miércoles, 30 de enero de 2013

Maneras de leer


La precisión de la Underwood frente a mi escritura inmadura

Los ancianos tienden a pensar que en su juventud las cosas iban mejor que ahora, cuando los que iban mejor eran ellos, no el mundo. También en la lectura de libros.  ¿Se leía más antes que ahora?, ¿se leía mejor? Antes se leía mucho menos que ahora porque había menos gente y más analfabetos. Los pocos que sabían leer, quizá fueran lectores más diestros. Dejaré el asunto a los especialistas, aquí solo contaré que mi relación con los libros, junto a momentos placenteros, también pasó por dificultades. En el colegio de frailes donde estudié interno en los 50, para leer un libro no autorizado, distraído para la ocasión de la celda de algún superior, había que tener una linterna y ganas. De noche, cuando los compañeros se dormían, encendías tu linterna y a leer bajo la colcha. Si te pillaban, suspenso en conducta, degradación y chivatazo a tus padres, aprovechando la misma carta en la que tú habías pedido ropa y calzado para hacer frente al invierno manchego, tu tutor les informaba de que si no cambiabas de actitud “lo ibas a pasar muy mal”, porque advertía en tu conducta “un abandono, una dejadez un evidente desinterés por la vida colegial”. Yo comencé de bibliotecario, oficié como sacristán unos meses y terminé, por culpa de la novela “Don Camilo” de Giovanni Guareschi, limpiando los retretes, y “haciéndome préstamos” de la bien surtida biblioteca del convento, gracias a una llave que la casualidad dejó olvidada en el bolsillo de mi guardapolvos en la época en que trabajé de bibliotecario. Cuando acababa mi tarea en los servicios, me encerraba en el escusado menos sofocante y sentado en una lata vacía de tomates en conserva de cinco kilos, leía. Así tuve un conocimiento suficiente de los clásicos, de los 11 a los 14 años. Como no quiero problemas con la SGAE ni con la Orden de Predicadores, diré que devolví todos los volúmenes. Mi relación con los libros no está libre de esa ambigüedad inaugural, entre la adicción y la escatología. No leo con unción. Me dan envidia los que describen arrebatos místicos o aseguran que entran en trance cuando leen un poema y sufro mucho sabiendo que mi experiencia lectora de la niñez no me ha permitido disfrutar de esos prodigios. Lo que sí aprendí en el colegio es que guardar los libros bajo siete llaves y hacer difícil el acceso a ellos es un magnífico método de incitación a la lectura. Por la seducción de lo negado, de lo prohibido.

lunes, 28 de enero de 2013

El poder macho ataca de nuevo

Mujeres arrastradas al mar por el oscuro poder de los machos

‎"Leer a Grey es el primer síntoma de maltrato a la mujer", ha dicho en una conferencia, la coordinadora del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) de Huelva, Rosario Ballester que también considera un síntoma de la violencia machista el uso de los 'taconazos'. Esta señora considera que las mujeres que compran y leen voluntariamente un libro escrito por una mujer están siendo objeto de violencia machista. Y que mi nieta que se prueba una y otra vez los zapatos de tacón de su abuela, pese a las observaciones que le hago sobre que tiene que dedicar más tiempo a cultivar su alma y menos a su cuerpo, actúa obligada por el machismo ambiente. En definitiva, todas las mujeres, menos ella, son inválidas mentales que hacen cosas que las violentan en su género forzadas por el oscuro poder macho y sin darse mucha cuenta del mal que se les hace. Respeto profundamente el pensamiento de esta mujer, pero me molesta que se le pague con dinero público su ardor misionero.

domingo, 27 de enero de 2013

Las mujeres que leen son peligrosas

La librería Atlántida de Granada, según me informó el encargado hace una semana, ha salvado la Navidad y Reyes gracias a "Las 50 sombras de Grey", libro de sadomasoquismo claudicante -porque al final pierde el palo y gana el amor, como nos gustaría que sucediera siempre- que se ha vendido como rosquillas. Varias librerías de La Zubia (Granada) confirman el hecho. Lo compran sobre todo mujeres -a las que no les debe molestar demasiado que les peguen, si al final "la bestia" claudica y se entrega en acto público, con testigos y firmas- u hombres que quieren hacerle un regalo grato a su pareja. Tengo que extender mi investigación a las ferreterías, que también estarán ganado mucho con la venta del arsenal de bolas, cadenas, esposas, látigos y cilicios necesarios para practicar este tipo de sexualidad industrial. Los caminos del amor son inexcrutables.

jueves, 24 de enero de 2013

Hoy quiero confesarme

Naranjas del Valle
LA intervención apocalíptica de Miguel Ángel Revilla en el programa El gran debate de Telecinco del pasado sábado me hizo temer una catástrofe inminente, como la que arrasó a Sodoma y Gomorra. Él lo dijo: como los responsables de los dos grandes partidos no se pongan de acuerdo, esto se va al garete. Pero, pensé yo, aunque ellos no se pongan de acuerdo, siempre habrá diez hombres justos entre nosotros (cupo exigido por Jehová para estarse quieto) que paren el golpe. Revilla sí dijo que él, al menos, nunca había cobrado comisiones. Pero ahí quedó todo. Si hubiera más incorruptos que Revilla en esta nuestra Gomorra, se sabría: habrían dimitido en masa para no tener que aguantar el sambenito de codicia que los cubre y lo habrían proclamado esa misma noche. Luego en la cama soñé que el expresidente cántabro, como Lot, se alejaba de Sodoma, poco antes de que el Señor le metiera fuego. Alguien en el debate afirmó que la corrupción no es cosa sólo de los gobernantes sino que es un mal que afecta a toda la sociedad civil, a todos nosotros. Entonces, al miedo que ya sentía, se sumó un difuso sentimiento de culpa que me llevó a entrar inmediatamente en un examen de conciencia de todo mi sistema, mis escrúpulos actuaron como el antivirus que de pronto te informa de que está practicando un análisis en profundidad de tu PC para detectar programas maliciosos. Desde pequeño soy profundamente escrupuloso. En el internado dejé de comulgar porque, aunque me hubiera confesado minutos antes, no estaba seguro de no haber pecado de nuevo. No me servía de nada repetir continuamente: "Dios es muy bueno, el demonio es un hijo de puta". El maligno no se asustaba por este improperio y seguía inquietándome, haciéndome creer que los balbucientes pensamientos impuros, sobre todo, ya se habían convertido en sucias transgresiones. Una conciencia así, cuando le dicen que pertenece a una sociedad corrupta, inmediatamente inicia una search de pecados. A los pocos segundos en la pantalla de mis entretelas comenzaron a aparecer los primeros resultados. Ninguno alcanzó los 22 millones de Bárcenas, pero, aunque leves, eran incumplimientos con Hacienda. Por eso, hoy quiero desnudar mi alma y confesar, para matar los rumores de aquella esquina, que el señor que me vende las naranjas del Valle de Lecrín en la rotonda de la autovía no me cobra el IVA. Y llevo tiempo comprándole naranjas, defraudando a Hacienda. Hoy mismo me entrego.

sábado, 19 de enero de 2013

Fin de ciclo

Juan Vida, le da un tirón de orejas a un político
Dicen los mismos políticos, y lo repiten los comentaristas que los parasitan, que hay muchos políticos honestos. Los comprendo, nadie está obligado a hablar mal de sí mismo, pero la población está convencida de que esto no es cierto. Lo siento por ellos, la honestidad les exige ahora, en este momento, dimitir en masa si quieren que alguien los crea. Si no lo hacen, vamos a pensar que son cómplices, más o menos activos de sus compañeros corruptos. Vendría bien entonces lo de Tito Livio: Los romanos -léase españoles, ahora- habían llegado a un punto en el que no soportaban sus vicios ni los remedios para esos vicios".

jueves, 17 de enero de 2013

El villano en su rincón


Me informan mis enviados especiales a los cócteles del malevaje que los asistentes a estos ‘eventos’ abandonan a los políticos, ahora que no tienen nada que dar, en algún rincón oscuro del salón del acto. Todo el mundo les huye y les teme, porque si te coge uno de ellos, te recitará, primero, los puntos del catecismo del partido donde se trata de lo buenos que son ellos y lo malos que son los otros y, sobre todo, y esto es lo más insoportable, te hablará de su gestión de la crisis del pepino o de lo que ha conseguido para la provincia en Fomento, saltándose a la Junta. No te dejará hablar y te cortará si intentas explicarle que tu naranjo ha cargado este año 134 piezas. Asustan más que el sargento Colomera, en tiempos, o de lo que me asustaba a mí el cabo de la Guardia Civil, Antonino, cuando me paraba, por los años 70, en el Portichuelo de la Rambla de Córdoba, a las 12 de la noche –que venía yo en mi lambretta de pasarle a los camaradas del Partido, en Montemayor, un ‘banco de interrogantes’ sobre el Manifiesto Programa del PC, en asamblea secreta y clandestina-, y me soltaba que días antes habían disparado contra un gitano que había robado un caballo y que él podía disparar sobre todo lo que se moviera por la campiña sin darle mayores explicaciones a nadie. Menos mal que, dada la hora, cuando me pidió los folios que llevaba en mi cartera, pude pasarle primero –amparado en la oscuridad- la receta del hojadre, cedida por una camarada de Montilla,y para cuando me exigió que le diera el resto de papeles, entre ellos, los que contenían el Manifiesto, se le había acabado la pila a la linterna y me dejó marchar. Ahora le temo más a un municipal, mitad bombero mitad soldado, que a un guardia civil disciplinado y respetuoso con los protocolos de actuación del Cuerpo. Y lo que más temo es que es un político intente ilustrarme sobre cómo obtiene en Bruselas cosas para Andalucía; por evitarlo soy capaz de renunciar  cualquier canapé institucional de caviar. Por esoy también porque no me invitan, he dejado de ir a estos ágapes en los que te sirven sucedáneosde realidad y en los que se ha vuelto a la sidra champán el gaitero, desconocida en el mundo entero. Prefiero quedarme en casa, dándole la razón en esto a mi sobrino de tres años, Pepito, que cuando su madre lo llama para lavarlo, le espeta: “Mamá, déjame tranquilo en mi rinconcico con mimierdecica y mi chupe”. Es que es mejor.

miércoles, 16 de enero de 2013

¡Que se mueran los feos!


Georg Gänswein, componedor de capas
Comenta mi buena amiga Maria Asuncion Vicente Valls, ¡con la que tanto he viajado!, a propósito de una foto que he colgado en mi biografía del facebook en la que se ve almozo del Papa, acomodándole la toquilla, que este presbítero, nombrado recientemente por Su Santidad (Susan para los íntimos) arzobispo: "Es guapo, culto, elegante, distante, se que lleva vaqueros de armani y camisetas de dolce y gabana, lleva años llenando la curia de glamour". Tengo que darle totalmente la razón a mi amiga, aunque no sea nada más que por respeto a la memoria de mi padre, que era un hombre poderoso y grande aunque no muy guapo, pero que en asuntos de estética era inflexible: abominaba de los feos. Le oí en multitud de ocasiones la frase "¡que se mueran los feos". Por ello tengo que proclamar, y así lo hago, "¡Que vivan eternamente los guapos!", aunque con esta afirmación me excluya yo mismo de la eternidad.

martes, 15 de enero de 2013

Donde los ángeles

Desde que la astronomía expulsó a Dios y a sus ángeles del cielo, de lo alto, el espacio aéreo está muy concurrido. Todo el mundo quiere habitar donde los ángeles. Poetas, tertulianos, blogueros, políticos,  obispos en stand by, columnistas egocéntricos nos disputamos unos metros cuadrados en el cielo de la excelencia... También la chica que aparece en la foto, compitiendo nada menos que con Durero y Lucas Cranach, en el Thyssen de Madrid .

 Pero la epifanía tumultuosa de otros muchos cuerpos femeninos en los espacios públicos la obliga a subir los decibelios de su llamada. La competencia es dura.  Por si la clamorosa "Y" de sus nalgas  no fuera argumento bastante, la trenza señala, certera, el camino. Ella, sintiendo cómo la miran, benignamente de humildad vestida, susurra al móvil...

jueves, 10 de enero de 2013

Anacronismos


Platón pasó los últimos años de su vida organizando másters de gama alta en la Academia de Atenas, institución que había fundado en el 387 (a. de C.).  Muchos de los archivos empleados en sus cursos se los había bajado de las clases de su maestro Sócrates al que pirateó descaradamente en sus Diálogos. Vendió a su mentor, que no escribió nada y que daba las clases  paseando y coqueteando con sus alumnos por las riberas del río Cefiso, en el top manta de la escritura. Platón, antes de terminar de catedrático emérito de Filosofía en la  Academia (para algunos, la primera universidad europea), se metió en política, en el año 367, como consejero de libre designación del nuevo gobernante de la ciudad siciliana de Siracusa Dionisio el Joven. El hombre fracasó en este su primer intento de racionalizar la política, arte poco lógico orientado, como la magia y la prestidigitación, a conseguir que los ciudadanos no distingan la verdad de la mentira ni sepan relacionar las causas y los efectos. Pero nadie está libre, ni el más sabio, de empecinarse en el error y volvió a intentarlo, en el 361, en la misma Siracusa, sin éxito. Entonces, como otros hombres de valía, decidió volver a su patria y dedicarse a dar conferencias a los futuros gobernantes de la ciudad y a escribir libros. En la actualidad, la vuelta de los catedráticos, de los filósofos, a la vida pública española es abrumadora, los tenemos en todos los medios dando lecciones y consejos. Los políticos están tan desprestigiados que ya no hay anunciantes que subvencionen sus tertulias. Antes, sí: con uno del PSOE, otro del PP, salpimentados, a veces, con un nacionalista templado y un comunista presentable. Iban a la emisora una tarde de la semana, otra le tocaba a “El sacapuntas”,  tertulia de mujeres que dedicaba parte del debate a adelgazar la insoportable falocracia del patriarcado desbastando el obelisco de su prepotencia con el sacapuntas de la bulla y la algarabía de colegialas alborotadas. No faltaba una tertulia de presos y otra de dementes, en la que, como es lógico, resultaban, más libres, aquéllos, y más lúcidos, éstos, que los tertulianos del resto de la semana. Lo peor de los políticos es la pesada obligación de la obviedad.  Para recuperar audiencia, los medios de comunicación llenan ahora las tertulias con Catedráticos. Por lo menos, éstos no regañan. Pero aburren y, sus consejos, como los de Platón, servirán de poco. 

jueves, 3 de enero de 2013

El infierno son los demás



Las rebajas de enero han llegado también para el hotel de Marbella en el que se alojó Michelle Obama el verano que vino a España y visitó Los Italianos. Ahora el alojamiento cuesta un 9% menos, sólo 1155 euros por persona y noche. Una de las clientas habituales del establecimiento declaró en televisión encontrase en él como en su propia casa. En estos lugares privilegiados puede pasar que a lo largo del día haya algún momento en que los trabajadores del hotel no te estén poniendo las manos encima, pero en el reportaje no se vio. Porque cuando eres rico no tienes derecho a ausentarte ni un instante del mercado ni del teatro donde se exhibe la riqueza. Luis XIV, el Rey Sol, pasó muy pocos minutos de su dilatada vida solo. Hasta sus necesidades las tenía que hacer delante de sus cortesanos. Porque cuando se es rico o poderoso, parece que no es posible pasar ni un momento sin que te den masajes o sin que chorros de agua propulsados mancillen tus lugares más encriptados; es inevitable que te acerquen un plato de caviar o un bacín de cuello alto, como al rey francés. Langostas rampantes de amenazadoras patas ortopédicas te acechan o perfumistas inclementes te fumigan con alguna colonia de largo alcance con la que marcar tu territorio en competencia con la que exhala la persona que tienes cerca. Y si de pronto te quedas solo y, obligado a llenar tu tiempo durante unos segundos con materiales propios, te invade el horror al vacío, no debes de temer nada, de algún sitio saldrá un Ganímedes, administrador del amor venal, dispuesto a escanciar en el ánfora de tu deseo los cuerpos más perfectos. Si el infierno son los otros, o los demás, como he podido leer en una pintada que atribuye la frase a Sartre, cuando eres rico, es muy difícil no precipitarse todos los días por sus escalones. Cuando uno no es rico, o incluso si se es pobre, tendrá que buscarse su propio infierno, ir a por los otros, asomarse a donde va la gente, frecuentar el infierno de las romerías, de las primeras comuniones, oler los humos primordiales de las  barbacoas, demorarse en el cortejo amoroso. Personarse en la Toma. Aunque hay infiernos de los que es difícil ser expulsado, como nos advierte un pobre de solemnidad que se pone en Puerta Real con un cartón en el que ha escrito “Soy español”. Pero, si eres Michelle Obama, no temas, se abrirán para ti las puertas de todos los infiernos.