jueves, 29 de diciembre de 2016

Rabo inquieto


Matanza del gorrino-jabalín
Mi abuela me educó en un machismo responsable. Jamás permitió que limpiara el cuarto de baño, después de ducharme. Pero, si a las 8:15 horas no estaba cogiendo la bici para ir a clase, me amenazaba con devolverme a la casa de mis padres en Málaga, donde no podría seguir estudiando la carrera. No le di ocasión. Todas las mañanas aparcaba la bicicleta, poco antes de las 9, en la acera de la Facultad de Letras en Puentezuelas.
Resulta milagroso que no me la robaran. No le ponía candado ni nada. El aspecto de la máquina era de tal decrepitud que no resultaba atractiva para nadie. Tenía un portaequipajes poderoso que igual servía para transportar los productos de la vega desde Cenes a la Plaza de la Pescadería que para llevar al colegio a algún hermano. Terminé la carrera, y no fui deportado.
Si las reglas para los varones jóvenes de la familia, en el nicho campesino que presidía mi abuela, eran estrictas, el protocolo para las que hoy se conocen como mascotas era férreo. Mi abuela no hubiera entendido que el dueño de una marrana vietnamita la sacara a pasear con su correa y su abriguito de croché para los riñones, por la Carrera de la Virgen. Los marranos, en mi casa, recibían buen trato antes de la matanza. Ellos se resistían, y cuando el matancero, y cuatro más, no podían colocar al animal en la artesa para degollarlo, mi abuela lo cogía de una pata y lo plantaba, ella sola, encima de la mesa del sacrificio. Los gatos que se comían los jurelillos destinados a sus nietos, por la ventana, al corral. Los perros, para guardar la casa, sin caricias ni mimos. La gallina vieja que dejaba de poner, a la cazuela. La mula para arar y traer las calabazas y los melones, en el serón. El gorrión, con arroz, tras ser abatido por nuestras escopetas de plomos.
Cuando me casé, la primera vez que comió en casa, le regañó a mi mujer por no traerme a la mesa un tenedor que yo le había pedido. Educadamente, mi mujer le señaló a mi abuela que si su nieto necesitaba un tenedor, que fuera por él a la cocina. Mi abuela me había educado para ser el rey de la casa. Pero comprendí que era mejor para mí, aceptar una vicepresidencia doméstica. Por puro egoísmo. Para no contraer una deuda sin algoritmo. Imprecisa. Impagable. También, aprendí a ser compasivo y benévolo con los animales, después de leer Las florecillas de San Francisco de Asís.
Pero sigue sin gustarme que un perro hurgue en mis ingles con su hocico o que se sitúe entre mis piernas y agite mi intimidad con su rabo, sin ser requerido. Bastantes problemas afectivos tiene uno como para atarse de por vida a un rabo inquieto.

martes, 27 de diciembre de 2016

Epílogo


Epílogo: Recapitulación de lo dicho en un discurso o en otra composición literaria o de lo realizado en una etapa de la vida.

No debe de ser tan malo esto de la ENSEÑANZA, si uno llega a los sesenta años con ganas de dar la última lección del curso ‘con la brillantez que le caracteriza’ y si no impide que vosotros, alumnos y alumnas de 2º Curso de Bachillerato del Instituto Miguel de Cervantes, de Granada,  hayáis llegado hasta aquí  incólumes, casi intactos, tan hermosos que no me queda más remedio que decir con vuestro conocido Jaime Gil de Biedma:

A qué vienes ahora,
juventud,
encanto descarado de la vida?
¿Qué te trae a la playa?
Estábamos tranquilos los mayores
y tú vienes a herirnos, reviviendo
los más temibles sueños imposibles,
tú vienes para hurgarnos las imaginaciones.

Resiliencia llaman los físicos a la resistencia de un cuerpo a la rotura por golpe. La resiliencia es la que consiente que estéis hoy aquí oyéndome, tan lindos y contentos e inconsciencia , llaman los psicólogos al hecho de que yo, que ya debería de haber aprendido a callarme, tenga aún ganas de hablaros.
            Porque yo, ahora, tendría que estar, si no triste, al menos preocupado porque a partir de ahora, voy a perder el lazo más vivo de contacto con la realidad , el contacto con vosotros. Y, además, a quién contaré a partir de ahora las última tontería que se me ocurra. Nunca tendré un publico tan paciente y agradecido como vosotros. Además quiero confesaros una cosa, que tendréis que olvidar si no queréis tener problemas con vuestros profesores en el futuro, ellos os deben a vosotros mucho más que vosotros a ellos. Las ideas más brillantes, más productivas se les ha ocurrido mientras os daban clase. No lo olvidéis.
            La retórica llama a esto que he leído hasta aquí: Prólogo.  En el que la figura más sobresaliente del hablar en público utilizada ha sido la “captatio benevolentiae”, para conseguir que me atendáis con benevolencia y sin ira.
¿Pero cómo seguir ahora? En el prólogo del Quijote, Cervantes recibe los consejos de un buen amigo sobre cómo se han de componer  los prólogos, pero de epílogos, que yo sepa, Cervantes no dice nada.
Se me ocurre que tendría que daros algún consejo para cuando abandonéis este nido pedagógico que os ha acogido hasta ahora, pero en la novela de Nikos Kazantzakis, Zorba el griego (1946), aprendí que no hay que dar consejos a nadie, si no está uno dispuesto a estar disponible siempre que el que los recibe lo necesite. Por tanto me contentaré con deciros, si me quiero poner sentimental, aquello que Luis Goytisolo escribió para su hija Julia:



PALABRAS PARA JULIA
 (José Agustín Goitisolo)

 Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante un muro ciego.

Te sentirás acorralada
te sentirás perdida y sola
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en tí como ahora pienso.

Un hombre sólo una mujer
así tomados de uno en uno
son como polvo no son nada.

Pero cuando yo te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otros hombres.

Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en tí como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.





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Un buen profesor, hijo del Mayo francés, que sin embargo, no estaba en París, en aquella ocasión, sino haciendo la mili en la marina, en Madrid, que como todo el mundo sabe es puerto de mar, no puede despedir a sus alumnos sin un poquito de CARPE DIEM, este tópico tiene parte de la culpa de la situación en que se encuentra ahora la enseñanza. El profesor progre, asqueado de la educación represiva del franquismo, hacía de policía bueno del sistema escolar y mientras que la institución le mantenía a los alumnos sentaditos y atentos en las sillas del aula, los adoctrinaba para la vida y para la revolución haciéndoles ver con Salvatore Quasimodo que Ognuno sta solo sul cuor della terra, trafitto da un raggio di sole, ed é subito sera. Por lo que había que coger las rosas de la vida, como Góngora aconsejaba en su letrilla:

Por eso, mozuelas locas,
Antes que la edad avara
El rubio cabello de oro
Convierta en luciente plata,
Quered cuando sois queridas,
Amad cuando sois amadas,
Mirad, bobas, que detrás
Se pinta la ocasión calva.

Hoy los profesores progres, han tenido que hacer también de policías malos y enfrentarse con al la agreste pubertad no socializada y sacar sus peores maneras autoritarias para hacer frente a la situación. Y hemos renunciado, a enseñar, adaptándonos a la fuerza al papel de guardianas de la lene juventud, a la que a partir de que salen del Instituto, educa el mercado, que no admite ni malas formas, ni réplicas, ni insumisiones.
            Este epílogo tenía que tener, también, su poquito de tono apocalíptico. Pero en el fondo de la caja de Pandora, está la esperanza. Porque vosotros educaréis a vuestros hijos con más seriedad de la que hemos empleado nosotros en educaros y posiblemente perfeccionéis la idea de egoísmo inteligente que tan poco practican las grandes potencias y sus lacayos, enseñando a la nuevas generaciones que la felicidad plena se alcanza cuando la mayor parte de tus contemporáneos son felices y pueden vivir dignamente.
            Tan mal veía yo la conclusión de este epílogo y tan metido me veía en moralismos, con olor a moralina  que hube de pedir, como Cervantes, ayuda a un buen amigo para concluirlo. Y el hombre me aconsejó que os leyera un texto de miedo y esperanza que redacté hace muchos años en el que contemplaba con preocupación el principio de un nuevo curso académico. Pensaba entonces que :
De entre tantos intereses, de entre tantos agentes sociales, como se reúnen en torno a la Escuela, sobresalen, como cimas del plegamiento educativo que se consuma en septiembre, los profesores y los alumnos a los que, tras la conmoción inicial, en la que todos participamos, apagados los focos de la atención pública, dejamos solos, cara a cara, como a esos amantes nuevos que se adentran trémulos y asustados en un laberinto del que no saben con qué estigmas prodigiosos o indeseables saldrán a luz del desamor o de la vida.

Y también me indicó mi buen amigo, que este poema de José Carlos Rosales , tan músico y peregrino, podría muy bien servir de colofón a tantos años de relación con los jóvenes. Ellos y yo hemos sido:

Como débiles bolas de billar
que se rozan despacio, levemente,
y se alejan después, y quedan quietas
esperando el final de la partida.
Distantes y acercándose, midiendo
la distancia, las horas, el peligro,
los amantes se alejan o se atraen
como dóciles bolas de billar
que rozaran con miedo la fortuna.

Gracias (lágrimas abundantes). 

jueves, 22 de diciembre de 2016

Carbón para Susana Díaz y Jesús Candel


Tanto Spiriman como Susana Díaz persiguen el liderazgo.  Y esto no es malo. Son ambiciosos y ególatras. Voluntariosos, constantes. Seguro que no paran sus coches al borde de una carretera para ver volar a una bandada de zorzales. Ni se asombran ante el pájaro solitario que descansa en los cables de la luz, antes de retomar su vuelo. A los niños los miran como objetos de aproximación a sus padres, a los enfermos, como palanca de ascenso en el amor y consideración de la gente. Sin los ambiciosos obsesivos, el mundo disfrutaría de períodos más largos de paz y, también, más aburridos.  Es posible que las ciencias y la filosofía sufrieran un parón perjudicial y castrante. Los caminos de Susana Díaz y del doctor Jesús Candel, por ahora, son diferentes. Parecen enfrentados, hasta el punto de que es probable que al doctor Candel, los Reyes le traigan una Susanita de carbón, y viceversa. Susana Díaz, por ahora, sólo utiliza el lenguaje políticamente correcto. Sus propuestas, algunas escandalosas o risibles, no contienen ni tacos ni ofensas no elaboradas, en bruto.  Spiriman, utiliza el taco, la ofensa personal, sin pulir, la descalificación radical, porque piensa que así conecta más fácilmente con los granadinos enrabietados con tanto político y tanto sindicalista inepto o/y aprovechado. Si prestas atención a lo que dice Susana Díaz, rápidamente te das cuenta que va a lo suyo. Si lees entrevistas que le han hecho a Spiriman o sus vídeos, inmediatamente te salen tantas primeras personas del singular, tantos yoes, que parece, casi, un columnista o un bloguero de arrabal. Ambos usan también con profusión la palabra “todos”, en algún momento dicen hablar en nombre de “todos” los andaluces o de “todos” los granadinos, como si dispusieran de escáneres de conciencias. Mas lo cierto es que no han podido contactar con “todos” los ciudadanos.  Ambos son síntomas de los que nos pasa: el derrumbe de los partidos y sindicatos tradicionales y de sus promesas y propuestas. Si esto no hubiera sucedido, ni una Susana Díaz ni un Candel hubiesen tenido nada que hacer. Pero los problemas están ahí y mucha gente necesita cobijarse bajo la capa, o las promesas fantasiosas, de un líder. Asociarse, chismorrear, sentirse en comunión de intereses y de ambiciones con alguien.  Echarse en manos de mesías, de populistas todoterreno que tienen hambre de votos y   de reconocimiento; y que se mueven para conseguir el poder, y luego veremos… Eso no quiere decir que, una vez que lo tengan, no hagan algo beneficioso por el común; pero, en la lucha por conseguirlo, pueden dejar el territorio baldío. 

domingo, 18 de diciembre de 2016

Microrrelato IDEAL

Cuando la sociedad granadina regresó a la ciudad, el AVE, los dos hospitales y la Alhambra, estaban milagrosamente allí

jueves, 15 de diciembre de 2016

Laborinto


Laberinto
No me gusta redactar pliegos de descargo. Eso me pasa desde la guerra de Irak, en la que nos metió el mismo que se inventó lo de las autopistas de peaje, en quiebra ahora; esas que nos van a costar un pastón que habrá que substraer de la Sanidad y de la Educación. Entonces, si estabas en contra de la guerra de Irak, te obligaban a condenar todas las guerras desde que se inventó el arco para acá. Muchos años después, hasta Trump afirma que el detonante de aquella masacre, de consecuencias imparables e imprevisibles, lo de las armas de destrucción masiva, era mentira. Si lo dice Trump, no seré yo el que le contradiga; sí lo hará Aznar, que todavía no ha retirado los zapatos de la mesa en la que se reunía con los otros destroyer para fastidiarnos el futuro a todos. Ahora sí, creo que debo pedir disculpas, como deberían de hacer otros muchos columnistas, por señalar, incansables, las dificultades presentes, sin ofrecer soluciones. Porque no tengo ningún remedio para el actual laborinto político (labor+laberinto: luminosa etimología popular que nos habla de algo muy trabajoso y enrevesado). Así pues, antes de proseguir, sirvan de pliego de descargo las excusas anteriores. Pero he de seguir escribiendo de lo que pasa y tampoco tengo por qué aportar soluciones, me contento con contribuir, humildemente, para que el lenguaje no se nos muera de torpe y de redicho. Y por eso digo que las evoluciones de los políticos antisistema de la CUP, o las de los jóvenes goliardos de Podemos, me traen a la memoria los ejercicios espirituales de mi infancia y la terrible comparación que el predicador lanzaba sobre nuestras cabezas infantiles para que entendiésemos lo que suponía pasarse una eternidad en el infierno, por malos. "Imaginad", nos decía, "que la Tierra fuera una enorme bola de níquel y que una paloma la rozara con sus alas una vez cada mil millones de años, hasta hacerla desaparecer con esa levísima erosión, pues bien", proseguía el sádico, "conseguirá esa paloma deshacer la Tierra con sus alas, y otras mil tierras iguales, y la eternidad, todavía, no habrá comenzado". Lo mismo se les podría decir a los de la CUP y a los de Podemos: "Rozaréis una y otra vez con vuestras diabluras de rapazuelos mal criados la bola indisoluble del capitalismo, quemaréis fotos del rey, proclamaréis la república feminista independiente de Catalunya, os cruzaréis por twitter, Iglesias y Errejón, envenenadas cartas de amor y desamor, diréis picardías, os meteréis con los otros políticos, como si fuerais los dueños de una página web escolar y ellos, vuestros profes de mates, y no habréis despojado al capitalismo de ninguna de sus rocosas capas de explotación y de muerte". A vuestras chiquillerías de patio escolar, responderán sus capataces de Bruselas con órdenes terminantes, que se ejecutarán al momento, de recortes e impuestos que matan y empobrecen. ¡Jugad, jugad, benditos!

jueves, 8 de diciembre de 2016

La ley de la buena educación


Automóvil de la marca Peugeot
Me interesa la Iglesia tanto como la Peugeot y otras asociaciones y corporaciones de negocio y poder. No hablo aquí de la creencia, porque cada uno nos lo montamos como podemos, atados a una o a otra fe o hobby, para soportar eso de haber nacido para la muerte. Pero la Iglesia Católica sí me interesa porque desde que yo era pequeño tuvo un proyecto de vida para mí, mucho antes de que yo tuviera un proyecto de vida para ella. No es que yo haya salido especialmente herido por el trato con esa institución; sobreviví, pese a que la Iglesia sabía a qué películas tenía que ir, a qué distancia debería bailar de mi pareja, cuándo ayunar o cuándo tocar la flauta del sexo, casualmente, sin partitura ni estudios de solfeo. Le debo, desde luego, como tantos otros jóvenes, desde la Edad Media, el haber estudiado. Porque, cuando me suspendieron el Examen de Ingreso en el Padre Suárez, por no saberme el Credo, mi padre me puso interno con los dominicos y no tuve más remedio que estudiar y, observar con sorpresa, y sin Paolo Collejo alguno que me guiara, las curiosas evoluciones de mi cuerpo y de alguno de sus adminiculos multifuncionales. Ahora miro con curiosidad cómo la sociedad se ha paganizado, mientras que todos fingimos creer que la Iglesia aún conserva el poder de antes. Una de las asignaturas que habría que estudiar en Secundaria, obligatoriamente, debería ser la historia de las religiones; si no, ¿cómo se entiende el mundo? No estaría mal explicar en clase que la Iglesia española piensa todavía que la educación es una cosa suya que ha tenido que ceder al Estado porque, tras la generalización de la enseñanza, no tiene posibles para llevarla toda ella. Su alianza con los golpistas del 18 de julio del 36 le permitió recuperar el terreno perdido durante la República y volver a controlar la educación de los jóvenes. Y no se resigna a entregar la pieza. El problema de la escuela no debe ser ya si dar o no, religión. El reto es cómo orientar a los estudiantes en un mundo atiborrado de información. Todo está en la Wikipedia, y cada vez mejor explicado. El desafío consiste en preparar profesores que hagan de filtro de calidad de esa información invasiva y casi ilimitada que les llega a los jóvenes. Y luego, clases de urbanidad para los mayores. Para evitar, dentro de lo posible, comportamientos como el de un padre -lo ha contado Coco Vida en su espléndido blog http://coco-cocovida.blogspot.com.es/- que respondió así a sus hijo de tres años que le preguntó extrañado por un hombre manco que pedía a la puerta de la tienda de juguetes: "Ese hombre está así por malo, porque cuando era chico pedía muchos juguetes y muchos caprichos y por eso está castigado a estar así para siempre". A veces pienso que los que están necesitando una severa Ley de Educación, no son los niños, sino bastantes padres desorientados.

jueves, 1 de diciembre de 2016

Alguien que cuide de mí

Interprete de "Alguien que cuide de mí"
¡La polvareda que ha levantado Pablo Iglesias con sus opiniones  sobre la feminización de las sociedades expresadas en un encuentro con otros políticos! Hasta me lo han comparado con un alcalde del PP que ha dicho unas barbaridades muy grandes sobre la mujer. Enseguida han salido los que se creen dueños de la franquicia feminista –los del PSOE- y le han llamado de todo, por boca de su portavoz. Me hace mucha gracia ver a machos  llamando machistas a otros machos. Los defensores de las mujeres me enternecen, desde Ivanhoe, un caballero medieval del siglo XII que combatió en un torneo para salvar a la judía Rebeca de la hoguera en una película de los 50 que vi en el cine Imperial de Loja. Liz Taylor, muy guapa, hacía de Rebeca, la chica acusada de bruja.  Si no he interpretado mal a Pablo Iglesias, lo que ha querido decir es que una de las ocupaciones milenarias de la mujer, el atender sus hijos, a los enfermos, a los viejos, el cuidar de todos, debería de dejar de ser algo privativo de mujeres y convertirse en un trabajo de toda la comunidad. Una sociedad feminizada sería aquella en la que cuidásemos todos, hombres y mujeres, de todos.  En e una primera etapa de la lucha por la igualdad, las mujeres han intentado meterse en el traje del varón, portarse como él, acceder  los cargos y empleos que los hombres han desempeñado en exclusiva hasta hace unas décadas. No han feminizado la sociedad,  se han masculinizado ellas, para bien y para mal. Se han integrado en el ejército, en los cuerpos de seguridad, en las notarías, en los juzgados, en los bancos y en las empresas. Parece que los varones -se quejan ellas- no las han descargado, para que puedan estar en lo público en las mismas condiciones que ellos, de parte de las responsabilidades  que tradicionalmente las mujeres venían cubriendo en la sociedad patriarcal. Y bastante razón tienen; la mujer sigue atendiendo, con esfuerzo y dificultades, sus antiguas funciones de cuidadora y madre, más las que ha conquistado en el territorio masculino de lo público. Pide Pablo Iglesias, que la sociedad se feminice, que asumamos hombres y mujeres las tareas de cuidadores, que construyamos una sociedad más acogedora y confortable. Pues le ha caído parda. Ya saben, vivimos en la época de las posverdades . Las posverdades son mentiras que resultan más creíbles que las propias verdades. Importa muy poco lo que digas. Aunque Iglesias  esté haciendo una propuesta respaldada por uno de los muchos feminismos existentes, no importa. Se le tildará de machista por los que se consideran los únicos propietarios del feminismo. E inmediatamente, sin reflexión ni tino, saldrán a morderle el calcañar una patulea de adversarios interesados que lo odian porque ven en él una amenaza para su futuro. El que los puede sacar del escenario.