Querido lector, hay que buscarle un concurso de micro-ensayos a Pánfilo para que no me los mande todos a mí. Es una máquina ensayística diletante. Estoy seguro de que nada más leer esta entrada me enviará un email pidiéndome que no utilice “lector” para referirme a hombres y mujeres. Y se pondrá de ejemplo, y me contará que, cuando era maestro, si en la clase había más niñas que niños se dirigía a los estudiantes en femenino: “queridas alumnas”, “niñas malditas”, “sacad todas el cuaderno de ejercicios”… Y viceversa. Por tanto, en puridad, me sugerirá Pánfilo, teniendo en cuenta que a lo largo de la historia de la escritura se ha dado más la lectora que el lector – aunque sean muchos más los escritores que las escritoras-, que al referirme a las personas que leen heroicamente mi blog, utilice el femenino “lectora”.
Ahora acaba de llegar de Grecia, y ya me ha mandado varios micro-ensayos muy imaginativos pero con poca sustancia porque no tiene demasiados elementos de juicio para muchas de las cosas que me cuenta. No basta con pasearse por Grecia, y sus islas, 10 días para tener una visión aproximada de asuntos tan dispares como los perros indolentes de la Acrópolis, las dimensiones del pene en la estatuaria griega del periodo clásico, el secular enfrentamiento entre turcos y griegos, la aceptación por parte de los griegos de la iglesia ortodoxa, el enfrentamiento perenne de los patriarcas ortodoxos de la diversa iglesias nacionales, la feliz encarnadura de los tomates de la isla de Lesbos, el tratamiento casi mágico que los griegos dan a la berenjena, la depauperación de la economía griega, la manzana de Safo, el atardecer en Mitilene, la dinámica de grupos en los viajes programados (líderes carismáticos, líderes en la sombra, el anti líder, las personas entrañables, los sabios prudentes, los que viajan para confirmar que lo de aquí es mejor que lo de allí…). Le he mandado un email látigo advirtiéndole: “como no te controles, voy a hacer con tus correos lo mismo que hago con todos los “pps” que me mandan amigos y conocidos, con mucha cultura y Dies Irae dentro, pero sin una frase amigable o cariñosa: echarlos directamente a la papelera”. No creo que me haga caso. Como le quiero, amables lectoras, tendré que meter aquí alguna de sus elucubraciones. Que el camino es muy largo y aprieta mucho la soledad. No puedo perderlo.