Antes de que el saber estuviera alojado en la Wikipedia o en las series de televisión,
todo se podía encontrar en los libros. Aunque, el mundo del libro, pese a los
filtros académicos de calidad, también era inabarcable, si uno tenía siete
vidas como los gatos o una sola, pero larga, podía hacerse la ilusión de que leería,
no todos los libros, pero sí los fundamentales.
El lector ávido iba comprobando, conforme más leía, que la mayor parte
de las cosas que se le iban ocurriendo se encontraban ya en los libros. Y
sufría curas de humildad cada dos por tres. Hasta llegar al convencimiento de
que todo estaba escrito y que no había nada nuevo bajo el sol. Hoy, conforme
los saberes se han ido volcando en la red, en forma de enciclopedias digitales
o de colecciones inabarcables de libros electrónicos o de tesis doctorales, de artículos universitarios o de divulgación científica, se agudiza la sensación
de que todo está en Internet y de que jamás llegaremos a abarcarlo. Y lo que no
está en las redes sociales, se refugia en las series de televisión. Estoy
viendo la primera temporada de True
Detective y cosas que yo creía (claro, por ignorancia), que se me habían
ocurrido sólo a mí, las oigo en boca de uno de los dos detectives -en la del ligeramente anarquista y algo disruptivo-, que
investigan unos crímenes satánicos. ¡Qué desilusión! La idea de que uno es muy
original, que ya con la invención de la imprenta sufrió un tremendo golpe,
ahora con las series y las enciclopedias digitales, se desvanece del todo,
porque todo está en ellas y lo poquito que no está, te lo puedes encontrar en
cualquier libro.
martes, 25 de agosto de 2015
viernes, 21 de agosto de 2015
No permitamos que las bragas no nos dejen ver los bosques
A principios del siglo XVI, Juan de Flores, escritor a
sueldo en la corte de los Reyes
Católicos, refleja en su tratado
“Triunfo de Amor”, algo parecido al escandaloso asunto de las bragas
malagueñas. Cuenta que los amante, cansados de los viejos usos amorosos que obligaban
al hombre a pretender y perseguir a las mujeres mientras que éstas tenían que
esperarlos en sus torreones o en las rejas de las ventanas de sus casas, pidieron al Cupido,
el dios del amor, que le diera la vuelta
a la tortilla para que fueran las mujeres las que tuvieran que perseguir y
pretender a los hombres que las esperarían encerrados en sus virtuosas moradas.
El mundo al revés. Las niñas de Málaga, esgrimiendo sus bragas en la mano, según
ha declarado una concejal del ayuntamiento de la capital, suponen un cambio
total en las recatadas costumbres del vestir femenino en nuestra Patria.
vídeo
La
sección Femenina impuso para la gimnasia un pudoroso y feo pantalón, el pololo,
para que incluso la torsión más violenta no mostrara del cuerpo femenino lo que, según Pilar primo de Rivera, no había que mostrar. Veo tambalearse el patriarcado y sus reglas
para controlar el cuerpo de la mujer. Aunque no creo que la sangre llegue al
río. Cuenta Juan de Flores que, pasado un tiempo, las mujeres de su "Triunfo" volvieron a sus
encierros y los hombres a buscarlas y a
recuestarlas. Alguna chica, entrevistada en la Feria de Málaga, ha declarado
que ella está de coitos hasta el moño y que lo que quiere es un buen amor con
el que hablar y contarle cómo va la rehabilitación de la cadera de su madre. La
sexualidad industrial, abundante y sin el gusto que le da lo prohibido, puede
llegar a cansar. Y las bragas volverán a su sitio. No dejemos que las bragas no
nos dejen ver los bosques.
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