viernes, 27 de octubre de 2017

Candel, el coprófilo de Urgencias

Candel, una eminencia de la mierdología

En este vídeo de 15:15 minutos: Vídeo coprófilo de Candel

30 veces dice la palabra "mierda".
En 5 frases utiliza la palabra "culo"
4 veces usa palabras de la familia "cagar",
1 "Me suda la polla"
1 "Mojón"

jueves, 26 de octubre de 2017

¡Qué bien discrepan los clásicos!

Misterios del confesonario
Como me aburren las tertulias monotemáticas de las últimas semanas y los debates entre políticos sonados que repiten machaconamente sus estúpidas jaculatorias con caras de boxeador groggy, me divierto enfrentando inteligencias preclaras de la historia del pensamiento y de la literatura sobre algún tema enjundioso. Hay autores como Balmes que inventaron un tipo de debate bastante cómodo. De él se copian muchos columnistas, comentaristas de las redes y opinantes fanatizados. Balmes, en su libro Cartas a un escéptico en materia de religión, rebate los argumentos del incrédulo con una brillantez y suficiencia extraordinarias. Admirables, si no fuera porque el escéptico no existe y sus argumentos han sido inventados y escritos por el propio Balmes para poder machacarlos mejor. ¡Así cualquiera! Pero esto es muy habitual hoy que las redes permiten comentar rápidamente los post de los demás. Hasta hace unos años, se leía más que se escribía, hoy se escribe más que se lee. Te pueden contestar sin ni siquiera haberse leído lo que has escrito. Y poniendo en tu boca, como hace Balmes, cosas que no has dicho, para rebatirlas a placer y hacerte morder el polvo. Nos vemos aplastados por los diversos argumentarios cerrados y sagrados que circulan y repudiados por lectores que te ponen como a bayeta de cocina de microfibra, sin haberse leído lo que escribes, suponiéndolo, más bien. Por eso, aburrido, me deleito con los brillantes argumentos de los clásicos, aunque no esté de acuerdo con ellos. Da gusto leer lo que Montaigne tiene que decir sobre el placer sexual dentro del matrimonio y de la exigida pasividad de la mujer en el "acto". El coito ha de ser, según el ensayista, "contenido, serio y mezclado de algo de severidad; ha de ser una voluptuosidad algo prudente y concienzuda". Y lo cotejo con los consejos que René D. Louvel (1802-1887) "les da a las mujeres que no cumplen con el débito marital". En su Traité de Chasteté exhorta a las esposas, bajo pena de pecado grave, a que "abran los brazos y den satisfacción plena a los deseos de sus maridos". ¿Qué pensarán las mujeres de las opiniones de estas dos eminencias?, reducidas a la condición de simples objetos de placer. En la tribu 'kung', del desierto de Kalahari, no lo tienen tan claro. "Un hombre no tiene suficientes pensamientos para una mujer", reza uno de sus dichos. O sea, que es poca cosa. ¡Qué palo!

jueves, 19 de octubre de 2017

Paz, paciencia y memoria

Es posible que hasta el propio Montaigne (1533-1592)de vivir ahorafuera acusado de tibio o de templado; de equidistancia, pecado capital en la España presente. En tiempos de militancia, no incurrir en equidistanciavociferan muchos. También lo fue para el apóstol san Juanque nos dice en Apocalipsis (3:15-16): “Conozco tus obras y no eres ni frío ni caliente. Ojalá fueras frío o caliente, pero como estás tibio y no eres ni frío ni caliente, voy a escupirte de mi boca”. Por seguir aportando ejemplos que respalden mis reflexiones sobre la equidistancia, recomiendo la lectura de la novela Patriadel último Premio Nacional de Narrativa Fernando Aramburuen ella queda claro lo difícil que les ha resultado a los vascos equidistantes, convivir, en las últimas décadas, con sus vecinos en los pueblos de EuskadiPero vuelvo aMontaigne, con el que comencé esta columna: he disfrutado repasando unos de los capítulos de sus Ensayos, el que dedica a la moderación: “Gusto de las naturalezas templadas, medias y equilibradas; la falta de moderación”, escribe este pensador, “si no me ofende, hasta cuando va encaminada al bien mismo, me extraña al menos, me pone en duro aprieto para calificarla. No hago un spoiler del capítulo citado (el XXX) por no mostrar cómo el moderado Montaigne, hace una crítica del sexo locodentro del matrimonio que hoy resultaría poco moderada. Pero sí subrayo su llamamiento a la templanza en un momento, como el presente, en el que facciones enfrentadas reclaman gresca, leña, condenasEs el mismo llamamiento que, sin mucha esperanza, hago desde aquí. Siempre he recelado de los motivos que animan a todos aquellos que piden, feroces, guerra o la aplicación de las leyes más extremas para resolver problemas enquistados que se han dejado crecer, a posta, hasta el paroxismo. Los que no sufrimos el dolor del asesinato de un familiar en la Guerra Civil, los que no hemos padecido directamente el terrorismo, los que nos contentamos con una patria y una bandera no mayores que nuestra mejor maceta de geranios, pedimos paz, paciencia y memoria. Somos muchos, pero no gritamos a las puertas de los juzgados ni nos arremolinaríamos en torno a una hoguera par ver arder a una bruja ni haríamos calceta mientras se ahorca a un reo. Servimos de airbag.

jueves, 12 de octubre de 2017

Los ojos en pasmo

La desnudez de las masas

Todavía ser intelectual está bien visto. Aunque contra los intelectuales solemos rebelarnos las medianías y rajamos de ellos, señalamos sus contradicciones, denunciamos sus carencias y vicios. Pero la función del intelectual sigue siendo excelsa. Me he visto obligado a repasar La rebelión de las masas (1929), la obra más conocida del filósofo Ortega y Gasset, para intentar entender las aglomeraciones de gente que se están produciendo estos días en nuestras calles; y me he encontrado con esta autocomplaciente caracterización del intelectual: "Sorprenderse", afirma Ortega, "extrañarse, es comenzar a entender. Es el deporte y el lujo específico del intelectual (…). Todo en el mundo es extraño y es maravilloso para unas pupilas bien abiertas. Esto, maravillarse, es la delicia vedada al futbolista, y que, en cambio, lleva al intelectual por el mundo en perpetua embriaguez de visionario. Su atributo son los ojos en pasmo". Pasmado se quedaría don José Ortega y Gasset de la consideración que hoy merece un futbolista, muy por encima del gremio de los intelectuales o de los profesores. Y quizá no tendría más remedio que repasar alguno de sus conceptos sobre la sociedad y sus ídolos. Ayer los argentinos, después del triunfo de su selección sobre la de Ecuador, en Quito, (1-3) gracias a un hat-trick de Messi, no se cansaron de llamar "Dios" al delantero del Barcelona. Y el líder del grupo U2, en un concierto masivo en La Plata, gritó: "Gracias Messi, Dios existe". Pero volvamos a las masas, a las muchedumbres "en rebelión", se produzca ésta en Madrid, en Barcelona o en Valencia. Hasta en el Diccionario de filosofía, publicado en la extinta URSS por Iudin y Rosental y  (manejo una edición de 1975), se reconoce que Ortega -el único filósofo español estudiado en sus páginas- fue el primero que expuso, en la filosofía burguesa, los principios fundamentales de la teoría de la sociedad de masas. No es que yo aspire a intelectual, pero sin serlo, se me pusieron los ojos en pasmo cuando, esperando que el filósofo me hiciera comprender por qué desaparecieron en un tris, el día 10 por la noche, las masas de delante del Parlament de Cataluña, tras la declaración de Puigdemont, lo que me encontré fue esta caracterización  aproximada -en un meritorio ejercicio de anticipación sociológica- de lo que viene siendo el turismo basura que nos invade: "Las ciudades están llenas de gente. Las casas, llenas de inquilinos. Los hoteles, llenos de huéspedes. Los trenes, llenos de viajeros. Los cafés, llenos de consumidores. Los paseos, llenos de transeúntes. Las salas de los médicos famosos, llenas de enfermos. Los espectáculos, como no sean muy extemporáneos, llenos de espectadores. Las playas, llenas de bañistas. Lo que antes no solía ser problema empieza a serlo casi de continuo: encontrar sitio". Proféticas, sus palabras. Desde Granada a Santiago de Compostela, eso es lo que ha sucedido este verano.

miércoles, 4 de octubre de 2017

Los modelos del Juez Calatayud

Alicia en el país de las maravillas
Resulta difícil para los que venimos de una educación en la que los cuerpos estaban encerrados bajo siete llaves en hábitos, fajas, corsés, sotanas, miriñaques, corpiños y otras ortopedias, asistir, sin alterarnos, al espectáculo de los cuerpos desnudos o casi desnudos o escasamente cubiertos de ropa. El juez de Menores Calatayud ha levantado un gran revuelo cuando ha dicho en TVE1 que las niñas visten como putas. "Y los niños como putos", rectificó, después. Estoy con Calatayud en que falta una disciplina social que señale a los jóvenes cómo vestirse o cómo comportarse para socializar sin riesgos. El juzgado de Menores es una buena atalaya desde la que observar a la sociedad y esto es lo que viene haciendo este magistrado desde hace 30 años. Sus sentencias "alternativas" suelen ser muy comentadas. También son rompeolas de la sociedad los colegios, los hospitales, los campos de fútbol, las primeras comuniones, las bodas, los cumpleaños, las procesiones, las fiestas, los homenajes a las víctimas del terrorismo... Todas aquellas manifestaciones de la vida en común en las que aprendemos a comportarnos socialmente, en las que nos sentimos arropados en este valle de nieblas por otras personas que hacen lo que uno hace, que piensan lo que uno piensan y que sienten lo que uno siente. Todo, menos que nuestra vida sea un "andar solitario entre la gente". Y sí, Calatayud señala la caída de unos comportamientos y unos modelos sociales que estuvieron vigentes hace décadas. Después de la guerra civil, aceptamos los pololos de la Sección Femenina y entregamos las llaves de nuestros armarios al confesor. Luego llegó la minifalda. Pero ahora, los patrones son otros. Ni la monja ni el soldado ni la chica yeyé, los modelos de los jóvenes son los de la puta y el matón. Sospecho que las voluntariosas herramientas correctoras del juez ya no sirven. Se pensaron para tiempos de escasez, de sumisión y de ilusión en un cambio "reglado". Los arquetipos han cambiado, y no sólo en España. Para la escritora Nancy Huston es común a todo Occidente, donde "la chica intentará brillar por su belleza y sex-appeal, corriendo el riesgo de que la muelan a palos, la violen y la asesinen. El chico procurará brillar por su audacia y su dureza, corriendo el riesgo de que lo metan en chirona o lo maten. Las prostitutas suelen fardar, y es normal. Los matones también fardan, y es normal. Ambos han tenido que endurecerse para sobrevivir y no pueden permitirse mostrarse vulnerables. Eso no impide que si rascamos la superficie, el niño esté ahí. Debajo de la puta está la niña, y debajo del matón está el niño lleno de necesidades y con una salvaje carencia de amor". En León, los universitarios han ido un poco más allá del modelo descrito: como novatada, han dado en rifarse en cueros en una subasta de tintes esclavistas. Pronto, serán "putas" y "matones" los que habrán de copiar de nuestros estudiantes si no quieren quedar fuera de juego.