domingo, 27 de abril de 2014

La cuadratura del cubo (séptico)

Círculo sobre cuadrado
Como la preñez de María, la riqueza que el Partido Popular nos anuncia a diario nos va a atravesar sin romper ni manchar nuestra pobreza.

miércoles, 23 de abril de 2014

La consolación de la gastronomía

Un libro imprescindible para la gastronomía
La gastronomía -según el diccionario- es la afición a comer regaladamente. A los ricos se les envidia, entre otras cosas, por lo bien que comen. Y a los dioses, porque llevan toda la eternidad comiendo. El comer mal, o no comer nada, genera mala leche e ideas de destrucción masiva. Pero los dioses y los ricos invierten bastante en propaganda para convencer a los desposeídos de que no todo el monte es orégano. Mi tía María, sin ir más lejos, aunque me consta que no cobró nunca de la Zarzuela, nos decía que los reyes se llevaban muchas sofocaciones, pese a vivir desahogadamente. En el siglo VI, Boecio, un filósofo romano, en su obra La Consolación de la Filosofía, intentó conformar con su destino a los desgraciados, echando mano de la filosofía que entonces enseñaba que la verdadera felicidad consiste en el desprecio de los bienes de este mundo y en la posesión de un bien imperecedero que no coincide necesariamente con la comida o la bebida, porque es de naturaleza espiritual, inaprensible. Por tanto ser poderoso, disponer de coche oficial, cobrar todos los meses cantidades de dinero desproporcionadas por su trabajo o esnifar las rayas de alimentos dibujadas en el plato, como si se tratara de heroína, no debe de producir malestar o inquietud entre los que acuden a Cáritas o al Banco de Alimentos, andando, y exhibiendo su envidiable pobreza por las calles de la ciudad ante los mismos vecinos que hasta hace poco los habían visto llegar a casa en sus todoterrenos, llenos de alimentos. Cuando carecemos de todo, o de casi todo, es cuando estamos preparados para apreciar lo bueno y confortable que es ser pobre. Siempre ha habido propagandistas de la pobreza digna, del buen -o del mal- pasar. Góngora no es Boecio, pero también propone consolarse por medio de la gastronomía. En una de sus letrillas, hace ver lo regaladamente que vive el pobre: “Coma en dorada vajilla /el Príncipe mil cuidados”, escribe don Luis,” como píldoras dorados; / que yo en mi pobre mesilla / quiero más una morcilla / que en el asador reviente”. Y por si estos remedios y consuelos no fueran suficientes, el boca a boca de las colas de espera para entrar en un comedor social también ayuda a la resignación. Cuando los necesitados de una de esas colas se enteraron el otro día de que en Madrid los ricos se comen las migas con quisquillas de Motril, una sensación de asco recorrió la fila y las sardinas que iban a acompañar a sus migas de caridad resultaron tremendamente consoladoras.

martes, 22 de abril de 2014

El nuevo orden

Las caras del poder

Pero es que esta Pasión de hoy no es la de la Iglesia Católica que quemó a Bruno. Esta Pasión, bajo las apariencias de la vieja religión de Trento, pertenece a otra religión, tan amenazante como aquella, porque empieza a sentirse fuerte y misionera, invasora y única. Cada vez la ocupación de las ciudades y de la vida en común es más violenta y excluyente; si llega el caso, su brutalidad de pitiminí e inciensos laicos, acabará con los disidentes con la misma eficacia demostrada por el fuego que consumió a Giordano. Ni este nuevo orden es supersticioso ni es ignorante, es hedonista, disfrutón, atlético, competitivo, musculado, imparable.

miércoles, 16 de abril de 2014

Tiempos de subjuntivo

Legionaria del Cristo
Mientras que desde Radio María, la emisora católica, se lanzan las propuestas tradicionales para la Semana Santa, la papisa andaluza, Susana Díaz, visita al Cristo malagueño de la Buena Muerte rodeada de soldados y mosquetones; como si esta mujer, implantada milagrosamente en trono andaluz, no por la fuerza de los votos directos sino  por la de la Ley Electoral y la de los ERE, desprovista de cualquier compromiso con sus propios votantes, hubiera decidido reunir en su persona el poder civil y el de las armas. Esta fue la aspiración de Carlos V. La que sintetiza Hernando de Acuña (1520-1580) en estos versos, dedicados al Emperador: “Ya se acerca, señor, o ya es llegada / la edad gloriosa en que promete el cielo / una grey y un pastor solo en el suelo,  / por suerte a vuestros tiempos reservada…”.  Entre tanto, en Radio María, un vetusto, derrotado y consecuente catolicismo, prescribe confesiones, viacrucis, ejercicios espirituales y ayunos. Díaz se ha cansado de repetirlo en la crisis de Gobierno: “Yo soy la presidenta de todos los andaluces”.  Y  maleada por el sistema de obtener el poder sin presentarse a unas elecciones, su aparición portentosa en la Semana Santa malagueña, deja entrever su deseo de convertirse en la jefe de la Iglesia Autonómica Andaluza, sin pasar por cónclave alguno. Y ya actúa como pontífice de esta paganidad andaluza que le ha quitado símbolos, ritos y mitos, al catolicismo tridentino, y que invade las calles sin los mediadores ni los sacerdotes del  cristianismo, vencido; con tronos cada vez más grandes que se asemejan a los tanques de la Segunda Guerra Mundial, poderosos e invencibles, rodeados de una infantería  de cofrades y costaleros  que arrasan el humilde escenario común de la racionalidad democrática: la calle. El hipotecariado, la clase emergente surgida de la burbuja inmobiliaria, se llame PP en Granada, se llame PSOE/IU en Sevilla, ha ocupado democráticamente los espacios que otrora ocuparan señoritos y caciques: procesiones, diputaciones, consistorios, parlamentos, sacristías, camerinos, auditorios… Y usa el lenguaje religioso de la promesa con la misma habilidad que los eclesiásticos. Tiempos de subjuntivo, promesas de un  más allá feliz y sostenible que no tienen por qué cumplirse: “La recuperación en Andalucía ‘es posible que sea’ a más velocidad”, declara Susana Díaz, y todos vemos abierto el cielo de la prosperidad.


jueves, 10 de abril de 2014

Manolo, guardia urbano

Recaudando
HAY países como Suiza en los que celebrar un referéndum es bastante fácil. Aquí, no. Y sin embargo, este sería el momento de preguntar qué modelo de policía preferimos. Si el vetusto modelo de Manolo, guardia urbano o los eficaces policías de movilidad anti persona o Frasco el alguacil de mi pueblo o la guardia civil o los Mossos d'Escuadra que, últimamente, están dando algunas pruebas de eficacia letal. Los que estuvieran preocupados porque el futuro estado hermano catalán iba a estar desprotegido y sumido en el caos cuando la Benemérita lo abandone, ya no tienen de qué preocuparse. Los que sí podrían inquietarse son los delincuentes con problemas cardíacos porque, a veces, cuando son atendidos por esta policía autonómica, se les para el corazón. Los métodos de los mossos son mucho más de policía de proximidad que los de, por ejemplo, la policía secreta de Franco. A los mossos no se les suelen tirar los presos por las ventanas en las comisarías en vuelos arriesgados. Si algún detenido muere al relacionarse con ellos, se debe más que nada a contactos severos de los policías con los detenidos. No sé si la fama que tenía la Benemérita, en tiempos de Franco, es lo que hacía que nos inclinásemos por el espécimen 'Manolo, guardia urbano' puesto de moda por una película de los 50. Este urbano era bonachón, cercano y cosmopolita, porque, como los policías ingleses, iba desarmado. O por los alguaciles de pueblo, que, al menos con los niños, no utilizaban nada más que el espantajo del mantequero, que era un peligro virtual con saco a cuestas que se paseaba por los límites del término municipal, nunca visto de cerca por la infancia, pero del que se decía que traficaba con los órganos y 'mantecas' infantiles, que extraía de los niños que se atrevían a traspasar las fronteras del pueblo. Según nos contaba Frasco, el sacamantecas vendía su botín en el extranjero a familias ricas con niños enfermos que esperaban la salvación de las 'mantecas' de los boyantes niños españoles de la posguerra. A los guardias, a uno le gusta tenerlos cerca, cuando te atracan en tu portal y lejos, cuando te saltas todos los semáforos de la Gran Vía. Luego, los hay más baratos y más caros. Lo más accesible para Ayuntamientos y Comunidades arruinadas es el somatén, cuerpo de voluntarios reclutados entre la gente de orden. Teniendo en cuenta estos datos, que los ciudadanos puedan elegir en referéndum qué cuerpo nos conviene, sería participativo.

martes, 8 de abril de 2014

Torrenteras

Desnudándose, intelectualmente
Dice José Torrente, en su artículo semanal en GRANADA HOY: "Elena Valenciano no habla de los temores europeos hacia la España que nos dejó el PSOE tras su paso por la Moncloa. Ni de esos señores del rescate, de negro, amenazando con venir desde Bruselas con tijeras. Afortunadamente Rajoy no les abrió la puerta siquiera". Admiro su valentía al usar la palabra 'negro', cuando nos acabamos de enterar de que parte de la sede del PP, y acaso las puertas, se adecentó -dentro de lo posible- gracias al dinero negro. Por cierto, tengo que decir que Torrente habla mucho mejor que escribe, que la otra noche lo vi en la televisión privada del Ayuntamiento. Que tiene bonita voz, no tartamudea y aparece mucho más inteligente que cuando toma la pluma. Con un look excitante de striper de despedida de soltera al que se le han colocado unas gafas de intelectual para que las conserve como última prenda del vestuario.

domingo, 6 de abril de 2014

La caja de Esperanza

Pandora de J. Lefebvre
Una de las versiones del mito clásico de Pandora cuenta que, abierta imprudentemente la caja que contenía todos los males, éstos salieron volando y se extendieron por el mundo, quedando en el fondo la Esperanza, el más corrosivo de todos ellos. Pero un mal día Zeus, envidioso de la alegría y el buen rollo de los madrileños, la dejo escapar, como castigo.

jueves, 3 de abril de 2014

La invasión de los cofrades

Costaleros
No desespero de enterarme algún día de lo del 23F, pero no creo que la fantasiosa Pilar Urbano sea quien nos revele lo sucedido. Hace años, la vi en televisión contando que se había puesto novia con Cristo y hasta ahora no se les ha visto en la portada del ¡Hola!  Contó entonces que ella ya tenía novio. Era una chica normal a la que hasta se le acercaban los muchachos a festejar con ella. Pero, según decía, se topó con Cristo y mandó al novio a freír espárragos. No recuerdo (¡hace de esto tanto tiempo!) si Jesús estaba de acuerdo en salir con ella, si se lo pidió Pilar o si no le dejó elección. Cualquier muchacho de la Chana o del Zaidín, pese a un instinto ciego que le hace bajar el listón bastante y enredarse en amistades nada recomendables, puede decirle que no a cualquier Pilar Urbano que le tire los tejos, pero Cristo, no; Cristo tiene que pechar con lo que le caiga encima. Mientras hablaba, la periodista no dejaba de mover unas manos poderosas y tensas, cuajadas de anillos y pulseras. Cristo sirve un poco de airbag, como la mayoría de la gente. Aguanta que Pilar Urbano lo coja del bracete y que los cofrades lo paseen en imagen por las ciudades como si fuera un mueble y que todo el mundo se lo pase estupendamente, mientras él y su madre lo pasan fatal. Tampoco se molesta cuando el papa y los obispos deciden que el ajetreo de la Semana Santa forma parte de la ‘religiosidad popular’. Esa que en otros tiempos era perseguida por la Iglesia  y por los pontífices, pero que ahora, como suministra asistentes, dinero y además es imparable, se ve como algo positivo y plausible. ¡Qué bien comprendí a Cristo un día que me dio por comer en la calle! La paciencia que yo percibo en él, es la misma que tuve que usar  mientras que hacía frente a un consomé, que yo pedí corriente y que luego se me pobló de cebollino y de queso de cabra. Entre el primer y el segundo plato entró en el bar un cofrade recio -según contó iba al gimnasio y practicaba tenis- y colocó sobre el mostrador un móvil de última generación a toda pastilla y en el que había grabado la marcha de su cofradía que él acompañaba con movimientos bruscos de la cabeza y con el tarareo de la melodía. En el comedor sólo estaba yo. El martirio terminó 8 minutos después cuando yo daba fin a un plato de bacalao con tomate. No dije ni palabra. Como Cristo, aguanté los malos tratos. Pagué y me fui. Si yo no perteneciera al  ‘colectivo’ de personas que servimos de airbag para los excesos de los expansivos, le digo algo al cofrade.