jueves, 30 de agosto de 2012

“Galego para parvos”


Es mucho más cómodo administrar una casa cuando hay dinero que cuando no lo hay. Lo que sucede es que, como decía mi padre, en las familias los padres no lo son por elección democrática. El procedimiento de su acceso al poder viene siendo otro. Tampoco estaba previsto que, en tiempos de escasez, adelantaran las elecciones para dejar paso a otros padres. El sistema democrático sí puede hacerlo. Vascos y gallegos han adelantado sus elecciones, como si los actuales gobernantes prefirieran que los que pidan el rescate al Estado, como acaba de hacer la Generalitat, o restablezcan la pobreza, sean otros. Los gobernantes se han aferrado al poder mientras han tenido dinero hasta para inventar lenguas autonómicas. Cuando voy a Galicia y oigo a los políticos o a los periodistas hablar en lo que ellos llaman “galego”, les agradezco el esfuerzo que hacen para que un andaluz se entere perfectamente de lo que dicen sin necesidad de traductor. Esto no me sucede en otros países. En Francia, me tengo que pasar al menos una semana oyendo el trasparente francés de Radio Notre-Dame, emisora católica de pausados hábitos misioneros con aborígenes, para entender lo que me dice la panadera que me vende los cruasanes, que es algo cachonda y se ríe de mí descaradamente, sin que yo, minusválido en francés, pueda entrar en el combate que tanto me entretiene cuando la que se ríe de mí es una panadera de Alfácar.  En Italia, me coloco los auriculares nada más llegar a Roma y soporto devotamente durante 7 días los fervorines de Radio Vaticana, elaborados con la lenta prosodia pedagógica de Chavela Vargas, mujer que más que corridos cantaba sesudos arrastrados. Pasado ese tiempo de aprendizaje, entiendo algo de los debates del parlamento italiano y la “chiacchiera” de los mercadillos del Trastevere. Y es porque francés e italiano son lenguas diferentes del español; románicas, sí, pero diferentes y, como tales, no las entiendo. Lo que me extraña es que los campesinos o pescadores de Ourense o de Miño, hablantes de otra lengua románica, incomprensible para el que no la conoce, no hayan solicitado un traductor para enterarse de lo que les dicen los políticos y los informadores cuando les hablan en ese raro invento (ese galego para parvos o tontos), fruto de la filología industrial, que ni es castellano ni es gallego. No digo yo que cada campesino reclame un traductor, pero sí uno por casa. Tendrían el mismo derecho que los senadores que siguen tirando 350.500 € al año en que les traduzcan las diversas lenguas oficiales del Estado, cuando disponen de una que entienden todos. 

jueves, 23 de agosto de 2012

2012, una odisea taurina

EN la película de Stanley Kubrick 2001: Una Odisea en el Espacio (1968), el supercomputador de a bordo, H.A.L. 9000, que controla las funciones automáticas de la nave espacial, desobedece las órdenes de la tripulación, se vuelve malo y asesina a cuatro de los cinco astronautas de la estación espacial. El superviviente procede a neutralizarlo, desconectando sus funciones, sin hacer caso de las súplicas del ordenador para que pare. Esta película de culto ha inspirado muchísimas películas y relatos posteriores. No quiero ni pensar que ronde ya por la cabeza de algún nacionalista español, de bandera y toro, la idea de ir desconectando, como en la película, fríamente, una a una, las tarjetas de memoria que almacenan, en el imaginario colectivo vasco, elementos muy valiosos de la aportación española a su cultura, como represalia por la decisión del Ayuntamiento de San Sebastián, gobernado por Bildu, de suspender las corridas de toros porque, según su alcalde, Juan Karlos Izaguirre, "el sufrimiento animal no puede convertirse en un espectáculo público", y, además, porque "una estructura como la de la plaza de toros donostiarra no se puede mantener a costa del erario público". Por ahora, el consistorio ha firmado un convenio con el Gipuzkoa Basket Club (GBC) para el aprovechamiento de las instalaciones de la plaza porque no hay que descartar que el baloncesto naciera, no en Massachusetts, sino en el patio de un caserío vasco, hace miles de años, cuando a un niño se le ocurrió colgar un aro de una pared, a una altura considerable, para hacer pasar por él limones, manzanas o cualquier objeto arrojadizo. Me temo que los españolistas le arranquen al "colectivo de vascos y vascas" las tarjetas de memoria histórica -¿hay otra?-, donde se almacena alguna de las aportaciones fundamentales del pensamiento español a la cultura, no sólo vasca, sino de la nación toda. ¿Qué quedará del acervo cultural de Euskadi, cuando le hayamos arrebatado el Catecismo del padre Astete, la biografía de Franco de la Real Academia de la Historia, algo de J. Losantos y César Vidal; Mártires por su fe, de Jesús Bastante Liébana u obras de parecido valor? Esto puede acabar como en la película de Kubrick: Euskadi, cada vez que se le retire uno de estos soportes culturales imprescindibles, pedirá al Estado que se detenga, luego, casi extinta su memoria, susurrará que tiene miedo para terminar cantando, no la Daisy, Daisy que entona H.A.L., mientras agoniza, sino la más española Cantemos al amor de los amores, del músico de Zumárraga Ignacio Busca Sagastizabal. 

viernes, 17 de agosto de 2012

Con la pamela en la mochila

La mochila sustituye al macuto en tiempos de paz prolongada. Dentro del macuto se podía encontrar un espartano estropajo, jabón artesanal, confeccionado con sosa cáustica y aceite de oliva refrito, un rosario y un libro con oraciones preciosas, como ésta: "Oh Dios que hiciste caminar a los hijos de Israel por medio del mar a pie enjuto y que por medio de una estrella mostraste su camino a los tres Magos, te rogamos nos concedas viaje próspero y tranquilo para que, acompañados de tu santo ángel podamos llegar felizmente a donde vamos, y después de todo, al puerto de la eterna salvación".
Las mochilas que pasean por el mundo los jóvenes actuales en verano no arribarán a un puerto tan definitivo y serán izadas a trenes, aviones y barcos, por portadores muy diferentes de aquellos que en 1948, antes de iniciar una peregrinación universitaria a Santiago de Compostela, organizada por el Sindicato Español Universitario, recitaban la oración que hemos recogido un poco más arriba.
En su interior, se encontrarán servilletitas humedecidas por colonia y un gel suave que cubrirán, en un 67 por ciento, las funciones del imprescindible bidé, tubos con pomadas antialérgicas, preservativos, cepillo de dientes, bragas de papel de talla universal, vaselina, píldoras del día después que las mamás –incluidas las que comulgan con el Tea Party- han metido en las mochilas de las niñas, dentífrico, una barra de una sustancia que alivia rápida y eficazmente las picaduras de los insectos y varios paquetitos de galletas de textura e ingredientes muy variados.
Hay, en algunas, espacio incluso para una pamela o para las lentillas que ritualmente los muchachos y muchachas se quitan de los ojos antes de quedarse dormidos e introducen en unas cajitas circulares de color blanco que también tiene su sitio en algún compartimento de la mochila.
Los jóvenes de la mochila son muy decididos cuando viajan. Poseen unos saberes transmitidos por miles de folletitos y mapas (que son de menos gramaje y amplitud en las mochilas de los japoneses, acostumbrados a constreñirse en todo y también en esto) y por colegas que viajaron antes que ellos.
Si toman el barco misterioso que habrá de conducirlos a islas de esas que incluso cuesta trabajo encontrar con el Google Earth, se les verá a los cinco minutos en el rincón preciso de la nave, con los sacos de dormir desplegados. Acostados, desatentos a la partida y a la puesta de sol. Convencidos de que _jóvenes como son_ disponen de tiempo para volver otra vez a ese mismo lugar y observar los matices que ahora menosprecian.
Los despertará el hambre. Sin abrir los ojos, encontrarán el bar del barco y pedirán al camarero una cerveza en inglés _el esperanto de los jóvenes_ y beberán de la lata-bomba hasta la última gota, para lo que parece que la naturaleza sabia va dotándolos de una vértebra más que al resto de los mortales, que les permite inclinar la cabeza hacia atrás, en un ángulo casi de funámbulo, y hacerse con el contenido íntegro del envase. También están desarrollando un abocinamiento especial en los labios con el que se adhieren a la extraña geometría del agujero de la lata, con una fuerza y una eficacia de chupadores mutantes.
Después hablan, cantan y manosean el móvil. Los días que dura la travesía, los consumen en ducharse todas las mañanas en los lavabos comunitarios, beber constantemente cerveza y coca-cola, fumar, echarse desodorante y leer novelas.
El verano pasado todavía se llevaba Millenium. A un viajero solitario, de mochila más ordenada que los cajones de su habitación en un liceo parisino, se le ha visto leer un libro de título insólito: "Máximas, pensamientos y caracteres".
Hacen transbordo de tren en las estaciones más remotas con la precisión de un desfile militar. Mientras que los mayores se entretienen y se pierden en las ventanillas de información, preguntando horas de partida y de llegada, duración del viaje y precio, ellos ocupan al trote los asientos más cómodos y sitúan sus mochilas en los portaequipajes más despejados.
Esperan la puesta del sol entretenidos en conversaciones, en oír la música de sus ipods y en cantos. Hay grupos de jóvenes uniformados que suelen acompañarse de guitarras y ayudarse de cuadernos en los que han copiado o pegado fotocopias con las letras de las canciones que entonan.
Con las primeras oscuridades, se quedan dormidos. Se contorsionan peligrosamente en sus asientos  hasta encontrar la postura más cómoda. Invaden los asientos cercanos con sus pies y no se preocupan demasiado si el viajero de enfrente da reposo a los suyos en el asiento que ellos ocupan.
Las personas mayores, al verlos dormidos, los miran con envidia. Porque ellos no han sido educados para invadir el espacio ajeno y no lograrán conciliar el sueño, temerosos de dejar caer la cabeza sobre el hombro del vecino y de cómo se interpretará este gesto incontrolado.
Se ve felices y despejados a estos jóvenes europeos o japoneses. Los miman en las fronteras. Se les mira en bares y hoteles con el orgullo con que se extasía el buen burgués ante su heredero.
Mientras, los malos modos quedan para muchachos que se han hecho mayores antes de tiempo en la emigración y en trabajos despreciados por los padres de los jóvenes viajeros de la abundancia. Estos desgraciados protagonistas de un viaje de otro tipo suelen tener la piel menos blanca, si no oscura, pelo naturalmente rizado y bigote intempestivo. Son africanos a los que en las fronteras se les grita y se les exige hasta el último requisito. No llevan mochila. Vuelven a sus hogares cargados con enormes paquetes y bolsas de los grandes almacenes, repletos de artículos muy esperados en sus casas de Marruecos o de Argelia. Si los aduaneros hablasen, nos dirían que jamás han encontrado en estos bultos una pamela. No hay sitio.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Medallas, no medallicas de la Virgen

Analizar el mundo, sin aportar soluciones para los males que lo aquejan, no deja de ser una forma de lamento. Cuando uno no puede cambiar el mundo, se dedica a llorarlo, que es lo que prácticamente hacemos todos. El lamento como exorcismo que sitúa al que denuncia y llora la injusticia del lado de los buenos: llora el izquierdista que señala las maldades del mercado, de los bancos, de los especuladores, pero que sigue utilizando los instrumentos de análisis y proponiendo las soluciones del siglo XIX; llora el republicano que engorda día a día la lista de los abusos y la prepotencia de los monarcas y de sus familiares, y que ofrece, como solución taumatúrgica, la restauración de la República, en un momento en que el odio hacia los políticos, incluso en los Estados republicanos,  es similar al que se siente por los banqueros y, asimismo, llora la feminista de observatorio y subvención que, amparándose en la brutalidad de algunos machos para con sus mujeres, intenta siempre sacar tajada dialéctica, paridades y discriminaciones positivas, instalada en la queja sempiterna de “lo mal que se ha portado el patriarcado con nosotras”. Inquietan mucho más al oportunista y ambicioso de Gallardón, en sus planes de arrebatar a las mujeres alguno de sus derechos, las 11 medallas –de 17- obtenidas por las atletas españolas en Londres que todas la llantinas interesadas “de género” con las que nos han abrumado, y nos abruman, compañeras políticas, bien colocadas ellas y sus hombres, en puestos de relevancia social muy bien retribuidos. Hay sin embargo quien -la escritora estadounidense Erica Jong, por ejemplo- en medio del barullo, es capaz de decir cómo cambiar algunas cosas: “Si una mujer quiere ser poeta”, o, se me ocurre, campeona olímpica, “debe escuchar la respiración de hombres / durmientes; debe escuchar los espacios entre esa respiración. […] / No debe escribir sus poemas con pene artificial; / debe rezar para que sus hijos sean mujeres; / debe perdonar a su padre su esperma más / valiente”. Pide igualmente Jong a la futura poeta que no escriba sus poemas “con sangre menstrual”  ni haga odas “a sus abortos” ni guise “caldos de viejos sueños de unicornio”. Es trabajoso lo que propone la escritora: que las mujeres renuncien al envoltorio satinado que las hacía invisibles en el pasado, que abominen  de lo que el patriarcado fijó como “la esencia de la mujer”. Que se atrevan a andar con naturalidad por el nuevo camino sin los escapularios y los detentes que protegían a una señorita del XIX. Nada de medallicas de la Virgen, sólo medallas, y de oro.

jueves, 9 de agosto de 2012

Somoano, un deslenguado

Montaje del pintor Juan Vida
JULIO Somoano, director de informativos de TVE y propagandista del PP, es el hombre de moda: ha destituido a la excelente periodista Ana Pastor, se vuelve a hablar de su libro Deslenguados(04/2011) y los periodistas de la casa, para saber lo que les espera, leen su 'tesis' "Estrategia de comunicación para el triunfo del Partido Popular en las próximas elecciones generales", redactada en 2005 como memoria de un Máster, on line, sobre Comunicación Política y Electoral que daba, y da, la Universidad Autónoma de Barcelona por la módica cantidad de 3.900 euros. El opúsculo de 20 páginas, ascendido a "Tesis" por la UAB -"hasta la sabiduría vende la Universidad", decía Góngora-, muestra a un personaje abducido por el poder y preocupado por cómo conseguirlo. 

Directo -y deslenguado- se muestra Somoano en su 'tesis'. La santa impertinencia de entonces le ha sido recompensada ahora. Tres fueron sus propuestas más vistosas: renovación generacional del PP, el sólo tenía entonces 29 años; asesoramiento por expertos en comunicación (y él creía serlo) de los responsables políticos de comunicación y campañas electorales del partido y maquillaje de las propuestas ideológicas más antipáticas de los populares para no espantar al electorado flotante de centro. El hombre tenía muy claro en 2005 que un partido político, si quiere conseguir el poder, o conservarlo, ha de utilizar el internet, las redes sociales y telenovelas como 7 Vidas para propagar sus mensajes. Tenemos, pues, como jefe de informativos a un propagandista, no de las ensoñaciones ancestrales de la ultraderecha española, sino del engaño y el maquillaje como forma de conseguir el poder. Mandar por mandar, aunque no se le conozca ninguna idea de mejora o de empeoramiento social, simplemente hay que llegar al poder y conservarlo. Si hay que licenciar a los viejos del PP, se les licencia o se les difumina -se refiere a Fraga en su escrito, sin nombrarlo, como "un hombre de 82"-, si hay que atraer a los homosexuales -que son muy influyentes, según él- se les atiende. Y hay que encontrar algo que ofrecer a catalanes y andaluces que no votan al PP. En fin, el matrimonio gay, u otros temas de los neocon, que los planteen asociaciones afines al PP, católicas, pero no el propio partido. 

Con hambre insaciable, este hombre de pensamiento plástico, mira con gula los votos de centro, para engullirlos. Deslenguado yo también, y enemigo como Somoano del eufemismo, ya les digo que "nos la va a meter floja", y no sólo a nosotros, también a alguno de sus correligionarios. ¡Que tiemble Gallardón! Su acomodaticia ambición peligra.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Gordillo en la hoguera

¿Cuándo un Estado de Derecho deja de serlo?: cuando la corrupción es tan generalizada que las condenas que se hacen a Gordillo, provenientes de los poderes del Estado, resultan ridículas porque cualquiera les puede decir a jueces, fiscales, Corona, políticos y líderes sindicales: "Y tú más". ¿Principal perjudicado? El ciudadano, que tiene derecho a que no le roben, le engañen, abusen de su aguante, los que tendrían que defenderlo de los asaltantes a supermercados con la ejemplaridad de la virtud democrática por excelencia, la honradez. A la insignificante rapiña de Gordillo, el brutal saqueo de la banca y de los funcionarios. Sólo me duele que hayan hecho sufrir a los trabajadores del súper. Ellos tampoco se lo merecen.

sábado, 4 de agosto de 2012

"Educar en valores"

Por fin, se va a institucionalizar el robo como forma prestigiosa de enriquecimiento de los cargos públicos: de los programas de la remozada Educación para la ciudadanía _conocida antes como Educación para la 'guaisería' y, ahora, con el PP, como Educación para la Hipocresía_, han desaparecido todas las mariconadas y emergen valores tradicionales como el del 'esfuerzo personal', eufemismo que sustituye en la remozada asignatura a expresiones más agresivas y menos populares como "la lucha por la vida", "la ley de la selva", "todo para mís cojones", "esto me lo llevo", "los débiles a tomar por culo", "los ancianos todos con petate y a la Sierra hasta que se extingan tranquilamente desde los 3000 metros y salten al cielo sin tanto esfuerzo"... Hay quién duda de la eficacia de esta asignatura porque como no hay profesores para darla, se le va a encomendar a los condenados a trabajos sociales, y ya se sabe lo remisa que es esta gente a ‘Educar en Valores’.

jueves, 2 de agosto de 2012

Escandalizar, misión imposible

ESCANDALIZAR es una de las cosas que más gusto da. Pero hoy esto es muy difícil, los personajes públicos han puesto el listón muy alto. A finales del siglo XIX, en Francia, era muy fácil "épater la bourgeoisie", azorar a la clase media, a la burguesía. Había una serie de tabúes que hacían saltar las alarmas. En la novela, de 1891, Le tutu. Moeurs fin de siècle, la supuesta autora, una tal Princesa Safo, se atreve con casi todos ellos: la blasfemia, el incesto, la escatología, la prostitución, la obesidad o la pedofilia. Novela curiosa, que nunca fue distribuida, quizá porque contiene una lista detallada de lo que le resultaba insoportable a la gente de bien que se dijera en público, porque, los muy taimados, lo practicaban sin freno en privado. Todavía en los años 70, en España, un profesor con sólo hablarles a los alumnos de la masturbación ya se aseguraba "overbooking" de padres pidiendo explicaciones. Y si se levantaba osado de la muerte, y hablaba de la masturbación femenina, se podía asegurar hasta una denuncia a la Delegación y la visita de un inspector que le pedía prudencia y lo orientaba hacia Don José, un aliviadero erótico del extrarradio. 
Pero desde que los niños comenzaron a saber más que los profesores de esas cosas, éstos se refugiaron en la nostalgia. Uno de ellos me contó, entristecido, como hubo un tiempo en que bastaba con poner en tela de juicio lo de la Torre de Babel, para que le predicaran en la misa de 12 los arciprestes, tachándolo de ignorante y hereje. O montar con los alumnos de COU La Zapatera prodigiosa para que le viniera un inspector para ver si estaba aprovechando la inocente revolera de vecinas de todos los colores de la obra de Lorca para hacer apología del poeta mártir. Con los profesores de religión se era más comprensivo, aunque los temas que tocaran fueran severamente escabrosos. No sé por qué uno de estos profesores, seguramente que por necesidades del programa de la asignatura y, más que nada, para contextualizar algún episodio de la Historia Sagrada con animal al fondo, se empeñaba en explicarles a sus alumnos la zoofilia. Las alumnas de un pueblo de los Montes Orientales vinieron muy preocupadas a preguntarle a su tutor si era cosa corriente entre los chicos echarse por novia una jaca blanca. El tutor le quitó hierro al asunto y les dijo que los compañeros se estaban riendo de ellas. He intentado imaginar qué cosas nos resultarían hoy escandalosas. Imposible. Todas las que se me han ocurrido ya han sido representadas por los feroces y prepotentes actores de la escena nacional. La cota está inalcanzable.