martes, 9 de marzo de 2010

Como débiles bolas de billar

...que rozaran con miedo la fortuna
Hubo un tiempo en que para ser considerado filósofo tenías que rematar tu sistema filosófico. A Ortega, con frecuencia, se le echa en cara que no lo terminara. Actualmente, después del posmodernismo, parece que construir sistemas compactos a los que no le falte ni su poquito de ontología ni su poquito de metafísica, no se lleva. Los poetas, y no sólo en esto, se guían por los viejos filósofos. Y no hay creador que junto con sus poemas, no tenga compuesta en su edad madura una muestra de casi todos los géneros literarios. No se resignan a no ser autores teatrales y, sobre todo, a no escribir una novela. Por supuesto que se pirran por el aforismo, con el que le tocan en más de una ocasión las médulas al mismo ser. Y además pasan por filósofos, sin mucho esfuerzo.  En España, creadores como Gil de Biedma han alentado esta manía de “profundizar en las esencias” que arrebata a muchos de nuestros poetas. Y es que no es fácil no ensartar una ristra de aforismos profundísimos después de leer esto de Biedma:
¡Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
 que es amarse a sí mismo!
 Pero hay también poetas ceñidos a su oficio, que sin tantas pretensiones, son capaces a partir de una anécdota humildísima de sugerir tanto como sugiere José Carlos Rosales en este poema:

4 comentarios:

  1. ¿Acaso hay modo de expresión más apropiado para la ontología que el lenguaje poético?
    A mí, al menos, la poesía se me antoja el mejor modo de evocar lo trascendente.

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  2. Manzanares, cuando terminé la entrada me di cuenta de que el poema de J.C. Rosales, tiene ontología amorosa para dar y tomar. Y todo a partir de algo insignificante, como las bolas de billar, y de una expresión aparentemente sencilla.

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  3. "dar y tomar", efectivamente, epigonía perfecta del poema de Jose Carlos, pardiez!

    Como ves, amanezco tan florido como obtuso; por fuerza ha de ser la luz artificial, el ordenador y el montón de tonterías que tengo que inventar y por las que, curioso mundo éste, me pagarán a fin de mes, con el noble objeto, eso si, de que pueda comprar cosas que hacen trabajadores de verdad, como coches, barras de pan o pantalones vaqueros.

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  4. "Dar y tomar", palabras sagradas, pero con el matiz que se sigue: “Te doy para que, a cambio, me des”. Esta sería la traducción libre del aforismo latino "do ut des" ("do ut facias", "facio ut des", facio ut facias"). Sancionado por el derecho romano y actualizado por el emperador bizantino Justiniano, pasó "sine glossa" al derecho tal como hoy lo conocemos. En jurisprudencia y teología moral se denomina justicia conmutativa.

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