Mear contra el viento
El carmen blanco
Hesíodo (poeta griego del siglo VII a.C.) recomienda: “No
orines de pie vuelto hacia el sol, sino cuando se ponga, recuérdalo, y hacia
oriente sin desnudarte; pues las noches son de los Bienaventurados; tampoco en
el camino ni fuera de camino te orines sobre la marcha; muy sensato el hombre
piadoso que lo hace agachado o que se arrima al muro de un corral bien cercado”.
Esto, mucho antes de que los etólogos descubrieran la costumbre que tienen los
machos de ciertos mamíferos de marcar el territorio con su orina. Con ella les dicen a otros individuos de su grupo: “este espacio es mío o esta hembra me
pertenece”. Pero el hombre no utiliza la orina para marcar territorio. Antes de
que se inventasen los currículos, las ejecutorias, las condecoraciones, los
gallardetes, el estatus y los muros el hombre solía usar diferentes maneras de
marcar el territorio. Una mquy habitual fue el construir una iglesia sobre una
mezquita o una mezquita sobre una iglesia, después de arrebatarle una ciudad al
enemigo. En cuanto ganabas una batalla, tirabas los templos de los dioses
falsos y sobre ellos edificabas una basílica dedicada a los verdaderos. Los
griegos, conciliadores, para evitar conflictos y no desatar la avaricia de los
constructores de capillitas, dedicaron una estatua en Atenas al dios
desconocido, a la que se podían encomendar todos los que llegaban a la ciudad
desde lejanos países con ganas de rezar. Si expulsaron a San Pablo de Atenas,
no fue por sermonear a los nativos y tratar de engancharlos al cuerpo místico
de Cristo (la primera red virtual de la historia), sino por intentar convencerlos
de la existencia de un solo dios verdadero, recurriendo a las ideas de algunos
pensadores helenos. Ni Carlos V ni el pintor José María Rodríguez-Acosta
utilizaron orina para marcar territorio. Carlos, en todo el esplendor de su
imperio, se hizo construir un palacio en
mitad de la Alhambra para pasar su luna de miel y el pintor, en el momento de más poderío económico de su
familia, se hizo construir un carmen blanco, un pastiche infame, con una petulancia
fiera, en todo lo alto, compitiendo con las torres rojas de la Alhambra. En
Cataluña, ahora, hay una pugna a ver quién aleja más meando. Pero unos y otros
mean contra el viento. El peligro: que el vendaval les obligue a tragarse su
propia orina.
Muy bueno ...
ResponderEliminarGracias, Mark de Zabaleta, por tu generosidad
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