miércoles, 19 de diciembre de 2018

Miedo

Creo que voy comprendiendo, conforme me hago mayor, y por tanto más débil, el miedo de las mujeres a pasear por el campo solas. Si eres hombre y grande, pocas veces te vas a ver enredado en un ataque físico. Los asesinos, quesuelen ser cobardes desde su supuesta ‘hombría, buscan víctimas fáciles. Unas ancianas en un portal, un viejo en su casa, una mujer que pasea. Niños. Los fabricantes y usuarios de armas, desde el aire, o desde la costa o desde un dron, no tendrán reparo ninguno en matar a hombres poderosos, armados hasta los dientes, sin importarles que mueran también civiles desarmadosHace poco sentí miedo. Iba paseando solo por un camino rural que no llevaba a ninguna parte. Un cañaveral y unas zarzas lo habían invadido totalmente, impidiendo el paso. Tendría que haberme dado la vuelta y buscar otra salida. Pero en el camino, debajo de un coche viejísimo, había alguien trasteándolo. Sus pantalones: sucios y rasgados. No le vi la cara, pero sí una llave de carraca absolutamente nueva que blandía en su mano. Lo cochambroso y lo refulgente juntos me asuntaron. Pensé que estaba agazapado para atacar al paseante. Tiré por el brazaly salí, 600 metros más adelante, con rasguños en las manos y cara. Ese miedo es de ahora. Pero el asesinato de Laura Luelmo ha alertado en mí los miedos de siempre. A los medios de comunicación que estrujan a las víctimas sin piedad ni pudor para subir la audiencia. A los políticos desalmados que, una vez más, convierten a las víctimas en sustento de su ambición y, para ganar votos, aprovechan un crimen para discutir, en caliente, sobre la necesidad de endurecer las leyes. En casos como el presente, ante el horror, estaría perfectamente justificada la inclusividad. Nada de "todas unidas". Todas y todos. Porque a Laura Luelmo no "la han asesinado" (así, en impersonal, sin sujeto, como acabo de leer en la red); la ha asesinado un homicida confeso detenido ya por la Guardia CivilUsar el femenino excluyente el impersonal no es lo más eficazPorque esparce una culpabilización generalizada sobre toda la sociedad y, en particular, sobre los hombres que puedealejarlos de la lucha. No se trata del combate del primer sexo contra el segundo sexo” ni de la lucha de clases. Agrupémonos todos en la lucha final contra el asesinato de mujeres. Juntos, daremos miedo.
Resumen: No excluyamos a nadie de la lucha para acabar con el asesinato de mujeres. Unidos, ahuyentemos al miedo

miércoles, 12 de diciembre de 2018

Ideologías de Thermomix


Pachurreta cocinada en la Thermomix
Hoy en día todo está desubicado. ¿Dónde coño podemos encontrar la sede del neoliberalismo? ¿Cómo asaltar sus palacios de invierno? No hay un autor intelectual que lo dirija todo desde la cámara blindada de un banco o de un fortín. De haberlo, con arrastrarlo hasta la guillotina, habríamos acabado con  el mal omnipotente. Pero de lo que no podemos dudar es de su eficacia. Ha conseguido reducir a papilla las rocosas ideologías que se enfrentaron en el siglo XX, o a cremas, muy homogeneizadas, de sabores muy parecidos. El neoliberalismo ha triturado,  con la eficacia de una Thermomix, las viejas y robustas ideologías. El mismo robot de cocina alemán que también ha contribuido al empoderamiento de los machos de la especie. Hay mucho soltero, separado y viudo que gracias a esta máquina, consigue unas lentejas de gran calidad, partiendo de la nada, sin haber frito nunca un huevo. Simplemente, siguiendo las instrucciones del recetario. Un adminículo micromachista, eso es la Thermomix. Es más, estos varones singles dan el pego con salmorejos, mazamorras, ajo blancos, cremas de calabaza, de calabacín y, hasta de zanahoria, cocinados por su Thermomix. Echo de menos el espesor, como de olla podrida o de revienta burras,  de los añejos guisos ideológicos. En un diccionario filosófico soviético leo que hay ideologías buena y malas. Falsas y verdaderas: “los intereses de la clases reaccionarias dan origen a una ideología falsa; los intereses de las clases revolucionarias contribuyen a la formación de una ideología verdadera, científica, la marxista”.  Y enfrente, La Falange proclama en el punto X de su ideario (1940): “Nuestro sentido espiritual repudia al marxismo”. Todavía no había pulverizado la Thermomix del neoliberalismo ideologías tan distintas.  Pero hoy el bien supremo no es la revolución, o la contrarrevolución, sino conseguir como sea un puesto de trabajo. La idea- fuerza del neoliberalismo es que hay que malvivir de trabajos basura gran parte de la vida para obtener un trabajo mejor. Y los partidos, desde Podemos a VOX (de forma más o menos encubierta), comulgan con esta ideología. El bien supremo es el empleo. Venga del turismo religioso o de la construcción de fragatas. Y tanto el  PP como Podemos ofrecen a los trabajadores la misma pachurreta. La misma sopa boba.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

VOX y el moro Muza


El Campeador
La conquista de España hay que empezarla por el Sur, como manda la Historia. Como Muza, el Cid Abascal lo va a intentar  desde Andalucía. “¡Han entrado los moros en España!”, se lamenta Agustín Serrano de Haro en su libro “Guirnaldas de la Historia” (1947), subtitulado Historia de la cultura española contada a las niñas. Y por si las niñas no se han asustado lo suficiente con la incursión africana, precisa: “España, casi entera, es sometida al despotismo de una raza extraña, fanática y brutal que ni comprende ni quiere la luz del Evangelio…Un califa había dicho: «nosotros debemos comernos a los cristianos y nuestros hijos a sus hijos».  ¡Qué espanto! Pero no comparemos a VOX con estos moros. Hay moros buenos. Y los del Cid Abascal, los que quieren implantar su primer reino de taifas en Almería, son hasta ecologistas. Respetuosos con el medio ambiente, van a hacerse con España a caballo, como Curro Jiménez se hizo con la Serranía de Ronda. Así aparecen en un vídeo electoral: cabalgando orgullosos las tierras del Sur, como los señoritos latifundista, antes del Land Rover. Los nobles brutos dejarán el territorio totalmente cubierto de estiércol. Cuando lleguen a Covadonga,  la semilla del bien germinará en el secarral de la patria gracias a las mierdas nutricias de los equinos. Los moros son buenos o malos según convenga. Los moros que ayudaron a Franco en el golpe de Estado (éste, sí) del 36 eran cojonudos. Por lo menos para el falangista Agustín de Foxá que, en un romance aparecido en el diario Patria de Granada, el 17/07/1936, después de pasear a los moros en los aviones que los traían de África por las ciudades de Andalucía, mostrándoles sus bellezas, los azuza contra el enemigo con estas palabras: “Que al otro lado del monte / los hombres sin Dios te aguardan, / con tanques de oro judío / y cien banderas de Asia. / Si mueres, Abedelazis, / sobre los surcos de España, no el Zoco Chico de Tánger / celebrará tus hazañas, / ni el domador de serpientes / cantará sólo tu fama. / Los poetas de Castilla / te dirán en lengua brava: / "También tienes tu lucero, / español de piel tostada."  El mismo Abascal, si encuentra algún tabor de regulares, de piel tostada, que le ayude a librar a España de “los hombres sin Dios”, a lo mejor les arregla los papeles para que le hagan de guardia mora.

viernes, 23 de noviembre de 2018

Matar al Padre Estado

Algunos aparatos de mi cocina
Estoy muy agradecido a mis hijos por la sutileza con la que ahora, pasada su infancia y adolescencia, siguen “matando al padre”, a su padre. Se lo pongo fácil. Soy un vicioso de los todo a cien. Y traigo a casa los objetos más peregrinos e inútiles que imaginarse puedan. Sobre todo de cocina. Un sacapuntas de zanahorias, un deshuesador de cerezas, un liposuctor de yemas de huevo, un colador de las claras; diversos e inservibles cortadores de papel film y de aluminio, botellas enormes con grifo, que casi no caben en la nevera, para llenar los vasos de agua helada en verano, pela-ajos, rompenueces: cascapollas, en definitiva.

Ellos llegan al reino perfumado de mi cocina y en lugar de ensañarse freudianamentecon su padre, la toman con esos objetos preciados de los chinos que me sirven de metadona del consumo. Ahí se queda todo. Al final hasta transigen con que cuelgue las bolsas de plástico de una artilugio de alambre que a su vez he fijado en los azulejos con unas ventosas súper adhesivas. Nada que ver con los embates que el padre Estado tiene que soportar de los que tendrían que cuidarlo con más mimo: los políticos.

En España nadie se ha ocupado en serio de construir un Estado democrático fuerte. Después de la muerte del dictador, la derecha, que había ganado una guerra, no estaba para sutilezas democráticas. Han pasado 43 años y, parte de ella, sigue pensando que España le pertenece por derecho de herencia y de conquista y que la democracia es un puro formalismo para mantener atada y bien atada la propiedad de una finca que siempre han considerado suya, y más, después de habérsela arrebatado a "las hordas rojas". Y los partidos comunistas, anarquistas y socialistas, deslumbrados en su día por los fulgores de la revolución rusa, pensaron que, cuanto más debilitado y fragmentado estuviese el Estado, más fácil resultaría asaltarlo. De ahí su apoyo actual a la autodeterminación y su condescendencia con Puigdemont, al que consideran el Ho Chi Minh del Ebro.

Esto, más una cierta tendencia de los naturales del país a hacer siempre lo que nos viene en gana, ha desembocado en la situación presente, en la que los hijos más preclaros del Estado –diputados, jueces y gobernantes– se emplean en rematarlo, por partes. Escupiéndole a diario a sus tres poderes que, de funcionar correctamente, deberían estar orientados a servir al ciudadano, a resolver conflictos e injusticias y hacer de airbag de la violencia.

jueves, 15 de noviembre de 2018

Feminismo tridentino


Los versos blasfemos
Los políticos aforados deberían de andarse con muchísimo cuidado a la hora de denunciar a particulares. Al menos, por dos motivos. El primero: si ellos disfrutan de un trato procesal exclusivo, como diputados, los ciudadanos deberíamos estar blindados, cuando ejercemos como tales, poniéndoles delante de la cara un espejo, aunque sea deformante. Y el segundo: no deberían imitar a las iglesias y religiones, que tanto critican, cuando esas organizaciones se incomodan con una blasfemia y hablan de que se les está faltando al respeto. Esas organizaciones son las mismas que durante siglos, y en nombre de sus dioses, descuartizaron, quemaron o torturaron a los "infieles". Piden respeto, porque no están en situación de pedir fuego o exterminio, aunque sí lo hagan algunos de sus seguidores más fanáticos. ¿O es que no hemos superado todavía la etapa religiosa? ¿Es que no sabemos relacionarnos con la disidencia si no es con el castigo, la denuncia o la excomunión? Se haga en nombre del feminismo, del cristianismo o de cualquiera de los disparatados nacionalismos que nos aburren y contrarían con sus anatemas. La denuncia de un diputado a un particular, por insultos, es una blasfemia democrática: la que ha proferido Montero, la diputada de Podemos, contra un infame versificador que, con muy malos versos y con muy mala leche, ha escrito que esta política debe el escaño a su relación sentimental con Pablo Iglesias. Ustedes, amigos y amigas lectores, el público en general, yo mismo, y, también, el poetastro que se esconde bajo el pseudónimo de El guardabosques de Valsaín, tendríamos que poder lanzar contra los políticos las blasfemias más salvajes, sin más temor que el de empañar nuestra buena reputación. Si alguien quiere llamar "gallinero" al supuesto "harén" de Iglesias, está en su derecho. Nada comparado con la constante loa y exaltación que de sí mismos hacen los políticos, que nunca reconocen haberse equivocado. Si ellos nos atacan con la falsedad y la desvergüenza de sus promesas incumplidas, nosotros los alancearemos con las palabras más hirientes que se nos ocurran. Sin que nos chamusquen hogueras o calcinen nuestra economía multas de 50.000 euros, como la que ha puesto un juez al Guardabosques de Valsaín, aplaudida por una doctrina feminista que cada vez se parece más a la de Trento.

lunes, 12 de noviembre de 2018

Suspenso en prosodia, sintaxis y ortografía

Las cloacas del Estado
Desde el punto de vista de la prosodia, Aznar certifica la decadencia definitiva del Imperio español. Su acento tejano, de piojo resucitado y cateto, cuando se alió con Bush para acometer la guerra más falaz y dañina que vieron los siglos presentes, la de Irak, supone el mayor ataque y desprecio de un gobernante a su propia lengua. "Estamos trabajando en ello", declaró en la rueda de prensa que dio en Texas, al alimón con Bush, tras la reunión que mantuvieron para ver cómo presentaban a la ONU y a los españoles el ataque a Husein. La pronunciación de Aznar fue entonces muy cercana a la del excelente cómico Cantinflas. Seguramente que pensó que así halagaba a sus anfitriones tejanos. Como el niño que se pone sabiondillo y repelente para hacerle la pelotilla al maestro. Muy distinta la actitud del Emperador Carlos V, en la cima de su Imperio, cuando le decía al mismísimo Papa que le importaba poco que no lo entendieran -él no se manejaba muy bien en latín, la lengua de la diplomacia papal- porque "estoy hablando en mi lengua española, que es tan bella y noble que debería ser conocida por toda la cristiandad". Me gusta recordar estas cosas que me enseñaron mis maestros en historia de España y del castellano, don Juan Sánchez Montes y don Manuel Alvar. No sé cuál de ellos -posiblemente fuese don Juan- nos contó que Carlos V hablaba en italiano con los embajadores; en francés con las mujeres; en alemán con los soldados; en inglés con los caballos y en español con Dios. Aznar hablaba catalán en la intimidad, tejano con su señorito y en el reprobable lenguaje de la soberbia inane con sus gobernados. No quiero culparlo también de las faltas de sintaxis y de ortografía cometidas por los opositores a plazas de profesores de secundaria en institutos, conservatorios y centros de FP, celebradas en los pasados meses de julio y agosto, pero si considero que alguna responsabilidad tienen él, y otros muchos políticos, en el reciente golpe de grabadora que Villarejo viene dando al Estado con la revelación de las conversaciones que sostuvo con políticos, jueces, fiscales y empresarios españoles. Su voz, y la de los grabados por él, denota el desprecio y la altanería del que está en el ajo. Es la voz de los listos, de los quedones, de los entendidos, de los que saben. El idioma intemporal de los tramposos.

domingo, 28 de octubre de 2018

¿Las hermanas del baptisterio de las Gabias candidatas del PSOE?

¿A quién no le va a gustar un imperio socialdemócrata?

La intervención de Pablo Casado el sábado en Sevilla es una demostración clara de que no se puede ser malo ni bueno permanentemente ni acertar o errar siempre. Ha afirmado una verdad tan grande como el baptisterio romano de las Gabias. Ha definido la democracia andaluza como "una democracia clientelar y corrupta", tras casi 40 años de gobiernos socialistas. ¡Qué bien dicho! ¡Qué síntesis más adecuada! Se ve que ahí se le acabó la cuerda de la verdad y entró en el terreno de las posverdades a medias. Porque Pablo Casado, como todos nosotros, y aunque se empeñe en demostrar insistentemente lo contrario, es un poquito bueno y, tambien, un poquito malo, como diría mi querida sobrina Marta. Todavía no conocemos las listas electorales y ya adelanta que el PSOE andaluz va a presentar a Torra, a Otegui y al mismo Pedro Sánchez para parlamentarios andaluces. Él sabrá por qué lo dice y quién se lo habrá chivado. Si él lo dice, será verdad. Pero me molesta muchísimo que haya olvidado a los hermanos que enseñan y conservan el baptisterio romano de las Gabias. No concibo un parlamento andaluz sin que estas personas ocupen un escaño en la futura bancada socialista. Se lo han ganado a pulso. Sólo tendrían que cambiar la frase que repiten siempre que enseñan el baptisterio a los turistas. Y en lugar de decir "¿A quién no le va a gustar un imperio romano?", como vienen preguntando retóricamente, tendrían que inquirir, en la campaña electoral que se nos avecina:  "¿A quién no le va a gustar un imperio socialdemócrata?". Seguro que la emperatriz Susana, con esta ayuda, volvería a ocupar el trono y a conservar su imperio andaluz. 

miércoles, 10 de octubre de 2018

La edad de la inocencia


De película de miedo
Susana Díaz con su convocatoria de elecciones al parlamento andaluz ha clausurado la edad de la inocencia. Pronto se convocarán más elecciones. Es lo bueno que tiene el sistema democrático que cada cierto tiempo se te perdona que hayas votado a partidos ladrones, racistas, veletas, sin ideología, clientelares; plagados militantes que se pagan las juergas y las bebidas, a costa del común. Las elecciones ponen de nuevo a los votantes ante la tesitura de taparse la nariz y convertirse en colaboradores necesarios, en cómplices de los errores y horrores del pasado, o de abandonar, en un rasgo de honestidad democrática, a los que se conjuraron para enriquecerse, al tiempo que ayudaban a enriquecerse a otros, y provocaban el empobrecimiento y la desgracia de la mayoría de la población (no me atrevo a usar la palabra gente porque es palabra de señoritos o de caseteros ni ciudadanos, porque, junto con toda la terminología democrática, ha sido enlodada por los que debieron mantenerla limpia). Sólo me queda población o contribuyentes. Ni españoles ni catalanes ni vascos ni gallegos son nombres a los que se pueda acoger uno de cómo nos los han dejado los patriotas sinvergüenzas de cada una de esas patrias-casetas de feria. Al votar ahora, nadie podrá alegar que no conoce las tropelías del partido al que va a otorgar su confianza, porque han sido suficientemente dadas a conocer. El votante asume, pues, la historia reciente de la formación a la que va a dar su confianza. Recuerdo con horror la pintada más cobarde, el eslogan más inmundo de cuando ETA  asesinaba. A veces, en las paredes de Euskadi alguien escribía: “¡Eta, mátalos!”. Lema que convertía a los etarras en sicarios y a los autores de las pintadas en inductores cobardes de un crimen que ellos no tenían el valor de cometer. A partir de los próximos comicios, los votantes deberíamos sentirnos responsables de los emigrantes rechazados, de los ancianos no atendidos, de los enfermos que murieron esperando atención médica, de los desahucios, de los másteres conseguidos por enchufe, de los doctorados plagiados, de los sueldos en negro. No habremos sido nosotros los autores materiales, pero sí habremos puesto con nuestro voto en manos de sicarios electos las  armas que les otorgan poder para hacerlo. Será imposible que sigamos pensando que somos inocentes.

jueves, 4 de octubre de 2018

Leer fuera del tiesto


Jesús y su mascota
Un amigo me ha pedido que cuelgue en el Facebook las portadas de siete libros que, “ayer o hace 50 años”, me hicieran tilín o tolón. La primera portada que he publicado es la de una novelita del FBI que conservo de cuando vivía de niño en el Paseo de la Bomba de Granada, titulada Acepto tu reto. Y tirando de esa portada han salido preciosos frutos del cesto de los recuerdos de la red: ¿Qué leíamos los niños en años de escasez, vigilados y dirigidos por el canon literario y la escuela? ¿Quiénes escribían esas novelas de aventuras? ¿Por qué sus autores utilizaban pseudónimos? Algunos eran escritores “rojos” de renombre, obligados al anonimato. Leíamos todo lo que caía en nuestras manos, hasta a los clásicos.  La novelita está muy manoseada y marcada para no repetir su alquiler. Las cambiábamos en puestecillos de la Bomba, del barrio de San Matías o de la Cuesta de San Gregorio.  Ayer por la mañana publiqué la segunda portada: la del Catecismo de la Doctrina Cristiana de Ripalda, un opusculito al que tengo que agradecer mi radical despego de catecismos y libros de autoayuda y desarrollo personal.  Aunque confieso que alguno de ellos –concretamente, el Manifiesto programa del PCE-  incluso terminé explicándoselo a los camaradas de la Campiña montillana, cuando -cosa rara en España- muchos partidos se pusieron de acuerdo para hacer una transición sin muertos ni venganzas. Pero lo hice sin vocación y sin entusiasmo, asépticamente, pero con las técnicas pedagógicas más avanzadas. Quizá me ayudó a no ponerme estupendo y a respetar al adversario político (¡no había otra!), una novelita deliciosa que leí en el internado, debajo de las mantas de la cama, alumbrado por una linterna. Era la historia de un alcalde comunista y de un cura que hacían lo posible por llevarse las almas y los votos a sus cielos particulares, pero en una “entente cordiale”. Hoy, debilitado el canon literario y desaparecida la censura eclesiástica, los lectores no se han inclinado por Góngora ni por Quevedo, sino por best sellers llenos de sexo, jacuzzis y velas. Se lee fuera del tiesto, pero se lee bastante más que hace 50 años. Urge volver a la escasez. Prohibir los clásicos;  y los chicos los leerán cautelosamente bajo la colcha, con miedo y delectación. Ya estamos viendo en Cataluña cómo prohibir el referéndum está contribuyendo a la multiplicación de los independentistas. Prohibir los libros canónicos disparará su lectura.

viernes, 28 de septiembre de 2018

Ataques a los sentimientos lógicos de la gente

Dios, pasando
(Al alimón, Miguel Ángel Buonarrotti y M.A. Barrera Maturana)
Dios es mucho más inteligente de lo que yo creía. Lo ha demostrado renunciando a defenderse a sí mismo de los ataques de un particular, Willy Toledo, y dejando que lo haga un bufete madrileño de abogados cristianos. Ni siquiera ha recurrido a sus defensores naturales, los juristas vaticanos, que le hubieran salido más baratos. De hecho, dios es muy de mensajeros, muy de matones, de verdugos, de cruzados, de mártires, de sicarios. De legisladores, de jueces, de fiscales que le hacen el trabajo sucio, pero él no se persona a la hora de encender la hoguera, de tajar un pescuezo, de poner una multa. No busquen ustedes a dios, cuando los hinchas de un equipo blasfeman tras perder sus colores un partido. Ni entre los heridos o moribundos que maldicen en el campo de batalla, frustrados -vencedores y vencidos- porque sus misas y sus ofrendas no los han protegido del dolor o de la muerte. Es más, las blasfemias muy elaboradas dios casi nunca las castiga, porque los chivatos que le suelen ir con el cuento o no se enteran de lo que quiere decir el blasfemo o son ellos mismos los que, disfrazados de poetas o de teólogos, perpetraron las ofensas. A parte de que dios es una persona bastante lógica y no tiene muy claro (que lo tengo yo hablado con él) si después de la Ilustración -que consagra la relación causa y efecto para explicar muchas de las cosas que nos pasan-, lo de ofender los sentimientos religiosos de los creyentes no debería de ir acompañado de un ilícito penal simétrico que se ocupara de sancionar las ofensas a los sentimientos lógicos de los ciudadanos: 14 € de multa por sostener que la Tierra es plana; 32 € de multa por seguir sustentando que nos fabricó un dios alfarero con barro en lugar de ser el producto de un trabajoso y dilatado proceso evolutivo. ¿Y por qué no se multa a cualquier penitente que fuera de temporada le dé por pasear a sus titulares y manchar el pavimento de cera? ¿Qué menos que 2,50 € por batacazo de paseante? Es muy fácil castigar las blasfemias de arriero de Willy Toledo, pero a ver quién se atreve con los munícipes que condecoran a las múltiples advocaciones que la madre de dios recibe en toda la cristiandad, siendo ella, como es, una única persona. Porque si hay algo cierto e incontrovertible es que madres, y en esto el altísimo no es una excepción, no tenemos más que una.

sábado, 22 de septiembre de 2018

El autoplagio de Yhavé

Adán y Eva (G.Doré)
A día de hoy no sé con exactitud qué es peor si plagiar o autoplagiarse. El autor del Pentateuco, que ya casi nadie atribuye a Moisés, pone a Dios autoplagiándose. Si lo dijera yo, no sería cosa de creer, pero -¡un respeto!- que es el Génesis el que lo dice (1,26): "Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza". Y la copia le salió tan mal que luego tuvo que mandar a su propio hijo a morir en un grano de materia cósmica (nuestro planeta) para arreglar el desaguisado. Porque copiar, a veces, entraña riesgos: los que arrostraron Bouvard y Pécuchet, los personajes que dan nombre a una novela de Flaubert. Bouvard y Pécuchet son tan semejantes que parecen copiados el uno del otro. Jubilados, se conocen en un parque de París y deciden dedicarse a copiar todas las enciclopedias que caen en sus manos y a poner en práctica lo que aprenden en ellas. Pero fracasan una y otra vez. La estupidez de Bouvard y Pécuchet, muy parecida a la de Don Quijote, consiste en su incapacidad para aprender de sus fracasos. La estupidez del dios de la Biblia consistiría en la solución tan estrambótica que activó para arreglar la mala copia que había hecho de sí mismo. ¡Nada más y nada menos que inmolarse en una cruz! Siendo omnipotente, pienso, le hubiera resultado menos gravoso arreglar el hardware y el software de Adán y Eva, y el de su estirpe, para que se parecieran más a él. Hacernos inmortales, todopoderosos, omniscientes, y todo eso. Bouvard y Pécuchet, hartos de tantos fracasos, deciden ahorcarse un 24 de diciembre en el desván de su casa. Pero, al darse cuenta de que no han hecho testamento, desisten. Y vuelven, tras algún fracaso más, al sosiego de su antiguo oficio: copiar. Para ello, compran papel usado al peso y copian metódicamente todo lo impreso. Compone Flaubert, con esta novela, un relato de anticipación. Se malició que la copia, como estamos viendo en nuestros días, sería el problema de los siglos venideros: el cortar y pegar. A veces me sucede como al mismo Flaubert -según dejó escrito- que me siento tan lleno de Bouvard y Pécuchet que he terminado siendo como ellos. Su estupidez -la estupidez de todos nosotros- que no paramos de cortar y pegar, es la mía y esto me inquieta y me frustra sobremanera porque me gustaría -como reclaman muchos adolescentes- "ser yo mismo". No una copia.

domingo, 16 de septiembre de 2018

El mercadillo de la sabiduría

Mercadillo peruano
Foto de
La Universidad de Salamanca es la más antigua de España y del mundo hispánico y la tercera más antigua de Europa. En la fachada de uno de sus edificios figura este lema: Quod natura non dat, Salmantica non præstat; una enciclopedia me informa de que este proverbio latino significa que una universidad no puede darle a nadie lo que le negó la naturaleza: ni la inteligencia ni la memoria ni la capacidad de aprendizaje. Aunque Góngora, en su letrilla Dineros son calidad, da a entender que, si no esas cualidades, sí te puede dar un título para que finjas tenerlas: "Todo se vende este día […]; / hasta la sabiduría / vende la Universidad", escribe el cordobés. Los votos también conceden títulos por la cara. No sé cómo soportan los alumnos, que estudian y asisten a clase, que los políticos reciban estas regalías. Si te pillan, como ha sucedido con Montón, y dimites, tienes asegurada una gloria momentánea. Tus compañeros hablaran de tu honradez y valentía. Feministas desnortadas y hasta el presidente Sánchez han salido a defenderla con argumentos parecidos a los que esgrimió la maleducada Serena Williams para justificar su derrota en el Open Usa o a los que usó ABC para honrar, tras su muerte, la figura de ministro de Franco Fernández de la Mora. El diario monárquico definió así su trayectoria como ministro de Obras Públicas: "Dobló los créditos presupuestarios para carreteras y terminó el acondicionamiento de la red principal, elaboró la Ley General de Autopistas (adjudicando 1.500 kilómetros), redujo al mínimo el déficit de Renfe e inició la construcción de la gran estación ferroviaria de Chamartín…". Sánchez ha plagiado el panegírico de ABC: "Carmen Montón está haciendo un trabajo como ministra de Sanidad extraordinario. En menos de 100 días se ha recuperado la universalidad de la sanidad pública. El pasado viernes incluso se puso en marcha la tramitación de una ley muy importante para este Gobierno como es la ley de lucha contra la violencia contra los menores. En definitiva, lo que está haciendo durante estos últimos meses es precisamente lo que se le pidió: revertir los recortes en la sanidad pública, recuperar y avanzar en derechos vinculados con la sanidad pública". Gonzalo Fernández justificaba al franquismo por sus obras. Sánchez, las engañifas de Montón, por su trabajo. Ahí se andan los dos.

viernes, 14 de septiembre de 2018

El mercadillo de la sabiduría

La Universidad de Salamanca es la más antigua de España y del mundo hispánico y la tercera más antigua de Europa. En la fachada de uno de sus edificios figura este lema: Quod natura non dat, Salmantica non præstat; una enciclopedia me informa de que este proverbio latino significa que una universidad no puede darle a nadie lo que le negó la naturaleza: ni la inteligencia ni la memoria ni la capacidad de aprendizaje. Aunque Góngora, en su letrilla Dineros son calidad, da a entender que, si no esas cualidades, sí te puede dar un título para que finjas tenerlas: "Todo se vende este día […]; / hasta la sabiduría / vende la Universidad", escribe el cordobés. Los votos también conceden títulos por la cara. No sé cómo soportan los alumnos, que estudian y asisten a clase, que los políticos reciban estas regalías. Si te pillan, como ha sucedido con Montón, y dimites, tienes asegurada una gloria momentánea. Tus compañeros hablaran de tu honradez y valentía. Feministas desnortadas y hasta el presidente Sánchez han salido a defenderla con argumentos parecidos a los que esgrimió la maleducada Serena Williams para justificar su derrota en el Open Usa o a los que usó ABC para honrar, tras su muerte, la figura de ministro de Franco Fernández de la Mora. El diario monárquico definió así su trayectoria como ministro de Obras Públicas: "Dobló los créditos presupuestarios para carreteras y terminó el acondicionamiento de la red principal, elaboró la Ley General de Autopistas (adjudicando 1.500 kilómetros), redujo al mínimo el déficit de Renfe e inició la construcción de la gran estación ferroviaria de Chamartín…". Sánchez ha plagiado el panegírico de ABC: "Carmen Montón está haciendo un trabajo como ministra de Sanidad extraordinario. En menos de 100 días se ha recuperado la universalidad de la sanidad pública. El pasado viernes incluso se puso en marcha la tramitación de una ley muy importante para este Gobierno como es la ley de lucha contra la violencia contra los menores. En definitiva, lo que está haciendo durante estos últimos meses es precisamente lo que se le pidió: revertir los recortes en la sanidad pública, recuperar y avanzar en derechos vinculados con la sanidad pública". Gonzalo Fernández justificaba al franquismo por sus obras. Sánchez, las engañifas de Montón, por su trabajo. Ahí se andan los dos.

domingo, 26 de agosto de 2018

Hitler, sí. Franco, no. ¿Por qué?

¿Por qué los alemanes ajustaron cuentas con el nazismo y a los españoles nos está costando tanto erradicar al franquismo? Hitler, sus compinches activos, sus cómplices silenciosos, y los que hubieran heredado su botín, de haber ganado la guerra, fueron vencidos. Los que le sobrevivieron corrieron a lavarse la macha de su mayor o menor contribución al Holocausto en las fuentes de las Democracias. Franco y su panda ganaron la Guerra Civil y los herederos no quieren soltar la presa. De hecho no la han soltado y se han servido de la carencial democracia española para seguir disfrutando de la finca y exprimiéndola, con la ayuda del "buen pueblo español" que, en lugar de seguir a Cañamero, prefirió hacer oposiciones para que, engominados, los invitaran a las bodas escurialenses de sus líderes y lucir ese horrendo tocado femenino que se llama pamela. Los pobres del mundo se alzaron para disfrutar también de la bonanza. Tenían argumentos: "Ellos llevan robando toda la vida, ¿ por qué no vamos a poder hacerlo ahora nosotros?". Ahora los fanáticos linchadores de siempre, sacos de odio, que se apuntan a cualquier ejecución o algarada, piden, necesitan, otra guerra. Esto son los peligrosos. Nadie les dará nada cuando el pueblo llano, después de la última batalla, vencedores y vencidos, pase hambre. Ellos, sin dinero, sin beneficio, sin recompensa -porque los amos no pagan suficientemente a los traidores-, con el cartel de verdugos clavado en la espalda de por vida, habrán hecho el trabajo sucio de los depredadores. Les quedará la nostalgia del poder del que disfrutaron como asesinos a sueldo. El haberse sentido dioses de la muerte, viendo la cara de espanto de sus víctimas.

viernes, 24 de agosto de 2018

El PSOE,como el Bulli, sirve filminas en el plato

Filminas de colores proyectadas en el plato
Los buenos columnistas se suelen emplear a fondo en encontrar las raíces de las cosas y en explicárselas a sus lectores. Los columnistas de arrabal tratamos también de hacer lo mismo. Más difícil nos resulta encontrar soluciones para los vicios que denunciamos. Pero no somos los únicos. La mujer que se sentó a mi lado en el metro el pasado martes, adoptó con su hija una actitud tan antipática como la que solemos usar los predicadores sociales con cualquier personaje público, sospechoso de delito o yerro. A voces, le dijo taxativamente a su hija: "Tú lo que tienes que hacer…", e inmediatamente le lanzó un consejo no solicitado y una receta, inútil a todas luces, para resolver el problema que tenía la chica. La mujer del metro, al fin y al cabo, sólo se dirigía a su hija y su única culpa fue pensar que lo que le decía podría resultarnos útil a todos los pasajeros que viajábamos en un vagón de acústica tan perfecta como la del Auditorio Manuel de Falla. Pero el columnista menos dotado, la pluma más menesterosa, con esto de que publica sus consejas y admoniciones en papel, en un blog y en el Facebook, a lo mejor termina creyendo que disfruta de más audiencia y que tiene el poder de influir en la vida de más personas que la mujer del metro. Y subido, incansable, en su pedestal, termina por hacerse merecedor de una reprimenda semejante a ésta que la sobrina de don Quijote le atiza a su tío, en la segunda parte de la novela cervantina: "¡Válame Dios!¡Que sepa vuestra merced tanto, señor tío, que, si fuese menester en una necesidad, podría subir en un púlpito e irse a predicar por esas calles, y que, con todo esto, dé en una ceguera tan grande y en una sandez tan conocida, que se dé a entender que es valiente, siendo viejo, que tiene fuerzas, estando enfermo, y que endereza tuertos, estando por la edad agobiado, y, sobre todo, que es caballero, no lo siendo; porque, aunque lo puedan ser los hidalgos, no lo son los pobres!". No mi sobrina, pero sí varios militantes socialistas me han reprochado que me haya atrevido a decir en Facebook que el PSOE es una derecha caramelizada y crujiente, en lecho de falsas promesas y mentiras. Y lo que más les ha molestado es que no les haya dicho lo que tienen que hacer para convertir el partido en un sabroso manjar de vida y esperanza, como a ellos les gustaría. como el 

domingo, 19 de agosto de 2018

Las víctimas del 17A, como pretexto

Una bandera para 16 asesinados
Si se mira desde la óptica de la supervivencia y de la lucha por la vida se puede entender el dicho: “el muerto al hoyo y el vivo al bollo”. En tiempos, la realidad era todavía más sombría, cuando la escasez convertía al muerto, y no sólo simbólicamente, en el bollo que alimentaría a los vivos. Parece que en Atapuerca, hace 800.000 años, un campamento de "Homo antecessor" fue atacado por una horda de la misma especie, pero de distinto grupo, que mató al menos a 10 individuos, casi todos ellos niños y niñas, de corta edad y se los comieron.
También en Atapuerca, hace unos 400.000 años, la mente simbólica, la del hombre, crea los ritos funerarios y la cultura de la muerte que distinguen al ser humano del resto de las especies. La presencia, en una cueva de la sierra burgalesa, de Excalibur, un hacha de cuarcita, primorosamente tallada junto a gran cantidad de restos humanos y de oso, sin vestigio alguno que indique que los hombres prehistóricos vivieran allí o comieran o prepararan sus herramientas, induce a pensar a los paleoantropólogos que es una pieza de ajuar funerario.
Miles de años después, surge el rito inaugural de la cultura religiosa de Occidente, La Eucaristía, en el que la antropofagia simbólica se mezcla con el sacrificio expiatorio. "El manjar eucarístico contiene, como todos saben-Trento dixit-, verdadera, real y substancialmente el cuerpo y la sangre, junto con el alma y la divinidad de Nuestro señor Jesucristo", víctima expiatoria de los pecados de la humanidad y, al mismo tiempo, manjar que da la vida eterna. El que comulga se está comiendo a un ser humano completo, el cuerpo de Cristo, si nos atenemos a lo que dijo Trento.
En las semanas anteriores a la Toma de Granada, forzados por la falta de alimentos y la imposibilidad de avituallamiento, los defensores islámicos de la ciudad, regresando a Atapuerca, se comieron sus caballos, perros y gatos, así como a 260 cristianos que tenían en prisión.
Pero nadie le niega al ser humano la capacidad de progresar, de ir siempre más lejos. El Estado de Israel existe, en parte, gracias a las víctimas del Holocausto y al sentimiento de culpa que invadió a la humanidad por no haber podido evitarlo. Y en esto los judíos no se diferencian mucho del comportamiento que venimos observando desde hace cientos de miles de años en los miembros de nuestra especie y que se resume en el refrán: “El muerto al hoyo, o a la fosa común, y el vivo al bollo ”. Las víctimas del Holocausto, en una adaptación judía de la Eucaristía,  son, como Cristo, chivos expiatorios de la humillación alemana en la 1ª guerra mundial y manjar que da  la vida y la justificación al Estado de Israel, para siempre.  Pero las Administración israelí cada vez se parece más a los verdugos nazis. Y esto sí es un avance, un inesperado progreso en el camino del embrutecimiento de la especie.
Por ahora, ayer en Barcelona sólo se ha producido un episodio de antropofagia simbólica. Los políticos, despreciando el dolor de los familiares de las víctimas del 17A fallecidas, y de las que, heridas, siguen vivas, montaron un terrorífico banquete, una eucaristía espantosa. Corrieron todos deglutir a las víctimas. Por no hacer mudanza en sus costumbres.

jueves, 16 de agosto de 2018

Terrores médicos


Oficio de mujeres
En los cenobios teresianos aparece esta leyenda: “En la casa de Teresa, esta ciencia se profesa: o no hablar o hablar de Dios”. En la sede de la Conferencia Episcopal podría figurar este otro lema: “En la casa de Dios: o no hablar o hablar de sexo”. Me gustaría ser obispo para poder hablar de sexo con la profundidad y el conocimiento con el que se pronuncian ciertos prelados sobre este asunto. O ser experto: sicólogo, terapeuta o ginecólogo, para extenderme en explicaciones sobre un tema tan escabroso, espinoso y difícil, sin recibir un varapalo. La irrupción de los expertos, es decir, de científicos varones, en lo que era un dominio femenino –el cuidado del hogar, la salud de la familia, el embarazo, el parto y la logística del sexo- ha sido uno de los hechos más destacados del último siglo y medio. La coartada de la ciencia sirvió para desalojar a las mujeres de ámbitos que tradicionalmente controlaban. Al no ser yo experto, carezco de coartada, aunque me gusta, como a todo el mundo, hablar de las dos cosas más jugosas de la vida: el sexo y la comida. Y sobre todo, me gusta señalar, aunque moleste, las diferencias entre el deseo del hombre y el de la mujer. Si lo haces en una tertulia -lo he comprobado- se produce un ominoso silencio y de inmediato el moderador introduce otro tema. De lo que estoy convencido es de que, después de 150 años de dominio de los expertos varones sobre el cuerpo de la mujer, ésta todavía no lo lleva con naturalidad. Tengo un doble en Granada, al que no conozco, pero con el que me confunden muchas mujeres. Es ginecólogo. En dos comercios de la provincia, una ferretería y una tienda de deportes, las dueñas me han confundido con su ginecólogo en presencia de sus maridos. Al negarlo yo, los maridos me han mirado mal, como si sospecharan que mi negativa se debe a que sus mujeres y yo ocultamos algo. El sábado, en la Redonda, una mujer me soltó: “Doctor, no me baja la regla”. Cuando le dije que yo no era su ginecólogo, no me creyó y me miró con tremenda desconfianza. Esta confusión me ha llevado a pensar que las mujeres, avergonzadas todavía cuando se someten a la pesquisa de su ginecólogo, no lo miran a la cara. Por eso lo confunden con cualquiera que vaya en una chopper, de estructura corporal sólida y con barba. Normal, todavía no me he quedado con la cara de mi dermatóloga.

jueves, 9 de agosto de 2018

Algoritmo de salvación

Huyendo de la quema
En España no es costumbre leer la Biblia. Ni siquiera lo hacen los que se declaran católicos a machamartillo. Sí se la saben un chico joven y un anciano que suelen visitarme para explicármela. Y yo, arrogante, los despido asegurándoles que con la lectura de las espléndidas aclaraciones de la Nueva Biblia Española de Schökel y Mateos, que me regaló uno de sus traductores, me basta. El capítulo 18 del Génesis es tan transparente que los traductores de la Nueva Biblia no han necesitado de notas explicativas. En él,  Abrahán recrimina al Señor que vaya a quemar Sodoma y Gomorra sin tener en cuenta que en estas ciudades pueden habitar personas inocentes que no merezcan un castigo tan atroz. Entonces, Dios y Abrahán discuten sobre cuál ha de ser el algoritmo de la destrucción / salvación: ¿cuantos justos, habitantes de esas ciudades malditas, se necesitarían para salvarlas de la ira del Señor?  Yavé, en esta ocasión, se muestra muy condescendiente con el patriarca y no lo manda a hacer puñetas directamente e, incluso, lo acepta como tertuliano. Le comunica que en Sodoma y Gomorra -según sus "confites"- los botellones, los sanfermines, las fornicaciones, las violaciones, la pederastia sacerdotal, las falsificaciones en documento público, los cohechos, prevaricaciones y latrocinios, son tantos que no va a tener más remedio que meterles yesca a las dos ciudades. Y que va a bajar a ver si realmente responden o no a la realidad los chivatazos que ha recibido. Abrahán discute con el Señor porque no está de acuerdo con que paguen justos por pecadores. Porque el Señor del Antiguo Testamento era mucho de linchamientos y de arrasar con todo. El patriarca en este capítulo defiende la individualización de los delitos y de las correspondientes penas con la brillantez de un abogado de bufete de postín. Se encara con el Altísimo y con gran descaro le pregunta: "¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable?". Comienza un tira y afloja entre los dos y Yavé termina aceptando suspender el castigo si aparecen sólo 10 justos. El PP está a punto de arder en los juzgados, como Sodoma y Gomorra, y no hay forma de encontrar ni siquiera un justo, libre de cualquier imputación. A Sebastián Pérez, el ambicioso político granadino, le vendría bien que la cosa se resolviese por escalafón y no por algoritmos. Con esta fórmula le podría tocar la presidencia nacional de su partido. Para Granada, de fábula, porque no habría en la vida nada como la pena de tener a S. Pérez de alcalde en Granada.

viernes, 3 de agosto de 2018

Linchamientos, S.A.

Multitud
La anemia democrática actual va camino de convertirse en anomia. San Juan de la Cruz, en un dibujo que pintó para ilustrar su Subida al Monte Carmelo, explica lo que es la 'anomia'. En la cima del Monte escribe: "Ya por aquí no hay camino, porque para el justo no hay ley; él para sí se es ley". El místico, cuando alcanza la perfección, pasa de las leyes. En nuestra depauperada democracia los miembros de los tres poderes del Estado -los perfectos- se lo vienen montando en plan místico y, aunque obligan a los demás a cumplir los artículos constitucionales (como Juan de la Cruz obligaba a sus novicios del Carmen de los Mártires a respetar las reglas), ellos se saltan los más benéficos. Los que podrían contribuir a hacer más felices a los ciudadanos. La desafección por el sistema político y por las leyes que lo sustentan está alcanzando cotas preocupantes. Nuestra sociedad sufre de anomia grave: cada individuo es juez, legislador y policía. La ley está siendo sustituida por un concepto más nebuloso, más antiguo, el de mancha. Grupos enteros de personas, sin ser juzgados, sin ser condenados, son estigmatizados y se pinta en las puertas de sus casas, de sus familias, de sus vidas, de su reputación una mancha que los delata; y pasan, de ser ciudadanos, a ser reos. El concepto de mancha es religioso, un trasunto del pecado original. Por ejemplo: todos los hombres, en principio, y hasta que no demuestren lo contrario, están manchados por el estigma de la violación, de los malos tratos, de la arrogancia, del abuso, de la imposición. En Cataluña, a los no independentistas, les puede pasar de todo, sin que nadie mueva un dedo. Chuzos de punta pueden llover sobre los independentistas, y no habrá un españolista que se interponga. Los negros, los emigrantes, los homosexuales, los transexuales, los mendigos, los que miran mal a un gato, los que se zampan una hamburguesa, los que beben jumilla: sucios, manchados, condenados. En situaciones de anomia, como la que vivimos, sobran tribunales, abogados, jueces y aguacilillos. Todos terminaremos linchados por algún delito que nunca cometimos. Llegará un momento en el que, antes de salir a la calle, habremos de mirar si alguien en nuestra puerta ha dibujado con brocha gorda la mancha que nos llevará al patíbulo. Sin juicio previo.

domingo, 29 de julio de 2018

Juana -Rivas- de Arco

Juana Rivas, como la de Arco, ha ardido en la hoguera que le prepararon sus congéneres, ignorantes y aprovechados.
Convierten a las personas en objetos consumibles en sus pretendidas luchas progresistas. Cuando las buenas causas las cogen en sus manos desalmados, las ensucian y las desvirtúan. Las leyes son malas, los fiscales, incompetentes y machistas, los jueces parciales; de acuerdo: echémosles una Juana Rivas, para que la destrocen y así justificar nuestros empleos y nuestros sueldos, como consejeros, asesores, observadores, apesebrados y meapilas de las franquicias guais. ¡Juana indultada, una vez condenada! Y los que la usaron como un kleenex, condenados a prisión permanente no revisable. Y los legisladores a legislar, no a encabezar manifestaciones: que las manchan con su sucia aureola de incompetencia.

jueves, 19 de julio de 2018

Pliegue en una alfombra rusa

Academia de las Ciencias de la URRS

Uno de los métodos más severos de descontextualizar una obra de arte es meterla en un museo. Aunque no el más radical. Mao animaba a los jóvenes chinos a acabar con todas las obras de arte anteriores a la revolución, porque cualquier documento cultural era también un documento de barbarie, amasado con la sangre y el sudor  de los trabajadores. Pese a que Lenin se había opuesto a la destrucción del patrimonio cultural de la burguesía. Los talibanes destruyeron los budas gigantes de Bamiyan, el IS arrasó Palmira, en Siria.  En Europa,  los aviones norteamericanos arrojaban sus bombas desde 10.000 m sin tino ni precisión alguno para no ser alcanzados por las defensas antiaéreas alemanas. Destruyendo vidas, ciudades y todo vestigio cultural. El museo no extermina, conserva y muestra, pero desarraiga. Y, en inevitable alianza con el tiempo,  aleja las obras de arte del lugar en que fueron creadas. La museología, pese a todo, se esfuerza en acercar a los visitantes de esos mausoleos de la belleza los prodigios del pasado. Junto a cada uno de ellos, un cartel de metacrilato detalla autor, época y materiales que se utilizaron para producirlos. Audio guías, catálogos y vídeos intentan contextualizar los productos culturales que los siglos, las academias y el canon fueron subiendo al altar de la excelencia. Las visitas guiadas completan el proceso de acercamiento de la obra al espectador. Pero siempre hay algo que se escapa a catálogos y guías. En el Museo Ruso de Málaga, un visitante, ante un cuadro enorme de Vasili Yefánov, sorprende a la guía con una pregunta sobre una arruga de la alfombra que cubre el suelo del salón donde se celebra, en 1951,  una sesión de la Academia de las Ciencias de la URSS.  El Realismo Socialista  -al que está dedicada la exposición- dejaba poco sitio a la imaginación de los artistas rusos, vigilados y purgados, si no respetaban las directrices de los comisarios de Stalin. El pliegue, enfrentado a la compostura y envaramiento de los sabios académicos, rompe la solemnidad de la escena. La huella de un tropezón.  Quizá, lo más hermoso del cuadro. La firma irónica de un Yefánov que ha encontrado la forma de reírse del sátrapa. Volveré al Museo sólo para cerciorarme de si la hermosa guía rusa ha resuelto ya el enigma de esa arruga.  Y por volverla a ver.

lunes, 9 de julio de 2018

El que se fue a Bruselas perdió la Señera.

Pipa de porcelana
En La habitación cerrada, un cuento terrorífico de H. P. Lovecraft y August Derleth, el protagonista, Abner Whateley, acaba de heredar la casa de su abuelo por la que correteó asustado de niño. Nada más llegar a la mansión, ahora en ruinas, lo primero que hace es plantarse delante de la puerta de una habitación que nunca le dejaron visitar. "Ningún sonido de respiración", leemos, "ningún quejido le saludaba ahora, nada en absoluto mientras permanecía enfrente de ella, recordando, aún fascinado por la prohibición de su abuelo". Ciertas habitaciones de los cuentos de miedo son, como las pipas, los melones, las sandías o los huevos: estructuras cerradas que nos atraen porque parece como si en su interior se escondieran algún secreto o algún gozo. Herméticas y, en consecuencia, irresistibles, nos invitan a abrirlas o a profanarlas. Además de misteriosas, las clónicas pipas son para el artista Ai Weiwei (Pekín, 1957) una de las metáforas que explican nuestro tiempo: una época caracterizada por la copia frenética. Por la caída del canon, de los derechos de autor y de las academias, fumigadas por el "cortar y pegar". En 2010, Ai Weiwei cubrió el hall de la Tate Modern londinense, con 100 millones de pipas de porcelana, a modo de alfombra de 10 centímetros de espesor y 1.000 metros de superficie. Cuando algún escolar irrespetuoso e ignorante,  desobedeciendo las indicaciones de sus profesores, intentó hincarle el diente a una de estas pipas expuestas en la Tate, en busca del misterio que oculta en su interior, estropeó su gráfico de dentición. Imagino al ex presidente Puigdemont, proclamada la República Catalana, intentando volver a su despacho del Palau de la Generalitat; esa habitación cerrada por Torra, hasta su vuelta; donde Excálibur, pipa y espada de este nuevo Arturo, espera al prócer que ha de morderla y blandirla. Él cree que nadie ha profanado el recinto, en su ausencia y, decido a retomar el mando, se detiene ante la puerta; no puede resistir el deseo irrefrenable de penetrar en el recinto y hacerse con el cetro. Se para, aplica la oreja a la puerta, pide una llave a un conserje, rompe la cascara del huevo del poder, abre y se da de bruces con Torra, entronizado en el sillón presidencial, inamovible, "empoderado" para siempre. Sale desolado, cierra la puerta, y se pierde definitivamente donde habita el olvido.

jueves, 28 de junio de 2018

Votar en negro


Fouché, padre del espionaje moderno
A Pánfilo, un amigo jubilado, disruptivo y solitario, no le dejan votar en las primarias. Hasta esta tarde no he sabido que es uno de los  869.535 afiliados ectoplásmicos del PP. No sé por qué no me ha hablado antes de su militancia conservadora. Le recuerdo lo bien que se soportan un cura preconciliar y un alcalde comunista en la novela Don Camilo (1948) del escritor italiano Giovanni Guareschi. “Pánfilo, hubiéramos seguido siendo amigos”, le aseguro. Puestos, me abre su corazón y me cuenta que pensaba votar a Soraya Sáenz de Santamaría, pero que el detalle de plantar su bolso en el asiento de Rajoy, autoproclamándose heredera del trono vacante, mientras el presidente se refugiaba con unos amigos en un bar cercano del Congreso, el día de la moción de censura, no le había hecho gracia. Tampoco los rumores de que esta mujer es una especie de Fouché, el conspirador francés, inventor del espionaje moderno, que mandó a la guillotina al mismísimo Robespierre. También se dice que es la que maneja la ametralladora del fuego amigo dentro del PP. Parece que Rajoy tampoco sabía nada de esto y que la única queja que formuló contra ella, en las 8 horas que estuvo ausente de la Cámara, fue que Soraya había descuidado los asuntos de gobierno el último año porque se había vuelto a enamorar románticamente. La responsabilizaba de la derrota. No considera Pánfilo que una gran pasión justifique esa dejación de funciones. Le pongo ejemplos de algunas mujeres que abandonaron sus obligaciones, ciegas de amor: las protagonistas de novelas como Su único hijo, Madame Bovary o las 50 sombras de Grey. “Eso son novelas”, argumenta. “No te canses”, me comenta compungido, “de todas maneras no me permiten votar. Yo ya estaba decidido a hacerlo por uno de los seis candidatos del PP; la campaña de Wyoming, desde el Intermedio, a favor de Joserra, me había convencido. Pero me han dicho, en la sede que no pago las cuotas desde que Fraga se bañó en Palomares por lo de la bomba atómica. Y no me dejan. Me he cabreado. ¡Con lo ilusionante que me resulta este candidato! Además, ¡claro que pago las cuotas!, pero las vengo pagando en negro, como la mayor parte de los 869.535 afiliados volátiles del Partido Popular. Para no desentonar. Que se lo pregunten a Bárcenas. Debo de aparecer en alguno de sus papeles”.

sábado, 23 de junio de 2018

Soraya, y su "Golpe de bolso".

Armas de mujer
En la cópula, la hembra del insecto conocido como santateresa introduce hasta el estómago del macho una lengua tubular por la que le desliza un líquido cáustico que le disuelve los órganos y luego, mientras que le hace gozo, le va sorbiendo su sustancia, tal como ha hecho Sáenz de Santamaría con Rajoy. No sé si la  ex vicepresidenta del Gobierno ha leído “El segundo sexo”, la obra de Simone de Beauvoir -no me consta que en las oposiciones de registradores de la propiedad se dé este tema- pero coincide con la escritora francesa en que las mujeres deben clausurar la época de la queja y, también, la del rechazo de todo lo que proceda del varón. A Rajoy le aceptó la única vicepresidencia de su gabinete, y de quejarse nada: no tiene tiempo para tirarse al suelo y desde allí zancadillear y manejar a los machos, ella viene dedicando todos sus esfuerzos a prepararse para ser la primera presidenta del Gobierno de España. Sólo se recuesta, cuando posa en ropa interior de calidad, negra y bordada a mano, para las revistas. Porque ella, virgen de toda ideología que no sea la del poder, no desaprovecha ninguna de sus gracias. Rajoy no lo supo, pero ella desde el primer momento se afanó en meterle la lengua para sorberle la sustancia del poder. El día de la moción de censura, cuando Rajoy, deshecho, ya cáscara vacía, se consolaba con sus íntimos en un bar cercano al Congreso, Soraya dio el primer "golpe de bolso" de la historia de la lucha por el poder y colocó el suyo en el asiento vacío del presidente. Mejor dicho, como la mantis religiosa, lo que realmente culminó fue un  "golpe de lengua". Mejor será que sus oponentes actuales en la lucha por la presidencia del Partido Popular mantengan la boca cerrada. En boca cerrada no entra lengua succionadora.

viernes, 15 de junio de 2018

Màxim en la Hoguera

San Juan de la Cruz
Hace años estuvo de moda entre sociólogos de la Literatura decir que algunos de nuestros grandes escritores eran conversos o epilépticos u homosexuales, y que, para escribir magistralmente, lo mejor es que la vida te trate a patadas. Las vidas regaladas dan para poco en literatura. De hecho, algún escritor regalón pudo afirmar: "cuando amo, no escribo". O sea, que la felicidad entorpece la creatividad. Generalizar no es bueno. Por eso no voy a aceptar sin más que Fernando de Rojas, Fray Luis de León, Santa Teresa de Jesús, San Ignacio de Loyola, San Juan de la Cruz o el mismísimo Cervantes escribieran sus portentosas obras, simplemente porque no se sentían cómodos en una sociedad que los rechazaba por ser epilépticos, homosexuales o conversos. Porque Fray Luis de León, un reputado profesor universitario del siglo XVI, si bien es vedad que procedía de una familia conversa, también es cierto que tenía muy mal carácter y que era más bien iracundo, bastante intrigante y egoísta. Al final, por lo que lo metieron en la cárcel 5 años -diez meses menos que a Urdangarin- , fue por haber traducido El Cantar de los Cantares (cuyo exaltado erotismo Fray Luis no explica pero no esconde), pero también por la manía casticista de la "limpieza de sangre" del Siglo de Oro. Entonces, se investigaba cuidadosamente a los que iban a ocupar puestos relevantes. Se les sometía a un exhaustivo expediente de limpieza de sangre. Para que no se colara ningún converso, morisco o judío en cargos de la Inquisición, en las cátedras universitarias, en los colegios, en la milicia, en los cabildos catedralicios o en la jerarquía eclesiástica. Hoy la pesquisa se ceba en la clase política. El pecado más grave no tiene que ver con la religión. El mayor pecado: defraudar a Hacienda. A Màxim Huerta se le abrió ayer un tumultuario expediente de limpieza tributaria. Ni Santa Teresa de Jesús ni San Ignacio de Loyola, dos místicos aquejados de epilepsia, ni Cervantes ni San Juan de la Cruz, supuestos homosexuales, ni Fray Luis de León o Fernando de Rojas, de ascendencia conversa, tuvieron que soportar un juicio popular tan virulento como el que ayer sufrió Màxim. Obligado a dimitir, quizá a partir de ahora tenga tiempo para escribir un Persiles y Sigismunda o una Oda a la vida retirada. De la hoguera o del infortunio, a veces, surge el genio.

jueves, 7 de junio de 2018

Cipotillos de solapa

Cipotillos de los Colleoni, en Bérgamo
Las insignias las prefiero pequeñas para que haya sitio para todas. De haber sido nombrado ministro por Sánchez, lo primero que hubiera hecho sería subvencionar las insignias de solapa y gravar con un impuesto especial las águilas imperiales, las cruces del tamaño de una turbina eólica, los monolitos falocráticos, los marcos incomparables y las 'torres eiffeles'; y, por supuesto, toda la chatarrería oxidada de las rotondas. Y de las insignias de solapa, tolero sólo las diminutas. Ciertos colegios notariales y cofradías las encargan en metales nobles, pero minúsculas. Las que llevan en el ojal de la chaqueta los presidentes de USA, muy exageradas. Pero no las vería mal para los políticos españoles, si con ellas eliminásemos la macedonia de banderas que padecemos. Sobre todo, las gigantescas banderas de las patrias que algunos alcaldes colocan en lugares señalados de sus municipios. Ganar unas elecciones democráticas no tiene nada que ver con la toma del pueblo, en modo Reyes Católicos. Los mástiles de estas banderas vienen costando unos 12.000 euros. El precio de la bandera en sí, lo desconozco. Pero, a merced de los elementos, pronto se deshilacha y ensucia. Y también cuesta un dineral adecentarla o comprar una nueva. Y esto no es lo peor, cuando un partido menos fervoroso gana las elecciones, desatiende la enseña y deja que se convierta en un harapo. O le da por sustituirla por la del pueblo, con el daño subsiguiente para la estética y el presupuesto. A nadie se le ha ocurrido comprar mástiles telescópicos que se puedan plegar cuando el partido ganador no sufra lo que Freud llamó envidia de pene, y nosotros, envidia del mástil de la bandera del pueblo vecino. Mejor nanoinsignias para prender en el polo o en la chaqueta. Nada ostentosa. Ni cruces amarillas en las playas de Normandía catalanas; ni señeras enormes, como cubiertas plásticas de invernadero, en los campos de fútbol; ni banderas españolas, grandes como carpas, arropando a los hinchas. La idea del pin la tomo de las cartas que se cruzaron Cela y el poeta malagueño Alfonso Canales que, tras un escabroso incidente en un cine de Archidona (consúltese la nube), propusieron homenajear al macho responsable del suceso, con la creación de cipotillos de solapa que recordaran su gesta. Sería suficiente.

sábado, 26 de mayo de 2018

Reproducción asistida

Jorge Luis Borges
Desde que Jorge Luis Borges, en 1981, enumerara las cosas a las que debía la fama, han pasado muchísimas cosas; hoy casi nadie aspira ni a la fama ni a la gloria eternas. Se contentan con ser felices, intermitentemente. El escritor pensaba que debía su fama al ajedrez y al jazmín, a los tigres y al hexámetro. A haber urdido algún endecasílabo, a no haber salido de su biblioteca, a haber enseñado lo que no sabía a quienes sabrán más que él; a haber vuelto a contar algunas historias, a haber eludido sobornos, a ser ciego o a "ser esa cosa que nadie puede definir: argentino". Pero no es por ninguna de estas cosas por lo que lo recuerdo; lo traigo aquí por haber confesado que su fama podría deberse, también, a "haber ordenado en el dialecto de nuestro tiempo las cinco o seis metáfora" fundamentales. Los columnistas nunca damos soluciones a los problemas del presente, pero sí nos empeñamos en hallar una de esas metáforas capaces de traducir los hechos al dialecto actual. Y pensé en el rabo de una lagartija, tras una semana de confusión extrema, en la que hemos visto al PP situarse a la izquierda de Ciudadanos, al PSOE, colocarse a la derecha del PP y a Podemos, ensimismado en su mansión; a Megan Markle, una feminista confesa, arropada por un predicador del amor, gesticulante y gritón, del que se reían las aristocráticas pamelas de Winsor. A Zaplana, de la corte de Aznar, el guerrero de la dura faz, detenido por un presunto delito fiscal y de blanqueo de capitales. A la Botín, líder del Santander, inquilina constante de los órganos de decisión y poder de su banco, enterándose de pronto de que en los consejos de administración hay pocas mujeres. A un president racista, haciendo de mamporrero de un capitán que abandonó el barco antes de que chocara con el iceberg, dejando a la tripulación y al pasaje, como gilipollas, con el agua al cuello. Pero fue al conocer la caída del PP y el auge de Ciudadanos, cuando me acordé de las lagartijas que cogíamos de pequeños en Loja para estudiarlas en clase de Ciencias. Aunque no tengo muy claro si cuando les cortábamos el rabo, les salía uno nuevo o si, a partir del rabo seccionado, se generaba un clon. Tampoco sé muy bien si Ciudadanos es el rabo de la lagartija, que crece y crece, o es la lagartija del PP a la que le ha crecido el rabo. Como Borges, me sentiría recompensado si se me recordara por haber inventado esta metáfora de reptiles.