jueves, 27 de junio de 2013

Omnívoros

El viejo la mira, mira...
Cuando un hombre habla de prostitución, mejor que firme antes un pliego de descargo en el que jure por Venus, que jamás recaló en una mancebía. Y si el atrevido aporta algún documento escrito por una feminista de prestigio, mejor. Sorprende lo que sobre estas cosas dice la feminista Nancy Huston que piensa que “los hombres son más civilizados que las mujeres, porque deben aceptar que la sociedad limite, contenga y redireccione su pulsión sexual (omnívora)”.  Hacia los prostíbulos se viene redireccionando desde antiguo parte de  esa pulsión ciega. De la santa institución prostibularia ha usado Silvio Berlusconi  que puede terminar en la cárcel por haber invitado a menores de edad a sus fiestas.  Las prostitutas, por jóvenes que sean, saben mucho de la vida -mujeres de la vida se las llama-, y de anatomía. Con el paso de los años, los cuerpos también les dejan noticia de las almas de los que las contratan impulsados por un deseo primordial, sin códigos ni excusas, esterilizado de los pegajosos miasmas del melodrama gracias al pago del “servicio”. Noticias exactas, sin mentiras ni ensoñaciones. Son unas traidoras de género: con las prostitutas, una vez que se les ha pagado, ni se genera "deuda histórica" sexual ni sentimiento de culpa, tan útil en las relaciones “permanentes y serias”, para retener al macho y que no eche a correr y se despreocupe de lo que deja en casa y para que no abuse de su fuerza. Los hombres muy ocupados y triunfadores, futbolistas, políticos, suelen usarlas para obtener sexo, prestigio y perdón. En Italia, las hazañas sexuales de Berlusconi, un hombre mayor que se atreve a aparecer desnudo ante cuerpos gloriosos y miradas sabias e inquisidoras, generan más admiración que rechazo: ¡una fila de ninfas entrando en la cueva del monstruo, secuencialmente, y saliendo de ella con su paga cobrada y su trabajo, milagrosamente, cumplido! Pero estas "performances" también pueden generar piedad y perdón en los que sólo han disfrutado de un buen amor, con anillo, promesas, vientos helados y sopa caliente por la noche en la cena familiar. “¿Para qué sirve el poder?”, se consolarán los sacrificados monógamos, “si ni siquiera puedes mirar a Roma desde el Monte Gianicolo, al atardecer, junto a una chica que tienes cogida de la mano, y a la que no vas a pagar, de momento, nada por oírte. ¡Pobre Berlusconi, aplastado por el peso de la púrpura, salvado por las virtudes telescópicas de la viagra!

viernes, 21 de junio de 2013

Pisando bolas

Fotomontaje de Juan Vida
Con la escultura del caballo que ilustra la fachada del Ayuntamiento de Granada, en la Plaza del Carmen, pasa igual que con las clases de religión, parece que lo puso el PSOE y es obligado que lo descabalgue el PP, a nadie interesan los aspectos estéticos del problema. Si es feo o si es bonito, si conviene o no al edificio, eso es secundario. Los católicos saben de sobra que la mejor manera de acelerar el descreimiento religioso es introducir en los programas escolares la religión. Ni en pleno nacional catolicismo, esta asignatura tenía el mismo rango que las otras: junto con la gimnasia y la Formación del Espíritu nacional, formaban la trinidad insolvente de las tres marías. Cuando oigo hablar de estos dos asuntos, caballos y sermones, sé que se habla del poder y sus símbolos. Nada que ver con la estética ni con la creencia. Suelo adoptar en estos casos la postura que adopta el borracho de "Amanece que no es poco". El que la quiera conocer, que vea la peli.

jueves, 20 de junio de 2013

Granada gusta a Google

Granada de doodle
Google, el buscador de Internet,  ha dedicado en menos de un mes dos dibujos de su cabecera a Granada. Pese al esfuerzo de las Cofradías, la clonación de las vírgenes no ha sido tenida en cuenta por el buscador, aunque gracias a esta quintilla plúmbea de Miguel Ángel Maturana el acarreo de la Magna no caerá en el olvido: “Granada ya no es sultana, / que es entera cofradía. / Un arcarde [sic] con sotana / conduce una caravana / de Vírgenes por Gran Vía”.  Los  dos ‘doodles’ de Google -que es como se llaman esos dibujos que aparecen sobre la caja de búsqueda-, son preciosos, uno  representa a un caballista con una muchacha a la grupa, galopando por una alameda y, el otro, es un dibujo naif de la Alhambra, vista desde el mirador Obama.  El caballista debe de ser el gitano de La Casada infiel de Lorca.  Ese poema tan sicalíptico,  oído en la radio recitado por alguna solemne rapsoda con hábitos declamatorios engolados, como de dramón del XIX, nos impresionaba mucho a los niños. Tanto como cuando por la mañana en la escuela nos enterábamos que El Rajuñas se había llevado a la novia.  La sexualidad se tocaba poco en las clases de los 50, lo más que don Maximiliano, el maestro, llegó a enseñarnos de reproducción, lo sacó de una noticia del Ideal que hablaba de la fecundación de los estigmas en los maíces híbridos. No se atrevió con el reino animal. Lo otro lo tuvimos que aprender en la vaquería del pueblo,  que es donde, en presencia de los miembros de la comunidad escolar interesados en el asunto,  un toro traído del cortijo de los Plateros –los sementales extranjeros siempre han tenido entre nosotros más prestigio que los locales- cubría a las sufridas vacas nativas, con la colaboración de un mamporrero. En los años mozos uno le da mucha importancia, si se trata de raptos, a los aspectos sexuales, hoy sabemos que esa costumbre se debía más a la falta de dinero para los gastos de la boda que a urgencias eróticas. Las novias solían achacar la huida, que con frecuencia no llegaba más allá de la Pensión de La Virgen,  a un embarazo incoercible,  pero, en ocasiones, la chica no estaba preñada y quedaba al descubierto que el viaje había sido una mera disculpa para no organizar el banquete.  Mi tía María hablaba entonces del parto de los montes, concepto que no he comprendido muy bien hasta lo del metro de Granada, que circulará fantasmal, si es que se termina, parando en estaciones sin viajeros y transportando vagones de frustración, tras costosos años de inútil embarazo.


jueves, 13 de junio de 2013

Hoy quiero confesar que a mí no se me ha pagado

Este mitin, me lo deben
PARECE que los candidatos cobran de los partidos sobresueldos por hacer las campañas electorales o reciben préstamos sin condiciones por haber sufrido atentados. A ver quién me va a pagar a mí la gasolina que tuve que echarle a mi Simca 1200, en la campaña electoral del 1977, para ir por los pueblos anunciando los mítines, y la instalación de los altavoces en el coche y las horas que empleé y los mítines que di y la preparación de mis intervenciones y el mal rato que me dio la guardia civil cuando me paró en la puerta del cuartelillo de La Rambla, al volver de dar uno, para preguntarme si yo había matado a un camarada que había aparecido descuartizado en un pozo de un chalecito de Espejo, porque nos habían visto cantando la Internacional, a los dos, muy exaltados en el casino de ese pueblo, la noche anterior. Cuando les contesté que sí, que todo lo que se mataba en la zona, lo mataba yo, no entendieron la ironía y me trataron como los guardias de seguridad del Roland Garros trataron el domingo a un hombre que había entrado en la pista para protestar por los matrimonios gays. Nadie me ha pagado la factura del médico que me curó las magulladuras. ¿Quién nos va a recompensar a mi mujer y a mí por haber conseguido que no se quedara embarazada ni una sola de las mujeres de un pueblo de la Alpujarra que asistieron a una charla que dimos sobre anticonceptivos, en los años 80? También es verdad que la reunión fue a la hora de la cena y que las mujeres fértiles del pueblo se tuvieron que ir a darle de comer a sus criaturas. Pero entre las que se quedaron a oírnos no se ha reportado ningún embarazo, por la bondad de los métodos que se les expusieron y porque no había ni una con menos de75 años. El pueblo si nos pagó con creces nuestros desvelos y nos han invitado desde entonces a acompañarlos el día de San Marcos a comer de las enjundiosas ollas que en torno a la Iglesia prepara cada familia. Todavía no he cobrado por las primeras elecciones municipales. Voy a hacer una lista con todo lo que se me debe y les voy a organizar un escrache aunque me salgan con la tontería de que soy de la ETA. A estos les pasa como a los anticomunistas de la Guerra Fría que, cuando cayó el muro de Berlín, no sabían a quién echarle la culpa del mal del mundo hasta que un listo inventó lo de las armas de destrucción masiva. Aquí esa mentira infame que ha arrasado a un país la propició Aznar, un ideólogo de perfil plano y de ambición irrefrenable.

lunes, 10 de junio de 2013

Las cautivas de Lecrín

En el harén
Mientras que el guía nos recita en el Harén de la Alhambra un poema de Villaespesa, de 1907, en el que cuenta lo hábil que es con las manos, en menesteres amorosos, una cautiva del sultán, oriunda de Grecia, recuerdo lo que he leído sobre los harenes en la Web de la Alhambra y lo que dice de ellos la escritora marroquí Fátima Mernissi: que los harenes no son la sede del placer del hombre sino la residencia de una familia, bastante más compleja que la monogámica, donde conviven las cuatro mujeres del dueño de la casa, sus familias y sus criados. La cautiva de Villaespesa, por lo que dice en el poema, está contenta y se dedica a agradar a su señor, enamorada. Para los modernistas el modelo de harén no es el del turco Bayaceto, sino los prostíbulos franceses de principio del siglo pasado.  Porque un modernista que se precie, y tenga cuartos, ha de visitar París, al menos una vez en su vida. Y eso es lo que trasladan a sus poemas. Placer sin interrupción, venal y sin secuelas. Mernissi ha dejado claro en su libro “Sueños en el umbral” que en los harenes también hay que hacer la declaración de la renta y el puchero. Lo de los harenes se puso de moda en la literatura europea del siglo XIX y tiene que ver con el orientalismo de Lord Byron que estuvo una temporada en  Grecia, con el Colonialismo decimonónico y con los absurdos paseos de Napoleón por Egipto. Nuestro Pedro Antonio de Alarcón, en su libro La Alpujarra , con lord Byron en la cabeza, compara las naranjas del Valle de Lecrín con las cautivas sojuzgadas en un harén: “Perdonadme esta insistencia en comparar a las naranjas con las cautivas destinadas a extranjeros harenes”, escribe el accitano, “pero el símil es tan exacto y tan mío, que tengo empeño en que lo admitáis. Estudiad, si no, el ulterior destino de estas princesas del reino vegetal, de estas rústicas diosas de nuestra tierra, de estas hijas de nuestro sol... Encontrámoslas aquí apiladas de cualquier modo en plazas y calles: cómpranlas luego mercaderes de otros países; enciérranlas en lujosos estuches, envuelta cada cual en una finísima bata de papel de seda; condúcenlas por camino de hierro o en barco de vapor a Berlín, a Londres o a San Petersburgo, y allí véselas (¡qué horror!) empingorotadas, como en un trono, en áureos fruteros, entre caloríferos y perfumadas bujías, ostentar su hermosura en los triclinios de los bárbaros del Norte y regalar el gusto de tal o cual Sardanápalo aforrado en inultas pieles... de otros animales por su estilo”.  Yo las tengo en un cesto, pero cautivas también y son del Valle. 

sábado, 8 de junio de 2013

Sin traer presentes, piden mercedes


Hasta en el siglo XV, se sabía que no bastaba con palabras para ganarse la vida o el favor de la gente. Ahora, los políticos locales europeos, con las manos atadas por las bridas de las disposiciones comunitarias, solo ofrecen promesas que no está en sus manos cumplir. El presidente del Gobierno, en medio de una catástrofe que se le ha escapado de las manos, ha declarado esta mañana en Valencia, que "Este año será mejor que el pasado, pero será peor que el que viene, y el pesimismo ya está en retirada en este país". El lunes encargará una encuesta para ver los efectos de este "peo de lumbre" en los votantes y como la gente, según los cínicos expertos recorta-pensiones, no va a reaccionar todavía violentamente, a palos, se ocupará en recortar las pensiones. En el siglo XV lo hubieran mandado a coger higos con el garabato. El novelista de finales de esa centuria, Juan de Flores, autor de La Historia de Grisel y Mirabella, empleado palaciego, sabe que le pagan por escribir novelas o poemas para la damas de la corte y que “si desacompañado de tales servicios (sus novelas) viniese sería recibido como labrador que a puerta de gran señor sin traer presente pide mercedes “. Hoy, nos piden el voto y la resignación, con las manos vacías. La madre de mi amiga María Angustias Ruiz ha resumido acertadamente la actitud desvergonzada de esta gente: "se adelanta más pidiendo que dando".

viernes, 7 de junio de 2013

El A-6 del Presidente Gracia

Conozco a Manuel Gracia desde los años 70. Los dos dábamos clase en el Instituto de Enseñanza Media de Montilla. Pertenecía Gracia a la, entonces, esquelética UGT y, no sé, si al esmirriado PSOE. Yo tuve el privilegio de ejercer de 'compañero de viaje' del poderoso PC montillano. Pocas cosas se hacían en Montilla en 1975 sin la presencia y participación del Partido y de CCOO: El precio de la uva, los problemas de la Salud, las actividades culturales, las bodegas, el teleclub. La noche de las primeras elecciones generales, nos asustamos un poco. Cuando se cerraron las urnas en la Comarca de Montilla, el PC contaba con el 42 % de los votos, más incluso, porcentualmente, que el PSUC. Menos mal que a la mañana siguiente, nos enteramos de que el PC sólo había obtenido el 10% de los votos en toda España. Con un 42 % de los votos, el golpe de Estado no hubiera esperado a 1981. Participé con Manuel Gracia, en aquellos años, en una huelga de enseñantes para que los interinos obtuviesen un puesto fijo en los Institutos. Duró mes y medio. UGT, o el PSOE, le pidieron a Gracia, que abandonara la huelga. Pero, el hoy Presidente del Parlamento Andaluz, tuvo u rasgo de valentía y de inteligencia política: les dijo a su compañeros que hasta que el responsable del PC de la comarca -los compañeros de la Campiña me habían elegido a mí para ese puesto- no se saliera de la huelga, él no se salía. De haberlo hecho, sabía que en Montilla, no le prestaría nadie la más mínima atención. Ahora lo veo torpe y autista, como muchos políticos, y no porque aceptara recibir, junto con parlamentarios del PP y de IU (la heredera del imponente Partido Comunista de la Transición) un sobresueldo, en su caso de 400 euros al mes,  para transporte. Sino por la manera en que ha llamado al coche oficial: con unas siglas, un “A-6”. El juez Gómez  Bérmudez, al hablar el otro día de su compañero en "La Casa" (que es como llaman a la Audiencia Nacional los habituales) le llamó "Fernando", Felipe llamaban, confianzudos, los compañeros del PSOE a González, Alfonso, a Guerra. Pepín, a José Bueno. El monarca habla a todo el mundo de tú. No sé si esto es la jaula de hierro de la que hablaba Weber, o la urna de cristal, o la campana impenetrable de los funcionarios. Ellos tienen, como los niños, un lenguaje para que no nos enteremos, o para que, si nos enteramos, sepamos que nosotros no pertenecemos a la casta sagrada de los que mandan,  de los que no van en coche oficial, o en un Audi,  van en un “A-6”. Menos mal que los que estamos fuera,  y  que no estamos tan familiarizados como Gracia con los coches oficiales, cada vez que los vemos los ponemos a parir. Ellos se dan cuenta y nos odian. 

jueves, 6 de junio de 2013

El imperio de los sentidos

El bizcocho del abuelo
A los adolescentes no les gusta tener ninguno de los cinco sentidos en standby. A la chica que acaba de pasar delante de mi ventana no le queda ninguno por activar. Con la mano izquierda sostiene un cigarro, con la derecha, un helado; cuando se coloca el cigarro en la comisura de los labios, la mano izquierda reposa, sin vaivén ni intención, sobre una zona sensible del chico que la lleva como paquete en su escúter. Va sin casco, el aire mueve, esparce y desordena su cabello dejando ver los auriculares de su ipod. Mira extasiada los rosales que jalonan la carretera y le grita a su amigo: "¡tío, cómo huelen!". Van a la casa del chico a estudiar. Ella le cuenta al día siguiente en clase a su amiga que nada más llegar se abrieron unos huevos kínder, los llenaron de leche condensada y se los zamparon. Cogieron de la nevera un bombón helado lo pusieron en un cuenco con leche, la migaron con los trozos que quedaban de un bizcocho que había hecho el abuelo y se dispusieron a engullir la bomba calórica viendo The Big Bang Theory en la tele. Después de estudiar 'Cono' durante diez minutos, se pusieron a probarse ropa, a ensayar bailes y a tatuarse con el rotu un corazón, él, en el bíceps y, ella, en un hueso que tenemos en la cadera. En el espejo del armario fabricado por el bisabuelo del chico con sus propias manos, como parte de su ajuar, con la madera de un nogal de su huerto, comprueban como les quedan los pelos, él, a lo Sergio Ramos, y, a ella, con rastas y con parte del cuero cabelludo afeitado. Todo lo hacen muy deprisa, y no cesan hasta que los sentidos, cansados de procesar sensaciones placenteras, se atoran. Entonces se aletargan viendo una serie que le gusta al abuelo del muchacho. En ella unas señoras que viven en un pueblecito inglés, Cranford, a mediados del XIX, se reparten las dos últimas naranjas que quedan en un cesto. Una le quita el papel de seda que la envuelve, donde pone que son de Valle de Lecrín, Spain, y se la come pelándola con cuchillo y tenedor. La otra, se la lleva a su dormitorio, se sienta en la cama, le hace un agujero con el dedo y chupa el zumo muy lentamente mientras que da muestras de extraordinario deleite. Es la única golosina del día, luego, sin lavarse las manos, para conservar el olor de la naranja, se duerme. Nuestra adolescente, antes de subir a la habitación de la abuela de su chico a hacerse fotos para mandárselas por whatsapp a sus amigas, comenta en voz baja: "¡qué guarra, tío!"

miércoles, 5 de junio de 2013

¡Mira que nos acechan todavía!

Hay antropólogos diletantes que les cuelgan a los granadinos el sambenito de la malafolla, como cosa del paquete genético, pero pocos reflexionan sobre si el mal carácter que muestran, a veces, tiene algo que ver con problemas del pasado, enterrados y no resueltos. En Francia, comenzaron muy tarde a reflexionar sobre la colaboración con los nazis en la segunda guerra mundial. Tuve la suerte de asistir en el 1994 a la celebración del cincuentenario de la liberación de París. El 25 de agosto, por la noche, organizaron los parisinos una fiesta en la que los únicos que se mostraban alegres eran los viejos ex-combatientes norteamericanos que habían venido con sus nietos para celebrar su participación en aquel acontecimiento. Una procesión de actores bajó desde la plaza de Denfert-Rochereau hasta la del Hotel de Ville, escenificando los últimos días de la ocupación alemana. Los malos integraban, según se podía leer en el programa de mano, 'el ejército de las sombras' -¿los alemanes, los colaboracionistas franceses?-, y eran derrotados por los buenos, 'el ejército de la luz' -¿la resistencia, el buen pueblo de Francia?-. Los organizadores, -cincuenta años después- no podían llamar a las cosas por su nombre: no se atrevieron a ponerle a cada facción sus uniformes y a declarar paladinamente que gran parte de la población de París se cruzó de brazo ante la ocupación nazi. Pero los historiadores aprovecharon la ocasión para avanzar en el estudio de las causas de la colaboración de muchos franceses con Hitler. Si Granada se plantease en este 115 aniversario del nacimiento de Lorca, no quiénes integraban el ejército de la luz y el de las sombras en 1936, sino por qué la obra de su poeta está llena de expresiones de miedo y de cautela, se habría adelantado bastante. Todavía queda tiempo para que los especialistas, los consistorios, las huertas y las almunias, los herederos naturales o sobrevenidos, los Centros Lorca a medio acabar, los pueblos, los lugares lorquianos, los rencorosos, los violentos, los agazapados, diluciden si una persona como Lorca tendría que seguir escribiendo hoy el sobrecogedor último verso de uno de sus Sonetos del amor oscuro: “¡Mira que nos acechan todavía!”

lunes, 3 de junio de 2013

Las carocas plúmbeas

Juan Vida, fotomontaje
Las deliberaciones de los jurados de poesía tendrían que ser secretas, como las deliberaciones del Consejo de Ministros o las comunicaciones de confesionario. Pero el jurado de la Orden Plúmbea, grupo de facebook granadino cosmopolita e identitario al mismo tiempo, ha filtrado algunos aspectos del debate sintáctico que precedió a la concesión del galardón “Porque nos sale la poya” a una quintilla de José Luis Romera. De las deliberaciones de los otros premios no se sabe nada, sólo los títulos y los ganadores. El Premio Fuente del Tomate fue para una quintilla de Miguel Ángel Maturana. El Premio y mención extraordinaria Suspiro del Moro para Carmen Mateo Sánchez. El Premio Ozé Lui, para Manuel M. Mateo. El pintor y diseñador gráfico granadino Juan Vida recibió el Premio Caroca del Revés por su inestimable aportación a este concurso con la creación de dibujos y fotomontajes de gran calidad que inspiraron a los creadores de las quintillas. Además los 324 hermanos de la Orden Plúmbea, por votación popular, eligieron las quintillas encadenadas de José Luis Romera “Mayoyo” como ganadoras del premio Juande Santander, instituido para honrar la memoria de nuestro querido y llorado hermano Juande, fallecido este año.
En la entrega de los premios, las dos mujeres que formaban parte del jurado creyeron conveniente leer a los asistentes la siguiente quintilla escrita por una de ellas, Coco Vida, en la que se explica por qué admitieron un título tan falócrata, granaíno y malafollá como el de “Porque nos sale de la poya”, para uno de los galardones:
Las hermanas aclaramos
que este premio es un pretexto,
que el pene no lo envidiamos
porque en la Orden adoptamos
“la polla como concepto”.
Las diversas corrientes de feminismo militante que trufan la Orden aceptaron la explicación de las hermanas y celebraron la quintilla de Mayoyo que va acompañada la excelente ilustración de más arriba, obra de Juan Vida, y que decía así:
Si bajan las extranjeras
de la Vela en carreticas,
no importarán las esperas
ni las colas mañaneras,
¡¡si bajarán follaicas!!
Parece, a tenor de las filtraciones que se han producido, que el jurado no tuvo dudas de que ‘follaícas’ significaba “veloces”, “echando leches”, “como las balas”. E incluso que bajaban contentas después de haber convertido los mirtos y arrayanes del bosque en “cama de campo y campo de batalla” erórico. La contienda se centró en la conjunción ‘si’, para unos, condicional, para otros, consecutiva, hasta que se pusieron de acuerdo en que el ‘sí’ estaba usado con valor causal. Aceptaron las razones gramaticales de un miembro del Jurado, filólogo jubilado, y que repite constantemente, con resonancias de grito de pavo, “yo, como filólogo, yo, como filólogo, yo, como filólogo…”. El hombre sostuvo que “cuando las extranjeras, tras su visita a la Alhambra, optan por bajar echando leches en la carretica de Juan Vida, bajan felices, y no les importa hacerlo en un medio de transporte tan poco seguro ya que dan por bien empleado el tiempo que tuvieron que hacer cola, porque bajar ‘ follaícas’ es como bajar ‘folladas’ pero más rápido y con la tensión hormonal apaciguada por algunas caricias”.