viernes, 17 de abril de 2015

Oda a la Thermomix


Ellas, mis matriarcas, guisaban con carbón

Romance y monólogo del cocinero avanzado

A Pablo Alcázar, experto cual ninguno en artes culinarias, y a María Victoria in memoriam.


Era cuando las cocinas
funcionaban con carbón,
económicos fogones
que ahumaban mucho el salón.
Y por dentro me decía:
-Cómo cocinaré yo.

Más tarde el petróleo vino
dejando muy mal olor
y recorriendo la casa
apestaba el comedor.
Y por dentro me decía:
-Cómo cocinaré yo.

Pero de pronto aparece
y cambia la situación
la electricista energía
y el butano en botellón.
Y por dentro me decía:
-Cómo cocinaré yo.

Y al hilo de aquel impulso
nació la olla a presión,
que todo lo resolvía
en un periquete o dos.
Y por dentro me decía:
-Cómo cocinaré yo.

Mas, oh fortuna, a finales
del siglo que se marchó
llegó un invento notable
definitivo en acción;
un invento milagroso
que interesó a la reunión,
que todo lo hace deprisa,
que solo te pide amor,
y a alguno incluso le asusta
como arma de destrucción.


Ceden ante la Thermomix

Solicita condimentos,
materias primas y arroz,
los productos de la huerta,
carne, caldo y pimentón,
todo lo que se te ocurra
te lo admite, qué sé yo,
cualquier cosa que le eches
sirve para la fusión;


Y se convierten en sabroso puré de garbanzos (humus)

no hay receta resistente
a mi deseo soñador
siempre que le proporcione
lo mejor de lo mejor.
Y cuando todo está dentro,
esperándome, burlón,
a punto me tiene el plato
con solo darle a un botón.
Thermomix la bautizaron,
 la reina de la cocción,
Y a la concurrencia afirmo
que le rindo devoción
porque tiene algo de bruja
el artilugio en cuestión.
Así sí, digo y repito,
así sí cocino yo.



Antonio Sánchez Trigueros

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