miércoles, 19 de diciembre de 2018

Miedo

Creo que voy comprendiendo, conforme me hago mayor, y por tanto más débil, el miedo de las mujeres a pasear por el campo solas. Si eres hombre y grande, pocas veces te vas a ver enredado en un ataque físico. Los asesinos, quesuelen ser cobardes desde su supuesta ‘hombría, buscan víctimas fáciles. Unas ancianas en un portal, un viejo en su casa, una mujer que pasea. Niños. Los fabricantes y usuarios de armas, desde el aire, o desde la costa o desde un dron, no tendrán reparo ninguno en matar a hombres poderosos, armados hasta los dientes, sin importarles que mueran también civiles desarmadosHace poco sentí miedo. Iba paseando solo por un camino rural que no llevaba a ninguna parte. Un cañaveral y unas zarzas lo habían invadido totalmente, impidiendo el paso. Tendría que haberme dado la vuelta y buscar otra salida. Pero en el camino, debajo de un coche viejísimo, había alguien trasteándolo. Sus pantalones: sucios y rasgados. No le vi la cara, pero sí una llave de carraca absolutamente nueva que blandía en su mano. Lo cochambroso y lo refulgente juntos me asuntaron. Pensé que estaba agazapado para atacar al paseante. Tiré por el brazaly salí, 600 metros más adelante, con rasguños en las manos y cara. Ese miedo es de ahora. Pero el asesinato de Laura Luelmo ha alertado en mí los miedos de siempre. A los medios de comunicación que estrujan a las víctimas sin piedad ni pudor para subir la audiencia. A los políticos desalmados que, una vez más, convierten a las víctimas en sustento de su ambición y, para ganar votos, aprovechan un crimen para discutir, en caliente, sobre la necesidad de endurecer las leyes. En casos como el presente, ante el horror, estaría perfectamente justificada la inclusividad. Nada de "todas unidas". Todas y todos. Porque a Laura Luelmo no "la han asesinado" (así, en impersonal, sin sujeto, como acabo de leer en la red); la ha asesinado un homicida confeso detenido ya por la Guardia CivilUsar el femenino excluyente el impersonal no es lo más eficazPorque esparce una culpabilización generalizada sobre toda la sociedad y, en particular, sobre los hombres que puedealejarlos de la lucha. No se trata del combate del primer sexo contra el segundo sexo” ni de la lucha de clases. Agrupémonos todos en la lucha final contra el asesinato de mujeres. Juntos, daremos miedo.
Resumen: No excluyamos a nadie de la lucha para acabar con el asesinato de mujeres. Unidos, ahuyentemos al miedo

miércoles, 12 de diciembre de 2018

Ideologías de Thermomix


Pachurreta cocinada en la Thermomix
Hoy en día todo está desubicado. ¿Dónde coño podemos encontrar la sede del neoliberalismo? ¿Cómo asaltar sus palacios de invierno? No hay un autor intelectual que lo dirija todo desde la cámara blindada de un banco o de un fortín. De haberlo, con arrastrarlo hasta la guillotina, habríamos acabado con  el mal omnipotente. Pero de lo que no podemos dudar es de su eficacia. Ha conseguido reducir a papilla las rocosas ideologías que se enfrentaron en el siglo XX, o a cremas, muy homogeneizadas, de sabores muy parecidos. El neoliberalismo ha triturado,  con la eficacia de una Thermomix, las viejas y robustas ideologías. El mismo robot de cocina alemán que también ha contribuido al empoderamiento de los machos de la especie. Hay mucho soltero, separado y viudo que gracias a esta máquina, consigue unas lentejas de gran calidad, partiendo de la nada, sin haber frito nunca un huevo. Simplemente, siguiendo las instrucciones del recetario. Un adminículo micromachista, eso es la Thermomix. Es más, estos varones singles dan el pego con salmorejos, mazamorras, ajo blancos, cremas de calabaza, de calabacín y, hasta de zanahoria, cocinados por su Thermomix. Echo de menos el espesor, como de olla podrida o de revienta burras,  de los añejos guisos ideológicos. En un diccionario filosófico soviético leo que hay ideologías buena y malas. Falsas y verdaderas: “los intereses de la clases reaccionarias dan origen a una ideología falsa; los intereses de las clases revolucionarias contribuyen a la formación de una ideología verdadera, científica, la marxista”.  Y enfrente, La Falange proclama en el punto X de su ideario (1940): “Nuestro sentido espiritual repudia al marxismo”. Todavía no había pulverizado la Thermomix del neoliberalismo ideologías tan distintas.  Pero hoy el bien supremo no es la revolución, o la contrarrevolución, sino conseguir como sea un puesto de trabajo. La idea- fuerza del neoliberalismo es que hay que malvivir de trabajos basura gran parte de la vida para obtener un trabajo mejor. Y los partidos, desde Podemos a VOX (de forma más o menos encubierta), comulgan con esta ideología. El bien supremo es el empleo. Venga del turismo religioso o de la construcción de fragatas. Y tanto el  PP como Podemos ofrecen a los trabajadores la misma pachurreta. La misma sopa boba.