jueves, 4 de agosto de 2011

Sexos opuestos


EL pudor me aconseja, a veces, pedirle al casquivano de Pánfilo que me lleve ciertos asuntos escabrosos. Les recuerdo que este jubilado disruptivo, al que de vez en cuando le hago sitio en mi blog, no es uno de mis apócrifos ni mi álter ego; que yo no tengo ni obra ni posición para poder usar esas máscaras. Como me debe algún favor, temas delicados que podrían dañar mi reputación, me los hace él. Por eso le he pasado esta pregunta que el bloguero Hibridación planteaba hace unos días en su bitácora: "¿A qué huelen y a qué saben los seres humanos del sexo opuesto?". Pánfilo, como maestro que fue, sufre de deformación profesional y cuando le preguntas algo, su primer movimiento táctico es hacer que te sientas como un tonto de capirote. Inmediatamente te explica lo que le has preguntado con un tono de voz cavernario, de bajo. Como si la sabiduría fuera sólo cosa de hombres y no se pudiera expresar también con un tono más agudo, menos varonil. No le ha gustado nada la expresión "sexo opuesto". 

Le pido que no me eche la bulla a mí y le recuerdo que la pregunta la hace Hibridación, y no yo. Me dice Pánfilo que hay que ir desactivando el lenguaje de la confrontación entre hombres y mujeres. Que los sexos no son opuestos, sino complementarios. Que recuerde la creencia popular en la "media naranja" o, si hay que aportar un referente culto, que Platón nos prestará su "andrógino", suma de un hombre y una mujer; ser tan autosuficiente en su unidad, que dio lugar a que Zeus, temeroso, acabara por separar al varón de la hembra con una crin de caballo como si de un huevo duro se tratara. Desde entonces cada ser busca su otra mitad. Sólo puedo interpretar como una más de las consecuencias negativas de la calamitosa época política que atravesamos, el que Pánfilo se empeñe en que la pacificación de la guerra de los sexos pasa por el uso de un lenguaje políticamente correcto. Le pienso decir que la corrección en el lenguaje no arregla nada y sólo sirve para enmascarar los problemas. Al final, sí nos hemos puesto de acuerdo en que la expresión "sexo opuesto" habría que reservarla (en plural) para la logística de ciertas posturas amatorias. Al rato de hablar con él por el móvil, me envía este mensaje: "Se me olvidaba: padezco una enfermedad que no me deja oler los sexos y menos los lejanos u opuestos. Saborearlos sí que puedo: saben a ese sexto sabor, aún no descubierto, que no es ni dulce ni amargo ni salado ni ácido ni unami; ese sabor sin nombre todavía, pero que es a lo que saben los sueños". Le he contestado que esta última boutade suya la he leído en alguna parte.

7 comentarios:

  1. Anónimo a mucha honra4 de agosto de 2011, 17:12

    Al final va a resultar que todo lo que se escribe ya se ha leido antes . No, si ya lo decía Quién : " las palabras no se reproducen , se repiten"
    Quién , soy yo , que a menudo tengo la cabeza en otra cosa , señor Pablo Alcazar y que dificultosamente doy con el sentido de sus geniales escritos .
    Me gustan una jartá y un día de estos pienso leerle con la parsimonia que se merece .
    ¿ Será posible que siempre me encuentre corriendo?
    Hay ! , digo ¡Ay! ..¡qué lástima que el Tiempo no sea un recurso renovable!

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  2. Honrado anónimo, corra, corra, se corra, córrase, pero deje que lo atraviese, como sea, ese rayo de sol que por un instante nos ilumina, para luego extinguirse en la noche sin fin. ¡Ve usted lo que pasa por provocarme! Que desbarro, pero muy satisfecho de su comentario que pone a mi ego a punto de correr o correrse, que no es lo mismo, pero es igual. Un abrazo agradecido.

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  3. Efectivamente, en el sueño está la clave. ¿A qué sabe el "otro" sexo? A otro, es decir, a sueño, porque la realidad, como un espejo, solo nos permite no ver a otro.
    Quizá me ha quedado un poco críptico mi comentario, pero supongo que se debe a que "lo otro" es ilegible.
    Gracias y saludos.

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  4. Mira, trasindependiente, como sigas escribiendo cosas tan geniales como "porque la realidad como un espejo, sólo nos permite no ver al otro", me pongo y escribo todos los días una entrada a ver si pesco más observaciones de esa profundidad y calado. ¡Que pases buen día! Un saludo cordial y muchas gracias por tu comentario.

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  5. "EL pudor me aconseja, a veces, pedirle al casquivano de Pánfilo que me lleve ciertos asuntos escabrosos. Les recuerdo que este jubilado disruptivo"...ya, ya
    llego tarde al aperitivo
    "Me dice Pánfilo que hay que ir desactivando el lenguaje de la confrontación entre hombres y mujeres"...ya es hora majetes de desactivar eso y cosas como confabulaciones judeo-masónicas, rosas en el mar, etc...jajaja
    por favor, una caña y unos langostinos...:)

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  6. "Se me olvidaba: padezco una enfermedad que no me deja oler los sexos y menos los lejanos u opuestos. Saborearlos sí que puedo: saben a ese sexto sabor, aún no descubierto, que no es ni dulce ni amargo ni salado ni ácido ni unami; ese sabor sin nombre todavía, pero que es a lo que saben los sueños". Le he contestado que esta última boutade suya la he leído en alguna parte""...
    yo tb la he leído...¿donde?
    :)

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  7. Anónimo a mucha honra4 de agosto de 2011, 17:20

    ¡ Qué barbarité!
    Si lo llego a saber ... me como la lengua en picaillo.
    No pretendía causarle tanto trastorno a su ego ni a sus dedos tanto sobresalto. Perdón por el alterado.
    Vou a pasarme por el escrito con relajo.
    Se me ha quedado pegado en los ojos que Pánfilo le ha dicho que los
    sexos no son opuestos sino complementarios y que cada cual está condenado de por vida a encontrar su media naranja .
    Digo yo que esa puede ser una teoría muy " andro " que aún no se ha demostrado.
    Cuando Copérnico demostró que la Tierra giraba alrededor del sol, descubrió una realidad desconocida que demostró defiivamente la falsedad de la concepción geocéntrica del universo . Quedó aceptado y constatado.
    Cuando Darwin explicó que todos los seres vivos habían evolucionado a partir de antepasados primitivos y que el hombre no era una excepción, describió también una realidad . Pero este intento de ver a la mujer o al mismo hombre como parte de un YO incompleto que sólo adquiere coherencia cuando las dos mitades se juntan , me suena ( sinceramente ) a pretensión . El YO de una persona es una unidad con su cerebro , su sexo y sus limitaciones . Los seres humanos nos necesitamos unos a otros para darle sabor a este guiso que es la vida y queda claro que los " sexos opuestos" son imprescindibles para la continuidad de la misma , pero en modo alguno demuestra que seamos mitad de nadie .
    Creo que este es un asunto complicado según los ojos con que se mire.

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