro Si esto es un hombre, es uno más de los dolores que experimentaban los prisioneros en Auschwitz. Salvando las distancias, es el un dolor parecido al que puede sentir un niño de 10 años, separado de sus padres y confinado en un internado durante toda la adolescencia. Dolor de hogar, dolor de madre. Como lo queramos llamar. Si alguien le pregunta a este chico, ya de mayor, que por qué duerme siempre abrazado a una almohada, que por qué sólo se duerme en el sofá, después de comer, si abraza un cojín, mientras en la tele ponen un melodrama quizá conteste: “bueno, yo era el quinto de nueve hermanos, privado de madre en la adolescencia, peregrinito del amor de las mujeres, que no siempre encontré; pero un cojín, una almohada me consuela”. Dolor de Estado por no vivir en una casa propia, este es el sufrimiento que aqueja a muchos vascos, catalanes, valencianos y gallegos, confinados  en un Estado que consideran ajeno: el español. Ellos no supieron o no pudieron o no quisieron en su momento -cuando fundar un estado/nación salía más barato que un quilo de tomates en pleno verano- constituir el Estado vasco o el Estado catalán o el Estado gallego o el Estado valenciano y viven abrazados a la almohada identitaria, al cojín  milenarista que, como el oro para el avaro, les da calor y esperanza. Abrigados por sus mitos, son auténticos misioneros y propagandistas de la fe nacionalista. Una tortilla de Betanzos,  una purrusalda de Navarra, una escalivada o un arroz socarrat  adquieren significados transcendentes que van más allá de la humildad vegetal de sus ingredientes. Y aunque estas logomaquias a quienes benefician realmente es a las burguesías locales, también acaban seduciendo a los trabajadores y a sus organizaciones que terminan asumiendo que Artur Mas es el Ho Chi Minh del delta del Ebro y pasando por alto – en un tiempo en el que el Estado español resulta tan hosco y  deshilachado como ahora- que la explotación a que están sometidos no difiere mucho de la de los trabajadores granadinos. Tan poderosa droga, la del nacionalismo, que aplaca todos los dolores, todas las corrupciones y todas las inevitables fallas de la condición humana, se expende sin receta ni instrucciones de uso. Debe de ser infalible, como lo es el doctor, esa eminencia, que curará a la enfermita del corazón del melodrama televisivo de las tardes. De bueno que es este estupefaciente, a lo mejor nos consuela a todos hasta del dolor de haber nacido, para morir, en este raro planeta que nos alberga.

jueves, 17 de diciembre de 2015

El cambio inmutable

Magdalenas de las monjas
El Señor nos va a castigar a los que no tenemos que salir a defender a nuestros líderes cada vez que dicen una inconveniencia. ¡Lo que tiene que sufrir el militante o simpatizante de un partido político que tiene que pasarse todo el día denunciando las sandeces que dicen sus adversarios y callándose las de sus correligionarios! Estoy seguro de que a nosotros, el Señor, nos los restará en gloria y a ellos, se lo aumentará en bienaventuranza. Nosotros, como si lo estuviéramos mirándolo todo desde arriba, a vista de dron, sin compromiso. Pero seguro que los tibios no nos vamos a ir de rositas. En Apocalipsis, 3: 15,16, se lee: “Como no eres ni frío ni caliente voy a escupirte de mi boca”. En mi caso, yo votaría a Alberto Garzón, para dejar de ser tibio y permanecer dentro de la boca de Dios. Es, en mi opinión, el mejor candidato para presidente del Gobierno. Este joven político parece radicalmente honesto. Es inteligente. Tiene una formación sólida. No se ha apuntado al Club de la Comedia. Ni canta ni baila ni juega al parchís ni al futbolín. No busca parecer el hombre más sensato del mundo ni se escora al centro para recibir votos que no le corresponden. Pero Izquierda Unida en Andalucía tuvo la mala cabeza de pactar por un plato de lentejas con la ultrapopulista Susana Díaz y está estancada electoralmente. Ni la enorme valía de Alberto Garzón logrará cambiar esa tendencia. La rabia y la rebeldía se encauzan ahora por PODEMOS que parece ignorar que sus filosofías impresionan poco a los votantes que lo que quieren es que acabe el bipartidismo indecente que el lunes pasado dejó ver su desastrada cara en el debate de la Sexta. Y tampoco nos molestaría que, si es posible, durante un tiempo no se nos robe desde las mafias organizadas del Estado. A mucha gente le gusta Alberto Garzón, pero desconfía profundamente de su partido. Una lástima. Izquierda Unida debería de copiar de la Iglesia Católica que es la única institución que no pierde adeptos, haga lo que haga. Y es por su habilidad para camuflarse y cambiar, sin moverse del sitio. Ejemplo: Las Comendadoras de Santiago del Realejo venden sus tradicionales dulces de navidad en el zaguán de su convento. Pero ahora las magdalenas las hace una monja de la India con la receta de una anciana religiosa de las Alpujarras. Buenísimas. Les resulta fácil vender los dulces de siempre, amasado por manos nuevas. A Izquierda Unida, no, pese a disponer de Garzón. Porque pocos creen que esta organización  le permita cocinar las auténticas recetas de la izquierda. Su inclinación por los platos de lentejas la pierde.

jueves, 10 de diciembre de 2015

La seriedad de un cómico


Mi familia me quiere sacar del mercado totalmente, o quizá sólo del Facebook, donde suelo colgar algunas ocurrencias sin que nadie me pague por ello. Me han pedido que me vaya a Madrid y que me coloque en alguno de los bares que tienen un espectáculo parecido al de El club de la comedia y que las ‘bocanás’ que suelto en el Facebook las diga en el pequeño escenario de alguno de esos locales.  Me informan de que la entrada es bastante barata, sólo 8 €. Y que todo es muy relajado, porque, por ese precio, el público no te exige que seas muy gracioso.  Les he dicho que, si gana Rajoy, me van a despedir, porque seguramente aprobará una reforma constitucional para obligarnos a tomarnos a España tan en serio como él se la toma. Mis chistes, humildes y sosos, habré de guardarlos y pasar a la clandestinidad esperando que llegue de nuevo un tiempo de carnaval y alborozo. He mandado mi currículo a varios de esos clubes con una lista de chistes, por si gustan. Pienso que no me va a resultar fácil que me cojan, porque por ahora están muy bien surtidos con las solemnidades que Rajoy les está suministrando. Parece que a la gente le ha hecho mucha gracia que mande una sustituta a los debates con los otros candidatos, mientras que él anda dando mítines por algún agujero negro del cosmos.  Me gustaría que me contrataran y así me quito del vicio del Facebook y además gano consigo algún dinero por si el “Míster Serio” gana las elecciones y seguimos recuperándonos al ritmo habitual. Les he mandado sólo estos cuatro textos:
1. Yo que Pedro Sánchez, el día del debate con Rajoy, me hacía el longui y no aparecía por el plató. Seguro que subía algún punto, aunque se comprara un chándal de borra, de esos que sueltan pelotillas,  en un todo a cien en lugar de ir en modo “maniquí que no pestañea”.
2. Los candidatos del PSOE y del PP, la mayoría candidatos de repetición, parecen interesados más en mantener sus cargos que en gestionar nuestros encargos.
3. La cursilería de los niños sabios de PODEMOS ha  estado a punto de frustrar mi deseo de votarlos. Pero he recordado que, cuando yo era profesor en la Universidad, como ellos,  era igual de bobo, o más. Iba de fino y le dije a una chica que me gustaba, cuando me la presentaron, que estaba 'muy satisfacido de conocerla', todavía oigo sus carcajadas. Se fue con otro participio menos pasivo.
4. Voy a votar a PODEMOS porque soy muy poco exigente y,  en principio, lo único que les voy a pedir es que a todo aquel que robe -incluidos los miembros de PODEMOS-, lo manden a Siberia a la espera de que el cambio climático la inunde [...].

Ya hace días que mandé el currículo. No me ha comentado nada. Me temo que me estoy volviendo un poco Rajoy. Algo serio, algo malafollá, algo insonrible. Y eso en Madrid tiene poco futuro.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Juego de presidentes

Alfonso X de Castilla
Viendo a Rajoy jugar al futbolín ayer noche con  Bertín Osborne, el politólogo equino de moda, podríamos pensar que hemos dado un salto atrás, que la humanidad ha entrado en modo “vuelta a los orígenes”, a la infancia. La sensación se puede agudizar si vemos a Monedero intercambiando picardías y revelaciones de acusica escolar con Albert Rivera. O a Sáenz de Santamaría dando saltitos chocolateros en el Intermedio. Yo desde luego no votaré a Rajoy ni a nadie que prefiera el futbolín al ajedrez.  Tampoco votaré a Albert Rivera al que acabo ver en una foto de propaganda electoral en pelotas, como un bebé, tapándose con las dos manos el fruto de varón que, como el toro, lleva marcado/colgado en sus ingles. El chico me cae bien, pero sí ponemos a este hombre al frente de la nave del Estado y le entregamos el timón, existe el peligro de que se le caiga un huevo. Porque al menos una de las manos habrá de emplearla en mantener el rumbo de la patria. No sé por qué han desembocado todos en ese adanismo suicida. Susana Díaz, empeñada también en ganar al parchís siempre. El vetusto juego infantil por excelencia, una vez que los jubilados no lo practican y se enlodan defraudando a Hacienda en bingos clandestinos de a dos euros la línea y de a tres, el cartón.  Alguna cosa buena ha hecho el hombre desde que empezó a emigrar de un lado a otro hace millones de años. Hasta hace poco las personas no se desplazaban más allá de un kilómetro de su lugar de nacimiento (lo cuenta S. Pinker en su libro Los ángeles que llevamos dentro), no sabían nada de la inmensidad del cosmos, de la prehistoria, de la civilización, de la genealogía de los seres vivos, del código genético, del microscopio o de los componentes de la materia y de la vida. Ni de las grabaciones musicales ni de los libros asequibles ni de las noticias instantáneas que nos permiten saber que Rajoy miente una vez más cuando dice que no puede comparecer en un debate electoral porque tiene mucho trabajo y, todos nos enteramos al momento, de que ha dejado plantados a los otros candidatos para conceder, a la misma hora,  una entrevista en otra cadena.  ¿Y las décadas adicionales de existencia de que disfrutamos muchos? Por eso no entiendo por qué hay miembros de Podemos  que quieren partir de cero. Inventárselo todo en sesiones escolares. O fundar una cosa  tan inefable –la CUP lo propone- como una República feministas (sic). ¿En  qué se diferenciaría de una República regida sólo por hombres, si en esta etapa de transición,  las mujeres, en el terreno del poder, se han dedicado a imitar aplicadamente a los hombres? En fin, unos y otros están en lo mismo, por motivos diferentes: en romper la baraja y pedirle una nueva al croupier. ¡Hagan juego, señores y señoras! Queremos que la partida comience de nuevo.