jueves, 2 de agosto de 2012

Escandalizar, misión imposible

ESCANDALIZAR es una de las cosas que más gusto da. Pero hoy esto es muy difícil, los personajes públicos han puesto el listón muy alto. A finales del siglo XIX, en Francia, era muy fácil "épater la bourgeoisie", azorar a la clase media, a la burguesía. Había una serie de tabúes que hacían saltar las alarmas. En la novela, de 1891, Le tutu. Moeurs fin de siècle, la supuesta autora, una tal Princesa Safo, se atreve con casi todos ellos: la blasfemia, el incesto, la escatología, la prostitución, la obesidad o la pedofilia. Novela curiosa, que nunca fue distribuida, quizá porque contiene una lista detallada de lo que le resultaba insoportable a la gente de bien que se dijera en público, porque, los muy taimados, lo practicaban sin freno en privado. Todavía en los años 70, en España, un profesor con sólo hablarles a los alumnos de la masturbación ya se aseguraba "overbooking" de padres pidiendo explicaciones. Y si se levantaba osado de la muerte, y hablaba de la masturbación femenina, se podía asegurar hasta una denuncia a la Delegación y la visita de un inspector que le pedía prudencia y lo orientaba hacia Don José, un aliviadero erótico del extrarradio. 
Pero desde que los niños comenzaron a saber más que los profesores de esas cosas, éstos se refugiaron en la nostalgia. Uno de ellos me contó, entristecido, como hubo un tiempo en que bastaba con poner en tela de juicio lo de la Torre de Babel, para que le predicaran en la misa de 12 los arciprestes, tachándolo de ignorante y hereje. O montar con los alumnos de COU La Zapatera prodigiosa para que le viniera un inspector para ver si estaba aprovechando la inocente revolera de vecinas de todos los colores de la obra de Lorca para hacer apología del poeta mártir. Con los profesores de religión se era más comprensivo, aunque los temas que tocaran fueran severamente escabrosos. No sé por qué uno de estos profesores, seguramente que por necesidades del programa de la asignatura y, más que nada, para contextualizar algún episodio de la Historia Sagrada con animal al fondo, se empeñaba en explicarles a sus alumnos la zoofilia. Las alumnas de un pueblo de los Montes Orientales vinieron muy preocupadas a preguntarle a su tutor si era cosa corriente entre los chicos echarse por novia una jaca blanca. El tutor le quitó hierro al asunto y les dijo que los compañeros se estaban riendo de ellas. He intentado imaginar qué cosas nos resultarían hoy escandalosas. Imposible. Todas las que se me han ocurrido ya han sido representadas por los feroces y prepotentes actores de la escena nacional. La cota está inalcanzable.

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