GRAN parte de las colecciones de mitos están dedicadas al cotilleo. Seguro que las desavenencias de Zeus y su esposa Hera darían para llenar las páginas de varios números de la revista Hola. Por una colección de mitos apócrifos me entero de que Hera, esposa de Zeus, era diosa de naturaleza muy celosa y vengativa y que descargaba su ira principalmente contra los amantes de Zeus. Humillada por la relación de Zeus con Ganimedes, el garzón que administraba la ambrosía en la copa de oro del padre de los dioses, castró al efebo. El pene del copero, ya en el suelo, no dejaba de agitarse. Hera lo ensartó con una lanza y lo clavó a las puertas del Olimpo como aviso de holgantes. Zeus, al rescate de su amante, se había apresurado a conceder al cuerpo de Ganimedes, las virtudes regeneracionistas que ya poseían los de las lagartijas. He tenido que consultar una enciclopedia virtual para enterarme exactamente en qué consiste el regeneracionismo del rabo de la lagartija y por ella he sabido que: "La regeneración es la reactivación del desarrollo para restaurar tejidos faltantes. El proceso de regeneración puede ocurrir en múltiples niveles de la organización biológica y la habilidad de los diferentes organismos para regenerar partes faltantes es altamente variable: la regeneración puede darse entonces a nivel celular, de tejido, de órgano, estructura e incluso del cuerpo". Pero ni los diccionarios mitológicos ni la Wiki explican qué cosa sea la regeneración que ahora, próximo el lobo feroz de las elecciones, sacan del armario los grupos políticos. Parece que al fin alguien se ha dado cuenta de que la palabra cambio, produce náuseas. La palabra cambio ha muerto, ¡viva la palabra regeneración! ¿Volvemos al Regeneracionismo político del siglo XIX? o, más: ¿reactivamos la Reconquista? Desde las campas de una castillo muy viejo que mandó edificar en su día Pedro Maduras, en Soutomayor, Pontevedra, Rajoy ha despistado al país con una lista de medidas regeneracionistas que, supuestamente, han de servir para limpiar la vida pública de mangantes y trileros. Detrás de este barullo regeneracionista, está lo único que le interesa al Partido Popular: modificar la Ley Electoral, a pocos meses de las elecciones, para no perder alcaldes. Como la lagartija que abandona su cola para salvarse, el PP juega a distraer a sus adversarios con los estertores regeneracionistas de su rabo, mientras que espera fortalecer su cuerpo caduco con una pandilla tramposa de alcaldes.