LA emigración de los 60, los erasmus, el mes de vacaciones pagadas, el agua corriente en las casas, la erradicación del analfabetismo, las becas, los buenos sueldos de la época de la burbuja inmobiliaria, el éxodo del campo a la ciudad, el internet y el Imserso, movieron a mucha gente de acá para allá y acabaron con los catetos. Hoy puedes ser anciano, vivir en Jun, y ser cosmopolita, que es lo contrario de 'cateto'. Los catetos, por otra parte, han contribuido a conservar el entomatao, el plato alpujarreño y otros guisos portentosos que se conservan pese a la bullimanía que no da de comer sino que proyecta diapositivas en el plato. Nada más que por eso, y por ser una reserva inagotable de sentido común y de aguante, habría que clonar un 'cateto' de los de antes y crearle un nicho ecológico en el que pudiera vivir él con su familia y su irrenunciable sabiduría. Y eso pronto, porque el episodio de Buenos Aires ha desvelado que los nuevos catetos poseen los defectos que teníamos los palurdos de antes y algunos vicios nuevos que ensombrecen la imagen de este espécimen. Enumero algunos: 1. Hablar ante el mundo entero un idioma que no se conoce bien, convencido de que los votos te dan el don de lenguas o la potestad de usar a tu antojo el bien más mostrenco que hay, el del lenguaje. 2. Usar terciopelo en el cuello del abrigo en lugar de piel de conejo. 3. Organizar las bodas de los hijos para provocar la envidia de todo el pueblo y para poder cerrar los negocios de la 'famiglia'. 4. Despreciar el jamón de Trevélez. 5. Consumir siempre jamón de bellota. 6. Comer sólo langostinos de Sanlúcar con el dedo meñique empingorotado, con anillo y dije. 7. Adornarse con perlas, rodearse de 'perlas' y ser ellos mismos aljófar puro. 8. Cambiar de entonación conforme te acercas al rancho tejano de Bush, pasando del castellano de Valladolid al habla cansina de los secundarios mejicanos de las películas del Oeste, rodadas en Almería. 9. Tomar la isla de Perejil con la retórica de Lepanto. 10. Preferir el café con leche de la Plaza Mayor de los Austrias al bocadillo Borbón de calamares de la Puerta de Toledo. 11. No advertir que el vestido con que se cubren aquí, hecho de desidia, de arrogancia, de ignorancia y de desprecio hacia sus compatriotas, cuando abandonan el espacio aéreo peninsular, no les cubre el cuerpo y aparecen ante el orbe desnudos en su estupidez extrema y en su avidez insaciable.