miércoles, 31 de marzo de 2010

Mi rival es mi propio corazón, por traicionero

La comunista enamorada
En la serie de TVE "Amar en tiempos revueltos", Moncloa sigue contando su versión de los cuarenta años del franquismo. Como la Historia no existe y lo que existe son relatos e interpretaciones más o menos creíbles y documentados de lo que pasó, la socialdemocracia está imponiendo su relato en los medios de comunicación públicos. El argumento es viejo: el franquismo estaba lleno de buena gente (los futuros votantes del PSOE) que oponían a la maldad sustancial del régimen y de sus servidores y beneficiarios su bondad natural, su resistencia ética pácifica, la misma que logró acabar con la vida del dictador, con la ayuda del Marqués de Villaverde y la oxidación que ataca a los cuerpos viejos. Los comunistas, en esta construcción imaginaria,  resultan ser unos tipos empecinados, obsesionados por la seguridad, espartanos, sin amor ni ternura. En las redes sociales se está moviendo algo. Leo en el Muro de un amigo del Facebook: "Exijo de Moncloa (donde se supervisan los guiones de estas series) que la camarada del PCE que sale en "Amar en tiempos revueltos" sea menos sentimental y el camarada, menos bruto". Otro denuncia, sin ambages: "Censura en TVE: en la web de "Amar en tiempos revueltos", no aparecen las fotos de los actores que hacen de comunistas. En cambio está saturada de fotos de actores que hacen de  integrantes del "buen pueblo" de la gente sana y corriente". Uno de la asociación "Enredados en la Tercera República"  ha contado que en su pueblo no había nadie del PSOE, pero que, tras la aproximación Suarez/González,  en la Transición, comenzaron a afiliarse muchos a este partido y que tenían una prevención extraordinaria hacia los del PCE. Les obligaban a cambiar, con cierta frecuencia,  los lugares, fechas y horas de las reuniones de las platajuntas, porque temían que los peceros se autodenunciasen a la guardia civil para enriquecer el martirologio de cara a las inminentes elecciones". Cuarenta años después, estos relatos se consolidan en TVE.

martes, 30 de marzo de 2010

Recetario no sexista




Hombres, hombre, hombre


Dos afirmaciones contradictorias -contestó Imac- no pueden ser ambas ciertas, pero atribuidas al ser humano quizá sean verdad.
Rasselas, príncipe de Abisinia. 
Samuel Johson





Esta cita de Samuel Johson autoriza a creer que los que confeccionan la revista AULA MAGNA, el Periódico Universitario de Granada, son contradictorios, seres humanos y veraces, todo al mismo tiempo.

En la portada de este periódico, de 24 de marzo de 2010, a cuatro columnas informan de que “La UGR edita una primera Guía para el lenguaje no sexista”. En la página cuatro, nos dicen que podemos bajarnos la Guía de la web de la UGR. Nos la bajamos. Leemos sus 16 páginas. Comprobamos una vez más que las personas encargadas de redactar estos recetarios sienten una prevención enorme por el castellano. Lo entendemos, ya en el siglo XV, en una novela sentimental,” La historia de Grisel y Mirabella”, la defensora de las mujeres, Brazaida, afirma que los hombres son jueces y parte del proceso en el que se va a decidir cuál de los amantes, si Grisel o Mirabella, se habría esforzado más en conquistar al otro. El castigo, la pena de muerte, recae, como no podía ser de otra manera, sobre Mirabella. Ellos crearon las leyes y ellos las aplican, declara Brazaida. Difícil será que sentencien en su contra. El lenguaje escrito, no así el oral, ha sido también durante miles de años, cosa de hombres. Vehículo de las normas y de los valores que someten a las mujeres. Mao habría recomendado acabar radicalmente con los lenguajes patriarcales y crear otros a partir de la situación de igualdad que se vive actualmente en algunos países del mundo. Pero jamás hubiese aceptado el compadreo actual: escribimos en las lenguas macho, en lugar de borrarlas del mapa, pero con descuido, sin amor, torpemente. Mostramos a cada palabra que escribimos, que somos objetores/as del español. Estas Guías las lee poca gente, por lo mal escritas que están y porque el sentido común -que florece felizmente de espaldas al género- sugiere que la lengua no se cambia con decretos de la Real Academia o del BOE. La persona que ha redactado el editorial de Aula Magna no se ha leído la “Guía del lenguaje no sexista”, publicada por el Rectorado de la UGR y anunciada con letras gruesas en la portada de la publicación. O si se la ha leído, no ha tenido en cuenta que el panfleto –v. página 7- considera discriminatorio usar la palabra ‘hombre’ para designar a toda la humanidad: 11 veces aparece la palabra ‘hombre’ en lugar de ‘humanidad’ en el editorial “La Universidad, forjadora de libertad”, del número 92 del periódico universitario de Granada. Es posible que sí se la haya leído antes de redactar el editorial. Eso le daría la razón a la reflexión de Samuel Johson sobre las contradicciones que hemos transcrito más arriba.
Apostilla: Aula Magna informa también de algo imparable: el 55% del alumnado de la UGR son mujeres. Se merecen una guía más trabajada.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Del pudor, la cortesía y otros airbags

¿Hacia dónde?
La confesión, como la hemos conocido hasta ahora, tiene poco futuro. De ahí que las Iglesias que tienen esta práctica en su menú siembren todos los caminos de pecados, a modo de minas éticas antipersona, para que a los fieles, antes o después, les explote alguna, los deje lisiados moralmente y no tengan más remedio que pasar por el confesionario. Y su obsolescencia no se debe al 'laicismo imperante', sino a la existencia de sistemas más eficaces y menos hoscos de obtener consuelo. El botellón alivia pero, al usar el alcohol como airbag para amortiguar los roces que se producen en los contactos personales, no está exento de peligros. En cambio, lo peor que te puede pasar en las redes sociales cuando confiesas tus faltas es que nadie comente, comprenda, condene o absuelva tu error. Sin comentarios no hay salvación. Para obtenerlos instantáneamente, según se explicaba ayer en una cadena de TV, se van acumulando amigos en tu facebook o en tu tuenti o en el twiter. Hasta 500, confesaba tener uno de los entrevistados, aunque luego sólo te comuniques con unos 20. De esos 20, casi siempre hay alguien de guardia. En las redes, el pudor no existe. El pudor era, o es, una herramienta eficaz de las culturas de la escasez que obliga al individuo a comerse sus propios marrones. Uno de los imprescindibles airbags que contribuían a que no nos echáramos, físicamente, los unos encima de los otros. Y también las fórmulas de cortesía. Y el secreto. Pero se han abierto las compuertas. Y hemos pasado de la Bernarda Alba que gritaba a las mujeres de su casa, "silencio, silencio, silencio", de puertas afuera, al aluvión de sentimientos, quejas, escoceduras y compresas que vuelan sobre nuestras cabezas. Las redes están haciendo posible el hacinamiento virtual de millones de seres que, como los lemmings (aunque la tendencia al suicidio colectivo de estos animalitos no sea aceptada hoy por muchos etólogos), eliminadas las barreras personales, comiencen a desplazarse en masa, asustados, erráticos.
En el trayecto pueden encontrase a un líder, a un conductor, que les marque un camino, no virtual, poco seguro. En este movimiento constante e incierto los confesionarios son muebles muy pesados de transportar. Y por eso han sido abandonados. Aunque ya te puedes confesar online, el sistema choca por ahora con la incomprensión de la jerarquía.

lunes, 22 de marzo de 2010

El hombre que no sabía dar mítines

Pasquín de las primeras elecciones

MITINES como los de antes, ya no se dan. Los mítines de los primeros años de la transi­ción democrática sí que eran au­ténticos mítines. Sobre todo los que se dieron en la campaña electoral de las Elecciones Gene­rales del año 1977. Se llenaban entonces los campos de fútbol de los pueblos, las plazas de toros de las ciudades. Todos los locales, abiertos o cerrados, que los parti­dos conseguían para sus actos, rebosaban de público.
En la pre-campaña había que inventarse un título para la su­puesta conferencia o charla que servía de tapadera al mitin: "El Partido Comunista y la democra­cia de base", por ejemplo, fue uno de los más usados. Y luego había disputas entre los camara­das y los compañeros locales para ver quién ocuparía un pues­to en la improvisada plataforma, levantada sobre un tractor, desde la que los oradores se dirigirían a los ciudadanos.
Los mítines se anunciaban desde un coche particular, pres­tado por algún militante, en el que se instalaba un equipo de me­gafonía; desde él se invadía el espacio público con los himnos prohibidos o con los himnos de siempre. Disfrutaban los, hasta entonces, clandestinos con pasar por delante de un casino o un círculo de amistad, de tradición conservadora, con la Internacio­nal, en alguna de sus dos versio­nes, sonando a toda pastilla.
Las direcciones de los partidos repartían circulares con 10 o 12 consejos sobre cómo tenía que ser la propaganda electoral y so­bre lo que no había que decir en los mítines. Allí se proponía que las voces de los propagandistas fueran suaves y convincentes. Había que limar las asperezas que la propaganda de la dicta­dura había levantado en el in­consciente colectivo. Los tonos llegaron a ser melifluos, casi monjiles: "El Partido del Trabajo de España, pionero de la reconci­liación nacional, adelantado en la lucha por una transición pacífica de un régimen de poder per­sonal a otro de libertades, invita al pueblo de Loja a un mitin que dará su secretario general en el campo municipal de deportes".
El coche se detenía en los ba­rrios populares y sus ocupantes confraternizaban -con la ayuda de algún camarada nativo- con los vecinos.
Por las calles del centro, el co­che pasaba lentamente, sin dete­nerse. Y era en esas zonas donde la voz se aterciopelaba de forma apreciable. Estos esfuerzos no se tradujeron luego en votos. Pero también es verdad que no se per­dieron demasiados porque el conductor que convoyaba a la jo­ven de la voz dulce, sin advertir que el micrófono estaba abierto, se explayara haciendo comenta­rios poco reconciliados sobre personas, de convicciones políti­cas contrarias, que subían por las aceras.
En esos mítines inaugurales de la democracia siempre interve­nía un representante de la juven­tud que, nervioso pero encendi­do, se refería al paro y a las des­igualdades en el campo de la educación que perjudicaban a los muchachos de las clases me­nos privilegiadas; una mujer que exponía el concepto marxiano de la doble alienación y solicitaba a las compañeras su voto, no me­diatizado por los maridos, para un partido que se proclamaba fe­minista, defensor de los margina­dos, de los que, sin esperanzas, se echaban en mano de la droga y de los traficantes. Aunque, meses después, se dio el caso de organi­zaciones que pusieron de patitas en la calle a algún camarada que quiso cohonestar el consumo de porros con la asistencia a las reu­niones del comité provincial.
También intervenía en el mi­tin un profesor de EGB, de FP o de BUP, o un abogado laboralis­ta, que hablaba en nombre de la alianza de las fuerzas del trabajo y de la cultura y que solía dar paso a la figura estelar del mitin.
Entonces se llevaban los tonos épicos. A veces, el discurso del líder imitaba la melodía de una arenga militar en los pasajes en que se hacía referencia a los opresores "de siempre" y a la re­sistencia que éstos oponían a un auténtico cambio de sociedad que hiciera posible la mejora sustancial de las condiciones de vida de los trabajadores o de las clases populares, en general (si el orador quería tocar a más gente).
A los caciques, a los funciona­rios de la dictadura, a los ban­queros -porque, entonces los banqueros no eran los aliados naturales de la clase obrera-, se les amenazaba únicamente con obligarlos a realizar trabajos ma­nuales que exigieran un cierto esfuerzo corporal: cavar una zan­ja (las zanjas siempre hacen fal­ta), segar varias fanegas de trigo o descargar sacos de 100 quilos. Nada más que eso se pedía para ellos, porque no se quería prescindir de nadie en la construcción de la Nueva España.
El que lo hacía peor era el re­presentante de la alianza de las fuerzas del trabajo y de la cultu­ra, entelequia en la que nadie creyó demasiado. No levantaba la voz. No gritaba. Educado en la duda y en la desconfianza hacia la verdad absoluta y hacia las verdades generales, no sabía dar mítines. A lo más que llegaba era a comentar críticamente, como si estuviera en clase, los programas electorales de los otros partidos. Lo hacía, en ocasiones, con cierto humor corrosivo, muy estimable, que dejaba en ridículo alguna propuesta de los adversarios. Pero esto satisfacía poco a los fieles. Después de uno de estos comentarios de texto se le acer­có, en un pueblo de Córdoba, un espectador que le dijo: "Muy bueno lo tuyo, camarada, pero queda un poco amariconado". Se llevaba entonces la ferocidad verbal.
El hombre que no sabía dar mítines ha desaparecido del cartel. Los mismos carteles es­tán desapareciendo poco a poco de las ciudades en época de elecciones. El mitin ha entrado en una profunda crisis. Los SMS son más eficaces  o ridiculizar al enemigo en un programa de televisión del tipo de la Noria. 

miércoles, 17 de marzo de 2010

El Bulli, en Barcelona. Cocina neandertal, en Lleida


Cuidado con los Ingredientes no comestibles 
(pinche en la receta)
Con el cierre del Bulli de Barcelona se clausura una etapa de la historia de la alimentación en la Península Ibérica. Los datos inaugurales de esta actividad imprescindible nos llegan también de Cataluña, del yacimiento arqueológico de Cova Gran en Lleida. Allí, hace 34000 un cocinero neandertal y/o sapiens habría cocinado, con fuego,claro,  los primeros guisos peninsulares. De la escasez contundente de los primeros asados prehistóricos a la abundancia imperceptible, de líneas de colores y alquimia del plato 'minimal'. Nadie podrá negar a nuestro gastrónomo provincial, Pablo Amate, un sitio en la historia de la obtención y procesado de alimentos. La receta de más arriba marcará un hito. En una época en la que los consumidores exigen informaciones completas sobre los alimentos, pero también útiles y sencillas, el consejo de Amate de que todos los ingredientes "de esta facilona receta" sean comestibles, resulta modélico. Sobre todo después de la crisis alimentaria provocada a finales del siglo pasado por la colza y las vacas locas. Como parece probado que neandertales y Adriá, por motivos muy diferentes, han echado a los pucheros ingredientes poco testados, se agradece que Amate sazone sus recetas con un escrúpulo de sentido común cuando nos pide que no llenemos las ollas de quincalla.

lunes, 15 de marzo de 2010

En casa de Luis García Montero, cuchillo de amor




Saramago lloró compulsivamente viendo la película "Pájaros de Papel" de Emilio Aragón. ¿Cómo sabemos esto? Su sacerdotisa, la mediadora entre el genio y la humanidad, Pilar del Río nos ha hecho llegar esta joyita de intimidad en RNE. Ahora es notorio que Saramago tiene sentimientos y además buenos. Y que está bien casado. Almudena Grandes, en la edición de 2004 para Círculo de Lectores de "Las edades de Lulú" , proclama que “por fortuna para mí ahora sé que estaba equivocada cuando en 1989 (fecha de la primera edición de esta novela erótica), escribí que una historia de amor no podía durar tanto tiempo”. Escritora de melodramas, en los que el amor se enseñorea de todo, no quiere aparecer ante sus lectores como una excepción. Ella escribió "marranaditas" cuando joven, extravagancias y descreimientos sobre el amor eterno, pero se casó con el poeta Luis García Montero, y es una mujer nueva. Y Reyes Monforte, maltratadora habitual del castellano en sus infames bestsellers, en los que el amor lo puede todo, no quiere que creamos que tiene en su casa cuchillo de palo. Y en la dedicatoria de "La Rosa escondida", planta esta flor: “Para Pepe (Sancho), el mejor regalo que la vida me ha brindado. Gracias por ser en el buen sentido de la palabra, un hombre bueno”. Es lo correcto: en casa de de las mujeres ricas y famosas, cuchillo de amor.

domingo, 14 de marzo de 2010

Juntos en la abundancia y en la escasez

Unidos para siempre, aunque duela.

PRIMER CABALLERO:

"Todos los tiempos valen para procurarse el hogar conyugal para mutua dicha"

SEGUNDO CABALLERO:

"Cierto, cierto. El calendario no tendría un día malo
para las almas unidas por el amor, e incluso la muerte
sería dulce, si avanzara como las olas
mientras los esposos se abrazan, sin pensar
separarse"

Las líneas de G.Eliot y la bonita foto del matrimonio formado por Yoco y John Lennon  pueden servir de consuelo y estímulo a los que ya no podrán separase en este tiempo de carencia.

sábado, 13 de marzo de 2010

Mantas o valium


A las monjas las veo tan adaptadas al territorio como a los antiguos poetas revolucionarios. Igual que aquellos, siguen subidas al púlpito de las grandes palabras, al del lenguaje de gama más alta. Practicando las ocupaciones que les han ayudado a sobrevivir durante siglos: el cepo, el ungüento y la amenaza. Como si nada hubiera cambiado. Una mercedaria de la caridad te vende en el quiosco de prensa una papeleta para una rifa. Están recabando dinero para algo que se esconde mágicamente bajo las siglas JMJ2011, y que tiene que ver con el encuentro de los jóvenes mercedarios con el Papa. Le compras una, por un euro, para quitártela de encima y porque no estás en contra de que los jóvenes se reúnan para sus cosas, sea cual sea el pretexto. También le has dado esta mañana dos 2,20 euros a un joven vestido con los tonos gris plata de los ejecutivos de la nada y que llevaba en la mano un portátil o su funda rellena de periódicos. Te los pidió para sacar un billete de autobús y se lo das porque el muchacho, sin aspecto de pordiosero, te ha cogido en ese momento de reflexión blanda en el que hasta el individualista más montaraz suelta unos euros para sentirse dentro del campo de juego. Te insta la mercedaria a que compres más papeletas y tú le dices que para lo poco que pecas ya, un euro es suficiente. Huele guasa la buena madre y te golpea en las narices -antes de hablarte de que hasta el más justo incurre a diario en no sé cuántos pecados a los ojos de Dios-, con aquello de que” con la iglesia hemos topado, Sancho”, que es la versión católica del laico “usted no sabe con quién está  hablando”. Consigues desviar la conversación hacia la vida en comunidad, y te confiesa que hay hermanas un poco coñazo y que cuando se ponen muy pesadas les recomienda que se tomen un valium y que recen un avemaría. Le compras tres papeletas más por la acertada identificación de los efectos del valium con los de la religión y te despides rápido porque llegas tarde a la presentación de un libro de poemas de un escritor de las antiguas –o extintas- izquierdas. No se resigna el hombre a pasarse al lado gris de la vida, sin héroes ni recetas. Habla de ética y de valor salvífico de la palabra poética. Incluso dedica un poema solidario a las insurrecciones del norte de África, porque él, que es bueno, tiene siempre, me pareció entender, la manta de la revolución enrollada a los pies de su cama para cuando apriete el frío en el invierno propio. Me alegré de que hubiera sustituido el Kalashnikov de su juventud por una manta. Hasta el punto que compré su libro a la salida. Por si necesita dinero para llevarle a los rebeldes libios mantas o valium.

viernes, 12 de marzo de 2010

Sáez de Santamaría los pone a llorar

¿Hogar, harén?

Los periodistas, que viven de las catástrofes y de fagocitar a los políticos, casi siempre adoptan ante ellos una postura de superioridad perdonavidas. Pero hoy les ha ganado la partida Sáez de Santamaría, la portavoz del PP en el Congreso. No se puede perder de vista a esta mujer. Si se presentara a Presidente del Gobierno de España, sacaría muchos más votos que Rajoy. Ya sorprendió cuando se dejó retratar en paños menores tuneados (lencería, le llaman otros). Seguramente lo hizo como muchas mujeres, para disfrutar ella misma, al verse tan atractiva. Pero, pocas ignoran el efecto incomprensible que estas prendas, y su contenido, producen en el errático macho de la especie. A ella le gusta usar su inteligencia y también la artillería galante, más ligera. Como muchas trabajadoras de moral intachable, gustan de convertir su trabajo en un hogar, incluido el pase de lencería de los sábados noche. En tanto que bastantes hombres aspiran a que la oficina sea su harén. Pero eso ya estaba deglutido por la prensa. Hoy los ha dejado sentados. Se ha emocionado de verdad con la muerte de Delibes y ha llorado en directo en una entrevista radiofónica. A partir de ese momento, todos los periodistas que he oído esta mañana, se han convertido en auténticas magdalenas, de las de Saramago, no de Proust. A ver quién llora más y mejor. Y también poetas, directores de Reales Academias  y novelistas. El combate de generosidad en el dolor ha sido muy sentido. No se podía consentir que una política pudiera expresar más sentimientos que sus parásitos. No quiero imaginar la llorera que van a armar todos cuando se le muera a cada uno su padre nonagenario.

jueves, 11 de marzo de 2010

Esperanza Aguirre, varona fuerte

La señora Aguirre, varona fuerte, propone una rebelión contra el IVA. Estoy muy contento, porque yo había llegado a la incómoda convicción de que todos los hombres eran buenos y todas las mujeres malas, ahora sé que hay mujeres buenas, como Esperanza Aguirre, capaces de practicar las mismas virtudes que hasta ahora sólo se atribuían a los hombres. Un propósito épico de tanta envergadura, como es un alzamiento provincial contra el Ministerio de Hacienda, exige el apoyo de todos. He repasado las razones que la señora da para esta insurrección bajo su caudillaje y las veo suficientes, aunque echo de menos lo de las armas de destrucción masiva que tanto juego dio en la anterior ”performance”. Tampoco estaría de más una resolución de la ONU que nos ampare si nos tiramos al monte y el envío de inspectores que rastreen los arsenales de la Agencia Tributaria. Es imprescindible, dada la avanzada edad de muchos vecinos de la comunidad de Madrid, el auxilio del Séptimo de Caballería. Si nos asiste la Caballería USA, se alistará más gente. Yo, seguro. Como serví en la Marina, se me puede necesitar si el ataque se realiza desde barcos, remontando el Manzanares.
Pánfilo, Marinero 2ª en la reserva (¿o en conserva?)

miércoles, 10 de marzo de 2010

"Que viva España, que mueran los mambís"

Era tan fácil, entonces, ser castrista...

El “Vámonos a Cuba ya” era el segundo tema del limitado repertorio que utilizaba mi tía abuela María para dormir a sus sobrinos. Sólo lo atacaba si le había fallado una nana de la que la señora había olvidado la letra y que ella sustituía por una retahíla que sonaba así: “Tinguiriringuiriringui, tinguiriringuirirá…”.  Todos hacíamos lo posible por dormirnos con la primera, para no ser maltratados melódicamente por la segunda. Y eso que la letra del “Vámonos” era inquietante para niños que sabían de la guerra de Cuba lo que los chicos de hoy, de la guerra civil.
Hasta la otra mañana en que oí en la SER a unos comentaristas proclamando a los cuatro vientos que ellos habían sido todos castristas en su juventud, no me di cuenta del daño que me había hecho la maldita canción del 98.  Cómo iba a ser yo castrista en mi juventud si me pasé los más dulces años de mi niñez acunado por esta proclama: “Vámonos a Cuba ya,  / que es preciso defender la bandera nacional. / Que viva España, / que mueran los mambís de raza desigual /  que quieren acabar con mi bendita España”. Bueno, y por que me quedaba dormido en este punto, que si no, el daño hubiera sido irreparable.
Los tertulianos, usaban lo de su ‘juventud castrista’ como un exorcismo. Ahora, por lo visto, ya no son castristas, pero lo fueron (como corresponde a un progre guay total), cuando el proyecto Castro era bueno. Hoy en día es malo, y ellos que siguen siendo buenos, no lo respaldan. Al verbalizar su adhesión inicial y su rechazo presente, pretendían alejar toda sospecha de complicidad con las actuales acciones de los Castro.
Estaba yo en ese momento redactando la entrada anterior de este blog, “Como débiles bolas de billar”, y trascribía las palabras de Gil de Biedma, “¡Oh innoble servidumbre de amar seres humanos / y la más innoble /que es amarse a sí mismo!”, entendí entonces que lo único que les pasaba a los tertulianos es que se amaban mucho a sí mismos, hasta el punto de llevar incorporado su propio aparato de propaganda y me tranquilicé. 

martes, 9 de marzo de 2010

Como débiles bolas de billar

...que rozaran con miedo la fortuna
Hubo un tiempo en que para ser considerado filósofo tenías que rematar tu sistema filosófico. A Ortega, con frecuencia, se le echa en cara que no lo terminara. Actualmente, después del posmodernismo, parece que construir sistemas compactos a los que no le falte ni su poquito de ontología ni su poquito de metafísica, no se lleva. Los poetas, y no sólo en esto, se guían por los viejos filósofos. Y no hay creador que junto con sus poemas, no tenga compuesta en su edad madura una muestra de casi todos los géneros literarios. No se resignan a no ser autores teatrales y, sobre todo, a no escribir una novela. Por supuesto que se pirran por el aforismo, con el que le tocan en más de una ocasión las médulas al mismo ser. Y además pasan por filósofos, sin mucho esfuerzo.  En España, creadores como Gil de Biedma han alentado esta manía de “profundizar en las esencias” que arrebata a muchos de nuestros poetas. Y es que no es fácil no ensartar una ristra de aforismos profundísimos después de leer esto de Biedma:
¡Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
 que es amarse a sí mismo!
 Pero hay también poetas ceñidos a su oficio, que sin tantas pretensiones, son capaces a partir de una anécdota humildísima de sugerir tanto como sugiere José Carlos Rosales en este poema:

sábado, 6 de marzo de 2010

Maneras de leer

Lectora de Eybl, por Alba Alcázar Gallego

Los ancianos tienden a pensar que en su juventud las cosas iban mejor que ahora o, bien, que iban de pena.Cuando del tiempo pasado lo único que podemos decir con certeza es que fue anterior. También en la lectura de libros.  ¿Se leía más antes que ahora?, ¿se leía mejor? No quiero situarme en ninguno de los dos extremos, sólo contaré que mi relación con los libros, junto a momentos placenteros, también pasó por dificultades. En el colegio de frailes donde estudié interno en los 50, para leer un libro no autorizado, distraído para la ocasión de la celda de algún cura, había que tener una linterna y ganas. De noche, cuando los compañeros se dormían, encendías tu linterna y a leer debajo de la colcha. Si te pillaban, suspenso en conducta y degradación. Yo comencé de bibliotecario, oficié como sacristán unos meses y terminé, por culpa del “Don Camilo” de Giovanni Guareschi, limpiando los retretes, y “haciéndome préstamos” de la bien surtida biblioteca del convento gracias a una llave que la casualidad olvidó en el bolsillo de mi guardapolvos. Cuando, acababa mi tarea en los servicios, me encerraba en el escusado menos sofocante y sentado en una lata vacía de tomates en conserva de cinco kilos, leía. Así tuve un conocimiento suficiente de los clásicos, de los 11 a los 14 años. Como no quiero problemas con la SGAE ni con la Orden de Predicadores, diré que devolví todos los volúmenes. Mi relación con los libros no está libre de esa ambigüedad inaugural, entre la adoración y la escatología. No leo con unción, ni siento "en mi interior" movimientos prodigiosos de la conciencia o del sentimiento. Me dan envidia los que entran en trance cuando leen un poema, me resulta tan doloroso como a Dorothea, el personaje de Middlemarch de G. Eliot, que me digan que algo es hermosísimo y que yo no lo pueda sentir así. Es como ser ciego cuando la gente te habla del cielo.

jueves, 4 de marzo de 2010

Cómo alcanzar la inmortalidad

Yago, entre hippie y franciscano
En 1982 hice el Camino de Santiago en bicicleta con tres amigos, Manuel Galindo, Manuel Orozco y Rafael Pedrajas. Al terminar, Rafa y yo,  narramos el viaje en Diario de Granada.  El escritor Antonio Muñoz Molina, que entonces vivía en Granada, y  también colaboraba con el Diario,  estuvo presente cuando le contamos al redactor jefe del periódico nuestro encuentro con unos cómicos, a la salida de Frómista.  A los pocos días nos regaló  el texto del post de hoy. Lo incluimos en la cuarta entrega de nuestro trabajo, sin decir que lo había escrito Muñoz Molina. Así lo acordamos con el novelista.  Nadie se dio cuenta, lo que me ha hecho sospechar siempre que nuestros artículos los leyó poca gente.  No puedo decir que me sienta en deuda con el escritor, porque el día del regalo  María Victoria, mi mujer, le había hecho una tortilla de patatas  como las de mi madre y yo  le había desvelado el secreto de la inmortalidad, sin pedirle nada a cambio.  Si no lo creen, lean, en su libro El Robinsón urbano, el artículo titulado “Cómo alcanzar la inmortalidad”. Todavía están a tiempo de asegurársela. Él está cumpliendo las condiciones que le puse para conseguirla, yo,  y no creo que tenga que explicar por qué, las he olvidado.


Azahar

El beso de Palmera
Gabriel, Yago y Palmera van hacia Santiago al ritmo demorado de un mulo que compraron en la estación de Villargordo, provincia de Jaén, que es uno de los pocos sitios de este mundo donde se pueden comprar mulos y carros que lo lleven a uno, si no al Katmandú, sí al menos a Compostela. Gabriel, Yago y Palmera viven del aire y de los regalos de las huertas que hallan a su paso, y, a veces, cuando les viene en gana o se lo pide el cuerpo, montan en las plazas de los pueblos un retablillo de monigotes donde cabe el estacazo rotundo de los antiguos "cristobicas", pero también la ternura de una media luna pintada de purpurina y la sonrisa de un cándido robot.
Al final pasan la gorra, cuentan las monedas y siguen su camino entre hippie y franciscano, vestidos con las túnicas de colores y los abalorios de un sueño del que sólo ellos sobrevivieran. Porque al lado de su andanza vagabunda, el camino de los peregrinos en bicicleta es una línea recta que conduce a otro viaje y que muy pronto va a separarlos.
Y así, cuando los dejan atrás, los peregrinos conocen enseguida una nostalgia ambigua que crece si vuelven la cabeza y ven alejarse el carro lento y el mulo comprado en la estación de Villargordo, y recuerdan, como un regalo inmerecido, el beso que Palmera, la cómica de la cuadrilla, les dio casi en los labios, porque ellos, viajeros serios que van en bicicleta, sólo se habían atrevido a ofrecerle la mejilla.

martes, 2 de marzo de 2010

Mujer: nubosidad variable

I proverbi sono come le farfalle, alcuni sono presi, altri volano via (proverbio italiano).


Los proverbios –si he entendido bien éste- son como mariposas, hay los que se cogen y los que se vuelan.  Pero no sólo se les escapan al lector, a veces, los que no aciertan, son los escritores.  Ramón Gómez de la Serna(1888-1963), autor torrencial de esa especie de  proverbios descoyuntados que son las greguerías, se lo maliciaba  cuando decía que “la greguería es el atrevimiento a definir lo que no puede definirse, a capturar lo pasajero (le farfelle), a acertar o a no acertar lo que no puede estar en nadie o puede estar en todos”.
De las diez mil que confiesa haber escrito, no pocas intentan  ‘capturar lo pasajero’ de la mujer, a la que  Gómez de la Serna define como “nubosidad variable”,  contaminado, acaso,  por la romanza  “Mujeres, mariposillas locas” de la zarzuela “Los Claveles”. Pero unas veces acierta y otras, no. Un aire como de bobadas de web, con material de combate para la guerra de los sexos, exhalan éstas dos: “Adán no se divorció de Eva porque no encontró abogado”, “Hay maridos que llevan a su mujer del brazo como si la condujesen a la comisaría”.
Levanta vuelo Ramón cuando propone esta sencilla fórmula para acabar con la violencia de género “Los que matan a una mujer y después se suicidan debían variar el sistema: suicidarse antes y matarlas después”,  pero pierde altura y capota en un conjunto no escaso de greguerías como de voyeur, en las que “su trágica calentura”, como la califica Josep Pla, mira a la mujer, parapetada en su boudoir, desde las veladuras de la lencería: “La mujer sin medias da más miedo, porque lleva sus locas piernas sin camisa de fuerza” o  “Nunca son más suaves los senos y nunca se vierten más fuera, más que si estuviesen desnudos, que bajo un mantón de crespón”.
En el Diccionario Pla de literatura, cuenta el escritor catalán que Ramón “dedica setenta horas semanales a crear greguería. Escribe sobre un rollo de papel higiénico. El rollo se va desenrollando y él va escribiendo –siempre con tinta roja. A estas alturas, lleva ya tres o cuatro mil millones de greguerías. ¿Cuántas escribirá aún? ¡Asusta pensarlo!”.  Y susto da leer  esta ‘venenosa’ greguería: “Al tener en la mano una delicada mano de mujer se ve que está hecha de anillos interiores, de blandas sortijas que no se ven”. Quizá Ramón perteneciese al club (en el que está inscrita una parte importante de la población mundial) de los que en algún momento han podido ser hijos de sus abuelas, voyeurs de sus hermanas, hijastros de sus esposas y maridos de sus madres. Muchos han terminado de eunucos de sus hijas y padres de sus amantes. Estos desnortados, como los Padres de la Iglesia, suelen soñar con serpientes.

lunes, 1 de marzo de 2010

Guiomar, la flecha envenenada de Cupido


LA SEÑORA 
(segunda entrega del "Diario de Patricia" de Antonio Machado)
En 1928, en Segovia, le cayó encima a don Antonio Pilar de Valderrama, la musa de la madurez machadiana, la mujer casada que delicadamente el poeta esconde bajo el seudónimo de Guiomar. Esta señora fue muy ordinaria con el poeta. Tampoco supo quererlo. O no quiso. De poco sirven las confesiones que Pilar hace en su libro, aparecido en el año 1981, bajo el título “Sí, soy Guiomar”. Bueno, de algo sí sirven: aclaran que doña Pilar se había oído todas las canciones de Antonio Machín, el ideólogo de los enriquecidos con el estraperlo y con el mercado negro que sucedió a la guerra civil. Confiesa la Valderrama en su libro: “Yo le di todo lo que entonces podía darle. ¡Si volviera a vivirlo otra vez! ¡Saltaría barreras, rompería con todo, me agarraría con uñas y dientes a nuestra felicidad...! Antonio y Guiomar... Nada puede evitar que, por las tardes, yo vuelva sobre mis recuerdos. Y los acaricie. Y reviva nuestro amor. Es, con mis hijos, lo mejor que me ha dado la vida.” Mentira podrida. La lectura cuidadosa de "Si, soy Guiomar" —interesante sobre todo por la colección de 36 cartas de Machado a Pilar de Valderrama que contiene— aclara como Guiomar fue asignada a don Antonio más por el interés que por el sentimiento. No hay duda: Pilar buscaba más un valedor literario que un amante. Los amigos segovianos del poeta (contertulios, compañeros de pensión y profesores del Instituto) han contado durante mucho tiempo a todo aquel que ha querido escucharlos que la Valderrama, que había llegado a la ciudad para cuidar el desequilibrio nervioso que le había producido enterarse de la infidelidad de su marido, acude a Machado con el fin de pedirle una carta de recomendación para don Miguel de Unamuno que por esas fechas estrenaba en Madrid una de sus obras teatrales. Guiomar intentaba, también, poner en escena un drama. Cuando se encuentra delante de Machado, la Valderrama comprende de inmediato que el poeta sevillano podía servirle para sus planes literarios tanto o más que Unamuno. Y se dijo: “ya está en el saco, aquí tengo un esclavo”. La Valderrama era muy aparente y, también, bastante más joven que el poeta. Don Antonio se impresionó. Estaba muy faltico de cariño. Se iba arreglando, desde la muerte de Leonor, con el pacto antiguo con Onán y con el amor alquilado. Vio el cielo abierto. Cumplió como un caballero e hizo todo lo que Pilar esperaba de él. Escribió reseñas sobre los poemarios de Pilar en los periódicos, habló con los directores y productores teatrales de la época. Hasta se pasaba por las librerías a preguntarle a los libreros por qué no tenían puesto en el escaparate el libro “Esencias” (1930), de doña Pilar. A cambio no recibió casi nada. Citas en cafés escondidos, algún paseo, un roce, un pellizco, miradas: una miseria. Lo dice Jorge Guillén en el prólogo de “Si, soy Guiomar”: "En este punto no hay duda, afecto frente a enamoramiento que no llegaría a la consumación".