jueves, 31 de agosto de 2017

Patria de proximidad

Como los pasteles de los López, ningunos
Para mí, el 12 de Octubre, día de la Fiesta Nacional, es un día triste porque es el día en que cierran Los Italianos. Soy muy básico. Ayer me llevé un mal rato al pasar por la Calle Reyes Católicos y ver que Los López-Mezquita estaban en obras. En abril, mi abuela, recogía los primeros dineros contantes y sonantes de la temporada gracias a la venta de las cerezas tempranas de Cenes. Se vendían estupendamente en la corrida del bar de Paco. Para entonces nos habíamos quedado, en los años 60, sin cash-flow: habíamos consumido la matanza, nos habíamos comido los melones colgados del techo del granero y los caquis. Pero las cerezas salvadoras del Zargal, la finca de mi abuela, nos sacaban de la crisis, a nivel microeconómico. Y allí iba doña Dolores, vestida  de luto, desde que perdió a su marido, con 22 años y dos hijos, en el tranvía de la Sierra y compraba chacinas en Brieva, una tienda de  ultramarinos que había junto a la barbería donde se pelaban mi padre y Lorca, en la Acera del Darro. Luego se pasaba por los López-Mezquita, donde adquiría los deliciosos bizcochos de soletilla de la casa y una caja de pasteles surtidos. Y, cuando nos los estábamos comiendo, exclamaba ritualmente: “¡Cómo los pasteles de los López, ningunos!”. Me gustaría que la patria me hiciera sentir mariposas en el estómago, pero nunca me han entusiasmado las grandes posverdades, como las llaman ahora. Soy un patriota de proximidad, sólo aprecio y valoro lo que puedo tocar, lo que puedo ver, lo que me roza la piel. Ha muerto demasiada gente a cuenta de las patrias y de las religiones y de las grandes promesas y de las grandes máscaras y tapaderas de la suciedad y la vileza. Ahora sólo creo en los tomates y los pepinos y las ciruelas y el pimiento rojo y la berenjena tersa que me vende Salvador, un vendedor ambulante, tierno y curioso, que hizo la primera comunión conmigo en la escuelas del Avemaría de la Avenida de Cervantes y que todavía recuerda con emoción la onza de chocolate y el bollo de leche que nos regalaron ese día a los primeros comulgantes. Insensibles para el tremendo misterios que nos acababa de pasar (nada más y nada menos que comernos todo un dios), pero muy sensibles a una onza de chocolate, tan harinosa que nos producía dentera morderla, pero nada habitual en la dieta de un niño del año 1953. También recuerda Salvador que le tocó una lata de sardinas con el número 17 y cómo suele meter en los ciegos a ese número, sin suerte. En el patio del colegio había un mapa de España de obra, con sus mares y sus montañas. En un pispás estábamos en Madrid, sin necesidad de tren, y en Barcelona, en tres zancadas. No creo que a Salvador le importe un pito el esperpento catalán. Sí le gustaría, como a mí, volver al patio del colegio para recorrer aquella patria abarcable y eterna del mapa de nuestra infancia.

martes, 29 de agosto de 2017

Los mártires no se compran por eBay


El patronazgo de Sant Jordi, en peligro
“Un muerto salvaría a Cataluña”, afirma en un artículo que le ha costado ser despedido de La Vanguardia, el periodista Gregorio Morán. Un muerto, un mártir, de los suyos. Resulta engorroso que los mártires no los vendan por Amazón sin gastos de envío y que haya que currárselos ocupando edificios o levantando barricadas. Insto a que los independentistas cambien, en el documento de últimas voluntades, la inhumación o la cremación por la degustación antropofágica. Y así se ahorran sus familias el gasto del entierro o la cremación. La falta absoluta de humanidad con la que han consumido a las 16 víctimas del atentado terrorista de Barcelona, que no les tocaban nada, augura un banquete épico, si cae alguno de los suyos en la batalla cruenta que, según Morán, no descartan sectores independentistas. De los mártires, ya lo sabemos, se aprovechan hasta los huesos. Huesos de santo. La futura República de Catalunya tendrá así patrón y valedor. He visto a devotos granadinos pasar su declaración de la renta, defraudatoria acaso, por la lápida de la tumba de Fray Leopoldo. Los ladrones del 3 % conseguirán la amnistía de sus delitos con sólo encenderle una vela a su patrono.

sábado, 26 de agosto de 2017

Matar de cerca


GOOGLE-PLUS
Combate singular
Los terroristas suicidas dejan en ridículo a la propia industria armamentística, a las armas más sofisticadas, a los drones y a cualquier otro sistema de destrucción masiva controlada desde lejos. E, incluso, a la misma infantería que no se atreve a bajarse del avión o del portaaviones. Es decir, el EI ISIS, los malos, disponen hoy de una herramienta de combate muy sofisticada que ha llevado millones de años poner a punto, los suicidas. A veces, el ser humano, este producto precioso y raro, ha sido bien utilizado y ha descubierto vacunas, remedios contra el dolor y la enfermedad. La piedad, la compasión, la caridad, el respeto a la vida ajena, los derechos humanos, el cuidado a los desvalidos, los medios de transporte, las comunicaciones, la Wikipedia, los guantes de látex, la higiene, el bien mirar, el buen amar, la tortilla de patatas, el arroz caldoso, la amabilidad, la cortesía, el derecho de asilo. Los besos. Las caricias. Pero esta sorprendente máquina que es el homo sapiens, también tiene miedo y hambre y un impulso ciego para reproducirse y pervivir en esa carrera de relevos genéticos que es la vida de la especie sobre este extraño pedrusco cósmico, florecido y redondo, que nos alberga. La historia de la humanidad no es nada edificante. Nos informa de los millones de hombre y mujeres que han muerto luchando por alimentos y por poder reproducirse en las mejores condiciones posibles. También sabemos cómo se han ido fabricando armas cada vez más eficaces para acabar con el enemigo desde lejos y sin sufrir daño. El fuego que permitía quemar aldeas completas, sólo con lanzar una tea sobre los techos de paja de las viviendas del enemigo. Lanzas larguísimas, venenos para las aguas potables, las catapultas y por fin el arma más eficaz que imaginarse pueda: el arco y sus variantes. Que permitieron a los contendientes matarse masivamente, si se era hábil, sin verse las caras. Luego la pólvora, los arcabuces, las espingardas, las escopetas, los fusiles, los cañones, los morteros, los aviones, los misiles que permiten a un presidente coreano amenazar a un presidente norteamericano, ambos seres llegados de otro planeta, el de los locos de poder, con asolar su país apretando sólo un botón de la casaca del jefe de estado mayor. El combate singular se inventó para que dos campeones, incluso los mismos reyes, lucharan sin implicar a la población. Las armas de destrucción masiva, para que dos líderes incompetentes y enfermos de ambición, pudieran acabar con poblaciones enteras sin sufrir rasguño alguno. Y en esto, llegan los suicidas e instauran de nuevo el combate cuerpo a cuerpo. De nuevo, los contendientes mirándose a la cara antes de asestarse el golpe definitivo. En estos enfrentamientos, el que sale con ganas de morir, tiene toda la ventaja.

jueves, 17 de agosto de 2017

Un casio musulmán

Casio CPA-100
Por imperativo filial he comenzado a ver la serie de televisión Juego de Tronos. No he visto nada más que el primer capítulo de la primera temporada y me está afectando. No se crean todo lo que ven en las películas y en las series. Ahora todo el tiempo padres e hijos se están diciendo "te quiero". "Te quiero papá", "te quiero mamá", "te quiero hijo". No recuerdo que mi padre me dijera jamás que me quería. Ni mi hijo me ha dicho nunca que me quiere ni yo tampoco se lo he dicho a él. Eso no quiere decir que no tengamos un amplio repertorio de señales para decirnos lo mucho que nos apreciamos. Nos amamos a través de metáforas: la informática, las motos, el regulador de corriente de la Virago, el casco, la receta de la cazuela de alubias, la empanada gallega… El reloj Casio también ha contribuido a que nos demos muestras de profundo amor y consideración. Somos fanáticos de esta marca. Conservamos todos los Casios que nos hemos ido regalando. El último que me ha traído es un Casio gigantesco, más grande que mi muñeca. Me lo ha comprado musulmán. Tiene una ventanita en la que te va marcando las horas del rezo islámico. Y una alarma que pita al inicio de cada rezo y media hora después para recordártelo, si lo olvidaste. Yo no soy musulmán y él lo sabe, pero me dijo que era una manera de protegerme de un atentado. Que le han llegado noticias de que en alguno de los atentados perpetrados por yihadistas hay personas que se han librado por llevar encima el Corán o un reloj como el que me acababa de regalar. Aunque le he dicho que una cosa es ser musulmán y otra muy distinta ser yihadista, él ha insistido en que me lo ponga. Esta es su forma de decirme que me quiere. El caso es que, tras los comentarios que provocó el reloj, nos hemos quedado un poco sin temas de conversación. Y mi chico ha decidido que vea su serie favorita para retomar nuestros amores. Me ha aconsejado que no hable de ella hasta que vea, al menos, la primera temporada completa. Que me gusta opinar, me dijo, de las cosas sólo con mirarlas al soslayo. Acaba de examinarme del primer capítulo. Hasta me ha preguntado por la frase que le dice el cuñado enano del Rey de los Siete Reinos del Poniente al hijo bastardo de Eddard 'Ned' Stark, Señor de Invernalia. La recordaba perfectamente: "Los padres miran a sus hijos enanos como si fueran bastardos". He obtenido su placet. Puedo adelantarles que la serie, como la Thermomix, ha triturado múltiples ingredientes y referencias (Arturo, Tito Livio y la fundación de Roma, brumosas leyenda Vikingas...), creando un salmorejo épico de textura catártica que dispara nuestra fantasía y disipa nuestro miedo y preocupaciones. Ya les digo. Este primer capítulo me está afectando. Y me ha dado por relacionar, para no ser menos, el matrimonio contra natura de la CUP y Puigdemont con la leyenda de Melusina, que terminó tan mal. Consulten la Wiki y verán cómo la comparación no es tan disparatada.

jueves, 10 de agosto de 2017

Vocación de servirse... de los contribuyentes

Nos dan la espalda
La frase "voluntad de servicio" ha terminado por resultarme antipática. La relaciono con el servicio militar, con la Falange y con los procuradores en Cortes franquistas. Los capitostes del Movimiento Nacional estaban en política movidos -decían ellos- por una voluntad firme de servir a los ciudadanos (afines al régimen, claro). Ni el régimen andaluz (sí, el régimen clientelar andaluz), salido de las urnas, y por tanto democrático y legítimo, ni el gobierno del Estado, el del PP, salido también de las urnas y al que la corrupción le resta pocos votantes, ya no tienen valor suficiente para decir que están en política para servir a los ciudadanos. Los méritos del PP es que -según ellos- estamos saliendo de la crisis. No nos hablan nada más que de dineros. Y si sales por la ciudad, te das cuenta de que algo de dinero, blanco o negro, circula. Las terrazas de los bares aparecen llenas de familias. Gracias a que nos hemos convertido en un imperio implosivo, en lugar de expansivo y dominador. En nuestras tapas no se pone el sol, pero en lugar de llegar a Filipinas, como Felipe II, de hacernos con el mundo, el mundo entero se ha venido a tomar boquerones al limón en nuestras playas. Y estamos a reventar de turistas. Sí, es cierto, los camareros y los dueños de bares, hoteles y restaurantes, tiene una auténtica voluntad de servicio o, mejor, de servir copas y entretenimiento, porque no hay otra cosa. La prisa con la que Susana Díaz ha colocado a los consejeros cesantes en la última remodelación en puestos en los que van a ganar más que antes, certifica que al régimen andaluz, y a su presidenta, lo que les interesa no es servir a los andaluces -ahí está el ERE encubierto que suponía la fusión hospitalaria granadina- sino servirse de nosotros y seguir fortaleciendo la férrea jaula clientelar que lo sostiene. Nada de voluntad de servicio, voluntad de servirse. Y, como en tiempos de Zapatero, las virtudes cívicas se enseñan ahora en las series de televisión. Los socialistas, sin valor para resolver el enorme dolor de las víctimas del Franquismo cuando gobernaron, se dedicaron a ajustarles las cuentas a los vencedores en la serie, entonces en la TVE 1, Amar en tiempos revueltos, en la que todos los malos eran franquistas y casi todos los buenos Socialistas. La televisión pública, viendo que ni la escuela ni las instituciones son capaces de inculcar valores a los ciudadanos, ha decidido inculcarlos en Servir y proteger, su melodrama de la tarde. Tan buena es la policía en esta serie que dan ganas de delinquir para que te detenga y disfrutar de sus servicios profesionales. Serie feminista, asistencial, misionera, catecumenal, educativa, 'ilusionante', en suma. Todo no está perdido. Entre la UCO y la Policía Nacional nos van a sacar del atolladero. ¡¡¡Viva el melodrama policial, abajo la mugre que ensucia a diario los juzgados!!!

jueves, 3 de agosto de 2017

Salva-patrias-lejanas

En la película norteamericana de 2011 Criadas y Señoras, las damas del Sur de los Estados Unidos recogen fondos para hacer el bien a los «negritos», en África, lejos de Missouri. Pero cuando los negritos se convierten en negros y los tienen sirviendo en sus casas, no les permiten usar el baño familiar y los mandan al retrete del patio a hacer sus necesidades. ¿Por qué la gente prefiere hacer caridad tan lejos de sus casas en lugar de portarse bien con los de su pueblo? Aprendí a mirar la barbarie con la que, en épocas muy diferentes, conquistadores imperialistas, colonialistas en busca de materias prima y liberales salvajes se han ensañado con Latinoamérica, con los ojos penetrantes de un poeta, no con los sesudos del politólogo. En el Canto General de Nerudaesa inconmensurable biblia aborigen, leí hace años esto:“Cuando sonó la trompeta, /estuvo todo preparado en la tierra, / y Jehová repartió el mundo / a Coca-Cola Inc., Anaconda, / Ford Motors, y otras entidades […] / regaló coronas de César, / desenvainó la envidia, / atrajo la dictadura de las moscas, / moscas Trujillos, /moscas Tachos, / moscas Carías, / moscas Martínez, / moscas Ubico, moscas húmedas / de sangre humilde y mermelada,  / moscas borrachas que zumban / sobre las tumbas populares, / moscas de circo, sabias moscas / entendidas en tiranía “. Y, desde entonces, estoy convencido de que, si Latinoamérica fuera una constelación de repúblicas aseadas y respetuosas con los derechos humanos, alguien enturbiaría las aguas en las que pululan los Maduro, los Chávez o los Castro, para seguir pescando en aguas turbulentas, empobrecidas, enrabietadas, emponzoñadas. Para seguir depredando las riquezas que, desde la conquista de los castellanos, los carniceros (sic en Neruda) han considerado suyas. La machacona e impía insistencia con la que, los que van camino de convertir España en una monarquía desmembrada y pobre, nombran a Venezuela se debe al miedo y al odio que la aparición de Podemos les ha provocado. Y a estos salva patrias lejanas se les ha despertado una extraña prisa por rescatar a Venezuela de la catástrofe, a ellos que desde sus palacios, desde sus bancos, desde sus puertas giratorias, se muestran incapaces de darnos a los españoles una cama en un hospital, una plaza en una escuela pública o una atención si, ya viejos, no podemos valernos por nosotros mismos. Su piadosa preocupación por ese atormentado país no hay duda de que proviene de nobles sentimientosdemocráticos, pero también puede deberse una añoranzade los tiempos de la colonia o a un punzante dolor por el imperio perdido.