viernes, 29 de octubre de 2010

Paisaje después de la batalla

La indignación o la exculpación van por barrios: si disparata Dragó, lo defiende Aguirre, si es Blanco el que mete la pata, sale al quite la gente del PSOE, si al alcalde de Valladolid se le clarea el homo atapuerquensis que llevamos dentro, el PP se hace el loco. Estos me han leído el poema "A galopar" de Alberti:

Nadie, nadie, nadie, que enfrente no hay nadie;
que es nadie la muerte si va en tu montura.
Galopa, caballo cuatralbo,
jinete del pueblo,
que la tierra es tuya.

Y lo están poniendo en práctica, excesos verbales muy parecidos merecen distinto tratamiento según los cometa uno de los míos o uno de los tuyos, porque el insulto es nada si parte de mi campo. Lo peor es cuando echan mano del diccionario para demostrarte que no has entendido lo que han querido decir. Pretenden ser dueños de sus insultos y de todas las interpretaciones posibles. Pero el lenguaje no lo maneja ni la Academia ni el Parlamento. Es de las pocas cosas que pertenece al común que lo interpreta a su antojo.

jueves, 28 de octubre de 2010

El laicismo del hipotecariado

Cena en Santo Domingo
Una estatua dedicada a José Antonio Primo de Rivera se alza inamovible en  la plaza de Bibataubín de Granada. El Ayuntamiento de la ciudad, de mayoría popular, sigue sin retirarla. La obra, de 1973, contiene elementos laicos, heterodoxos, alejados de los ritos fundacionales del falangismo. Su autor, el escultor López Burgos  respetó el espíritu de compactación  y afluencia de los totalitarismos, sin llegar a la eficacia y al descaro del documental “El triunfo de la voluntad”,  obra “de nazis, para nazis, sobre nazis”, según su realizadora, la alemana Leni Riefenstah. Rodado en 1935, es una pieza de propaganda canónica, en la que miles de personas actúan en desfiles y concentraciones con la precisión y la eficacia de un puño unánime a punto de ser injertado en el brazo de Hitler, listo para golpear al enemigo como un martillo. En la escultura de López Burgos, las manos que parecen soltar palomas, y sueltan un águila rapaz, también están anudadas pero la fortaleza que transmiten carece de la contundencia de las imágenes de Riefenstah. No son los ritos fundacionales, sino su adaptación a los tiempos. En 1973, el falangismo español había aflojado su tensión original, después de más de treinta años sirviendo de masilla al conglomerado ideológico de la dictadura, y López Burgos, no se atrevió a esculpir brazos saludando a la romana, pero en un inteligente acto de travestismo, son las alas las que saludan "en fascismo", como diría el explosivo Profesor Fortes, filólogo local de la liberación del proletariado.
El laicismo, como negación, olvido o simple remodelación de la liturgia, de los ritos inaugurales, también se manifestó el último 20N, cuando un joven falangista subido al pedestal de la estatua de López Burgos, gritó "Viva España", en lugar del litúrgico "Arriba España" del fundador. Laica es, también, la actitud de la novelista local que en una conferencia contratada por la Diputación les confiesa a las mujeres que la escuchan en un pueblo de las Alpujarras que no ha leído a Cervantes, pero tilda de machista al jurado del Planeta porque no le concede el premio. Laica la poeta que escribe  algo que sólo ella identifica con un poema, ignorando los códigos del canon literario, pero soñando con el Nobel de Literatura a cada cuarteta que pergeña. Muy laico el pie de la foto 134 -“Cena en Santo Domingo”-  del Concurso para el cartel de la Semana Santa de Granada del año 2011, en la que aparece una panda de amiguetes a punto de comer (si te fijas, es un paso de la Santa Cena parado en medio del patio del antiguo convento de dominicos). El hipotecariado -y posiblemente el redactor del pie de la foto pertenezca a esa clase social poco estudiada-  ha diluido todas las mediaciones, menos la del banco que le ha prestado dinero para comprar la casa en la que vive. Las viejas religiones, las viejas mediaciones han perdido poder simbólico y,  como dicen ahora, casi no se las “visualiza”. Y si se dejan ver, peor para ellas: los jueces insultados, los Reyes abucheados, si no quemados en efigie, el himno nacional silbado, los militares de paisano, obligados a prescindir de sus vistosos uniformes de gala, los obispos apocalípticos,  pidiendo un poquito de protagonismo y de reconocimiento social, sin atreverse todavía a pasarse por la Noria, como hacen ya los políticos, y sentarse al lado de la reina natural del hipotecariado. La muy visible Belén Esteban.  

miércoles, 27 de octubre de 2010

Finjamos con Sánchez Dragó

Nada más que compasión merece Sánchez Dragó. En su último libro  “Dios los cría…y ellos hablan de sexo y drogas”, cuenta que se acostó con dos “lolitas” de 13 años que le asaltaron en el metro de Tokio, en el año 1967. Este desliz, me ha parecido un pecado de los que puedo perdonar, si se arrepiente y muestra propósito de enmendarse. Y si, pese a su edad, sigue en estos lances, peor para él. No le diré más que Chamfort en uno de sus apotegmas: “Perdónalos porque no saben lo que hacen, fue el fragmento que eligió el predicador en la boda D’aubigné, de setenta años de edad, con una joven de diecisiete”.  Sorprende, sin embargo, que un hombre tan culto y tan leído como Dragó, no haya caído en que su fantasía no es muy diferente de la que nos contaron muchas veces los emigrantes que volvían de Francia en los 60. Unos traían coche para asombrar a la parroquia y los que no podían, traían fantásticas aventuras eróticas. Niños de pueblo, como éramos los oyentes asombrados de estos relatos, nos tranquilizaba saber que se podía seguir teniendo orgasmos (“gusto”, le llamábamos entonces) sin miedo, porque la sensación de gozo y muerte inminente que nos había dejado el primero había llevado a muchos de nosotros a no buscar el segundo. Que Dragó quiera seguir disfrutando del delicioso fruto del escándalo (hoy imposible), produce ternura. Lo peor que podemos hacerle es no escandalizarnos a la antigua usanza. Aunque no lo estemos, finjámoslo que en cosas de amor tanto vale lo verdadero como lo fingido, si no más.

lunes, 25 de octubre de 2010

Presidencia del Gobierno, abstenerse homosexuales

José Blanco, vicesecretario del partido en el poder, anda esta mañana por las emisoras explicando lo que quiso decir con esta frase pronunciada ayer en Málaga: a los del Partido Popular “se les ve el  plumero, bueno a Rajoy no es difícil”.  Al PP se le supone heredero de la “cojonocracia”  de escupitinajo en esquina y rasquiña de entrepierna, al paso de la morena de la copla a la que se le lanza un requiebro obsceno del tipo: “Niña, te comía hasta la gomilla de las bragas”. Pero el PSOE se dice defensor de las mujeres, de los ancianos dependientes,  promotor  “de la educación en valores”,  inventor de Educación para la Ciudadanía en la que se condena la homofobia y se promueve un saludable daltonismo ético para las combinaciones eróticas que los ciudadanos elijan para alegrarse y complicarse la vida.  No sé si este Blanco, caballero negro de la exclusión, tenía muy claro,  lo que quería decir, no sé si eligió las palabras adecuadas para expresarlo. Lo único que sé es lo que le oído decir en una grabación y que he transcrito literalmente más arriba. Lo que menos importa es que haya dado a entender que Rajoy es homosexual. Eso, a la mayoría de los españoles no les interesa. Son daltónicos. Lo que puede causar enojo es que este progre de guardarropía, después de tanto buen rollito guay, esté sugiriendo que un homosexual no debería ser presidente del Gobierno. Peor, que la presidencia del Gobierno puede estar ocupada por heterosexuales,  pero no por  homosexuales. Si los progres son así en España, cómo serán los cavernarios. No creo que los salve ni siquiera su desembarco en la Noria de Telecinco por mucho que ayuden a Belén Esteban a rellenar la programación de la cadena.

domingo, 24 de octubre de 2010

El lugar de trabajo: ¿harén u hogar?

La novedad de la situación de la mujer en España, en la primera década del siglo XXI, produce tanto desconcierto a hombres y mujeres como a los aristócratas y burgueses del siglo XV el derrumbamiento de las viejas leyes de la cortesía caballeresca y la llegada de la Italia urbana de nuevos “usos” eróticos. El cambio ha sido tan radical que tiene a todo el mundo descolocado y sin saber qué comportamientos privados se trasladan a lo público y que prácticas de lo público se llevan a lo privado. En tiempos de transición como los presentes, no es exagerado afirmar que el varón tiende a convertir su centro de trabajo en un harén y la mujer a manejarlo como un hogar. Las mujeres aparecen, siempre que se lo proponen y pueden, ventajosamente situadas en carreras, oficios y profesiones. Pero mientras que "políticos y políticas" insolventes y caraduras están todo el día tildando de machista a todo lo que se mueve, ellos con poder y diputados, no promueven leyes para eliminar la discriminación salarial de las mujeres, blindar el puesto de trabajo y la promoción de la mujer que da a luz e imponer “razones” para convencer a los machos neandertales que matan mujeres y luego se suicidan, de que inviertan el orden de esta secuencia. Que andamos despistados en este asunto lo prueba el último rifirrafe sobre quién es más machista, si el presidente del Gobierno al eliminar de un plumazo el ministerio de Igualdad en el que seguramente y, sin mucha razón, conociendo la levedad transformadora del personaje, habían depositado tantas esperanzas muchos ciudadanos o el 'rejumbroso' (¡que no se entere el munícipe que he utilizado esta eufónica deturpación dialectal de 'herrumbroso', porfi!) alcalde de Valladolid con alusiones ofensivas a la ministra Leire Pajín que ponen en entredicho al político y al profesional de la medicina.

viernes, 22 de octubre de 2010

El alcalde de Valladolid y las "porta-morritos"

Hay una manera sencilla de ser el primero de la fila sin mucho esfuerzo.  Antes del Google  y de la Educación de las mil y una materias y asignaturas, existían las carreras de ciencias y las de letras. El primero de la fila, en las bromas de los estudiantes, era el hombre blanco de ciencias, luego iba el hombre blanco de letras, a continuación el hombre negro de ciencias  e, inmediatamente, el hombre negro de letras. Entonces, y sólo entonces, emergía la mujer en la taxonomía,  la blanca y de ciencias, en primer lugar, la blanca y de letras, la segunda, luego la negra  y de ciencias y en último lugar -la última de la fila-, la mujer negra y de letras. El alcalde de Valladolid, León de la Riva, de entrada,  y por lo que ha declarado ayer, tiene necesidad de que  todas las mujeres, por el hecho de serlo, aparezcan por detrás de él, en la fila, clavadas a su papel tradicional de “porta-morritos”, como las mariposas disecadas que se mueven poco, aunque  lucen preciosas clavadas en el expositor con alfiler de oro.  Luego estarán los que no sean hinchas de su equipo, los que no pertenezcan a su grupo de senderistas sin fronteras, a Expiación,  su cofradía, los que se tomen el flamenquín en otro bar, los que no usen el mac...Todos, todos, todos los seres humanos, menos él, al final de la fila. Y esto sin esfuerzo, sin currárselo.  Por decreto.  Este hombre, olvidando lo severa que era la lucha por la vida en la cercana  Atapuerca,  se nos ha vuelto comodón y quiere despuntar eliminando  del escalafón a los posibles competidores. No sé cómo en Valladolid lo votan las mujeres o los que no viven en su misma escalera.

jueves, 21 de octubre de 2010

La vocación de servicio de Bibiana Aído

¿Qué menos?
Lo vengo oyendo desde chico. Creo que era una frase muy usada por en el régimen anterior: “Yo estoy en política porque tengo vocación de servicio”. También se la oí una tarde en una conferencia a Cristina Almeida que entró en la sala  con el empuje con que Cecilia Bartoli ataca el “Exsultate y jubilate” de Mozart. Ella - nos dijo- estaba en la política porque tenía vocación de servicio.  Ese ímpetu de darse a los demás sin esperar nada a cambio es el mismo que impulsa a la tránsfuga,  Rosa Aguilar, nueva ministra de Medio Ambiente,  política tan empapada de vocación de servirse (¿o de servicio?) que abandonó IU cuando pensó que había que servirse (¿o servir?) a capas más amplias de la población.  Lo normal es que a Bibiana Aído se le quitara la vocación de servicio ayer, al conocer por el buzón de su móvil que el GRAN PATRIARCA de la igualdad la había rebajado a Subsecretaria, esto sí, con gran delicadeza y mimo. El mismo que usan los grandes machos condescendientes con las hembras sumisas. El padre de todas nosotras no la había sometido a la última humillación: colocarla a las órdenes de un ministro.  La ha confiado a la UCI  política de Pajín, ministra de Sanidad, hasta que salga del trance.  La maltratada, en lugar de escribir lo de la pintada de la foto de arriba por todas las paredes y calzadas de su ciudad, y renunciar a su  interesada vocación de servicio, mansamente ha aceptado que el GRAN MACHO SUCCIONADOR DE TODAS Y TODOS los que le rodean, se siga aprovechando de ella, representando una de las escenas más claras de desigualdad de las que se tenga noticia.  

lunes, 18 de octubre de 2010

Pánfilo, la santa, Paco Rabanne y un chamán de Perú

La chaqueta de Rabanne
Pánfilo sigue buscando desesperadamente la manera de vivir más años de lo que le corresponde. En los 80, creyó haber dado con el secreto de la inmortalidad, cuando descubrió en su libro de vidas de santos de cabecera que el Señor había prometido a Santa Margarita María Alacoque que el que confesara y comulgara los nueve primeros viernes de cada mes, durante nueve meses seguidos, no moriría en pecado mortal. Hizo los primeros viernes e inmediatamente pecó mortalmente y sin propósito alguno de la enmienda tuvo los pensamientos más impuros que imaginarse pueda. Pero se murió el papa reinante y el sucesor proclamó una amnistía y Pánfilo ya no tuvo fuerzas, no para hacer de nuevo los primeros viernes, sino para volver a tener pensamientos impuros. En un programa de Punset una bióloga norteamericana muy preparada contó que con los años baja mucho la testosterona y van quedando menos ganas de pensar en esas cosas. Tras el fracaso, intentó hacer un pacto con el diablo, pero Mefistófeles le rechazó por considerar de poco interés estratégico hacerse con su alma.  Creyó haber encontrado una solución menos ambiciosa, pero suficiente, para asegurarse la supervivencia en los próximos 30 años, cuando, tras perder su chaqueta cuello Mao en un restaurante de Málaga, se topó con una de camarero muy parecida en el escaparate de una tienda de ropa de trabajo. Entró y pidió que le confeccionaran una igual a la extraviada. Les enseñó fotos de la original que él había copiado de las chaquetas que solía lucir Paco Rabanne en las revistas de modas. Pero la casa fabricaba las prendas al por mayor, como mínimo seis, y Pánfilo sólo necesitaba una. Desde luego con el diseño no había problema, bastaba con cambiar el color blanco de la tela y los botones negros de las chaquetillas del escaparate. El sastre que le tomaba medidas insistió en que tenía que encargar por lo menos seis unidades. Pánfilo vio el cielo abierto. Ésta era su ocasión de vivir, sin miedo a la muerte, durante los próximos 30 años e inmediatamente encargó seis prendas iguales. Sólo pidió que la empresa le asegurara ante notario que cada una de las chaquetas  le iba a durar 5 años,  los mismos que la perdida, y que él iba a disponer de tiempo para romperlas todas. El sastre, por quitárselo de encima, consintió en hacerle sólo una en tergal color marengo y no se comprometió a nada. Le cobró 30 euros, 90 menos de lo que le costó la primitiva. Pánfilo, tras esta última tentativa, se ha entrevistado con un Chamán del Perú que le ha anunciado que vamos a entrar en una nueva época, la de Acuario, de la que se puede esperar cualquier cosa. Ha quedado a la expectativa.

domingo, 17 de octubre de 2010

Yo, pese a todo, aún creo en el amor

Al mausoleo de Halicarnaso, ni caso
También le hace llo­rar a Pánfilo el «síndrome marmóreo» que viene aquejando al alcalde de su pueblo, hombre tan aficionado a las obras pú­blicas que ha mandado erigir en la rotonda que da acceso al municipio una enor­me escultura erizada de puntas amenazantes  dedicada a la “Concordia”.  El pueblo supo cuánto había dañado a su alcalde la muerte, hacía ya años, de su padre cuando comenzó a llenar las plazas y las avenidas y los jardines de columnas de mármol gris, de imitación. Un concejal de la oposición denunció en un pleno que el alcalde se estaba resarciendo de lo mal que el vecindario había tratado a su padre mientras que él estuvo trabajando en Alemania.  
Imposible "Concordia"
Debía de conocer a unos marmolistas poco misericordiosos con los estilos clásicos de escultura que le fabricaban un tipo de columna están­dar, igual por la basa que por el capitel, sin ensanchamientos a la mitad de la caña, ni nada. Los marmolistas del al­calde pasaban mucho de la Grecia clá­sica y de su discípula, Roma, y habían sometido los cánones a las mutaciones degradantes de los gustos kitsch del hipotecariado. Después metió el cartabón y la regla a todo lo que de vivo y popular había en el pueblo. No quedo ni una línea mal trazada. Como los niños que no saben dibujar y creen que mejorarán sus deprimentes esbozos de una plaza o de una iglesia retintando las aristas, cu­briendo con una línea recta muy gruesa las imperfecciones sinuosas del dibujo a mano alzada, el alcalde puso mármol sobre cualquier resto de la gracia o de la originalidad arquitectónicas tradicio­nales. Los ladrillos de los escalones, fueron sustituidos por planchas de már­mol gris; los bancos de obra, encorseta­dos por el mármol. El suelo de tierra, cubierto de mármol. El vacío que le dejó la muerte de su padre, lo llenó el alcal­de con edificios que ocuparon hasta el último metro cuadrado libre del suelo disponible en el municipio. No dejó espacio alguno para los fantasmas de su pasado a costa de convertir el pueblo en el panteón de su padre.
Cuando se le hace presente la enorme orfandad del alcalde, aunque Pánfilo haya llorado ya en la sobremesa, viendo el culebrón “Yo, pese a todo, aún creo en el amor”, este el hombre sensible vierte algunas lágri­mas más de pena y conmiseración

sábado, 16 de octubre de 2010

Los hombres formales, ¡qué bien lloran!

Pánfilo es de esos seres muy sensi­bles a los que ciertos días les cuesta un trabajo enorme contener las lágrimas. Entonces una mirada o la ferocidad de un fanático que grita le hieren y se deshace en lágri­mas.
La mirada: Pánfilo llevaba tres años viéndola pasear sola por la ciudad. Le habían informado de que era argentina y que cantaba boleros para ganarse la vida por los bares de la margen derecha del río Da­rro. No era natural que una muchacha tan hermosa pasease siempre sola. Lue­go se enteró de que la chica había man­tenido sus creencias marxistas-leninistas más allá de la caída del muro de Berlín. Predicaba con convenci­miento y fe en las reuniones semanales de la coalición de izquierdas a la que pertenecía sobre la maldad intrínseca del sistema financiero mundial. Tenía el pelo, aunque se acercaba velozmente a los cuarenta años, totalmente oscuro. Era capaz de hablar de política —en pleno mes de julio— más de 8 horas segui­das. No tenía sentido del humor, como corresponde a la persona que está em­peñada en una lucha sin cuartel para acabar con la explotación del hombre por él hombre y con la de la mujer por el hombre.
El lloró una tarde al verla cruzar la Plaza de Bibarrambla. Iba muy arreglada, tan evidentemente guapa como otros días. Seria, según costumbre. Y sola. La soledad de la mujer le hirió profun­damente esa tarde. Más que la suya propia. Y su mirada desconcertada. Aunque esa semana había llorado mucho viendo cómo unos seres sin piedad gritaban en un acto solemne de recuerdo y homenaje a los militares heridos o muertos, aún le quedaron pena y lágrimas que dedicar a la soledad, que él imaginaba inhóspita, de aquella mujer hermosa. Porque, Pánfilo, de sensible que es, apaga la televisión en las escenas en que alguien se queda con la mano tendida esperando un apretón que nunca llega. Y al tiempo que cierra el aparato, una lágrima le moja la mejilla, porque los hombres formales ¡qué bien lloran!

viernes, 15 de octubre de 2010

Como esto siga así, vuelvo a la clandestinidad


Una emisora para el exilio interior
Cuando algún ciudadano de buena posición afectado por el "síndrome del tribuno" se cansa de denunciar los fallos de esta democracia, ha escrito en su blog o en su periódico, en varias ocasiones, que no va a consentir que los políticos insulten más su inteligencia y llega al punto en que las cosas de España le parecen excesivas, amenaza, y el mundo tiembla: "Como esto siga así, me marcho al exilio". Creo que fue Almudena Grandes la que no hace mucho anunció que se iba a tener que exiliar a México, como los intelectuales republicanos tras la derrota. Eso me ha pasado a mí esta mañana oyendo la SER (soy también devoto de Radio María: el hombre que trae el gasóleo a casa me deja escrito a mano en la factura la frecuencia de la emisora, 90.7, cada vez que me llena el tanque). La SER ha montado esta mañana un programa, como de desagravio, a los heridos y a los caídos por la Patria, para dejar en evidencia a los impíos que el día 12 abuchearon no sólo al presidente sino, y sobre todo, a unas Fuerzas armadas que ya no ven muy asequibles. Era de esperar. ¡Cómo nos gusta "canibalizar" el dolor y la muerte de los otros! Extraer sustancia de dónde sea. Como esto siga así, me escondo en España, que como no soy un ciudadano de buena posición, la paga no me da para exiliarme.

jueves, 14 de octubre de 2010

Pipas de porcelana

“Me cago en el misterio”, parece que grita el artista (¿?) chino Ai Weiwei con su exposición de pipas de girasol de porcelana de la sala  Turbine de la Tate Gallery de Londres. Con 100 millones de ellas ha “creado” una alfombra de 10 centímetros de espesor y 1.000 metros cuadrados de superficie con la que ha cubierto el hall del museo. Cuando algún escolar irrespetuoso e ignorante, desobedeciendo las indicaciones de sus profesores,  ha intentado hincarle el diente a una de estas pipas en busca del misterio que oculta en su interior, ha comprometido su gráfico de dentición. Las pipas, como los melones y las sandías, como el huevo de la gallina son objetos de estructura perfecta y, además, como ciertas habitaciones de los cuentos infantiles,  detrás de cuyas puertas se esconden los secretos inanes de la vida, herméticas e irresistibles.  Las pipas y el huevo duro permitían a cualquiera rozar lo arcano. Ahora, este bobo dadaísta, sin respeto ni cuidado, simplemente para significar que vivimos en una época de “cortar y pegar”, de copia frenética,  ha disparado, como Sazatornil en “Amanece que no es poco”, sobre lo que no entiende. ¡Me cago en el artista!

lunes, 11 de octubre de 2010

Tomates como banderas

El campesino, dueño del chambao de la foto, es razonablemente feliz, pese a que tiene 82 años y que acude todos los días a labrar los marjales donde cría los tomates. Cuando maduran los vende a los viajeros que suben a Sierra Nevada por la carretera de El Purche, en Granada. Ha tenido el buen gusto de preferir una expresión antigua “Se vende tomates” a la actual “Se venden tomates” para su tosco anuncio y el sentido común suficiente como para que la bandera de España que preside su actividad, desde lo del Campeonato del Mundo, no sea mayor que el tomate más gordo de su cosecha.
El tomate más gordo
No le pide a la patria demasiadas cosas, para que la patria no se ponga exigente con él. La patria le ha pagado el sonotone que alivia su sordera y le ha concedido las becas que han permitido que sus dos hijas terminen sus carreras universitarias. Él hizo el servicio militar en su momento y le viene pagando, a la patria, sus impuestos. 900 metros más abajo, el alcalde de su pueblo también izó este verano una enseña roja y amarilla, con más varas de tela que metros cuadrados mide el término municipal, a modo de para-desgracias y atrapa-glorias nacionales.
Bandera atrapa-glorias nacionales
No consta en ningún sitio que el pueblo, o su alcalde, hayan prestado a la patria más servicios que el campesino de los tomates. El director de “El Mundo” ha utilizado la primera página de su periódico, el viernes, día 8 del presente mes, más o menos como el alcalde su bandera. Enarbolaba ese día Pedro J. Ramírez este titular atrapa-glorias a tres columnas: “Vargas Llosa, sexto español con el nobel de Literatura”, ocultando que el escritor galardonado también disfruta de la nacionalidad peruana. Si alguien tilda de pueblerinos a P.J.R. y al alcalde, será difícil llevarle la contraria, y también llevará razón el que diga que Manuel, el labrador de 82 años, es el que parece más globalizado de los tres en sus relaciones con la patria. Casi kennediano. ¿No fue el presidente Kennedy el que pidió a sus compatriotas que no estuvieran todo el día pidiéndole cosas al país de uno, que también pensaran en darle algo de vez en cuando?

sábado, 9 de octubre de 2010

Señorita Trini, ¿señora presidente del Gobierno?

Claro que Alfonso Guerra ha querido ridiculizar a Trinidad Jiménez al llamarla “La señorita Trini”, pero no ensuciándola de desigualdad, sino enlodándola  con el ridículo de toda la operación “Con Trini se puede”, en la que el señorito Zapatero, ha usado, ¿de forma machista?, a Trinidad Jiménez para la operación “Reconquista de Madrid”.  En su descargo podemos decir que la moza ha dejado, astutamente, que el presidente se aproveche de ella. ¿Estará pensando en sustituirlo? Cuando esto suceda, Trinidad Jiménez será auténticamente la señorita, o la “señorica”, como se dice en Andalucía, que de esto entiende bastante, y el presidente, el mozo de cuadra.

viernes, 8 de octubre de 2010

De cómo el teatro fino se cargó al Chino

La movida cambió las maneras pero no el fondo de la cuestión (ver entrada anterior). Lidia Falcón, la quejumbrosa feminista catalana que está algo mayor y seguramente prefiere que le miren más el alma que el cuerpo, en “Cuéntame”, explicó que los hombres salieron de la dictadura hambrientos de carne femenina, aunque no aclaró si ingresaron en ella ahítos. Y en los años 80, añadieron más disfraz cultural si cabe a su deseo de ver a la mujer desnuda y en movimiento. Recurrieron incluso a la creación de Festivales Internacionales de Teatro, que de internacionales, a veces, no tenían nada más que el número de la stripteuse. En el de  junio de 1983 de Granada, en la discoteca Séneca, actuó Christa Leem que, a lo Concha Piquer, se trajo a su madre, la cubrió de plumas, le sujetó las carnes con ortopédicas y co­rrectoras mallas, le dio un micrófono y la  puso a can­tar para llenar el tiempo entre sus sucesivas desnudeces. Con­cejales recién elegidos, senado­res de la izquierda moderada, diputados en Cortes, parlamen­tarios andaluces, poetas galar­donados, y otros en ciernes, dirigentes de partidos políticos acompañados de sus dedica­ciones exclusivas, se sumergie­ron en el ambiguo placer de dis­frutar, parcialmente, de la vi­sión del cuerpo de la niña con la bendición de la madre. Y digo sólo parcialmente, porque allí nadie se atrevía, bien por la presencia de la anciana cantante, bien por el pudor de saberse observado por toda la progresía provincial, a mirar hacia dóde, estadísticamente, deben de encontrarse las turbadoras y magnéticas cavernas de la artista. No es lo mismo que a uno lo sorprenda en observación tan interesada un camionero en ruta que verse estudiado por toda una mayo­ría municipal. Y así, las angéli­cas miradas se concentraban unánimemente en las zonas altas y nobles de su anatomía, sin osar dirigirse a lo bajo e inferior de la danzante, la cual, por otra parte, no ofrecía demasiadas facilidades, al prac­ticar su delicado oficio al son de una música frenética, inapropiada totalmente para labores hermenéuticas ni permi­tía a la vista la vivisección de un cuerpo huidizo.
Fueron muchas las circuns­tancias que se concitaron para hacer el placer imposible. La luz y los taquígrafos no pueden estar presentes en lo que debe de ser una búsqueda sigilosa y culpable. Christa Leem, a la que el programa de mano del I Festival de Teatro de Granada presentaba como "vedette" para minorías, logró, según testigos, aburrir a la inmensa mayoría, que al retirarse triste y decepcionada a sus casas pa­recía abandonarse a la nostal­gia de las carnes otrora gráciles, dúctiles y turgentes, y prudentemente movedizas, de la bien­hechora e itinerante Manolita Chen.

jueves, 7 de octubre de 2010

Soneto para Manolita Chen

Hay poetas anónimos que jamás ganaron un premio literario. Poetas polifacéticos que cultivaron por igual el verso sacro y el pagano. Inspirados creadores que, descendientes de generaciones de sonetistas artesanos, dieron sus composiciones a la voz bullidora del pueblo que conservó por los siglos, como precioso tesoro, las palabras mágicas. Uno de estos seres excepcionales leyó a un grupo de amigos, poco antes de romper el manuscrito, un asombroso soneto que había compuesto en mayo del 68 dedicado a Manolita Chen, musa pornógrafa de un popular teatro de variedades,  El Circo chino, en cuyo escenario se agitaba, frenética, de espaldas al público. Lo hacía al ritmo de un tambor de granaderos reconvertido para la danza. Nadie niega el valor pedagógico de estas sesiones de estriptis en la España constreñida de la postguerra. Alguien, en 1981, me recitó al oído el primer cuarteto de la composición. He dedicado bastante tiempo a buscar a alguno de los que tuvieron la suerte de oír el soneto entero antes de ser destruido. La Semana Santa pasada lo encontré en Úbeda. Me informó de que el autor del soneto había abandonado los temas eróticos poco antes de morir y sólo cultivó, en su vejez, los religiosos. Me recitó de coro tres décimas que había compuesto para los titulares de una cofradía de la Loma de Úbeda. Carecen del menor interés. No así el soneto “Tu línea escultural, oh Manolita”, lleno de sensualidad y carga erótica que hoy regalo completo a mis lectores en primicia mundial y que reza así:

Tu línea escultural, ¡Oh Manolita!
absorbe mi razón, pues no hay manera
de borrar de la mente esa palmera
que es tu cuerpo de Venus Afrodita.

5    Poseerte sería dicha infinita
en una noche alegre y placentera
y a esta ardiente pasión gusto le diera
gozando de tu carne nazarita.

10    Grácil, dúctil, turgente, movedizo,
tu cuerpo es para mí, supremo hechizo,
seductora mujer que me enloqueces

y me matas de amor  aunque no quieras,
cuando mueves, lasciva, las caderas
y a la vista tus muslos nos ofreces.

                                                                     Vate anónimo ubedí

miércoles, 6 de octubre de 2010

Moro bueno, moro malo

En España, hay un moro en todas las familia
¿Moro bueno, moro malo? Eso depende de las circunstancias. Para Aznar, los moros son el enemigo desde el 711, año en el que Tariq, con la ayuda del conde traidor, don Julián, conquistó la Península y acabó con el reino visigodo de España. Y además, por lo que declaró el ex presidente en 2006, está todavía a la espera de que "algún musulmán le pida perdón por ocupar España durante 8 siglos". Su resquemor es parecido al que se desprende de estos versos de un romance medieval: “Madre España, ¡ay de ti! -- en el mundo tan nombrada, / de las partidas la mejor, -- la mejor y más ufana, / [...] por un perverso traidor -- toda eres abrasada, / todas tus ricas ciudades -- con su gente tan galana / las domeñan hoy los moros --por nuestra culpa malvada, / si no fueran las Asturias, -- por ser la tierra tan brava”. Aznar, tan alejado ideológicamente de Franco, no ha tenido en cuenta que los moros hicieron algo más que pedir perdón, ayudaron al general rebelde a reconquistar  no sólo Al-Ándalus, sino hasta la tierra tan brava de Asturias.
 En 1938, para los sediciosos, los moros eran buenos. Agustín de Foxá, diplomático falangista al servicio de Franco, publica en el diario “Patria” de Granada, el 17-VII-1938,  un “Romance de Abdelazís”, en el que aparecen las primeras muestras de lo que años después se conocería como “Alianza de Civilizaciones”. En el poema, Foxá, consciente de que muchos de los mercenarios  marroquíes –“la flor morena de África”, les llama-  que atraviesan el Estrecho se preguntarían qué se les había perdido a ellos en la contienda española, los engatusa con la visión poética, desde los aviones que los transportan a una muerte más que probable, del “jardín del profeta”, de Al-Ándalus: de las  huertas regaladas de Granada, de  Córdoba, entre naranjas, de Sevilla, “jazmín y remo, en el agua”. El poema rezuma “maurofilia”, amor al moro, ahora, aliado imprescindible en la sangrienta aventura del general traidor, del moderno don Julián.  Creo que el lector, que ha llegado hasta aquí, tiene derecho a recibir los últimos versos del romance. Éstos: “Si mueres, Abdelazís, / sobre los surcos de España, / no el Zoco-Chico de Tánger / celebrará tus hazañas, ni el domador de serpientes / cantará sólo tu fama. / Los poetas de Castilla / te dirán en lengua brava: / "También tienes tu lucero, / español de piel tostada.”  Acostumbrado, como diplomático, a cursar expedientes de nacionalidad, Foxá no duda en concedérsela a Abdelazís y a sus  conmilitones. No alianza de Civilizaciones se llama esto. Mejor, fusión de razas, de pueblos, de culturas, de cómplices.

martes, 5 de octubre de 2010

No hay cosa más bonita que la familia unida

El que se tire a la calle para oír a la gente y enterarse de lo que “realmente le interesa”, se llevará una sorpresa. Si se habla en voz baja en una esquina de una mercería, no es que se conspire para, después de la catástrofe de Trinidad Jiménez, sustituir a Zapatero antes de las próximas Generales, se trata del dobladillo del traje de gnomo que el niño de una sacará en la función del colegio. Si se discute apasionadamente en un rincón de una librería bien surtida, no es del libro “Los filósofos y el amor” de Manuel Cruz, ganador del Premio Espasa de Ensayo, 2010, sino de la confección de la lista de invitados para la fiesta de la primera confesión de la chica. No es de las consecuencias políticas de la pasada huelga de lo que hablan unos sindicalistas en la hora del bocadillo, sino de la conveniencia de que Enriquito se haga la fimosis antes de cumplir los 15 años para que pueda romper sus primeras lanzas sin trabas ni enmohecimientos. Lo que parece interesar realmente a la gente (y no estaría mal que tomaran nota los políticos para sus próximos actos electorales), de lo que se habla en todas partes, es de la familia y sus acontecimientos. La familia en sus ricas y complejas variantes actuales, la única institución que aparece pujante tras la extinción, seguramente pasajera, de todas las utopías.

sábado, 2 de octubre de 2010

Es hielo abrasador, es fuego helado

Las llamas del infierno
Los teólogos se han portado con Dios como esas madres mandonas y absorbentes que te lo quieren organizar todo y en cada época le han puesto la casa a Dios, y, cómo no,  al diablo, siguiendo las modas y costumbres del siglo. Ahora meterían mucho Ikea en todas las estancias del cielo y mucha casquería ”chinois”. El infierno de las llamas, tan impresionantes como las de la  foto, fue un invento de machos que acababan de descubrir el fuego y no sabían poner todavía  la cacerola. Se limitaban a las barbacoas. Cuando "la agricultura perfumó el reino de las cocinas", como cantó Neruda, el cielo se lleno de olores y el infierno, y así lo contó Dante muchos siglos después, cambió fuego por hielo. El invento del martirio del hielo más sutil y refinado, pero no menos desagradable, se atribuye a las mujeres que sufrían mucho cuando se les quedaban fríos  el puchero y los pies al apagárseles la lumbre del hogar. El lector paciente habrá advertido, a estas alturas, que para hacer teología y ensartar disparates, lo único que hay que tener hoy en día es un blog que te acoja y unos amigos que te soporten. Porque uno con estas teorías se termina convirtiendo en el infierno de los otros. De los que inexplicablemente te siguen leyendo.