jueves, 27 de enero de 2011

La Biblia no paga derechos de autor

Taller de animación a la lectura en el Sinaí
Muy pocos escritores, según propia confesión, pueden vivir de su trabajo, de escribir, porque no venden. Y menos que nadie, los poetas. Y muchos de los que sí podrían vivir de sus libros, como Cervantes o Moisés, no pueden llegarse a la SGAE. Los escritores de éxito vivos, o sus herederos, que ganan bastante dinero con la venta de sus libros, se quejan de que se les piratea en Internet y que pronto no podrán ni pasar unos días en Punta Cana. Es natural que los escritores de éxito quieran cobrar por lo que hacen, como todo el mundo. Tampoco parece muy exagerado que los herederos puedan disfrutar de los derechos de autor hasta 70 años después del fallecimiento de sus parientes. No es demasiado tiempo. El modelo de todos los libros y de todos los escritores es la Biblia. Y aunque los que la compusieron ya no están entre nosotros, los herederos le sacan muchísimo partido al Libro Sagrado. Que se sepa, y pese a lo longevos que eran patriarcas, profetas y reyes del Antiguo Testamento, Moisés, autor del Pentateuco, no vive ni Samuel, autor de Jueces, Josué y del libro que lleva su nombre, ni Jeremías, autor de Reyes, ni David al que se le atribuye la escritura de los Salmos, ni Salomón que escribió el Cantar de los Cantares y los Proverbios; sin embargo, sus herederos e intérpretes, 2.600 años después, siguen cobrando los derechos. Los cobra el catolicismo, los cobran los protestantes, los cobran los testigos de Jehová. Todos ellos editan Biblias a porrillo. Muchas las regalan como propaganda para que se les apunte gente y los sostenga con sus donaciones y mandas. Sin olvidar al pueblo de Israel que ha esgrimido siempre la Biblia como escritura de propiedad de terrenos en el Próximo Oriente, con bastante éxito. Pues bien, la SGAE, no coge ni un euro de los beneficios obtenidos por todos esos aprovechados.

miércoles, 26 de enero de 2011

Berlusconi no cree en el buen amor

Las prostitutas, por jóvenes que sean, saben mucho de la vida -mujeres de la vida se las llama-, y de anatomía. Con el paso de los años, los cuerpos también les dejan noticia de las almas de los que las asaltan impulsados por un deseo primordial, sin códigos ni excusas, esterilizado de las pegajosas lacras del melodrama gracias al pago del “servicio”. Noticia exactas, sin mentiras ni ensoñaciones. Son unas traidoras de género: con las prostitutas, una vez que se les ha pagado, ni se genera "deuda histórica" sexual ni sentimiento de culpa, tan útil en las relaciones “permanentes y serias”, para que el macho no eche a correr y se despreocupe de lo que deja en casa, y para que no abuse de su fuerza. Los hombres muy ocupados y triunfadores, suelen usarlas para obtener prestigio y perdón. En Italia, las hazañas sexuales de Berlusconi,  un hombre mayor que se atreve a aparecer desnudo ante cuerpos gloriosos y miradas sabias e inquisidoras, generan más admiración que rechazo: una fila de ninfas entrando en la cueva del monstruo, secuencialmente, y saliendo de ella con su paga cobrada y su trabajo, milagrosamente, cumplido. Pero estas "performances" también pueden generar piedad y perdón en los que sólo han disfrutado de un buen amor, con anillo, promesas, vientos helados y sopa caliente por la noche en la cena familiar. ¿Para qué sirve el poder? Si ni siquiera puedes mirar a Roma desde el Monte Gianicolo, al atardecer, junto a una chica que tienes cogida de la mano, y a la que no vas a pagar, de momento, nada por oírte. ¡Pobre Berlusconi, aplastado por el peso de la púrpura, salvado por las virtudes telescópicas de la viagra! 

lunes, 24 de enero de 2011

Galego para tontos

Faladoiro galego
Cuando voy a Galicia y oigo a los políticos o a los locutores de televisión o de radio hablar en lo que ellos llaman “galego”, les agradezco el esfuerzo que hacen para que un visitante de Villanueva del Arzobispo, que es el pueblo de Jaén donde nací, se entere perfectamente de lo que dicen sin necesidad de traductor. Esto no me sucede cuando voy a Francia o a Italia. En estos países, me tengo que pasar al menos una semana oyendo el trasparente francés de Radio Notre Dame, emisora católica de pausados hábitos misioneros con aborígenes, para entender lo que me dice la panadera que me vende los cruasanes, que es algo cachonda y se ríe de mí descaradamente, sin que yo, minusválido en francés, pueda entrar en el combate que tanto me entretiene cuando las que se ríen de mí son las panaderas de Alfácar, en Granada. En Italia, me coloco los auriculares nada más llegar a Roma, y soporto devotamente durante 10 días, los fervorines de Radio Vaticana, elaborados con la lenta prosodia pedagógica de Chavela Vargas, mujer que más que corridos canta sesudos arrastrados. Pasado ese tiempo de aprendizaje, entiendo algo de los debates del parlamento italiano y la chiacchiera de los vendedores de los mercadillos de Porta Portese , en el Trastevere. Y es porque francés e italiano, son lenguas diferentes del español; románicas, sí, pero diferentes y, como tales, no las entiendo. Lo que me extraña es que los campesinos o pescadores de Ourense o de Miño, hablantes de otra lengua románica, el galego auténtico, no hayan solicitado un traductor para enterarse lo que les dicen los políticos y los presentadores cuando les hablan en ese raro invento, fruto de la filología industrial,  que ni es castellano ni es gallego. No digo yo que cada campesino reclame un traductor, pero sí uno por casa. Tendrían el mismo derecho que los senadores que se gastan 12.000 por sesión en traductores, y mucha más razón.

sábado, 22 de enero de 2011

Vine al mundo con "Trafalgar" bajo el brazo


Después de la prueba del nueve
Mi madre llegó a conocer las medidas de discriminación positiva de los gobiernos socialistas y no le gustaban nada. De vivir, se habría enfadado con Pajín y su “Ley Integral de Igualdad de Trato y No Discriminación”.Decía que estas disposiciones harían perezosas y aprovechadas a las mujeres. Estaba convencida de que era una trampa del machismo más inteligente. Ella no sabía mucho de derecho, había estudiado cultura general en las Dominicas y algunos cursos de piano. Tuvo que abandonar estos estudios cuando se echó un novio muy celoso con 14 años. Pero ayudó a mi padre a redactar su tesis doctoral sobre la Ley del Suelo y se la pasó entera a máquina, entre embarazo y embarazo. Las matemáticas se le daban muy bien y leía mucho. Cuando se quedaba embarazada, mi padre le regalaba flores y un tomo de los Episodios Nacionales. Solía acabarlo poco antes de dar a luz en casa, en su cama. Yo vine al mundo con Trafalgar bajo el brazo. Nos enseñó a todos las cuatro reglas para que no hiciéramos el ridículo en la escuela del pueblo de mi abuela, con la que nos mandaba los dos últimos meses de cada embarazo. El maestro del pueblo de mi abuela, a causa de la lucha de clases, nos sacaba a la pizarra, nada más llegar, en mitad del curso, y nos ponía unas cuentas de dividir imposibles, para que hiciéramos el ridículo delante de los niños del pueblo. Era uno de perdedores de la guerra y así se vengaba de la derrota con los nietos de la Señora, mi abuela. Gracias a las lecciones de mi madre superábamos la prueba del nueve. Aunque, como he dicho, su relación con el derecho fue por causa de matrimonio, estaba convencida de que los legisladores no deben tocar el principio de que todos somos iguales ante la Ley. Me consta que no se había planteado por qué los redactores seculares de las leyes –varones, vencedores de guerras, ricos- habían dejado que se les colara en los códigos algo tan perjudicial para sus intereses, pero no se cansaba de decir que cuando se pervierte este principio los que suelen pagar el estropicio son los débiles, las mujeres, los niños, los enfermos, los ancianos, los pobres.

miércoles, 19 de enero de 2011

No es fácil matar mientras se lee

Ruth Orkin Sitting at a Statue, 1951
Cuando todavía no se había inventado el lenguaje articulado los seres humanos mataban. La invención del lenguaje disparó la natalidad, facilitó la transmisión rápida y eficaz de las técnicas de supervivencia, la propagación del fuego y los asados, y contribuyó al perfeccionamiento de la fabricación de armas de guerra. Los hombres siguieron matando. El descubrimiento de la escritura aparece relacionado con la necesidad de llevar la contabilidad en los almacenes de grano de Mesopotamia. Pronto, la escritura se convirtió en una herramienta de pago y emitió en cerrado hasta el descubrimiento de la imprenta, que bajó el precio de las suscripciones, liberalizó algunos canales y se comenzó a emitir en abierto. Pero los hombres, escritores y lectores, no dejaron de matar. En Alemania, a finales del XIX, el analfabetismo casi no existía. Ni en Rusia, después de la revolución, ni en EEUU, pero a lo largo del siglo XX, se siguió matando, cada vez de manera menos selectiva, más indiscriminada. Co la misma eficacia salvaje con que el Dios de la Biblia se quitaba de encima una nación o a un pueblo enteros sólo por mirar mal a Israel. En Segovia, un hombre que leía mucho, adoraba a Platón y oía música clásica ha asesinado hace unos días a su mujer y a su hijo. El leer, en el imaginario de la gente, es actividad pacífica, contraria a toda violencia, pero esto sólo es un espejismo. Si estadísticamente se mata mucho menos mientras se lee es porque resulta incómodo leer y disparar al mismo tiempo. 

martes, 18 de enero de 2011

Lo que el viento soslayó


Una buena narradora
En la Red triunfan las páginas de humor. La amenaza de una catástrofe económica, en lugar de sumir a los internautas en el luto, les hace estallar en risas. Algo parecido contaba mi madre de los años de la Guerra Civil. Uno es cada vez más de su infancia. La mía, muy cercana a la contienda, está llena de los relatos de mi madre, que era una buena narradora. Su versión de "Lo que el viento se llevó”, desgranada una y otra vez ante sus 9 hijos, fue de tal calidad y colorido que cuando por fin tuvimos edad para ver en un cine a Escarlata O’Hara diciendo aquello de "Juro por Dios que no volveré a pasar hambre”, nos supo a poco y a alguno de nosotros le resultó una escena desvaída. Ella tenía la virtud, que cultivó toda su vida, de contarnos siempre las mismas cosas, de una manera distinta y de sojuzgarnos con su inteligencia e ironía. En su lecho de muerte me dijo: “Pablito, precioso, pélate que le pareces a Pepe Oneto”. Desde entonces voy al barbero con frecuencia, la idea de parecerme al periodista me tiene traumatizado. Nos hablaba del hambre y del miedo que habían pasado en la Guerra y que, pese a todo, la gente se moría de risa. Que la familia, a falta de comida y entretenimientos, se divertía muchísimo con la tontería más insignificante. Era una manera de alejar el miedo y de engañar el hambre. Mi madre era una de esas mujeres que parecen programadas genéticamente para colonizar continentes: nunca dijo que la guerra la hubiese traumatizado. Quizá porque los traumas aparecieron años después con la irrupción de los sicólogos y sus consultas. Mi madre se tomaba la vida tan en serio que casi siempre hablaba en broma. De ella aprendí a no ponerme estupendo nada más que cuando juego a los bolos con mi nieta. No soporta que le gane y yo, para educarla, procuro ganarle, seriamente, siempre que puedo. Que cada vez puedo menos.

domingo, 16 de enero de 2011

Para la libertad, friego, plancho, cocino...

La lucha por la libertad
Alguna de las entradas de este blog se va pareciendo bastante a un odioso capítulo de cualquier libro de autoayuda. Releyendo algunas entradas, resulta evidente. El otro día, me despaché con el invento del “elongador telescópico” –que todavía no he patentado-  para que las familias pudieran aprovechar mejor el café  que, como todo, ha subido, y hoy, me voy a meter en el berenjenal de advertir a los matrimonios  sobre lo importante que es para la vida en común llegar a un reparto justo de las labores domésticas.  No piensen los matrimonios homosexuales que quedan fuera de esta admonición, porque una vez que la sociedad acepta con naturalidad estas uniones, emergen los problemas de la vida en común. Les sucederá como al anciano que, superada una gravísima enfermedad, se encuentra, ya sano, con que la medicina que acabó con los virus que lo pusieron al borde de la sepultura, le ha devuelto los muchos años y sus lacerías.  El fin de la discriminación, no librará a estas parejas de las heridas que inflige la vida en común. Entonces, si se quiere seguir siendo libre dentro del matrimonio,  si se quiere seguir afirmando en las reuniones de amigos que “ella, o él, me lo hace fácil y maravilloso”, aplíquense todos la máxima que acompaña a la foto.  No contraigan deudas eternas, por no dedicar unos minutos a meter los cubiertos en el cestillo.

sábado, 15 de enero de 2011

Clases para adultos, comunistas

P. Alcázar, Antoñita la Carrasquilla, Marivi, Juan Arrabal
Pánfilo, nuestro  jubilado disruptivo, me ha enviado un email, después de leer mi  entrada de ayer, conminándome, algo enfadado, a  que me deje de tonterías y escriba mis memorias, sin dar tantos rodeos. Sin miedo a lo que me puedan decir algunos de los aludidos en mis “Confesiones”, si me los encuentro en La Puerta Real de Granada. Para calmarlo, le he mandado el  siguiente fragmento de unas posibles memorias en el que  uso, siguiendo su consejo,  mi “MEGA-YO”; a ver si  no me regaña más:
“Severo Pánfilo”, le digo enl mi email, “iba yo en mi lambretta desde La Rambla de Córdoba a Montemayor, donde tenía reunido al poderoso y clandestino  Partido Comunista de la localidad, en una bodega compañera de viaje, para explicarle el Manifiesto Programa del Partido con técnicas pedagógicas copiadas de los libros de texto de la editorial Hachette, cuando me para a las nueve de la noche en el alto del Portichuelo, a 4 kilómetros del pueblo, un cabo de la Guardia Civil del puesto de La Rambla y me dice que "hacía 3 días que habían disparado en San Sebastián de los Ballesteros, y abatido, a un gitano que huía con un caballo robado". Estábamos solos, en el Portichuelo, la pareja y yo y una cartera con 27 folios, uno por camarada, con el punto 8º del texto sagrado -aquel en el que se analizan las falacias de la pretendida sociedad de consumo- seguido de un banco de 10 de interrogantes . Les dije que iba a darle unas clases de  Economía Doméstica a un grupo de amas de casa, con inquietudes, en  la escuela parroquial de adultos de Montilla, dirigida por Don Quintiliano, el vicario del párroco. Se lo tragaron. Al fin y al cabo, no es lo mismo un caballo robado que unos folios emborronados por la ciclostil. Me dejaron marchar.  Después de aquello,  y de otras sofocaciones, Puerta Real me parece la cama de una niña  inflada de peluches”. 

viernes, 14 de enero de 2011

El tranvía, no soterrado, del fin del mundo

Monumento al duque de Galatino, en la Bomba
Ayer estaba muy animado y pensé que escribir un post todos los días iba a ser fácil.  Pero son las 7 de la tarde y, hoy, todavía no se me ha ocurrido nada. Para resolver, he pensado en escribir mis memorias por entregas. No es que tenga nada importante que contar, pero eso de escribir en primera persona me llama mucho la atención. Sin disfraces ni ocultamientos morfosintácticos. YO, YO y YO. Instaurar una primera persona mayúscula y desvergonzada, sin recurrir para nada a la tercera, gélida, o a la segunda, distanciadora.  Además, si me esfuerzo, y con la ayuda de alguna foto vieja,  me puedo acordar de alguna cosa curiosa que me haya pasado.  He encontrado en el cajón de las fotos antiguas, las de color sepia, la que ilustra esta entrada. 



No recuerdo quién la sacó. Pero sí que en mi casa, alguno de mis hermanos mayores, que  se las daba de cosmógrafo,  interpretó la mancha que aparece en la instantánea como un platillo volante que estaba aparcado cerca del Sol, esperando para trasladar a otro planeta a los que el día del fin del mundo, que estaba cercano, se encontraran  en gracia de Dios. Mi maestro, don José, había dicho en clase, para asustarnos y que nos portásemos bien, que  la Virgen de Fátima, había amenazado a la humanidad con esta catástrofe, por mala. El día señalado confesé y comulgué por la mañana. Estuve toda la  tarde  con mi madre en el balcón de mi casa, en el número 18 del Paseo de la Bomba, esperando la catástrofe. Pero fueron pasando las horas y no sucedió nada.  Fue una lata. A mí me hubiera cogido confesado y comulgado y me habría ido derecho al cielo, montado en la nave de la foto,  y no tendría por dentro este come-come tan grande que tengo ahora, que no sé dónde voy a ir a parar. No recuerdo exactamente el año que estuve a punto de verme involucrado en un acontecimiento tan estresante. Me parece que el precio del billete del tranvía que pasaba por delante de mi casa era de  50 céntimos.  Y desde luego de lo que estoy seguro es de que la línea no estaba soterrada.

jueves, 13 de enero de 2011

Un post, diario, me manda hacer Wordpress

Wordpres, la mayor comunidad de blog de Internet, recomienda publicar algo todos los días y yo, burla burlando, ya he redactado el título y he elegido el tema de mi post de hoy. La cosa es tan fácil como abrir el periódico y coger lo primero que encuentres, sin miedo: el riesgo de que alguien se fije en tu entrada es muy pequeño porque todos los días se publican 500.000 nuevas entradas. Si el asunto es manido, no importa, nunca llegarás a la pesadez de los servicios informativos de radios y televisiones, que se levantan con una noticia y se acuestan leyendo la misma noticia sin cambiarle una coma. El asunto del que voy hablar, y como ya me encuentro a la mitad del post no hay cosa en él que me espante, está en la página 11 del Ideal de Granada de ayer: “Los hombres granadinos cobran un 31% más que las mujeres”. Luego le pegas algo que se haya comentado mucho en la red, por ejemplo esto: “El Consejo de Ministros ha realizado la primera lectura del anteproyecto de la llamada Ley Integral de Igualdad de Trato y No Discriminación, que tiene como objetivo que "nadie pueda sentirse humillado por razones de nacimiento, raza, sexo, convicción, discapacidad, edad, religión, identidad sexual o enfermedad", con lo que habrás entrado en la parte final del post. Bastará ahora con que se te ocurra alguna idea flipante, y no hay por qué recurrir a la “maría” ni al “calimocho”, como que, si esta ley se aprueba, a los primeros que habría que encausar sería a la Corona, porque discrimina a las mujeres en lo de la sucesión, a Zapatero, porque lo primero que hizo cuando tuvo problemas fue echar a Bibiana Aidó y suprimir su Ministerio, y a la Junta de Andalucía, que lleva mandando en Andalucía 29 años y todavía no ha conseguido que las mujeres granadinas cobren como los hombres. Y llegados a este punto, leed este post y veréis que está hecho.
 Nota: para este texto me he inspirado en un soneto de un poeta que aparece mucho en Internet y que se llama Lope de Vega. El título de la composición es: “Un post me manda hacer Violante”. Desde aquí le doy las gracias. 

lunes, 10 de enero de 2011

Comparto con los vascos más genoma que con la mosca del vinagre

Franco me vacunó contra el nacionalismo españolista, y en general, contra todos los procesos identitarios. Pero, como soy padre, sé muy bien que cuando alguien se quiere ir de la casa hay que abrirle la puerta para que se vaya. Nadie ha de estar a la fuerza en ningún sitio. Los políticos, unos y otros, se han acostumbrado a parasitar torpemente el  “conflicto vasco”, y no saben o no pueden o no quieren resolverlo. Si fueran valientes, harían frente al problema con decisión y, tras un periodo suficiente de paz,  en ausencia de la  "violencia del Estado español” y de la “violencia", recién prometida, "de los pistoleros de ETA", convocarían a los vascos a pronunciarse en un referéndum sobre el asunto. Esto ya se ha hecho en otros estados que sufrían una situación parecida. Para ello habría que contemplar el horizonte independentista como una posibilidad, nada catastrófica. Ahora bien, si los votantes se pronuncian en contra de la independencia, deberían de comprometerse a no volver a repetir la consulta hasta dentro de 25 o 50 años y si los vascos dicen que sí,  tendrían la obligación de conducir el proceso de independencia de forma ordenada, amistosa y, sobre todo, justa. Respetando, dentro de lo posible,  los intereses de todos. Estoy harto de llorones, de quejicas, de agraviados, de gente que piensa que se le debe algo desde el principio de los tiempos. No quiero oírles ni una queja más. Y eso sólo será posible si hay un camino viable y sin trampas para que los vascos, si así lo deciden, se constituyan en estado independiente. Yo, por mi parte, voy a seguir siendo español, si me dejan los españolistas, porque no quiero dedicar ni un segundo de mi tiempo a cavilar sobre si soy más, menos o igual que cualquier habitante del planeta. No me hace falta. Ya sé que soy un ser único (aunque de poca calidad y en el que no se puede confiar demasiado)  y con bastante suerte porque durante toda mi vida  he podido comer tres veces al día, lavarme, hablar con amigos y disputar con enemigos, sin recibir más heridas que las del amor y las de la vida. Estoy resentido, desde luego,  porque ni la ciencia ni la religión, ni las utopías de salvación colectiva, me aseguran que no vaya a recibir la herida definitiva, como todos. Yo soy de Cenes de la Vega (Granada), que no es mi pueblo, pero sí donde tuve mi primera vespa, y del castellano, la lengua que me enseño mi madre de niño y que después mejoré leyendo a Cervantes en el internado donde pasé mi adolescencia. Él  me ayudó a sobrellevar el cautiverio de cuatro años que padecí en un colegio de dominicos. Esa es mi patria. Tengo la suerte de que el Estado español me deja residir, por ahora,  en ella. También los curas de mi colegio me dejaron construir, y pasar en ella las horas del recreo, una réplica aproximada de Granite House, el refugio de La isla misteriosa de Julio Verne. Si España obstaculizara este humilde “proyecto de vida”, posiblemente estaría tan cabreado y con tantas ganas de largarme como los independentistas vascos o catalanes. Por otra parte, espero llevarme bien con algunos vascos, independientes o no, al fin y al cabo comparto con ellos, y con los balineses, más paquete genético que con la mosca del vinagre. Incluso me puedo llevar bien con algún cenero. Y desde luego si me preguntan, votaré en contra de que el Atlético de Bilbao juegue en la misma liga que el Cenes Club de Fútbol, aunque me gustaría que el equipo de mi pueblo jugase contra la Real Sociedad en la Champion League. 

domingo, 9 de enero de 2011

Desengrasando

Elongador telescópico
“Los que escribimos somos gente humilde: no aspiramos a sustituir a Dios, solamente nos gustaría escribir como él lo hizo cuando redactó la Biblia”. Creo que frases de tanto calado intelectual como la transcrita avalan la profundidad de pensamiento del autor de esta entrada. Esto me permite sin que mi prestigio sufra -y para desengrasar un poco después de haber opinado en este blog de lo divino y de lo humano, con gran inconsciencia y con indisimulable ignorancia- traer hoy aquí un invento que, pese a su sencillez, puede ayudarnos a obtener algo de confort en los meses que se aproximan de lucha por la vida ahí fuera, lejos de la almibarada cobertura que la familia nos ha brindado en los pasados días.
La pequeña diferencia (Foto:Irene A.)
 Se trata del “elongador telescópico” del tubo de la cazoleta de las cafeteras italianas. En lo que se refiere a cafeteras, el tamaño sí importa. Porque si el tubo de la cazoleta no es lo suficientemente largo, parte del agua permanece en el depósito y alguien se queda sin su taza de café. Basta con elongar el tubo con un suplemento que se puede obtener cortando la funda metálica de un termómetro viejo que tengáis por casa. Sólo 1,5 centímetros, y fluye hasta la última gota. La foto os servirá de ayuda. A veces, el elongador  se atasca. Con un palillo de dientes se resuelve fácilmente la disfunción eréctil del aparato.

jueves, 6 de enero de 2011

"Yo soy el amor"

Los Recchi
Como hubiese escrito mi maestro Manuel Alvar, “desde el hondón de la Historia Literaria española” nos llega este comentario extemporáneo que le cuesta la vida al que lo formula: “Todos somos iguales en la humanidad”. ¿Ejecutora?: La Gloriosa. ¿La ocasión?: la consagración como arzobispo de Siagrio, sucesor de San Ildefonso (607-667) en la sede toledana. ¿Obra donde se relata esta leyenda?:Los Milagros de Nuestra Señora, escrita en el siglo XIII por el clérigo riojano Gonzalo de Berceo. Siagrio muere inmediatamente después de cometer lo que llamaríamos hoy un delito de opinión. Se empeñó en ponerse en la ceremonia de consagración la casulla que la Virgen había regalado a su antecesor por ciertos servicios señalados. Y no contento con eso, proclama, en plena Edad Media –no en la Comuna de París- que todos los hombres somos iguales. “Palabras locas”, como se encarga de apostillar Berceo, que no gustaron a la Virgen. Inmediatamente, la casulla le aprieta la garganta, como si se tratase de una cadena dura y acaba ahogado al transgresor “por su gran locura”, porque la Virgen Gloriosa sabe a sus amigos galardón bueno dar, pero a los que la sirven mal sabe hacérselo pagar. Siagrio muere por subversivo. Dentro del sistema feudal, intenta recibir un galardón sin haber prestado un servicio. En la películaYo soy el amor (2009) del director Italiano Luca Guadagnino la reacción de la dinastía de los Recchi, de la alta burguesía de Milán, ante la transgresión de Emma, la emigrante rusa casada con Tancredi, el sucesor del patriarca en la dirección de las empresas familiares, es tan violenta y ejecutiva, como la de la Santísima Virgen del relato berceano, aunque no tan cruenta. Emma –¿no era este el nombre de Madame Bovary?- cegada por el amor -“la gran pasión” de los melodramas del XIX-, seduce a Antonio, un joven y guapo cocinero, amigo de su hijo Eduardo que muere accidentalmente cuando su madre le informa de su amor. Segundos antes de morir, Eduardo le dice a su madre: “no quiero tener nada que ver contigo, para mí no eres nadie”. Igualmente, cuando Tancredi, el marido, conoce de boca de Emma, en el entierro de Eduardo, el hijo de ambos, que ama a Antonio, la ejecuta civilmente: “Tú no existes”, le dice fríamente. Las dinastías burguesas están preparadas para aceptar que sus mujeres den salida a las tensiones eróticas y sentimentales de tapadillo, sin ostentación, abrumadas por la culpa. Luego se las perdona y se les apunta y se les cobra de por vida, pero pretender, como Emma, disfrutar de un bien de tanta calidad sin pagar nada a cambio, es una ingenuidad muy subversiva, para el Capitalismo, claro.

martes, 4 de enero de 2011

Juguetes de nuestros padres

Niños del 36 educados en valores
Si vendes juguetes, por Reyes te llevan a alguna tertulia a que opines sobre qué tipo de juguetes hay que regalar a los niños, el sexismo en el juguete, las muñecas, las pistolas, los cañones las barbies y todas esas puñetitas. No falta en esas tertulias un psicólogo de la Junta que insiste en que hay que “educar en valores”.  Si quieres quedar bien, te tienes que pronunciar porque los juguetes sean los mismos para niños y niñas. Y llevarás mucha razón, si un niño o una niña consigue emerger de la montaña de peluches y obsequios que les han hecho a lo largo de todo el año -sin control ni discriminación- y llega con la capacidad de discernimiento medianamente desatascada a la avalancha de juguetes que les caen encima en Reyes, es mejor que no reciba más  “lanzamierdas”, si es varón,  ni más “alternadoras eslavas” enlicradas, de melena rubia, si es hembra. No es que importe mucho, porque a estas alturas del año lúdico a los peques les da igual ocho que ochenta y a los padres, no digamos: lo único que les preocupa es encontrar en el piso de 50 metros dónde meter la remesa de juguetes del 2011,  anegados todavía por la marea de la remesa anterior que no han podido almacenar por completo. Al juguetero de la tertulia le ha preguntado una feminista varada si los padres han comenzado a regalar muñecas a los varones, y el hombre ha confesado que no. Que los niños, si hablamos de los niños, hasta que no entran en alguna cofradía de Semana Santa no comienzan a jugar en serio a las muñecas. Las muñecas se siguen regalando a las niñas, que ya tendrán ocasión de mayores de alistarse en el ejército e ir a algún lugar del mundo, con sus fusilitos y sus “mataflus”, a acabar con todo lo que se mueve, o a morir ellas mismas, en alguna guerripaz tope de gama. Los juguetes, hoy en día, ni educan ni dejan de educar “en valores”. Bastante tienen los chiquillos con quitárselos de encima, para que no los aplasten. Los valores los aprenden, como los niños de la foto de Centelles (1936), de lo que ven hacer a los mayores.

lunes, 3 de enero de 2011

Pavos Points tope de gama

Cuando un pavo llega en Navidad a un hogar desestructurado le puede suceder lo que al pobre pavo orgánico de la novela Mujeres de Bukowsky, que termine pasando unas jodidas Navidades. Los suntuosos pavos asados de Navidad quedaban bien en las mesas menesterosas de las viñetas del TBO de la postguerra española y, desde luego, en las de los hogares de clase media de los almanaques norteamericanos de los 50. Un pavo tiene asegurado el futuro inmediato también en la mesa de una familia de la alta burguesía italiana como la de los Recchi de la película Io sono l’amore. El proveedor habitual lo habrá hecho llegar, junto con las otras viandas de la lista que le han dictado por teléfono, a la puerta de servicio de la mansión, alguno de los criados lo habrá desplumado, la cocinera lo habrá rellenado, lo habrá metido en el horno, lo habrá trinchado y distribuido en los preciosos platos de la vajilla familiar, sirvientas de pasitos cortos y cabezas humilladas, los habrán depositado en la enorme mesa en la que los comensales se habrán sentado cada uno en la silla que la dueña de la casa les habrá asignado previamente en una pequeña maqueta. Pero si un pavo orgánico  llega en Navidad a la casa de un escritor borracho, drogadicto y orgasmo-dependiente, como Chinasky, el protagonista de Mujeres, le puede suceder de todo.  Por su apartamento pasa mucha gente en esos días y todos abren la nevera y reparan en el pavo: será descuartizado y devorado por dos chicas empastilladas y hambrientas, que lo dejarán como si hubiese sido atacado a zarpazos por un tigre,  aprovechado para sopa por la novia del poeta. Un huésped la encontrará insípida y la tuneará con especias y finalmente otro visitante la arrojará por el fregadero.
En estas fiestas, no es raro que las bandejas del correo se llenen también de Pavos Points navideños tope de gama. Muchos de ellos suelen pasar unas jodidas Navidades. Normalmente como el pavo de Chinasky, estos pps de temporada terminan en la papelera. Ni siquiera se abren. A mucha gente ver fotos de Venecia, con una música de fondo que parece salida de uno de los agujeros de un jacuzzi, le va resultando insufrible. Preferirían que el que se los manda, les preguntara por los niveles de azúcar en sangre o -¡qué menos!- que los sazonara con alguna nota personal. Pero los Pavos Point te lo tienes que tragar a palo seco, sin una caricia, sin un mimo, sin un “arreglemos lo nuestro cuanto antes, que no tenemos todo el tiempo del mundo”.  Y terminas por arrojarlos a la basura. Aunque contengan 20 fotos de las Alpujarras y suene de fondo Noches en los jardines de España.