domingo, 27 de noviembre de 2011

Dios, antibiótico de amplio espectro

No se puede aparecer, de repente, en el Facebook dando consejos a la gente, porque para ser consejero, como quiere Cervantes, se han de tener tres calidades:  la primera, autoridad; la segunda, prudencia, y la tercera, ser llamado, y yo  no me reconozco ninguna de las tres. Pero, conseja por conseja, leo una frase curiosa en el muro de "Tejiendo despacito", ésta: "Si algunas personas se alejan de ti, no te pongas triste, es la respuesta de Dios a tantas veces  que le pediste líbranos del mal, amen". Y se me ocurre aconsejar al que haya leído la frase de "Tejiendo despacito", que no la tome al pie de la letra, porque Dios actúa a veces como un antibiótico de amplio espectro que te libra de las bacterias malas y de las buenas, al mismo tiempo, te deja más solo que la una. 

viernes, 25 de noviembre de 2011

Manolita se echa a la mala vida

Cuando Mantegna pinta a los ángeles de la Cámara de los Esposo del Palacio Ducal de Mantua con las escatológicas alas de mariposa clásicas, en lugar de las de gavilán o paloma con las que los adornaba el Arte Medieval, se puede decir que el Renacimiento ha triunfado definitivamente. Signos fueron también de su victoria sobre los siglos oscuros, la renuncia de Montaige a los referentes bíblicos y religiosos y su sustitución por Sócrates o por Aristóteles. No menos significativo es el cuadro del Maestro de Segovia, Abrosius Benson (siglo XVI), en el que la Magdalena descuida, en parte, el tarro de bálsamo con el que tendría que aliviar el cansancio de los pies de Jesús y se pone a leer un libro. Ahora también hemos de permanecer pendientes de los signos de la instalación de la nueva, y sedienta, clase política en los estrados del poder. Hasta que no vea que los guiones de Amar en Tiempos revueltos y Aguila Roja se escriben en los despachos de Partido Popular, como se han venido gestando hasta ahora en los del PSOE, no estaré seguro del CAMBIO. Si el bondadoso abuelo del Asturiano adultera el vino, si Marcelino, su hijo, y mejor padre, se enreda con una vicetiple del teatro Calderón y Manolita, la madre de todas las criaturas, esa santa laica del melodrama socialdemócrata, se escapa con un banderillero de Ordoñez, abandonando a sus seis hijos, incluida la pequeña operada del oído en Barcelona por una eminencia médica, empezaré a admitir que algo ha cambiado. Porque quizá los telediario sigan dando muestras de una cierta neutralidad política, pero estoy seguro que los guiones de las series de éxito de TVE se seguirán escribiendo en la Moncloa, y los supervisará Rajoy, como antes lo hizo Zapatero: que de Goebbels aquí ha cambiado mucho la propaganda política. Prepárense para que, hasta el Cardenal Mendoza, el ambicioso y manipulador clérigo de la Serie Águila Roja, se vuelva bueno y se parezca cada vez más al Cardenal Rouco Valera. Esta será la señal definitiva del alborear de una nueva época política.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

La manzana de Safo


Pánfilo conoció a Claudia por los años 80 cuando era maestra de un pueblo de la Alpujarra. La ha vuelto a encontrar este mes en un viaje organizado a Grecia. Subieron juntos, el último día, la cuesta que lleva desde el hotel Blue Sea, en el puerto de Mitilene, al huerto de Afrodita. A lo largo de los diez días que duró el viaje, Claudia, con sus 76 años,  trepó por las resbaladizas rampas empedradas que conducen a las murallas del pueblo medieval de Anavatos en Lesbos, desde las que se arrojaron en 1822 muchas madres  abrazadas a sus hijos huyendo de los invasores turcos.  De su brazo, Claudia, bajó la cuesta del Bosque petrificado de Sigri,  en el en el extremo oeste de la isla, para ver los poderosos troncos de las sequoias fosilizadas tras la erupción de un volcán, hace 15 millones de años. Fotografió el tronco más robusto y subió la cuesta sin dejar de hablar. Trepó también hasta el castillo de Mitilene y cantó en su cisterna  el poema de Safo “Inmortal Afrodita”. Se sentó en los altos escalones del templo de Afrodita Afaia en la isla de Egina, construidos, según Leftheris, el prodigioso guía griego, a la medida de los dioses, inaccesibles apara los humanos. No le arredró el ascenso, en Atenas, de la pendiente que conduce a la Acrópolis. Pudo superar los dos últimos escalones del viaje, en el monasterio del Taxiarchis San Miguel, en Mandamados. Mientras Leftheris explicaba el sentido y funciones de los tres ábsides de la iglesia, Claudia se sentó en el escaño del arzobispo.  Un pope la desalojó inmediatamente de la cátedra. El guía, cuenta Pánfilo, le dijo a Claudia que ninguna mujer, en Grecia, se hubiera atrevido a sentarse en ese sitio. Claudia refirió, en el café que hay a la puerta de la Iglesia, mientras comía con buen apetito unos empalagosos buñuelos bañados en miel, que después de subir tantas escaleras y pendientes peligrosas y resbaladizas, había disfrutado muchísimo hollando el delicado terciopelo de los dos escalones del estrado arzobispal.  Dijo también que el culo del arzobispo tenía que ser más solemne que el suyo, porque el sitial le había resultado muy espacioso. A los viajeros que la acompañaban la tarde de la despedida en el huerto de Afrodita, en Mitilene, les pareció ver, con el último rayo de sol que se colaba por los pinos, cómo la diosa premiaba su instinto de felicidad permitiéndole acariciar por un instante la manzana inalcanzable y solitaria que desde hace 2.600 años intentan arrancar del verso más encumbrado de Safo, sin éxito, hombres y dioses. Pero la felicidad duró poco, de repente todo lo invadió la noche.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Movimientos sincronizados

La Justicia observada
A PÁNFILO, como buen diletante, le gusta tocar temas de biología. Es muy aficionado a relacionar el comportamiento humano con el de los animales. Pánfila, su ex novia virtual, le ha recomendado no seguir por ese camino porque el refranero y la patrística relacionan con frecuencia a la mujer con animales de pedigrí incierto como la serpiente, la mula o la voluble mariposa. Le ha informado de que, si mira en la red, la encontrará percudida de refranes como este: "Una buena cabra, una buena mula y una buena mujer, son muy malas las tres". E incluso grandes escritores como Gómez de la Serna han dicho de las mujeres cosas tan viperinas como ésta: "Al tener en la mano una delicada mano de mujer se ve que está hecha de anillos interiores, de blandas sortijas que no se ven". Pánfilo le ha contestado que hoy las comparaciones no son ofensivas, sino científicas, y que se han puesto de moda. En la última entrada de su blog ha escrito: "Cualquier sábado por la tarde, en la plaza de Puerta Real, en Granada, una novia se ha bajado del coche nupcial para retratarse con sus damas de honor, no sé si antes o después de la boda. Las mujeres que pasan en ese momento por allí, al unísono, como los peces de un cardumen, vuelven sus cabezas hacia la novia. Los hombres que pasan en ese momento por allí, incluido el novio, al unísono, como los peces de un cardumen, miran a una chica de 17 años que ha elegido la misma plaza para poner a calentar órganos, músculos, sistemas, articulaciones, vértebras, simetrías… antes de exigirles, en la noche cercana, prestaciones notables de elasticidad aplicada. Los etólogos siguen estudiando estos comportamientos de los peces para aclarar si la sincronización de movimientos de los individuos que integran un banco o un cardumen es innata o adquirida. Los antropólogos tratan de despejar las dudas sobre la naturaleza de estos comportamiento sincronizados observables también entre los homínidos". 
Su amiga Pánfila le ha comentado que no entiende por qué sigue empeñado en ser un diletante, que ya no hay diletantes porque Wikipedia, la gran diletante, los ha barrido a todos. Por molestar, le ha recomendado que, antes de seguir por ese camino, lea la novela de Flaubert Bouvard y Pécuchet, si quiere saber lo que les sucede, y cómo terminan, estos dos quijotescos diletantes, metidos a estudiar, como aficionados, multitud de disciplinas científicas. 
Pánfilo, muy digno, le ha contestado que una cosa es ser diletante y, otra muy distinta, poner en relación cosas. Que esa capacidad te puede conducir a la sabiduría. 
Pánfila, sólo le ha escrito: ¡vale!

domingo, 13 de noviembre de 2011

Lorca en el Covirán


El mercado también lee. Leer, lee todo el mundo. "Guardiola está leyendo muy bien el partido", explica un locutor, entusiasmado. "Nadal ha leído mal la jugada de Federer", se lamenta el periodista de TVE.  Y además, el mercado tiene derecho a hacerlo. Parece que el nacimiento de la escritura en los almacenes de grano de la antigua Mesopotamia le debe bastante. A la izquierda y a los ecologistas les gusta mucho meterse con el mercado y le echan la culpa de casi todo. A la derecha liberal, la libertad de mercado le entusiasma, hasta que hay pérdidas y entonces ponen el cacillo de la limosna a las puertas del padrecito Estado. Seguramente el mercado es ciego e insaciable, y durante milenios ha sido la forma, quizá injusta, de repartir lo que había. Pero el mercado no lee de soslayo, lo hace de frente y por derecho, no puede permitirse veleidades.
Para leer, haga click sobre la imagen

La cadena de supermercados COVIRAN entendió en su día que había que leer a Lorca y, también, vender lejías y otros productos de limpieza y  montó en la última página del cuadernillo de la foto un collage con productos de limpieza y el poema de Federico "Aurora". Los versos "la Aurora de Nueva York tiene / cuatro culumnas de cieno", fueron relegados junto con sus compañeros mártires, al último estante, el de abajo. Sobre él, las imágenes de conocidos detergentes, bayetas, guantes de goma satinados, papel de aluminio y estropajos. La verdad es que no combinan nada mal la lejía y "las aguas podridas" del poema, en las que chapotean "un huracán de palomas negras". Los poemas detergentes pueden ser bastante eficaces, cuando falla la lejía.
"Aurora" es el único producto al que no se le ha puesto precio en el catálogo. Quizá porque la poesía no lo tiene o porque estaba de oferta. A los sociólogos de la Literatura corresponde investigar, con permiso de Bolonia, si se disparó la demanda y hubo que poner a Federico en los estantes de arriba, a buen precio, y premiar su compra con algún producto químico de regalo.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Sala de extracciones


Wordpres, la mayor comunidad de blog de Internet, recomienda publicar algo todos los días y yo, burla burlando, ya he redactado el título y he elegido el tema de mi post de hoy. La cosa es tan fácil como tirarte a la calle y oír a la gente. Sin miedo a no acertar: el riesgo de que alguien se fije en tu entrada es muy pequeño porque todos los días se publican 500.000 nuevas. El asunto del que voy hablar lo  he extraído de las  conversaciones de los pacientes que van a sacarse sangre al Clínico. No sé si lo saben los encuestadores electorales, pero es mucho más fácil obtener información de un público al que le van a sacar sangre,  y que acepta cualquier  extracción, incluso la de sus opiniones, que de los clientes de las pescaderías.  Una joven muy hermosa con un tarro de orina en la mano confiesa en voz alta que a ella lo que de verdad le interesa en ese momento es no estar embarazada. Un muchacho con un semen  pobre en espermatozoides, no tuvo inconveniente en informarnos de que la extracción de  semen no duele y que, en ocasiones y si se da con la vena, hasta resulta placentera. Nada que ver con la obtención de esquirlas del esternón para averiguar  cómo funciona la médula. A casi todos los que estaban en la sala les manaba la información de manera espontánea. Incluso la política. No entendían que hubiera que gastarse tanto dinero en una campaña electoral obsoleta e inútil. Y aunque muchos se manifestaron contentos con el funcionamiento del servicio de extracciones, también los hubo que opinaron que se podía mejorar con el dinero que se tiraba en carteles electorales, con fotos de candidatos, generalmente, muy estropeados, a los que nadie mira. Salvo alguna excepción, la gente que esperaba esa mañana a que le extrajeran alguna sustancia para analizarla, se manifestó encantada con la Seguridad Social e incluso llegaron a tildarla de milagro. No detecté en las muestras de opinión recogidas  pasión alguna por Rubalcaba o Rajoy, sí advertí un cierto interés por un cambio de gobierno, más que nada porque, según dijo un indignado, lo único que nos queda a los ciudadanos es ponerlos cada cuatro años en la calle.  La verdad es que no cuesta mucho seguir el consejo de Wordpres y escribir algo todos los días, sólo me falta hoy recoger  las carcajadas de la gente después de que alguien leyera con buena voz   las declaraciones que uno de los candidatos ha concedido al periódico que te regalan a la puerta del hospital. Ni le han dejado terminar la letanía esa de que “lo que realmente interesa a los españoles...”, la gente se revolcaba de risa por el suelo.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Haikú o haikú y medio

En las familias, los miembros tienen una hucha de barro dónde han ido guardando los agravios y el rencor, mientras que el recuerdo de los buenos momentos se disipa, las arcancías del odio siempre terminan por abrirse o romperse para que los fantasmas liberados oculten las causas del inevitable fracaso.
(Esto terminará como haikú, o como haikú y medio, en cuanto lo lleve a mi taller de poesía y lo trabajemos con la peña unas sesiones). Como aforismo de limpia sabiduría también puede funcionar.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Amor gratis


Simone de Beauvoir dedica su obra El segundo Sexo “A Jacque Bost”, su amante de 21 años, que fue al que se le ocurrió el título del libro. Cuando conoció a Jacques, Simone vivía desde hacía 8 años con Sartre, bajo un pacto de transparencia que permitía a la pareja mantener otras relaciones, siempre que se lo contaran. Amor libre, no amor gratis. Sartre, al menos, pagó con creces tanto ensayo. En La ceremonia del adiós,  Simone le ajustó las cuentas y contó hasta el último detalle de la degradación física y mental de su compañero. La cosa funcionaba así: Simone le contaba a Sartre sus encuentros con Bost, y le pasaba copia de la carta al chico, 8 años menor que ella.  Las cartas de amor, por muy rompedoras que sean, tienen que someterse a la retórica del género. Y en algún momento hay que prometer amor eterno o algo parecido. Así, Simone le puede contar al filósofo: “me acosté hace tres días con Jacques”, e incluso: “Estamos pasando unos días idílicos y unas noches apasionadas. Me parece una cosa preciosa e intensa”, porque inmediatamente le asegura que la relación con el muchacho es pasajera y que volverá pronto con él: “Hasta la vista querido pequeño ser (Sartre medía 1,55 y Simone, 1,60 cms.); el sábado estaré en el andén… Tengo ganas de pasar unas interminables semanas a solas contigo. Te beso tiernamente, tu Castor (así la llamaba Sartre)". Las tres palabras de la dedicatoria, “A Jaque Bost”, no muestran ni culpa ni alarde. Cosa rara, a los escritores les resulta más fácil describir la culpa que el placer.  Tolstoi sustituye  los sabrosos detalles de la entrega amorosa de Ana Karenina y Wronski por unos puntos suspensivos, pero se demora en la descripción del sentimiento de culpa que embarga a los amantes tras el adulterio. Se trata, en ambos casos, del lenguaje intentando explicar el deseo y sus laberintos. Como la religión, la literatura pretende apropiarse y administrar, con palabras o ritos, la única fuerza imparable que nos habita, que no reside en palabra alguna: la fuerza universal que  juega permanentemente a conservar la vida. Ni una epístola de San Pablo ni una carta de Beauvoir podrán desviar la fuerza que nos conduce a la muerte, después de haber hecho todo lo posible por propagar la vida. Para eso amamos, para eso nos nutrimos, para eso exigimos territorio y nos matamos por cada uno de sus centímetros. Con un éxito inquietante: la tierra tiene ya siete mil millones de habitantes. Ni la moral ni la literatura ni la higiene  ni la píldora de los polvos del día de antes han encontrado todavía la forma de controlar la explosión.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

El currículo de la abuela

Pánfilo dice que aprende más en una farmacia que hablando con un profesor de universidad, sobre todo si es de letras. Asegura este jubilado petulante que los profesores de humanidades no se han hecho a la nueva situación. Y siguen diciendo la misa en latín y de espaldas al público. Si te acercas a uno de ellos, te hablará de su curriculum, de los puestos que perdió por no ser del partido, de sus viajes a universidades extranjeras, que sí reconocen su tarea investigadora… Cuesta un enorme trabajo que se baje de su estatus imaginario y que hable de lo buenas que están las patatas tempranas o lo bien que saben los tomates de estación, sobre todo los de huevo de toro. Son aburridos. Quizá en Australia, en la Universidad de Canberra, no se haya oído hablar del farmacéutico del pueblo de Pánfilo. Pero entre la gente del lugar tiene un gran predicamento. Esta mañana Pánfilo ha sido testigo de cómo dos mujeres, no jóvenes, le han llamado guapo. Una monja, que se ha apresurado a confesar su estado, y una fregona que se ha definido como de las de culo remangado. La monja, que poco antes había incurrido en el desliz, censurable en las de sus votos, de piropear a un mancebo de farmacia, ha encontrado natural, taparle el culo a la fregona, haciéndole ver que la frase correcta es “fregona de falda levantada”. Pánfilo ha tomado nota de que todavía ser monja es más importante que ser fregona. Y que ser observador es mejor que ser observado. Al salir de la farmacia ha ido a por la prensa, en el quiosco había una mujer, de poca estatura, hablando por los codos. El marido la esperaba afuera en el coche. Pánfilo, nada más verla, se ha sentido superior. Pero cuando la mujer ha utilizado la palabra “dependiente” para referirse a su esposo, ha empezado a respetarla. Luego, la ha ascendido hasta su propio nivel de excelencia, cuando le ha oído decir que también es un “posesivo”, y finalmente la ha elevado al friso de la admiración, cuando la mujer, con aspecto de campesina jubilada, trabajada y limpia, ha proclamado que su hombre es, sobre todo, un “obsesivo”. La gente no lee, la gente no tiene un curriculum lleno de artículos y libros “imprescindibles”, la gente no preside tribunales de oposiciones, pero, mire usted por dónde, la gente se va haciendo con un vocabulario tope de gama, se lo deba a las telenovelas mejicanas o a un nieto que estudia primero de ESO y que, fastidiado con su abuelo porque le impide acercarse a la abuela, ha utilizado las palabras “dependiente”, “posesivo” y “obsesivo” para referirse al anciano. El maestro de lenguaje se las había dictado esa mañana para que las copiaran en su cuadernillo de vocabulario.